Capítulo 1

Recomendación de canción: My All - Larissa Lambert

Tumbada en el colchón de la cama, mi techo lucía como la cosa más interesante que había contemplado en días.

Cualquiera que entrase a mi habitación solo vería las lágrimas secándose en la esquina de mis ojos y la expresión completamente congelada de mis facciones, no había otra definición para la escena más que emocionalmente drenada.

Era ese estado con el tipo de sentimientos que te dejan tan exhausta, esos en donde ya ni siquiera sabes de que manera lidiar con ellos así que mentalmente te apagas...

Odiaba los trucos que jugaba mi mente, ese conjunto de memorias que sorteaba como flashes a través de mis ojos, imaginaba en mi cabeza como un proyector de películas desarrollaba los dos años más caóticos de mi vida, y me avergonzaba de mi misma.

Los psicólogos te advierten de alejarte de las personas narcicistas y manipuladoras, porque son las primeras en regocijarse de que te drenes, en mi caso, aún teniendo la ayuda, no escuché. Porque lo que no te dicen cuando vas a terapia, es que el profesional empezará a decirte que es difícil y tienes que tomar la decisión o seguirás recayendo.

Pero ¿Qué pasa cuando no tienes la fuerza para tomar la decisión?

Es muy similar a una droga, una dosis de atención, amor disfrazado, caos y adrenalina de un conjunto de situaciones hipotéticas que terminan destruyendo tu corazón en más de un sentido.

Mientras soltaba el milésimo suspiro, vino a mi mente el primer encuentro, irónico. Apretar el dedo en la llaga, solo recordar lo bueno.

Cuando le ví, lo primero que noté fue su forma de vestir, tenía un estilo clásico y de buen gusto, era atractivo sin duda, pero no parecía el tipo de persona que te enredaría en su dedo índice cual serpiente. Su mirada intimidante te dejaba claro una cosa; Él tenía el control de cada situación. Y más que aterrarme, me invitaba a seguir ahí.

Meza era el tipo de persona que sin importar cuánto tiempo pasarás junto a él, nunca lo terminabas de entender. Y yo era masoquista. No quería ver las banderas rojas.

Al principio las miradas breves, las conversaciones diarias, y el intercambio de coqueteo fueron suficientes, me tenía ahí en su trampa de cariño y atención, haciéndome ver como alguien especial.

Fui tonta al creerlo.

El moreno me miraba como si el mundo consistiera en solo él y yo, mientras trazaba mi mandíbula con sus dedos y delineaba la forma de mis labios. Sabía mientras ocurría, que ese momento sería de los muchos que lograría recordar incluso luego de años, sabía que el brillo de sus ojos castaños verdosos sería imposible de olvidar.

Uno de los muchos problemas que tenía con él; Se te tatuaba en la piel y ya no podías dejarlo ir.

Odiaba eso, odiaba que dejara una huella que incluso después del daño yo no era capaz de borrar. Odiaba que sus besos fueran un ardor en mi sistema y a pesar de todo, no quería odiarle, parte de mi se aferraba a la idea de que estabamos destinados a estar juntos. Mi subconsciente se burlaba siempre de aquello diciéndome: ¿Cómo puedes estar con alguien así? ¿Cómo puedes creer que mereces tan poco?

Y en ocasiones como esta, cuando el silencio y torturarme ya era suficiente por un día. Me levantaba de la cama, en la búsqueda de comida

El primer año luego de una pelea con Meza solía perder el apetito, dejaba de alimentarme, tomaba alcohol y me desvanecía en un espiral de autocompasión preguntándome ¿Por qué?, ¿Por qué alguien que dice amarte, no actúa como si en realidad lo hiciera?

Con mucho trabajo interno estoy llegando a entender que no tiene que ver conmigo directamente, sino con él, con el reflejo de quién es y sus problemas proyectándose en mí.

Estás semanas han sido difíciles, doctores entraban y salían de mi casa a causa de una úlcera por estrés, donde casi moría -Sin exagerar- De no haber llegado antes al hospital.

Meza se enteró, llamó una vez, para herirme más.

Olvidarlo era una lucha constante. Porque todavía podía escucharlo haciéndome menos. Todavía sin percatarme, luego de dos meses, siento que se me quiebra el alma con recordarle.

-Si estás tan mal...Crea un Go found me. ¡¿No ves que saber que estás tan enferma por mi culpa no me ayuda en nada?! No quiero saber de ti, no puedo. - Recordaba hasta el eco de su voz, incluso en esos momentos tan dolorosos, en donde las memorias rasgaban como espinas.

-Solo quiero que estés, no pensé que en mis peores momentos solo me abandonarías.

Casi rio, era muy estúpida, muy ilusa. Lo seguía siendo, porque si no fuera así, no le pensaría aún.

Le había rogado miles de veces. "No pensé que sólo me abandonarías" pero era su acción favorita.

Meza era un fantasma, su existencia en mi vida flotaba con recuerdos que iban y venían, justificando lo malo con lo bueno como en una especie de competencia de pros y contras.

-Te he hecho daño, pero también te he hecho feliz. -Una de sus frases favoritas.

En lo personal para mi sonaba como: "Te apuñalé por la espalda...pero antes de eso te estaba abrazando."

Comía lentamente, mientras en la soledad de la casa le daba partes de mi cena a Rodrigo, el peculiar nombre de mi mascota. Tenía casi 6 años y era un cachorro mestizo de varias razas que aún sospecho tienen que ver con pug, schnauzer y poodle.

Dentro de menos de una hora tenía que salir a la gran inauguración de otro de los complejos de hoteles del Grupo Rivardi, y socializar con más de 300 personas, pretendiendo que estoy perfectamente bien y que no necesito kilos de maquillaje para disimular que parezco parte del elenco de The walking dead.

No estaba segura que la elección de vestido fuera de la aprobación de mi hermano, si había algo que Iván odiaba es que usara tanto el color negro, decía que parecía un funeral andante. Pero a mi me encantaba, por lo que obviamente el conjunto se conformaba por ese color, una falda larga y brillante, y un top superior escotado que era sujetado por detalles plateados, creando la ilusión de vestido.

Algo que Patricia -Una de mis mejores amigas- llamaría: Estilo diosa del Olimpo.
Solo para hacerme sentir especial. Aunque hoy si me permitiría creerlo, era espectacular y por primera vez en meses me sentía como hasta hace dos años nunca me sentí; Bonita.

Me aferré a ese pensamiento mientras caminaba por el recibidor del nuevo hotel. Los trabajadores del Grupo Rivardi eran en extremo cotilla, por lo que mi presencia luego de tanto tiempo era un factor que dejaba que hablar, escuchaba los susurros y sentía las miradas; Tampoco ayudaba que había llegado un poco más tarde de lo correcto, por lo que cada accionista, trabajador promedio y figura importante me veía como si tuviera dos cabezas.

Había suspendido mi asistencia a estos eventos desde que cumplí la mayoría de edad. Reaparecer con 23 años, luego del retiro de mi padre, para el nuevo complejo de hoteles sería uno de los titulares en las páginas de cotilleo en línea de la ciudad.

Justo cuando me estaba creyendo la atracción principal. -incluso con la ansiedad que traía.-Un jalón en mi brazo, me sacó del medio de la sala hasta llegar a una esquina vacía. Ya sabía que se trataba de mi hermano sin siquiera verle, nada más él era tan imprudente.

-Llegas tarde, Ronnie.

Me suelto con delicadeza, sonriendo al camarero que ofrece el licor, el vino es algo que me grita mi cerebro que necesito.

-¡Hola, hermanito! Un placer verte también. -Le guiño un ojo solo para irritarlo más y como lo consigo, simplemente suspiro. -Al menos estoy aquí, Iván.

-¿Crees que estás dando una buena impresión llegando minutos antes que papá?, ¿Y además vestida así?

Levanto una ceja. -¿Y cómo estoy vestida, Iván?, ¿Estamos en qué siglo que te crees con la libertad de criticar lo que llevo puesto?

Rueda los ojos. -No entiendo porque no puedes obedecer por una vez en tu vida, te compré un vestido justo por esto.

-Y yo te dije que no lo usaría porque no era mi estilo.

Se pasa la palma por el rostro, ya en el nivel de estrés máximo. -Solo pensé, que sería mejor que tuvieras algo menos...así, dado a las circunstancias.

¿Circunstancias?

Pero no pude articular la pregunta porque en ese instante el silencio hizo que ambos nos diéramos la vuelta. Mi padre estaba entrando a la sala de festejos.

Hay que tomar en cuenta que Jean Rivardi es uno de los nombres más imponentes de la industria hotelera, por lo que en este evento sobre decorado, se encontraban las 300 personas más importantes en negocios de todo Elavec.

Si bien luce más que orgulloso, al ubicarme en la multitud con Iván, frunce el ceño, El rubio de mi hermano coloca una mano en mi espalda para guiarme al centro y esperar por ellos. Caigo en cuenta que todos nos observan, probablemente algunos preguntándose quién soy, pero Iván permanece con la espalda recta y la sonrisa ensayada.

Nuestra madre; Dana Rivardi está colgada del brazo de papá como un adorno, aunque sonríe y mantiene una perfecta actuación de quietud y felicidad; Me da pena verla, en sus ojos se es capaz de ver lo cansada que está.

Debe ser agotador pretender que tu matrimonio es un éxito, actuar frente a tanta gente, sabiendo que tu esposo se acuesta con su secretaria. Un cliché de lo peor para el ego de una mujer y asqueroso como hombre que debe respeto a su unión....

Ellos, son una de las razones por las que no creo en el amor.

Trago saliva tratando de contenerme, no es el lugar para señalar lo obvio, no debo involucrarme. Tengo que recordar que las acciones de Jean son problema de él y de Mamá.

Pero me es imposible sonreír mientras se acercan.

Jean nos da una palmadita en la espalda a forma de abrazo, mamá nos sonríe. No se si son imaginaciones mías pero su boca se ve más grande.

Jean nos mira con un deje de reproche disfrazado. -¡Hijos que felicidad que estén ambos en la fiesta!

Las miradas están en nosotros, mi hermano saluda con el mismo abrazo a Papá y un beso en la mejilla a Mamá, yo solo mumuro un saludo apenas audible.

Nadie cuestiona mi actitud por lo que me siento aliviada, pero a medida que se acercan los accionistas a platicar, mi madre me agarra del brazo, clavando las uñas en el. Está claro que vio mi intención de alejarme, por lo que me mantiene junto a la familia hasta que llega el gran momento de Iván para lucirse.

Siendo el nuevo jefe del grupo hotelero, es su deber dar la bienvenida a los accionistas que celebran la inauguración del Hotel Vienna, subiendo a la tarima para dar el discurso de apertura.

-Quiero darles las gracias a todos por asistir a ésta, la primera fiesta en el nuevo hotel Vienna hecho posible gracias al Grupo Rivardi, estamos agradecidos enormemente por ser...

Pero su voz pasa a ser un segundo plano en mi atención, el movimiento del lado izquierdo alerta mi mente, como si fuera capaz de sentirlo incluso con varios metros de separación, me he quedado atrás y todos están enfocados en Iván y sus palabras.

Sin embargo mis ojos toman un distinto enfoque, viendo allá en donde mi cuerpo me ruega orientarse, cuando veo la puerta principal cerrarse, evidentemente llegando muy tarde, la figura masculina que reconozco a la perfección: Meza.

Los latidos de mi corazón se escapan por un segundo.

Había visto muchas veces videos de las explosiones de estrellas, suelen comenzar de un punto pequeño que crece bajo la presión y luce bastante como fuegos artificiales una vez que explotan. Solo que constan de millones de mini estrellas al mismo tiempo en llamas.

Así me sentía por dentro.

Meza entraba disimuladamente al salón. Llevando una camisa de vestir blanca con varios botones abiertos que dejan ver su pecho, pantalones que abrazan las piernas trabajadas de forma que sus muslos destacaban con cada caminar. Oscuros, al igual que los zapatos de vestir, una combinación clásica pero mortal ante mis ojos.

Contengo la respiración, ¿Voy a hiperventilar?, Por supuesto el moreno no va solo, ya que una chica está enganchada en su brazo, una pelinegra de pocos metros más baja que él, figura de ensueño y vestido rojo sangre. Una modelo.

Casi me río por la ironía.

Tengo dos meses exitosos evitándolo, tratando de seguir adelante por todo lo que él ha hecho en mí. Acudí a la fiesta para despejar mi mente y ahora está aquí...

Después de todo este tiempo sin saber cualquier cosa del hombre que rompió mi corazón...Ahora éste se aparece mostrando su dentadura comprada y aires de superioridad.

Termino de un tirón el contenido en la copa y le hago una seña al camarero para pedir otra de inmediato, esta promete ser la noche más larga de mi vida.

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