Capítulo 16

Recomendación de canción: Love in The Dark - Adele

Estaba furioso, lo podía ver en sus ojos. La rabia mezclada con el deseo. Ese era de sus peores estados, pero uno de los que más me atraía. Podía ver en las pupilas oscuras que estaba en problemas, lo sabía.

Meza tomó mi cuello, violento. Aprisionándome contra la pared, sus dedos corrugados raspando mi piel. Seguramente dejaría marcas rojas a su paso.

-Tú eres mía. -Me miró a los ojos. -Eres malditamente mía, Ronnie. Sin excepciones, eres mía.

La idea de que otra persona pudiera tenerme le causaba este efecto, la desesperación de reafirmar que le pertenecía, que cada parte de mi tenía su nombre escrito. En mi interior, estaba aterrada y a la misma vez encantada. Disfrutaba de forma masoquista la actitud problemática, el resentimiento y lo reactivo que podía ser. Lo más cercano a una bomba a punto de explotar.

Apenas transcurrieron segundos, su cuerpo y el mío finalmente tan cerca que apenas podíamos respirar.

Aquel era nuestro patrón destructivo, entre las sábanas éramos otros, entre caricias recordábamos porque nos amábamos. De la manera más perjudicial, pero lo hacíamos.

Sus labios delinearon mi mandíbula. Me preguntaba por qué teníamos que discutir, por qué todo no podía ser fácil.

Con cada embestida de sus caderas, con cada beso disfrazando en jadeo, cada sensación, cada rastro en mi sistema nervioso temblando de extasía. Tenerle me ayudaba a olvidar todo, tenerle era un gusto culposo.

Su lengua dejaba un camino húmedo que provocaba suspiros. El dolor y el placer en una línea limitante que exaltaba. Quería estar ahí, quería ser suya aunque no estuviese bien.

Quería ser capaz de decirle lo que habita mi cabeza. Los pensamientos que llegaban, sabía que no iba a durar, sabía que él hallaría una forma de estropearlo todo como siempre. Quería dejar de sobrepensar, de sentir que tenía que vivir en estado de alerta, porque cada actitud era un indicativo de que al tenerme sus promesas se esfumaban.

Juraba que estaba cambiando, que iba a mejorar, pero lo veía, veía que cada vez, estaba más lejos de cumplirlo.

Le tomé de la barbilla, el rastro creciente de barba en mis dedos. Le dije, con temor, lo que hacía que mi pecho se sintiera apretado.

Me miró con molestia, como diciendo "Has arruinado mi humor." -No me digas que no voy a cambiar, solo me harás no hacerlo.

De pronto mi burbuja de cristal se rompió.

¿Por qué? ¿Por qué mis sentimientos siempre eran transformados en una pelea?

Sientes mucho.

¿Por qué no podía actuar para calmar mis dudas? Tenía derecho a tenerlas, me había hecho tanto daño...

Pero Meza se levantó, empujándome en el proceso. Ya no estábamos entrelazados en la silla, agitados, ya no teníamos el pecho junto y los corazones desbocados.

Ni siquiera se dio la vuelta, cerró la puerta. Y me dejó ahí la noche entera, mientras lloraba preguntándome que estaba mal en mí.

Qué me hacía falta para que viera que yo valía la pena.

Estaba sangrando bastante, tenia un millón de servilletas de papel atiborradas y manchadas de sangre. Había dejado a Patricia en el campo, hecha un lío mientras regañaba al grupo, me recosté de los casilleros de los bastidores mientras esperaba. No había traído mi auto, así que mi amiga me llevaría a casa.

Parte de mi blusa tenía unas gotitas rojas que dudaba iban a salir, me estaba replanteando verdaderamente si mi suerte estaba maldita o algo por el estilo, mercurio retrógrado, un espejo roto. Ya no hallaba la lógica.

No salía de un infortunio para entrar en otro, resultaba estresante.

Escuchaba el trote de los jugadores acercarse, por lo que decidí a ir a la oficina de Patricia, aún no había rastro de ella, pero si ya había terminado su regaño seguro estaba por entrar.

La rubia tenía un carácter muy marcado, incluso los chicos que me habían acompañado hasta aquí, no habían hecho nada y estaban aterrados.

Tome impulso para levantarme y todo me dio vueltas, estaba muy mareada.

-Mierda.

Traté de agarrarme de algún lado pero solo había un banco muy bajo a unos metros, sentía ganas de vomitar y honestamente me latía toda la cara por el impacto, debía estar hinchada. ¿Por qué tenía tanta fuerza ese chico?

-¡Hey, espera! -Los brazos me atraparon en el acto, sirviendo de ancla al suelo mientras me aferraba con uñas a su piel. -¿Estás bien?

-¿Qué? -Pregunté confundida.

El dueño del par de ojos avellana me mira muy atento

-¿Estás bien?

-Ay si, lo siento, me he mareado. -Dije, aún con la servilleta cubriendo mi rostro. Debía tener sangre seca en todos lados.

-Mierda no, yo lo lamento, no pensé que mi gancho derecho fuese tan fuerte.

Es quien me golpeó.

Me aparto de a poco, él me suelta, aunque mantiene sus brazos en el aire como precaución, tomo asiento en el banquillo mientras me recompongo.

-Mejor mantengo mi distancia antes de que se te suba la testosterona otra vez y termine peor. -Y aunque suena como una broma, en realidad lo pienso así.

Él niega con la cabeza, ya no trae el casco, por lo que puedo ver la melena de rizos castaños que enmarcan su rostro, la sonrisa de lado y los brillantes ojos avellana que me miran detrás de pestañas tupidas.

Madre mía.

-De verdad lo siento.

Se acuclilla a mi altura, mi cabello rubio cae a un lado, contengo la respiración aun cuando me duele por el impacto. ¿Por qué me he puesto tan nerviosa?

-Si sirve de algo, nunca pretendí que tú recibieras el golpe. Nunca le pegaría a una mujer.

Asiento.

...-Y tú eres preciosa, lo que menos quería es que mi estupidez tuviera esto como resultado. -Él saca su teléfono de uno de los bolsillos del uniforme y me lo ofrece. -Por favor coloca tu número y me haré cargo de cualquier cuenta de gastos por clinica o lo que necesites.

Tomó el aparato en las manos e ingresó mi número con cuidado. De verdad me está coqueteando el mismo chico que me noqueó prácticamente.

-¡Eduardo! ¿Qué haces que no has sacado tus cosas? Te he dicho que estás suspendido. -Patricia entra al bastidor con una ceja alzada y él se estira. Me le quedo viendo los hombros anchos cuando me da la espalda.

Saavedra - Número 19, dice su camiseta del equipo.

-Vamos coach...Se lo tenía merecido el imbécil de Javier.

-¿Es que acaso golpeaste a Javier? Porque yo veo a mi amiga con la cara llena de sangre, un equipo dividido y mi puto quarterback suspendido una semana antes de la final.

Le miro, Eduardo baja las hombros y tira el casco al casillero.

-Sígueme. -Es todo lo que me dices la rubia antes de que entremos a su oficina y me ayudé a manejar los daños del golpe.

Puedo ver claramente lo estresada que está, pero aún así se toma el tiempo de ayudarme, escucho como los demás jugadores empiezan a entrar; El ambiente se vuelve un conjunto de conversaciones del pleito y quejas por el agua fría de las duchas.

-Después de esto, no vendrás a visitarme dentro de al menos un año ¿Cierto?

Suelto una risa. -Creo que dentro de cinco. -Pero hay algo que me dice que volveré muy pronto.

Bebí alrededor de 3 tazas y media de café. Lo suficiente para tratar de disimular que no obtuve nada de sueño estas semanas, que estaba aún aterrada de mi departamento y que veía obsesivamente a Rodrigo en cada oportunidad que tenía buscando señales de algún malestar. Pensé que luego de la denuncia todo estaría mejor, pero el hecho de que no sepan del paradero de Gabriel me aterra incluso más.

Para mi sorpresa, Meza había desaparecido. Y yo, me encontraba feliz con eso. Había cierta paz que le seguía a las ausencias del moreno, al principio me entristecía pero luego llegaba un momento de realización; ¿Qué podría echar de menos?

Mi propia respuesta me consolaba, pues nada. La cuestión con él siempre era que no estaba cuando realimente importaba, por ello. ¿Qué podía extrañar?, ¿El sexo? ¿Sus miles de promesas sin cumplir? ¿Los arranques de cariño que siempre terminaban en justificaciones de sus acciones erróneas?

Nada me hacía suficiente peso como para decir: Bien, no puedo estar sin él.

La verdad era... Quería estar sin él. Quería que no me afectara nada, como cuando no lo veía, quería permanecer en esa burbuja.

Pero al final, eso es lo que era; Una burbuja. Una barrera delgada y penetrable, donde dentro está la puerta a la vida que no deseo.

Me senté derecha en la sala de conferencias, esperando a los guionistas de la adaptación de Once Again. Me sentía más confiada que la última vez, pues habían transcurrido tres semanas y un poco más, casi un mes desde la ultima reunión, los detalles habían sido supervisados por Leah, según me contó, Meza no volvió a otra reunión.

Había desistido.

Y a pesar de que tenía un moretón enmarcando parte de mi mejilla y nariz, me sentía bien. Las cosas parecían caer poco a poco en su lugar, y la vista del futuro lucía increíble cuando no lo sobrepensaba tanto.

El grupo de guionistas entró en la sala de conferencias, iban algo cabizbajos. Kate, la autora, traía una expresión indescifrable.

-¡Buenos días! ¿Cómo están? -Dije con mi mejor sonrisa, la misma que se desvaneció cuando él hizo acto de presencia, caminando justo detrás de los demás.

Iba totalmente relajado, con los lentes de sol de borde plateado descansando en el puente de su nariz, se veía que no tenía intención de quitárselos.

Todos me dieron un saludo, menos Meza. Quien tomó asiento y los demás le imitaron. Llevaba una musculosa blanca y jeans claros. El mejor estilo de James Dean que siempre andaba adaptando.

-Ronnie como comprenderás en tu ausencia fuimos orientados por tu asistente gracias al plan que elaboraste pero hay ciertos aspectos de la trama que nos preocupan como puedan adaptarse a la pantalla.

Frunzo el ceño. -Claro. ¿Cuáles?

Ella me entregó un puñado de hojas subrayadas con sus inquietudes, eran demasiados y tuve que morderme la lengua para no decirle que estaba complicando todo sin necesidad, aún así sonreí.

-Vale, como es bastante creo que podría hecharle un ojo esta semana y replantear para que haya mejor escritura ¿Les parece?

Ella asintió pero fue Meza quien habló. -Los rodajes serán el próximo mes. ¿Si podrás con eso?

No le miro. Me rehuso. Aun así respondo. -Haré todo lo posible para que esté listo cuanto antes.

Los otros dos guionistas sonrieron. -Perfecto, hay otros aspectos del final que queríamos consultar, esos si no están en las hojas que te entregó Kate.

-Veámoslos

La reunión transcurre de forma amena, Meza no se retira los lentes de sol ni una vez, se me hace difícil ver si me observa, también por el hecho de lo tenso de mis músculos y mi negación a verle.

Una vez tenemos todos los puntos claros y cada parte sabe que harán, prometo darles actualizaciones para antes del mes que viene, con suficiente espacio para que empiece el rodaje.

-Entonces hemos quedado así y...

-Ronnie. -Interrumpe el moreno, no pasa desapercibido el gesto que hace con la nariz, parece resfriado.

Frunzo el ceño. ....-¿Podemos hablar en privado por favor?

Los guionistas y Kate permanecen en silencio. Aunque la mirada que me ofrece ella es perspicaz.

-Será mejor que nos vayamos. -Dice, a lo que le siguen. Abandonando la sala de conferencias.

Trago saliva, no puedo negarme sin dar a entender un conflicto. -Claro.

Meza se levanta y yo voy tras él, disculpándome de nuevo a medida de que salimos. Apenas cierro la puerta de la oficina detrás de mí, el moreno se recuesta del escritorio con los brazos cruzados. Intento que mi mirada no caiga en las extremidades aprisionadas y la piel canela. Fallo de forma garrafal.

-...Meza esto es de mala educación, además no tenemos nada que hablar, honestamente ya es muy cansa...

-¿Quién te golpeó?

Me interrumpe completamente y quedo boquiabierta. -¿Q-qué?

Señala con la barbilla el hematoma que adorna parte de mis rostro, sus colores amarillentos, verdes y lilas.

-Es obvio que te han golpeado. ¿Ocurrió algo nuevo? ¿No habían controlado la situación con Gabriel?

-Yo...ah. -Parece como si mi cerebro hubiera dejado de funcionar. Él alza una ceja, retirando los lentes y colocándolos en el cuello de su camisa. tiene los ojos ligeramente rojos.

Trago saliva por milésima vez, me siento ahogada. -La verdad no es de tu incumbencia...

El bufido que suelta me molesta. -¿Enserio tendrás esa actitud?

-¿Qué actitud?

Se acerca, a peligrosos centímetros de mí. -¿Puedes dejar de actuar como una niña y decirme que sucede? -Se frota la nariz nuevamente y esta vez soy yo quien se acerca.

Puedo ver los signos claros de la droga en él. -¿De verdad me estás reprochando cuando estás tan lleno de cocaína que hasta la nariz te parece tubería dañada?

Meza no me mira, pasa una mano por su cabello....-Y las marcas en tus nudillos de golpear sabrá dios qué. No tienes derecho a pedir explicaciones o tratar de interpretar un papel de víctima.

-¡Yo no quiero ningún papel de víctima! Estaba preocupado por ti.

-¿Enserio? ¿Tú demuestras tu preocupación desapareciendo o cómo lo haces?

Meza se acerca, exasperado. -¡¿Quién mierda te entiende?! Me dices que me vaya, que nunca te demuestro nada, y cuando lo hago, ¿No te gusta? -Estoy literalmente aprisionada entre la puerta y él, apenas logro respirar.

-No es...

-No. -Me silencia. -No puedo estar lejos de ti. -Dice, chocando su frente con la mía. -Y me voy a volver loco, y si voy a dejar que la droga me consuma si sigo en este maldito problema...De no demostrar con acciones las cosas.

Inhalo tratando de calmarme. Él acuna mi cara...-Me voy a volver loco porque te necesito. Te necesito demasiado en mi vida, no sales de mi cabeza. ¿Cómo hago para sacarte y dejarte en paz?

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