Capítulo 29: El poder es cruel y hermoso
Hola a todos! A que no se lo esperaban, verdad? Pero lo cierto es que ando muy feliz porque me están pasando muchas cosas buenas últimamente así que decidí hacer doble-actualización hoy. Eso y que todo el asunto del lío temporal puede confundir un poco, así que mejor subir toda la resolución de eso junto. En serio, muchas gracias por todo el amor y apoyo que recibe esta historia! No tengo palabras para expresar cuan agradecida estoy y cuanto me alegra ver que les gusta.
Espero disfruten y como siempre no se olviden de votar y/o comentar al final!
xoxo,
Sofi
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Debí haberlo previsto. Debí haber sabido mejor. Debí haber sido lo suficientemente inteligente como para jamás confiar en un Loksonn, sin importar cual fuera la situación o cuan desesperada estuviera. ¿Así era cómo me veía yo para los demás? Asegurándome que Holland estuviera a mi lado para ser mi vía de escape, empujando a James hacia un puesto que no deseaba, logrando que Robin escogiera un lado incluso si era en contra de su madre... ¿Era Vali mi propio reflejo? ¿Cuántas veces había manipulado a otros a mi favor y me había reído al salirme con la mía? ¿Cuántas veces había dejado que otros hicieran el trabajo sucio mientras salía con mis manos limpias?
—¿Qué tanto está sufriendo? —pregunté.
—Te gana en esto de dolor, Nin. No es nada bueno —respondió Holland—. No entiendo. ¿Qué está pasando?
—Está loco. Eso es lo que pasa. Es un maldito brujo loco que tenía que romper las reglas del tiempo y crear una paradoja temporal —dije ignorando el escozor en mis ojos—. Es un idiota egoísta que no pudo mantener su promesa de no entrometerse en mis asuntos.
—Es su forma de decir que en realidad le importa y está muy preocupada —dijo Holland fijándose en Violetta pero la bruja solo rio.
—¡Está viva! —gritó y Holland se fijó en mí.
—¿Está loca también?
—¡Todos los malditos guardianes del tiempo lo están! —dije y suspiré al saber lo que debía hacer—. Vi, necesito que vayas por James. ¿Puedes traerlo? No tengo la menor idea de cómo es posible, pero Rike parece no limitarte en tus idas y venidas y...
—¡Puedo hacerlo antes que digas Chaikovski! —exclamó cogiendo un reloj.
—¿Qué dem...?
En realidad, ni siquiera fue necesario decir chai-lo-que-sea. ¿Qué diablos tenían los guardianes del tiempo con las palabras extrañas? Ella desapareció antes que pudiera, y regresó junto con James antes que terminara de hablar. El brujo también se encontraba en medio de una maldición pero calló tan pronto como su mirada se encontró con la mía. Por tan solo un efímero instante creí que sería capaz de echarme a sus brazos y pedirle que solucionara todo. Eso era lo que James siempre hacía al ser el mayor. ¿No? Cubría los desastres de Robin, curaba mis heridas, sonreía diplomáticamente y soltaba unas pocas palabras para evitar cualquier problema. Él nunca me había hecho daño o manipulado, y quizás jamás lo haría, porque frente a sus ojos no era una pieza de su retorcido juego.
Se acercó hasta su hermano solo para comprobar lo que ya todos sabíamos. ¿Qué diablos le diría? Había fallado. James había confiado en mí para cuidar de Robin, y había fracasado. ¿Pero cómo demonios detener a un loco en su cruzada por lo imposible? Moriría si no hacíamos algo pronto, y moriría también si no hacíamos lo impensable. ¿Pero qué valía más? ¿Su vida o lo que implicaba salvarlo? ¿Qué valía más? ¿Mi vida o lo que había implicado salvarme? El brujo había torturado cambiaformas solo para aumentar mi resistencia y poder utilizar eso luego para hacerme evitar golpes mortales sin involucrarse totalmente. Y tanto como deseaba matarlo, jamás se lo perdonaría si no me dejaba gritarle primero. ¿Entonces qué valía más para mí?
—Se suponía que yo moría. Yo debería estar muerta ahora, no él así, pero tuvo que romper las reglas y...
—Ya sabes cómo es Robin —respondió James sonriendo tristemente—. Siempre jugando a ser el héroe, capaz de hacer cualquier cosa por una princesa en apuros.
—La paradoja que creó lo está matando. Una versión futura suya actuó creyendo que yo ya había muerto para evitarlo. Necesitamos solucionar esa paradoja. Loki sabe que tiene que haber una solución.
—¿Y cuál es?
—Una imperdonable.
—Este idiota es más importante para mí que cualquier otra cosa —dijo James y suspiró—. ¿A quién diablos joderemos ahora? De todos modos la situación ya se fue al diablo hace rato.
—A nosotros —dije y me encogí de hombros ante su mirada—. A todos nosotros. Necesito que hagas una de tus pociones, para que él crea una historia que luego hará realidad. Solo... James, ayúdame a intentar salvarlo. Es la única opción. Necesito tu ayuda para arreglar todo esto.
—Podría tomarme horas hacer una poción así. Necesito ir a mi laboratorio, conseguir los ingredientes, revisar...
—¡Entonces vamos! —gritó Violetta.
El brujo ni siquiera tuvo oportunidad de quejarse antes que Violetta le saltara encima y ambos desaparecieran en el acto. ¿A quién diablos le importaba tardarse horas en algo cuando tenías a una loca guardiana del tiempo hiperactiva que de algún maldito modo lograba evitar las limitaciones de Rike en cuanto a magia? Estaba segura que Violetta tenía que estar haciendo abuso de pausar el tiempo y descansar, no había otro modo de explicar cómo tanto abuso de su magia aun no la había agotado hasta el desmayo de lo contrario. Tan solo... algunas cosas parecían tan sencillas ahora. Quizás la situación estaba lo suficientemente jodida como para que eso fuera posible.
Me senté en el borde del sillón, observando al brujo inconsciente sin desear imaginar cuánto estaría sufriendo en realidad. Un segundo, un solo segundo y todo podría acabar para él. ¿Cuánto resistiría el poder de Loki contra la magia del tiempo? Vali había usado su propia sangre para detenerlo, quizás lo único bueno que había hecho hasta ahora. Se suponía que entonces era más fuerte. ¿No? Sangre del primogénito de Loki, maldita para no ser compatible con la magia y repelerla. ¿Era este finalmente el precio del seid? Mi posesión más inocente y preciada, retorcida en algo horrible para hacerme daño, y yo obligada a tener que deshacerme de esta.
—¿Quieres hablar? —preguntó Holland con preocupación.
—No hay mucho más que decir, ya escuchaste todo —respondí.
—Luces como si tuvieras que matarlo, Nin, cuando estamos actuando para salvarlo. No lo perderás. No morirá. Tú misma me dijiste que conoces versiones futuras de él.
—Es una posibilidad para salvarlo, no tenemos modo de saber si funcionará o cuánto resistirá el bloqueo a la magia que quiere cobrar su vida.
—Tienes que ser optimista.
—Prefiero ser realista.
—Las historias de amor terminan bien —dijo ella intentando ofrecerme una sonrisa.
—Solo en las novelas que te gustan.
—Y esta me gusta mucho. Por eso sé que no puede terminar mal.
—La vida no es tan simple. Príncipes pierden a las chicas que aman y viven el resto de sus vidas en luto, brujos se enamoran perdidamente de extrañas que solo terminan hiriendo para salvarlas, y las princesas renuncian a los que aman por el bien general. Siempre envidié eso de tu tipo, la facilidad con la que son egoístas.
—Las personas se equivocan con nuestro egoísmo —dijo Holland sacudiendo su cabeza—. Existen dos tipos de egoísmo, el bueno y el malo, como lo existe de cada cosa en esta vida. El egoísmo malo es todo lo que tú debes imaginar. ¿Pero el egoísmo bueno? Eso es desear lo mejor para las personas que tengan un lugar en tu corazón, sea una, cinco, o diez. Robin es lo suficientemente egoísta como para no querer perderte y hacer lo necesario por eso.
—No estoy de humor para una charla sentimental.
—¿Entonces para qué estás de humor?
—Tequila. Las Vegas. Fall Out Boy.
—Eso no tiene sentido.
—Porcentualmente.
—Entonces... Todo este año... Fue él quien estuvo matando cambiaformas de un modo tan...
Holland calló al no encontrar ninguna palabra que decir de modo que no resultara doloroso. Era imposible. Quizás siempre había sido evidente y había preferido ignorarlo, quizás nunca lo había sido. El brujo que había vuelto a ver era demasiado gentil, aterrorizado por la idea de terminar como ese guardián del tiempo a quien no dejaba de llamar asesino, y quizás yo había estado demasiado ocupada cuidando de mi pueblo en esta guerra como para notar el momento en que había cruzado esa línea. No lo habría disfrutado. En ningún instante hubiera sentido el más mínimo placer u algo más que odio hacia sí mismo al derramar sangre, pero lo habría hecho igual al considerarlo necesario.
—Ya no sé qué pensar —admití.
—¿Por qué lo hizo?
—Porque el tiempo es cruel, y manipulador. No puedes intervenir directamente para evitar una muerte, se asegurará que no lo logres. ¿Pero indirectamente? Sabes cómo me afecta sentir esas muertes, logran que me mueva involuntariamente, tanto como para evitar la puntería de un brujo entrenado cuando mi cuerpo está demasiado debilitado por todas las pérdidas de esta guerra. Y él tenía que practicar antes, para encontrar el modo de hacerlo funcionar y saber qué hacer para lograrlo. Y lo odio. Porque ahora no sé qué demonios pensar.
—¿Y ahora qué harás?
—Posiblemente algo igual de cruel. Porque las cosas más poderosas, suelen ser crueles y hermosas, como el fuego y el tiempo, o un Loksonn y un guardián. Tiene sentido, recurrí al seid, parece coherente que este sea el pago.
—No todo en esta vida tiene que tener sentido, Nin. A veces no tenemos suerte, o el destino es malo con nosotros. No todo tiene una explicación detrás. Y las cosas malas, no nos pasan porque hayamos hecho algo para merecerlas.
Quería responderle que eso no era cierto, pero ni siquiera yo era capaz de soltarle semejante mentira a Holland. A veces era cierto, a veces la chica inocente recibía el castigo infundamentado como ella. A veces no, a veces la princesa sanguinaria debía pagar por romper reglas sagradas. ¿Qué demonios había visto esta chica en mí como para desear en un primer lugar mi amistad? ¿Cómo siquiera habíamos convivido tantos años? Porque su sonrisa siempre era cálida y amable, y mi espada siempre estaba para defenderla. Podría haber sido peor, podría haber tenido que renunciar a Holland y eso hubiera sido imposible. Abrí la boca dispuesta a decírselo y la cerré tan pronto como James reapareció junto a Violetta.
—... seguir saltando con alguien sin avisar. ¡Ten un poco de respeto! —concluyó él.
—Buuu. Eres aburrido —respondió Violetta dejándose caer de regreso en el sillón libre.
Minutos para nosotras, horas para ellos. ¿Con cuántas cosas prohibidas me había metido en el último año? Holland podía creer en su mala suerte, yo estaba segura que me había buscado esto. Nada más que el destino disfrutando de torturar a un Loksonn como siempre. Me gustaría creer que tenía algo de piedad y sentía algún remordimiento por lo que seguía, pero no era el caso. Nadie necesitaba saber la verdadera calma y frialdad detrás de mi decisión. Cuanto más desastrosa fuera la situación, más un gobernante debería mantener el control. Una reina no podía permitirse dudar, y no podía mostrarse de otro modo que poderosa. Tenía un papel que concluir.
Me alejé unos pasos por privacidad y James no tardó en seguirme al comprenderlo. En el fondo él podía llegar a ser tan frio y calculador como yo. ¿No? Hacía lo que era necesario, cuando era necesario, sin pensar mucho en las consecuencias. Haría cualquier cosa si eso implicaba una posibilidad de salvar a su hermano. Porque el brujo era egoísta e impulsivo y yo sabía qué palabras decir para manipularlo. ¿Entonces por qué no se sentía mal hacerlo? James me miró a los ojos, y supe que quizás había llegado a la misma conclusión que yo. No debería sorprenderme. ¿No habíamos planeado todo esto juntos? Una gran mentira, para que él manipulara a su comunidad y yo armara el tablero de juego como era debido.
—Si esto funciona, y sabe que somos los responsables, no sé si alguna vez nos lo perdonará —comentó James mientras revolvía un vaso conteniendo un líquido negro.
—No lo hará, pero tampoco tiene por qué saberlo y tendremos suerte si funciona —respondí.
—¿Entonces qué propones?
—Una historia creíble, una última gran mentira para terminar de condenarnos en cada sentido posible.
—Es irónico, odié a papá por lo que hizo al enviarlo lejos —dijo James sonriendo tristemente mientras veía su poción—. Y ahora mismo, estamos tomando la misma decisión. No me siento mal por herirlo.
—Somos políticos, la traición parece natural.
—Todo sea por la supervivencia de uno y quienes nos importan —respondió él simplemente—. ¿Entonces qué quieres que crea?
—La historia que a tu tipo le hubiera gustado escuchar. Yo morí y el magister vivió. Él intentó evitarlo pero no pudo lograrlo. No estaba conmigo, no pudo salvarme, no estuvo allí para mí, y por más que intentó encontrar un modo de cambiarlo fue imposible. Fui una muerte más de millones, de una guerra que parece no tener fin. Vio y reconoció mi cuerpo, y al menos en este presente no hay nada que hacer. Lo amaba, pero me perdió.
—Era demasiado tarde, incluso como para que él pudiera hacer algo. Le pidió a papá por una solución, pero no había ninguna. Vino a buscarme, pero no hay tal cosa como una poción para revivir a alguien. Ya no hay nada que hacer en este presente, y no es uno en el que desee estar.
Ni siquiera me molesté cuando acercó una mano a mi rostro para limpiar la sangre manchándome y luego dejó caer una gota en el vaso. Levantó su manga para exponer su piel y comprendí al instante lo que quería. Con cuidado clavé la punta de mi espada donde me indicó. James siseó de dolor pero no dijo nada mientras otro poco de su sangre caía en la poción. Parecía coherente, ambos estábamos en esto y ambos estábamos contando esta mentira. No tenía la menor idea de cómo funcionaban estas cosas, pero parecía lógico que ambos tuviéramos que dar nuestra sangre. Y James tenía la misma mirada que siempre había tenido el magister, calmado y sereno sin importar la decisión que estaba tomando o cómo afectaría a quien más amaba. Capaz de hacer lo impensable, por el bien propio aunque ese egoísmo fuera salvar a su hermano sobre las consecuencias de hacerlo.
Preferí no quedarme a presenciar el resto, por el simple hecho de que no confiaba en mí como para no evitarlo. Debería dejarlo morir. Debería matarlo con mis propias manos por lo que había hecho. No era algo que alguna vez podría perdonarle. El frío aire nocturno tampoco fue suficiente para aclarar mi mente. Lo entendía, lo había hecho para salvarme y lo había logrado. ¿Pero a qué costo? Había hecho lo imposible por no tomar represalias respecto a Nimeria, y aun ahora ese tema seguía atormentándome. ¿Pero esto? No había excusas. No me importaba lo que él dijera, no había excusas. ¿No sabía mejor que nadie cuánto odiaba que otros tuvieran que morir por mí?
Cerré fuertemente mis manos sobre el barandal del balcón sin poder soportarlo. Debería matarlo. La única maldita razón por la cual no lo había hecho, era porque ahora lo necesitaba vivo para creer esa mentira y actuar bajo ella. El pasado tenía que ocurrir tal cual, para que este presente estuviera bien. Pero lo mataría. Tan pronto como ya no me fuera necesario, lo haría, porque ahora mismo era lo que más deseaba hacer y se lo merecía. ¿Cuántas muertes habían sido? ¿Cuánta tortura despiadada? Había jurado que mataría al responsable, lo haría sufrir del mismo modo o peor, y que fuera él no cambiaba para nada lo que pensaba. Solo lo empeoraba. Porque había matado cambiaformas de ese modo, para luego tocarme con las mismas manos como si nada.
—Tienes un clima de mierda aquí con esta temperatura —comentó James apoyándose a mi lado—. Ya está hecho. Se despertará en cualquier momento, convencido que lo que dijimos es lo que sucedió, y sin nadie cerca para decirle lo contrario. ¿Entonces qué?
—Irá al momento en que todo comenzó, para rogarle al magister por una solución, obligarse a sí mismo a matar, y buscar mi compañía cuando peor se sienta, porque es un brujo desesperado capaz de hacer cualquier cosa pero un cobarde que no se atreve a enfrentar este tiempo.
—¿Nosotros causamos este presente?
—No lo sé —admití.
—Se supone que los guardianes del tiempo están para causar el mejor futuro posible, quizás este lo sea. Tal vez esto tenía que suceder. O quizás el presente era otro, y Robin logró cambiarlo, pero es algo que nunca sabremos ahora. El tiempo no tiene sentido.
—Nunca lo tuvo.
—No puedo quedarme mucho más.
—Lo sé. Violetta siempre le erra por un par de meses al primer intento —respondí sin mirarlo—. No puedes arriesgarte a decir nada que no deba saber. Fue lindo verte, James. Deberíamos juntarnos más seguido para hacer que tu hermano cause el suicidio de tu padre.
—Nuestro padre —corrigió James—. Y no tienes modo de saber si nosotros realmente somos los responsables, o esto era inevitable y solo hicimos las correcciones necesarias para evitar que Robin muera por crear una paradoja.
—Merece esa muerte.
—Nina, no dejes que el frío de Rike alcance tu corazón. No sé si hay vuelta atrás de eso.
—Creo que es tarde para eso.
—Nunca lo es.
—Supongo que es el precio del seid. Hay cosas que no se pueden cambiar ni olvidar. Vuelve a tu tiempo, con algo de suerte encontraré cómo solucionar esto.
—Una cosa más —dijo James y sacó del interior de su chaqueta un tubo de ensayo con un líquido naranja—. Violetta me pidió esto para ti. Dijo que Robin había hecho algo muy malo, por lo que jamás serías capaz de perdonarlo. Sabes que no soy muy fan de estas pociones ni me gusta prepararlas, pero si en realidad puede ayudarte entonces puede ser lo mejor. Bebe y te olvidarás de eso, sea lo que sea que haya hecho.
—¿Y por qué demonios querría olvidarlo? —pregunté.
—Es tu decisión, Nina. Por alguna razón te lo estoy dando. Decidas lo que decidas estará bien. Y si quieres saber un secreto, a veces tomamos decisiones que parecen horribles y al final nos termina gustando lo que sale de eso. Solo no dejes que tu corazón se congele, eres más interesante cuando te la pasas insultando en vez de estar helada como ahora.
—No es una noche muy alegre, para ninguno.
—Las decisiones más importantes, se deben tomar con calma y no con sentimientos momentáneos como la alegría o la tristeza, menos la ira. Adiós, Nina.
—¿La sabiduría viene con el cargo? —pregunté y él no respondió—. Te has referido a él solamente como tu padre, supongo que hay un nuevo magister en tu tiempo.
—Dronning —se despidió James.
—Magister.
Sentí el peso de la poción en mis manos. Era una decisión estúpida. ¿Por qué querría olvidar lo imperdonable? Lo tenía, Alexis había demostrado que el abuso de sustancias no era algo fuera de lo normal para un Loksonn, pero olvidar algo semejante sería traicionar a Rike. ¿Cuántas personas estaban sufriendo por esas pérdidas? Violetta era demasiado ingenua e infantil, y yo no le había pedido que se metiera en este maldito asunto. El maldito tiempo era un caos incomprensible. A esta altura, ya ni siquiera me afectaba su falta de lógica. ¿Con cuántas versiones de Violetta me había cruzado en una sola noche? La loca habitual, la chica deprimida, la bruja que había muerto...
—James —llamé al recordar algo y él se detuvo a mis espaldas—. ¿Qué son las dedaleras?
—Unas flores problemáticas.
—¿Por qué?
—Porque son venenosas, letales en la naturaleza, pero con el cuidado debido pueden ser medicinales y salvar vidas.
Esperó unos segundos por si le preguntaba algo más, y partió ante mi silencio. Seguía siendo un asunto sin sentido, como el líquido entre mis manos. Naranja, irónico. Miré al cielo solo para constatar que la luna estaba casi llena. Sabía lo que tenía que hacer para ponerle fin a esta guerra, era cuestión de un único y preciso movimiento, tal como Vali lo había preparado. Aún quedaban un par de asuntos que solucionar, y no estaba de humor para seguir extendiendo esto mucho más. Ya había perdido suficiente. Bass tenía que despertarse en algún momento, y Kian tenía que estar bien también. No podía permitir que esta guerra continuara cobrando vidas y castigando eternamente otras.
Levanté una mano dispuesta a tirar el tubo de ensayo. Maldito idiota. Se lo merecía. Le deseaba únicamente mal. Merecía todo el dolor que la paradoja debía haberle causado, y todo el sufrimiento que ahora tendría por creer algo que no era. Mi mano temblaba y mis ojos escocían a causa de la ira. Debería estar muerto. Deseaba matarlo. ¿Cómo demonios perdonarle algo así? No se merecía mi perdón. No merecía nada. Tiraría esto al diablo, porque el daño que le había hecho a Rike era imperdonable y no podía ignorar lo que le había hecho a mi pueblo. Él lo había sabido. Siempre Rike sería más importante para mí, sin importar cuanto me amara o lo que yo sintiera de regreso. Y hubiera tirado la maldita cosa al diablo, de no ser por la histérica risa que me interrumpió.
Bajé el brazo enseguida antes de suspirar con cansancio y fijarme en Violetta. Lucía demasiado alegre, como siempre, sentada en el borde del barandal y balanceando sus piernas como si fuera una niña pequeña. Mi corazón tembló un poco al verla tan viva e hiperactiva, recordando lo quieta y silenciosa que había estado antes. Me repetí una y otra vez que su vida no era lineal, y entre esta Violetta y quien había muerto podía haber siglos de diferencia. Tenía que haberlos, porque era demasiado pronto para perderla. Aunque no tuviera respeto alguno por la privacidad o nunca acertara al saltar en el tiempo o hablara de tonterías sobre dedaleras y más flores.
—Si dudas es porque no quieres... —canturreó ella.
—Me mentiste.
—No lo hice.
—Sí lo hiciste.
—No.
—Sí.
—Se supone que sabes cuándo alguien te miente
—Y se supone que no podrías entrar y salir de Rike a tu antojo con magia, y aun así lo logras. ¿Cómo?
—Es un secreto.
—Yo iba a morir, no la rata del sótano —dije y ella rio histéricamente—. Me debes muchas explicaciones.
—No hoy —respondió Violetta y miró lo que tenía—. ¿Qué harás con eso? ¿Quieres usarlo? ¿Qué es?
—¿Alguna vez te han dicho que hablas mucho?
—Siempre.
—No estoy de humor.
—Los guardianes del tiempo no deberíamos pelear entre nosotros, casi siempre uno termina muriendo por eso —comentó ella simplemente mirando al cielo de nuevo—. Robin lo sabía. Tienes suerte de tenerlo.
—No.
—Te ama.
—Si amas a alguien, no haces lo que él hizo.
—Te ama, del único modo que un brujo sabe hacerlo. Egoísta y profundamente, sin que le importe nada más que tú o lo que tenga que hacer para que estés bien, sin importarle el costo o la imagen que te deje a ti. No es tu caso, Nina. Tú amas abierta y humildemente, conteniéndote de hacer cosas que deseas porque sabes que podrían dolerle a él. No existe un único modo de amar, tampoco un único correcto. Pero eres la única para él.
—Quítate esa maldita idea de la cabeza.
—Es cierto —respondió Violetta echando su cabeza hacia atrás—. ¿Alguna vez te contó de la otra?
—¿Cuál? —pregunté y ella rio.
—Robin no es un hombre de muchos amores, no es como tú, solo conozco a una chica con la que estuvo antes. La amó, profunda y apasionadamente, pero no tanto como te ama a ti, creo que eso quedó demostrado esta noche. No cedió ni un solo segundo de su tiempo de vida en ella. Tampoco se arrepiente de ello. Y cuando tuvo que escoger entre esa bruja y él, sinceramente creo que ni tuvo que pensarlo al escogerse sobre ella. ¿Pero contigo? Te ha dado todo su tiempo de vida, escogió que tú vivieras sobre cualquier cosa, sobre su propio costo. Te eligió sobre él. No esperes prueba de amor más pura de parte de un brujo. Renunció a su magia, a su vida, a lo que pensaras de él, a ti, y todo para que vivieras. ¿Lo amas?
—¿Por qué demonios todos me preguntan eso?
—¿Por qué nunca respondes?
—Porque mentir con palabras es fácil, lo que cuenta es demostrar con acciones.
—¿Por qué luces tan dolida?
Porque él me había lastimado. Porque me había herido del peor modo posible, sabiéndolo mientras lo hacía. Porque deseaba matarlo al mismo tiempo que no deseaba perderlo. Porque quería hacerlo suplicar por piedad, y también que me repitiera cuánto me amaba. No podía amar a Rike, y al mismo tiempo dejar pasar algo similar. No había modo. O tal vez sí. Sentí el peso de la poción en mis manos y la decisión detrás de eso. Sería traicionar a Rike y la memoria de todos quienes habían muerto. Sus muertes jamás tendrían justicia, nunca serían vengados, jamás habría paz para sus familias. Ese era el precio a pagar a cambio del olvido. Considerar lo impensable y hacerlo. Si debía ser justa, no era una opción darle la espalda a Rike en este caso, pero Alexis me había pedido que fuera egoísta con lo que amaba fuera de mi pueblo.
—¿Sabías que el naranja es el color del poder cedido? —pregunté levantando el tubo para poder observarlo—. Solo el consorte de un Loksonn tiene el derecho a usarlo. Hace siglos que no se usa en Rike.
—A Robin le gusta el naranja —comentó Violetta y sonreí sin poder evitarlo.
—Sí, seguro que al idiota le gusta. Vi, hazme un favor y pídele una de estas para mí la próxima vez que veas a James. Y ocúpate de Saya, estoy segura que ella amaría una visita de tu parte.
—¿Qué harás?
—Ser egoísta por una vez. De todos modos ya estoy condenada al slid, y Loki está atado eternamente así que no es como si pudiera hacer algo al juzgarme. Unnskyld meg Rike min.
Quité el corcho que lo mantenía cerrado sin pensarlo, y tragué rápido todo el contenido antes que me arrepintiera.
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