Capítulo 14: Algunas cosas nunca cambian



Hacer que James se arrancara los ojos era una idea muy tentadora, pero lamentablemente lo necesitaba entero y dudaba que al magister fuera a entusiasmarle tanto como a mí. Robin nos miró sucesivamente al uno y al otro por un buen rato, seguramente preguntándose por qué yo todavía no había intentado asesinar a James o su hermano no estaba gritándome todos los insultos que conocía. Suspiré, era una larga historia. Había sido una apuesta al vacío y un riesgo ridículamente grande, pero yo había mantenido mi parte y a juzgar por cómo no estaba muerta a esta altura, James también había mantenido la suya. ¿Quién lo hubiera dicho? El brujo sí tenía palabra después de todo.

—Estoy perdido —dijo Robin levantando la mano como si fuera una clase.

—Estoy indignado —respondió James—. Te dejo unas semanas entre cambiaformas, y casi me matas por quitarle el resto de la ropa al pajarito.

—Me has visto desnuda —le recordé a James y él se estremeció.

—¡Y no quiero volver a hacerlo nunca más!

—¿Qué sucede, James? ¿No te gusta lo que ves? Y yo tenía entendido por parte de Bass que te gustaban bastante los cambiaformas...

—¡Deja de repetir eso!

—A ti te encantaría repetir eso...

—Creí que la magia de conversión estaba prohibida —dijo Robin antes que mi provocación consiguiera que James perdiera su autocontrol—. ¿O no lo está? ¿Ha cambiado la ley?

—Considerando que traición encabeza mi lista de crímenes actuales, no creo que nadie se fije en ese detalle —comentó James sacudiéndose nieve del cabello—. Romper una ley, romper todas. ¿Cuál es la diferencia?

—¿Por qué demonios estaría prohibido algún tipo de magia? —pregunté.

—Porque la magia de conversión es demasiado delicada y peligrosa, nada te asegura que salga bien o luego puedas volver a la normalidad —dijo Robin mirando con el ceño fruncido a James—. Es un riesgo que condena a la mayoría de los estúpidos que se atreven a intentarlo.

—¿Lo dice el sujeto que se arrancó el corazón para poder manipular una magia que le cuesta la vida, sabiendo que solo la iniciación podía llegar a matarlo? —dijo su hermano en respuesta.

—Si vamos a jugar a quién hizo la mayor estupidez que atente contra su vida, les recuerdo que yo declaré una guerra siendo consciente que gente moriría y yo lo sentiría —dije cruzándome de brazos—. Así que creo que los supero. A diario. Varias veces cada día. Maldita sea, no podemos perder el tiempo con estas estupideces. ¿Cuánto tienes?

—No mucho —respondió él sentándose en la cama y se puso de pie casi enseguida—. No puedo arriesgarme a que sospechen de mí por una ausencia muy prolongada. Ya van cuatro días.

—Cuando dijiste dos, creí que te referías a dos días para vernos, no a que estarías dos días detrás de mí —dije y evité mirarlo—. Gracias por cubrir mi rastro y el de Bass.

—Podrías haberme matado.

—Oh, créeme que lo pensé.

—Podrías tomarme como rehén ahora para negociar y ganar.

—Eres demasiado molesto como para tenerte cerca.

—Es bueno ver que algunas cosas no han cambiado.

—Yo sigo sorprendido por el hecho de que todavía no se han matado —comentó Robin y le sonreí.

—Tu hermano me resulta más útil con vida en este momento.

—Y si el pajarito muere, los cambiaformas no se detendrán por nada al momento de vengarse.

—¿Cómo está tu magia? —pregunté y su mirada fue enseguida a mi mano vendada.

—No sé si podré curarte del todo, mi magia no parece llevarse bien con Rike, pero algo es algo y es mejor hacerlo cuanto antes o la herida será irreversible.

—¿Solo tienes para una persona?

—Ni siquiera estoy seguro.

Contuve una maldición al comprender el peso de esas palabras. Cuanto más tiempo dejara pasar, más me estaba condenando a esto. La decisión parecía evidente, no podía estar exponiendo mi verdadera piel de tal modo constantemente, y aun así James tan solo tenía magia para curar a una sola persona... Loki era cruel al ponerme en situaciones así. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? ¿Enseñándome humildad? ¿Poniendo a prueba mi lealtad al pueblo? Sentí mis ojos arder por la maldita frustración, porque nada de esto era justo. No había nada que escoger en realidad. No aceptaría considerar una segunda opción.

—Está bien —dijo Robin abrazándome desde detrás y no me moví.

—Lo sabías —susurré.

—Los cambiaformas no son egoístas —dijo él y reí sin emoción alguna.

—Créeme que todo sería más simple si pudiera ser tan egoísta como un brujo en ese sentido.

—Entonces no serías quien eres.

—Solo... solo ve a buscar a Bass y tráelo.

Robin me soltó y partió sin que tuviera que decírselo dos veces. ¿Por qué demonios me pasaba esto a mí? Estaba mandando al diablo mi única oportunidad de llegar a recuperarme de algún modo. Toda una vida condenada a una maldita venda, hasta la muerte exponiendo mi verdadera piel. La única elección sagrada y que se suponía que era totalmente mía, arrebatada por una herida. Al menos James no hizo comentario alguno, aunque dudaba mucho que pasara por alto el modo en que la situación me afectaba. ¿Qué diablos podría entender un brujo? Ellos jamás lo harían. Nunca comprenderían del todo lo sagrada que era nuestra verdadera apariencia para nosotros, o lo que significaba saber que ya no tenías el poder sobre el cambio.

—Estás cuidando bien de Robin —comentó él.

—Créeme que lo último que necesito es que el maldito loco cause algún problema.

—Está en buenas manos.

—No podría estar en peores.

—Es cierto. Eres un desastre como persona —dijo James y no calló ante mi mirada asesina—, pero también sé que serías incapaz de dejar que algo malo le sucediera. Y, seamos sinceros, es Robin y es un milagro que hasta el momento no se haya herido por hacer algo arriesgado.

—No puedo protegerlo de todo, James. No a él. ¿Cualquier otro? Es simple. ¿Pero alguien cuya vida depende de si respeta o no las reglas a las cuales está atada? No es algo que pueda controlar o evitar.

—Mis padres no podían hacerlo cuando era un crío. ¿Y tú pretendes hacerlo ahora que el universo decidió, quién sabe por qué, darle el poder más fuerte al mayor torpe que existe?

—Si quieres, puedes llevártelo.

—Oh no, ese problema es todo tuyo.

—¡Es tu maldito hermano!

—¡Y tú eres quien sale con él!

—¡No por eso tengo que ser responsable de lo que haga o deje de hacer el maldito loco!

—¿Qué tan mala es tu herida?

El frío recordatorio bastó para callar cualquier otra cosa que tuviera para gritarle. Él debería saberlo. ¿No? Después de todo había estado allí, había presenciado el ataque y jugado su rol. Me apoyé contra mi escritorio sin poder enfrentarlo. Tanto como me gustaría maldecirlo ahora por no haber hecho nada para evitarlo, sabía que James realmente no había tenido opción. Se suponía que él festejara mi herida, no que estuviera aquí ofreciendo su poder para curarla. El magister estaría orgulloso de esto, pero a la vez la situación no sería esta si él estuviera vivo. En momentos así era demasiado evidente su ausencia. Solo dos jóvenes que apenas podían con sus propias vidas, como para estar jugando con las de sus especies.

—¿Cómo va tu popularidad dentro de la comunidad? —pregunté en cambio.

—No van a pedir elecciones, Nina —respondió James seriamente.

—No, claro que no, a los brujos les encanta esta masacre indiscriminada. No hay nada para alimentar el espíritu patriótico como una maldita guerra. Tonta de mí, creyendo que la gente apoyaría los ideales de paz del magister antes que los de una psicótica que quiere matar a todos. ¡Tengo a cambiaformas huyendo con brujos para no pelear! ¿Y tú maldita gente lo disfruta?

Pensé en Bass, en el dolor en sus ojos al preguntarme si perseguiríamos a nuestros amigos por apoyar la convivencia que habían adoptado con los brujos en vez de preferir levantar una espada contra ellos. ¿Cuántas parejas existían como la que me había acompañado hasta Italia? ¿Cuántas personas estaban siendo obligadas a elegir entre su pueblo y su corazón? Yo no tenía esa opción, sufriría eternamente el no poder elegir, y por eso mismo jamás debería ser capaz de empujar a otro a tal situación. ¿Entonces qué demonios estaba haciendo?

—¿Crees que yo lo disfruto, idiota? —gritó él y su mirada se desvió a mi mano—. ¿Crees que me gusta saber que mi hermano es considerado un traidor y será condenado de ser atrapado? ¿Crees que me gusta saber el odio que debe guardarme Holly? ¿Piensas, por un maldito segundo, que me gusta verte así? ¡Tengo que actuar! ¡Veo a cambiaformas ser asesinados tortuosamente, para torturarte a ti, y tengo que aplaudir! ¡Mi padre debe estar retorciéndose con asco en el más allá por lo que estoy haciendo!

—¿Y entonces por qué diablos no haces algo?

—¡Porque son todos malditamente orgullosos para admitir que no quieren esto! ¿Tú qué crees? ¿Que un brujo sería capaz de decir públicamente que simpatiza con tu tipo? Créeme que hay opositores, pero callarán antes que manchar sus nombres con semejante cosa. Nadie apoyará una tregua ahora, no a cambio de volver a lo anterior.

—No hasta que alguien no se atreva a levantar la voz primero. ¿O piensas que una revolución es tan simple como sentarse a esperar que suceda?

—No todos contamos con una lealtad ciega por ser de la realeza.

—Aprende esto, brujo. Un grupo es tan valiente como su líder se muestre. Si lo que quieres es un cambio, entonces tienes que ser el primero en mostrarlo para que otros te sigan también.

—No es el momento.

—¿Y cuándo lo será? ¿Qué tiene que suceder para que lo sea? ¿Quién tiene que morir? Porque no podremos sostener esto por mucho más.

—La política de brujos es diferente de la de cambiaformas. Tenemos una democracia, y al final del día es el candidato que resulte más convincente quien gana.

—¿Unos días jugando a ser un referente político y ya crees saber todo sobre ese tema?

—La comunidad sigue sufriendo la pérdida del magister. Quizás para tu gente la muerte sea algo cotidiano, pero no para nosotros, y no aceptarán que fue un suicidio. Ellos necesitan culpar a alguien. Mi madre les está dando exactamente aquello, un culpable y un plan de acción.

—Una mentira.

—Rogers les promete venganza a cambio, también sirve.

—Por favor, intento no pensar en Rogers como el próximo magister.

—Los porcentajes no son alentadores, Nina —dijo James y sacó una fina carpeta del interior de su chaqueta antes de tirarla sobre el escritorio—. Haz un movimiento ahora, y el próximo magister será Rogers.

—Es un maldito pedófilo.

—Es carismático.

—¡Ve a decirle a Holland que es carismático!

—¿Piensas que esto no es una tortura para mí? Pero no siempre lo que somos, es lo que ven los demás —dijo James y bajo la voz—. ¿Qué hubiera dicho Nimeria de esto?

—¡No te atrevas a tocar ese tema!

—Es lo mismo, Nina. Tú y yo podemos saber la verdad, pero eso no es suficiente para destruir su reputación —sentenció él de un modo sombrío—. Somos críos, contra un sujeto que tiene siglos de historia. ¿Cómo le ganas a eso? Llevo semanas jugando a ser su mejor amigo, y te puedo asegurar que no hay modo de manchar su impecable imagen.

—Siempre lo hay.

—No esta vez. No con él. No cuando...

James no terminó la frase, pero la verdad fue evidente en sus ojos. No cuando el enemigo éramos nosotros, y sería tan fácil culparnos por acciones de otro. ¿No era la historia de siempre? Hoor había culpado a Loki, Valerie me había culpado a mí, y si Rogers llegaba a ver su posición en riesgo culparía a algún cambiaformas de haber utilizado su imagen o algo por el estilo. No era como si esa no fuera una de nuestras estrategias actuales. Tampoco era como si Rike no tuviera en su trono a la chica que estaba encubriendo el asesinato de Nimeria y cuidando al culpable en vez de sentenciarlo como debería. Regla n° 37: Yo no era mejor que Rogers entre lo que aparentaba y mis crímenes ocultos.

—La política no es un juego sencillo, pero al final del día todo se resume a lo mismo: quién dice la mentira más creíble —dije y suspiré con cansancio—. Siempre lo mismo.

—Para ti puede ser una habilidad natural, pero te recuerdo que tenemos sangres distintas.

—James, la misma Hela una vez alabó tu capacidad con las palabras. Te he visto decir mentiras tan buenas, que nadie me creía a mí cuando decía que no era cierto. Eres hábil con el habla, tal como el magister lo fue alguna vez.

—No soy en nada como él.

—Odié su elección. ¿Alguna vez te lo dije? —pregunté y sonreí ante su confusión—. Cuando el magister decidió que tú fueras su aprendiz para ser su sucesor, lo odié más que nada. Le grité más maldiciones que cualquier otra vez. Lo acusé de ser un idiota egoísta, que solo quería ver su sangre en el poder y que no estaba escogiendo sabiamente. Robin reapareció, y entonces me fue fácil saber a cuál de los dos hermanos me hubiera gustado ver en tal cargo. Lo creí hasta hace poco.

—¿Y ahora notas que no sería conveniente que él estuviera en mi lugar considerando lo que sea que tienen juntos?

—Te hice una pregunta hace unos meses. Puse un cuchillo contra tu cuello y te amenacé con una guerra, y ni siquiera parpadeaste al decirme que defenderías a tu gente con tu vida. Ahora comprendo lo que el magister vio en ti.

—Un traidor —dijo James, su mirada desviándose a la carpeta sobre mi escritorio.

—¿Y qué crees que soy yo en este momento, por el simple hecho de estar reunida contigo?

—Tienes ahí cualquier estrategia o futuro plan de ataque, fíjate qué haces con eso —continuó él sin mirarme—. Y Nina, no creo que Rogers sea el único dispuesto a hacer lo necesario para ganar esta guerra.

—Todos somos villanos en una guerra, James.

—Algunos son peores que otros y no tienen límites, no juegan con nuestras reglas.

—Solo asegúrate de sobrevivir allí afuera.

—Y tú que nadie muera aquí adentro. No deberías confiar en nadie, sin importar cuan cercano y leal te resulte.

—¿Y tú? Hay una guardiana del tiempo ayudándolos.

—No a nosotros. No está interviniendo en la guerra —dijo James y levanté mi mano vendada.

—¿Seguro?

—No me metas a mí en esto, esa chica tiene algo personal contra ti.

—¿Y ahora por qué diablos el tiempo quiere meterse conmigo?

Ambos callamos al escuchar el ruido de la puerta. Empujé la carpeta debajo de otras cosas para esconderla mientras James fingía estar más concentrado en la vista exterior. Robin nos miró con curiosidad pero no dijo nada al entrar arrastrando a un Bass que difícilmente parecía consciente. Cualquier preocupación política o sobre una loca demasiado poderosa intentando matarme quedó completamente de lado. Bass me ofreció su mejor sonrisa en cuanto me acerqué para ayudarlo. Soltó a Robin y se apoyó completamente contra mí, colgándose de mi cuello con la poca fuerza que le quedaba. Intenté no prestarle atención a lo fría y helada que estaba su piel, o el hecho que su cabello comenzara a perder cualquier color. Su agarre era demasiado débil, Hela demasiado ansiosa por quitarme otra cosa que me pertenecía.

—No te atrevas —susurré en nórdico.

—¿Te mencioné alguna vez cuánto odio la plata? —preguntó él en un susurro y apenas cubrió sus labios al toser sangre.

—Jamás lo hubiera imaginado —respondí arrastrándolo a mi cama y recostándolo con cuidado allí—. Intenta convivir con Holland cuando es el final de temporada de las series que le gustan, eso sí es doloroso.

—Entonces nunca te cabreaste con ella y la retaste a un duelo, eso sí es doloroso —dijo Bass y gimió de dolor cuando intenté quitarle su camisa—. Hacía tiempo que no estabas tan apurada por tenerme en tu cama y sacarme la ropa, Ni.

—Tienes suerte que ninguno de los brujos entienda lo que estás diciendo.

Rasgué la prenda sin pensarlo al ver que sería imposible de otro modo. Bass se rio por una broma pasada sobre arrancarle la ropa pero tan solo podía pensar en la sangre manchando sus labios y la venda en su pecho teñida de rojo. James se acercó para observar tan pronto como comencé a retirar la venda. La herida lucía incluso peor que el primer día, la carne a su alrededor quemada e infectada a pesar de todos los antibióticos que debieron darle. Tuve que sostener a Bass para que no se moviera por miedo a lo que podría pasar ahora que la venda ya no mantenía todo quieto en su lugar. Prefería no imaginar cómo sería internamente. Prefería no pensar en que ya debería estar muerto a esta altura.

—Tranquila, soy un chico fuerte —dijo Bass mirándome y alcanzando mi mano.

—Lo sé, eres el chico más fuerte que alguna vez conocí —respondí y miré a James—. Dime que puedes curar esto.

—No estoy seguro —dijo él.

—Tienes que intentarlo.

—Mi magia se encuentra bastante limitada en Rike.

—Por favor —dije y su mirada se desvió de nuevo a mi mano vendada.

—Solo podré tratar a uno, Nina.

¿Por qué demonios tenía que repetirlo? Sentí la agonía por lo que estaba renunciando. Mi única oportunidad, cedida a otro. Ningún cambiaformas me permitiría considerar tal decisión de saber la verdad. ¿Morir con orgullo por una herida de guerra, por haber protegido a una Loksonn, contra permitir que esta viviera con vergüenza el resto de sus días al exponer eternamente lo impensable? La mano de Bass se sentía tan frágil sobre la mía. Él jamás lo toleraría, los nobles estarían horrorizados de saber, yo misma quería gritar por esto.

Robin se sentó a mi lado y cogió mi mano vendada. Ni siquiera pareció importarle que otros estuvieran presentes al momento de besar mis dedos, aunque James bien podría haber tenido un paro cardíaco al verlo. Sus ojos solo estuvieron en mí, su mirada tan clara como siempre. Él sabía lo que había debajo de esas vendas. Todo estaría bien, escogiera lo que escogiera estaría allí para apoyarme. Había visto el modo en que había reaccionado al saber cómo serían el resto de mis días, me había sostenido y consolado, cada mañana me había ayudado a ocultarlo. Incluso si nuestro tiempo estaba contado, estaba aquí ahora y eso era todo lo que importaba. Podía vivir con esto, no podía vivir sin Bass.

—Solo cúralo de una maldita vez.

James no discutió eso. Puso una mano enguantada sobre la herida y cerró sus ojos en concentración. Bass se tensó pero se mantuvo quieto, haciendo una mueca de incomodidad. La magia directa sobre el cuerpo nunca era una bonita sensación si no estabas acostumbrado a tal cosa, dudaba que él alguna vez hubiera experimentado algo similar. Poco a poco la piel alrededor de la herida dejó de tener ese color tan enfermizo. ¿James tendría idea de lo que este chico significaba para mí? ¿Cuánto siempre había arriesgado por su problemática amiga? Sin importar cuánto intentara evitarlo, él siempre me seguiría sin importarle el riesgo. Chico tonto, creyéndose inmortal cuando no entendía qué tanto lo necesitaba para vivir.

—Estará bien —dijo Robin.

—Por supuesto que lo estará, es lo suficientemente tonto como para sobrevivir.

—O puede que sea el hecho que yo soy el brujo vivo más poderoso que conoces —respondió James.

—Eres el brujo con el mayor ego que conozco.

—Sigo siendo el mejor, pajarito —dijo James y retiró su mano—. Eso debería bastar. No puedo curarlo del todo en mi estado actual, pero no morirá.

—Sabía que esa vez desarrollaste sentimientos por mí —comentó Bass y el brujo lo miró sin comprender—. ¿No te acuerdas de mí, James? Fue una buena noche, tenía una tanga roja de Nina y quizás estaba jugando en el borde chico chica.

Enseguida James gritó un insulto y se alejó de un salto. Reí sin poder evitarlo mientras Bass sonreía por su victoria. Bien, eso era suficiente para mí. Me eché sobre él y lo abracé sin perder el tiempo, hundiendo mi rostro en su pecho y disfrutando del estable latido de su corazón. Si él podía torturar a James con lo sucedido entonces estaba bien. Hela no me lo quitaría. Me aferré con fuerza, intentando alejar el amargo sabor de mi boca. Tan cerca, demasiado cerca. No él de todas las personas posibles. Jamás lo toleraría.

—Tranquila, Ni —susurró él en nórdico.

—¿Tienes idea de lo que hubiera sido para mí, sentir tu muerte? Imperdonable —murmuré—. No de nuevo. Ya van dos veces que me haces esto. Prométeme que no habrá una tercera.

—No prometeré algo que no cumpliré, suficiente plata por esta década.

—No me dejes. No tú también.

—Jamás. Te aburrirías sin mí.

Cerré los ojos, permitiéndome disfrutar de su cercanía. Estaba a mi alcance, y estaba bien. Poco a poco el calor regresaba a su cuerpo, y era evidente que su control sobre el cambio ya no estaba flojo. Todos se irían en algún momento. James regresaría a la comunidad, Holland terminaría sus estudios, Robin desaparecería en el tiempo, Vali sería de nuevo una leyenda olvidada en alguna parte con Kian como su eterno compañero... ¿Pero Bass? Él era el único que sabía que siempre estaría a mi lado, sin importar el dónde o cuándo. La única cosa estable en toda mi maldita vida. Que Loki se apiadara de quien se atreviera a quitármelo, y era mejor que esa bruja nunca más se cruzara en mi camino.

Ignoré a los dos brujos manteniendo una respetuosa distancia y hablando por lo bajo. Podrían estar planeando mi asesinato para ganar esta guerra, y no me importaría para nada en este momento. Además, era evidente que James solo quería chequear cómo estaba su hermano menor. ¿Notaría lo mismo que yo? ¿Esos diminutos cambios que al final del día serían irreversibles? ¿Los notaría en mí también? Sabía que ya no era la misma chica que había estado estudiando en Harvard, del mismo modo que James no era el mismo aprendiz engreído de magister que solo pensaba en fiestas y chicas, o Robin no era un loco acechándome y causándome dolores de cabeza... O tal vez sí, dependía la versión de él.

—Deberías regresar a tu habitación para descansar —comenté alejándome—. Y hacer que un curandero te revise mañana.

—¿Qué hace ese brujo aquí? —preguntó Bass y le sonreí.

—¿No lo sabes? Nuestra reunión mensual de papi está muerto y nos dejó desamparados sin saber qué hacer.

—Suena genial.

—Sí, pero no estás invitado. Tú sí tienes padres.

—Y estarán tristes de saber que todavía tienen que aguantarme con vida.

—Por supuesto, su gran y deshonroso hijo, quien tiene uno de los oficios más respetados en Rike y es la mejor espada de la princesa. Debe ser un horror lidiar contigo.

—Nada mal para el hijo de unos cocineros. ¿Verdad?

—Eres una vergüenza en la cocina. Ahora vete.

Él se puso de pie con cuidado y mordió mi nariz. Partió sin decir nada más, aunque no sin antes guiñarle un ojo a James. Ese brujo no lo hubiera ayudado de saber quién era... Los dos brujos callaron tan pronto como volví a prestarles atención. Maldito par de idiotas, como si no me fuera sencillo imaginar de qué habían estado hablando por el modo en que la mirada de James bajó enseguida a mi mano vendada. Robin no le habría dicho la verdad, sería incapaz y lo había jurado, pero incluso si él no le hubiera comentado a su hermano que era una herida grave, no era difícil de imaginar si días después todavía seguía vendada y sin poder mover mi mano.

Suspiré y pretendí no notar aquello. Cuando un brujo se compadecía de tu situación, sabías que estabas realmente jodida. Regla n° 83: James difícilmente se compadecía de algo. Era agotador tener que lidiar con una situación así. Demasiados secretos entre nosotros, cada uno jugando su propio juego y haciendo alianzas para mantener a un tercero afuera. Cualquier plan era demasiado arriesgado, cualquier estrategia demasiado delicada como para involucrar a un tercero y que corriera peligro también.

—No puedo quedarme mucho más —dijo James.

—Lo sé. No podemos arriesgarnos a que sospechen de ti.

—¿Se supone que ustedes dos son así desde el comienzo? Porque estoy un poco perdido —dijo Robin y su hermano le sonrió con conocimiento.

—¿Creíste que sería capaz de darte la espalda? Te lo dije, renunciar a tu nombre no es suficiente para deshacerte de mí. Hay cosas más importantes que la política o la lealtad en tiempos de guerra. La familia —dijo James y sus ojos se desviaron a mí—, sea quien sea. Ten más cuidado la próxima vez, pajarito. No podré siempre cubrir tu rastro de Rogers.

—Planeo que la próxima vez sea muy diferente.

—Eso espero, aunque recuerda que ese hijo de puta es mío —respondió él—. Y por cierto, el paquete que te interesa está al sur, camino a los alquimistas.

Sentí la presión en mi pecho al saber a quién se refería. No había duda en ello. La única verdadera pregunta, era qué haría yo.

*********************************************************************

Por favor no te olvides de dejar tu voto. Puedes encontrar más historias de todo tipo en mi perfil.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top