Capítulo 21
Recomendación de canción: Drop in The Ocean - Ron Pope
-No puedes tener eso. -Me dice, con un gesto de superioridad. -No es posible que seas lo primero en todo, no en la vida de alguien.
Me acomodo en la cama, sentada, viéndole de la misma forma que siempre, como si él no supiera de lo que habla. Meza tenía esta actitud de sabelotodo y al final terminábamos debatiendo incansablemente.
-Claro que puedo. -Trato de evitar concentrarme en cómo gira los ojos por fastidio. Impulsando su cuerpo hasta estar a mi altura. -Bien mira, tú mismo has dicho mil veces que te he marcado de formas que otra persona no ha podido ¿cierto?
-Si...
-Bueno, he sido la primera persona con la que has tendido ese sentimiento.
A pesar de todo, está atento.
...-No quiero ser necesariamente la primera persona, hay miles de cosas que he vivido antes que ahora se sienten como nuevas, como primeras. Eso quiero, ser una prioridad, quiero ser el primer amor tan real de alguien, no hablo de la primera novia o el primer te amo. Hablo de la primera persona que te haga experimentar amor verdadero.
Se queda callado, mirándome de una forma que no se descifrar. Y es que él suele ser así, permanece en silencio cuando no tiene más argumentos, cuando sabe que le he ganado en nuestro pequeño intercambio.
Me encojo de hombros, antes de dejar ir el tema. -Conozco mi forma de amar, sé que es posible, sé lo que merezco.
Por un momento sus ojos pierden el brillo, como si recordara algo, ausente. Gira el rostro pero le atraigo, colocando una mano en su mejilla, arreglando los rizos castaños que caen. El contraste entre su quijada, el canela y mi extremidad pálida me fascinaba. Sus ojos ahora oscuros por la falta de luz en la habitación, lucían nublados.
Nublados por los fantasmas de su pasado. Las memorias que nuestra charla trajo a su mente. Y entonces frunzo el ceño, dejando que mi mano caiga, perdiendo el contacto.
Se estaba cerrando a mí, tal vez era el hecho de que no creía ser capaz de darme aquello, o la idea de que estaba hablando de un futuro donde no parecía estar incluido, sea lo que fuera, se mantuvo esquivo. Levantándose de la cama apenas, dándome la espalda para entrar al baño, tomando la conversación como finalizada.
Parte de mi se preguntó en ese momento, si tal vez mi destino también era ser un recuerdo distante.
Uno que compartiera con otra persona.
Uno que le obligara a distanciarse.
La noche del viernes era la cena de ensayo de la boda. Laura tenía un itinerario bastante apretado, con todo y vestuario incluido. Y yo, al ser la dama de honor, debía llevar los colores que ella había seleccionado minuciosamente, básicamente una mezcla de rojos, un tono cereza para la cena y un vestido de seda color vino para la boda.
Me gustaba el rojo en mi piel, hacia contraste con el cabello rubio y la tez más pálida que nunca, no recordaba cuando fue mi última escapada a la playa. Pero se notaba.
Había puesto especial empeño en verme bien, incluso si estaba bastante atrasada en llegar a la celebración, aún si estaba ya en el hotel. No había podido dormir mucho el día anterior luego de atiborrarme de trabajo. Intenté subirme los ánimos con una vista bonita de mi misma, le traté de sonreír al espejo cuando terminé el maquillaje, y recé internamente para que todo saliera bien, no quería lidiar con los comentarios poco placenteros de mi familia.
Tal vez había una ventaja en estar retrasada.
Salí de la habitación designada sin apuro, si corría en zapatos altos mínimo me dislocaría un tobillo. Jean había reservado varios cuartos para los invitados, incluso para los que vivían aquí en Elavec, solo por la opulencia, para claramente dejar en evidencia que los Rivardi tenían dinero.
Le envié un texto a Eduardo con la foto que me tomé apenas terminé de estar lista. Me respondió de inmediato.
Saavedra: Dios, pero es que eres hermosa.
Sonreí.
Parte de mi quería que Eduardo me acompañara en la boda, pero además de ser muy pronto para que conociera a mi familia, estaba el hecho de que no quería ser juzgada. Sabía que Iván tendría muchas opiniones. Por ejemplo me preguntaría hasta el cansancio si enserio estaba lista para algo luego de los problemas con Gabriel. -Aun cuando mi hermano no supiera al cien por ciento lo que me hizo.- O tal vez hablaría de Meza. Con quien hace poco tuve mi reencuentro. Simplemente me haría tener dudas, sin contar con la reprobación de Jean para con cualquier hombre que no fuera un empresario, y la poca capacidad de tener su propia perspectiva de Dana, que seguramente tomaría la posición de mi padre como la suya.
Era demasiado.
Así que me encaminé al salón de eventos donde transcurría la cena de ensayo. Laura explotaba mi teléfono, supongo que quería dar el brindis antes de la comida. Y esa era mi responsabilidad. Respiré hondo y entré por el gran arco de división en el hotel. Ya habían muchas personas y todo estaba perfectamente adornado, manteles blancos, flores rojas, detalles dorados y varias personas conviviendo en trajes que costaban más que la inicial de un departamento.
Y todavía no era la boda como tal.
A lo largo de mi vida había sido arrastrada a este tipo de eventos por mis padres, Iván y yo solíamos escondernos debajo de las mesas, robando dulces mientras nadie nos veía por los manteles. Ahora él era el protagonista de una fiesta como esta, y yo no podía esconderme más.
Trato de entrar sin ser notaba pero la hazaña es interrumpida por la mujer de cabello corto que me detiene. -¡Ronnie, querida! Que hermoso está todo. ¿cierto?
Arrugo la nariz sin poder evitarlo. -Tía Ruth. ¿Cómo has estado?
Ella hace un ademán con la mano, restando importancia. -Todo tranquilo, sobrina. Te ves encantadora. ¿Hace cuánto no te veía?
-Creo que han pasado años. -Respondo, algo incómoda.
Déjame pasar...
La tía Ruth era la hermana de mi padre. Ruth Rivardi era tres años mayor que Jean, por lo que ella debía haber heredado la empresa de la familia. Sin embargo, mi abuelo paterno también era machista, y también había ignorado a su hija para beneficiar a su hijo. De tal palo...tal astilla.
Aun así ella había utilizado el nombre de familia para crear su propia empresa, esta vez en cosméticos, papá se quejaba de la mancha en el nombre, porque para él, su hermana era una corriente comerciante sin gusto.
-¡Y ahora eres rubia! -Bromea, tomando un mechón de mi cabello ondulado en sus manos. -Tanta tintura puede dañártelo, cuando quieras puedo darte a probar uno de mis productos para puntas secas.
Suspiro. Tal vez así sería la noche, soportable. Comentarios sobre mi cabello rubio falso, tal vez uno que otro acerca de mi peso o preguntas que tengan que ver con cuándo me casaré. Sonreiría de forma hipócrita y luego Iván sería un esposo y yo libre de irme a casa a dormir una siesta de siete horas.
Pero no tenía tanta suerte. Miré por encima del hombro de Ruth mientras ella seguía parloteando, le reconocí apenas entró; Llevaba un pantalón de vestir beige y una camisa de botones blanca, por supuesto, con unos cuantos de ellos abiertos. Meza.
Su cabello lucía peinado hacia atrás, dejando el principio lacio y el resto de los rulos arremolinados en su cuello, con la expresión inescrutable. Me excusé de inmediato con mi tía. Interrumpiéndola a mitad de frase.
¿Qué tan rápido podía correr en estos zapatos?
Meza no me había visto aún, pero por qué mierda lo invitaron. Me abrí paso entre las personas con un asentimiento mínimo con saludo, no tenía tiempo de socializar. ¿Dónde había ido Iván?
Mis padres estaban en la mesa de familiares junto con el papá de Laura; Julián. Pero no había señales de los queridos novios por ningún lugar. Los acababa de ver.
Meza seguro se había ido a sentar. Seguro no estaba viéndome, seguro no sabía que ya estaba aquí, seguro no le importaba. Seguro...Me repetí.
¿Por qué estaba huyendo? Porque era más fácil evitarlo desde la seguridad de mi teléfono móvil, frente a frente, no podría.
El toque en mi brazo fue suficiente para sacarme de los pensamientos, interrumpiendo mi camino. No...Maldecí internamente. No estaba tan expuesta, casi llegando a una de las esquinas del salón, justo cerca de las puertas que daban a la zona detrás del escenario improvisado y la cocina.
-Ronnie. -La voz suave pero firme me lo confirmó, era él, en mi mente conté hasta diez. Y me di la vuelta. Fue incluso peor para mi pobre alma verle de cerca. Cuantas veces me había convencido de que no lo amaba, y bastaba con que apareciera para que mi corazón quisiera salirse del pecho.
En ese momento, Iván y Laura entraron y todos se levantaron. Sabía por la mirada de la pelinegra que me buscaba, y yo debía estar cerca para el desarrollo de la noche, ya me había perdido bastante de la celebración. Tenía que dar el brindis, agradecerles a todos por venir y por mañana compartir la ceremonia de la boda.
Vi a Meza brevemente, entrelazando su brazo con el mío. Era obvio que no podría evitarle, pero necesitaba apoyo, me sentí abrumada. Y algo que tenía el moreno es que sin importar que, lograba darme confort.
-Ayúdame. -Le dije, con ojos suplicantes.
Había una probabilidad 50/50 de que me apoyara, otra de que me mandara a la mierda por ignorarle y actuar como demente. Aun así asintió, y afiancé mi agarre a su brazo mientras me unía a la familia.
El calor de su cuerpo me abrazaba y yo estaba sumamente embelesada con su aroma. Laura me veía como si estuviera loca, lucía genial con su vestido corto, perlado y lleno de brillantes. Iván apenas registraba lo que ocurría, muy absorto en la atención de los demás hacia él.
Tal vez gracias a esto Meza se olvidaría de lo que quería decirme, me beneficiaría no entrar en un choque neurótico.
-Joven Meza. -Dijo mi padre apenas nos acercamos. Saludando primero al moreno antes que a mi. -Hija. ¿Es este joven tu cita?
Me tomó todo el poder de voluntad que tenía disponible no levantar una ceja. Mi padre actuaba como si lo admiraba, cuando era el hijo de uno de sus mayores competencias y la familia que él más aborrecía.
Sonreí, dispuesta a decir que lo había encontrado en el camino pero Meza se aclaró la garganta y le saludó con la mano a Jean. -Si señor, soy su cita.
Mis padres me dieron una mirada significativa, el único que no tenía idea de nada era el papá de Laura, quien estaba demasiado concentrado en su única hija, en ella y en la tristeza que él trasmitía. Recordé brevemente que la madre de Laura no estaba viva y que seguro el señor se encontraba sentimental.
-Pero siéntate Meza, acompáñanos. -Ofreció Dana.
Le miré incómoda. Eduardo es quien debería estar aquí. Después de todo estaba saliendo con él. ¿Qué pensaría el castaño?
¿Crees que puedas dejar tu adicción atrás?
Le había dicho que si, y aun así seguía aquí, al lado de mi droga favorita, viendo cómo elegía vino tinto como bebida, deleitada por la forma en la que subía y bajaba su manzana de adán. Y en parte feliz, porque aunque fuera por hipocresía, se llevaba bien con mis padres.
Negué internamente, necesitaba pensar claro, cerca de él no podría. Aprovecho la distracción de la música para levantarme de la mesa, sé que pronto deberé hacer el brindis, con más razón era necesario que me calmara.
¿Por qué mierda tengo que ponerme tan nerviosa cuando esta cerca?
-Permiso, iré al baño un momento.
Pero nadie me prestó atención, solo él, quien me vio de reojo. Papá estaba ocupado quejándose con el ceño fruncido.
-¿Qué hace Ruth aquí? Si Iván la ha invitado tendré que tener una charla con él.
-Cariño...seguro fue un malentendido.
Rodé los ojos, yéndome.
Miré mi reflejo en el espejo y retoqué el labial rojo, asegurándome de que no tuviera manchas del producto en los dientes. Mi teléfono tenía varias notificaciones pero por el momento no quería chequearlas, me sentía culpable de algún modo. No podía ser posible que mi sistema nervioso se alterara de esta forma al ver a Meza.
La puerta del baño se abrió, y estaba lista para verle a él, sin embargo fue Laura quien entró.
-¿Ronnie, estás bien?
Le miré. Laura no debería estar preocupada por mi en su día, o su fin de semana de casamiento. Debería estar disfrutando y aquí estaba yo de egoísta, no pudiendo controlarme por la presencia de alguien que mil veces me había dado a entender que no le importaba lo suficiente.
¿Por qué soy tan imbecil?
Dejo salir un suspiro y solo la abrazo. Me obligo a no llorar, porque no puedo costear que el maquillaje se arruine o manche el vestido de la novia.
-Lau, lo siento mucho. Sé que he llegado tarde y no he cumplido mis labores de dama de honor pero no sabía que Meza estaba invitado, me ha descolocado más de lo que esperaba. Tengo tiempo evitándolo.
Ella asiente; tocando a penas mi brazo en señal de compasión. -Tranquila, yo también me he enterado recién. Iván lo ha invitado como "acto de confianza" parte de su plan elaborado para ir en contra de la familia Meza.
-¿Qué?
-Pues ya sabes que tienen toda esta rivalidad entre ellos, Iván espera ganarse a Meza para destruir la compañía desde dentro. -Laura rueda los ojos. -Quiere dejar a la familia sin contactos y prácticamente en banca rota, para hacer sentir a tu papá orgulloso.
Proceso la información de forma lenta, tanto que hasta ella se preocupa, aun así mi mente viaja a mil por segundo.
-Tengo que hablar con Iván.
-¿Quieres que lo mande aquí?
Niego. -No, dile que por favor me busque afuera en el jardín.
Aquí no podré gritarle con libertad.
La pelinegra me mira extrañada pero obedece. Apenas ella sale, me dirijo al pasillo del personal para escabullirme a los jardines. Obviamente el brindis tardará. No es como que los invitados no estén atiborrándose de alcohol y canapés.
¿Cómo puedo hacer que Iván desista de su mierda de plan?
La familia de Meza es peligrosa, él es peligroso. Hay muchas cosas que desconozco, pero de eso estoy segura. Podrían acabar con mi hermano, mierda es más, podrían acabar con toda mi familia sin importarles nada. Tienen con qué.
Doy vueltas de un lado a otro pensando en que decir, como decirlo, mi hermano es la persona más testaruda del mundo, una cosa que no le parezca y dejara de oírme. Necesito que me oiga.
-¿Qué estás haciendo?
Maldigo por lo que parece la quinta vez en la noche y me giro para ver a Meza parado a pocos metros de mi.
-Meza...¿Qué haces aquí?
-Te acabo de preguntar lo mismo, Ronnie.
Frunzo el ceño. -Tengo que hablar contigo, si. -Claro primero tengo que rogarle a mi hermano que desista de la rivalidad idiota que tienen para preservar su vida. -Pero primero tengo unas cosas que discutir con Iván y le estoy esperando, crees que puedas-
-¿Qué me tienes que decir? ¿Que tienes novio?
La bolsa de mano se me resbala de los dedos. Cómo.
-¿Qué? ¿No lo niegas?
Parpadeo. -Es verdad. -Digo. De una vez, a estas alturas debe tener hasta pruebas, no se porque me impresiona que lo sepa. Aunque no es que yo sea exclusivamente una novia, si estoy saliendo con Eduardo.
-Así que por eso me evitabas. -Ríe, con nada de humor. Es más, la quijada apretada y el gesto de superioridad es todo lo que necesito para saber que está cabreado. -Entonces. ¿Tenemos una pelea y corres a meterte en otra relación?
Niego, está sacando las cosas de contexto. Él me faltó el respeto, él me hirió, él me apartó. No es mi culpa, no debo sentirme mal, no hice nada mal.
Aun así, me duele. -No es así, pero si quieres pensar de esa forma está bien.
Suelta un bufido. -Suerte con tu novio.
Ambos sabemos que eso es un código no dicho de "no es mejor que yo"
Su ego se media por que tan guapo podría ser, porque tanto mejor se le calificaría si se le comparaban. Narcisismo puro. Como si la apariencia fuese suficiente para alguien, como si el maltrato se debería aceptar porque lucía bien. Como si lo que quedara no fuera la esencia.
-Meza...-Ni siquiera sabía que iba a decir, pero parte de mí estaba demasiado en shock por muchas cosas a la vez. ¿Cómo se supone que procesará? Sentía que todo iba a mil por hora.
-No, ¿sabes qué? No me digas nada. No me llames, no me hables, no me busques, si en tus episodios maniáticos necesitas "ayuda" pues yo no soy la persona para ayudarte ¿ok?
Ahora si, tomaba todo de mi no llorar. ¿Por qué decía aquello? Porque sabía que su ausencia, me lastimaba, quería hacerme oír lo mismo que yo le decía. Quería lastimarme como yo a él.
Solo quería avanzar, no podía soportar mas la forma en la que me rompía. Toda mi careta de dureza cayó al suelo.
Me mira por breve segundos, ojos llenos de decepción, como si automáticamente todo lo malo que ha pasado fuera mi culpa. Como si yo nos hubiese roto. Y luego se marcha, dándose la vuelta, arreglando la manga de la camisa y desapareciendo por el jardín.
Escucho una risa seca detrás de uno de los pilares del hotel y es que entonces Iván emerge.
-¿Así que seguías con él? ¿Incluso cuando me dijiste que ya se había acabado todo luego del incidente con Gabriel? Wow, Ronnie. -Él aplaude. -¿Para esto querías interrumpirme la cena de ensayo?
Se me escapa una lágrima, incapaz de ahora lidiar con él. -Iván, quería advertirte, porque la familia de Meza puede hacerte daño si tratas de estafarlos.
Ahora iván ríe fuerte. -No te creo nada por dios, Hermana. Claramente estás enamorada de él, dirás lo que sea para que nada le pase.
Me trague lo poco que me quedaba de orgullo. -Iván porfavor, no hagas nada.
Que estuviese enamorada de Meza no le impediría tratar de acabar con él.
No me mira, y si me oye, decide ignorarlo. Se da la vuelta, su cabello viéndose más oscuro por la poca luz de la luna. De espaldas y yendo hacia dentro para terminar la conversación.
Alcanzo a oír como gira un poco, solo para decirme antes de entrar. -Ya deja de avergonzarte a ti misma.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top