20. La vie en rose
Magnus POV
La profesora Blackwell me lanzaba dagas con su mirada, mientras yo sostenía la mano de Lacey.
– Yo- yo no creí lo suficiente. – dije.
– El amor es suficiente. –
– No aquí. Ellos no nos dejaran. –
– Entonces huyamos. –
– Si, hagámoslo. –
Lacey me sonrió y batió sus pestañas, mientras se arreglaba su corto vestido rojo.
– Y ahora Magnus, llevas su mano a tus labios y le besas mientras le miras a los ojos con amor, acariciando su mejilla dulcemente. – decía la señora Blackwell. – Después la tomas de la cintura y la acercas a ti, te inclinas y la besas apasionadamente. – solo asentí. – Okey gente. A sus lugares. Y acción. –
– Si, hagámoslo. –
Llevé la palma de su mano a mis labios y le bese, después hice lo que dijo la profesora y la acerqué a mi y le besé los labios. Pero el disque beso no fue para nada especial ni largo.
– ¡Corte! – nos separamos. – Magnus ¿puedes poner un poco más de esfuerzo? El beso se supone que debe ser apasionado. Y eso... bueno, se ve que ni lo intentaste. –
– ¡Bueno lo siento! Siento no poderla besar apasionadamente porque resulta que no es mi chico caliente de ojos azules. – le solté a la profesora. Me lanzó una mirada llena de furia, la cual realmente no me importó.
– ¡Todos tómense un descanso! –
– Hey ¿qué está mal? – me preguntó Catarina mientras se acercaba a mi. Una vez que nos alejamos del resto me senté en una silla y ella me imitó. – Suéltalo cariño. ¿Qué pasa? –
– Nada está mal, – mi voz era baja.
– Bebé, estás gruñón. Obviamente algo no está bien. Además te conozco mejor que tu mismo. – me dijo. – Así que, una vez más ¿qué esta mal? ¿Me vas a decir? ¿O tengo que sacártelo con cosquillas? –
– ¡Okey! ¡Cosquillas no! Te lo diré, – me sonrió y se quedó callada. – Es Alec. –
– ¿Qué pasa con él? –
– Se siente más cansado cada día, – Cate tomó mi mano y la apretó confortándome. – Débil...–
– ¿Es por eso que no viene al escuela? – solo asentí.
– Le extraño. Lo sabes. Probablemente pienses que soy estúpido o algo así, porque solo han pasado tres días. Pero no puedo evitarlo. Quiero estar con él cada segundo. –
– Es porque le amas, verdaderamente le amas. Y te preocupas por él, y ... – bajó la voz. – .... Esta enfermo... así que es normal que quieras pasar todo el tiempo posible con él. –
– Y por esta estúpida obra no he podido verle desde el domingo. – Me crucé de brazos mirando mal a la profesora Blackwall mientras ella hablaba con un grupo. – Simplemente le extraño. –
– Pero, hey, – dijo, poniendo una mano en mi hombro. – Tienes tu último ensayo mañana y el viernes totalmente libre. Veras que pasará tan rápido que ni te darás cuenta, y entonces podrás darle todo tu tiempo a Alec. –
– Eso espero, –
*
– Magnus? Voudrais-tu présenter ton travail maintenant? –
– Oui! – me paré en frente de la clase sonriéndole a Madame Jean-Aux. Ella me sonrió de vuelta mientras callaba al resto de los chicos. – La Tour Eiffel est la plus grande attraction touristique de Paris. Elle a été construite pour commémorer le centiéme anniversaire de la Révolution Francaise....–
En ese momento las palabras de Alec vinieron a mi mente y un gran plan se comenzó a forma. Pero sabía que no lo podía llevar a cabo solo.
*
Estaban sentados en su mesa usual en la cafetería. Todos comiendo, riendo y hablando. Jace estaba lanzando unas papas a la francesa a Isabelle y Simon no podía parar de reírse de ellos, consiguiendo una mirada mortal por parte de Izzy. Tessa y Jem como siempre solo estaban comiendo. Clary estaba dibujando algo. Will estaba coqueteando con una chica de decimo que se sentó a nuestro lado. Cate y Ragnor hablaban sobre el próximo baile de fin de curso.
– Ahí estás brillitos, – dijo Jace mientras se sentaba al lado de él y Jem.
– Gusto en verte Jace. –
– Ohh ¿Jace? ¿no ricitos de oro? ¿chico dorado? ¿chico maravilla? Maldición... ¿estamos en un mundo alterno? – me miraba interrogativamente. – ¿Estás siendo amable conmigo? ¿Qué quieres? –
– Necesito tu ayuda. –
– ¡Ha! ¡Lo sabía! No eres amable conmigo solo porque si, – yo solo giré los ojos. – ¿Así que, qué necesitas, eh? –
– Quiero hacerle una sorpresa a Alec. El viernes en la noche. Y necesito tu ayuda y la de Izzy, – la chica morena me miró cuando dije su nombre. – Le voy a preparar una cena romántica a Alexander. Y ustedes me van a ayudar. –
– ¡Me apunto! – chilló Izzy, quitándose la última papa de su cabello. – ¿Qué necesitas que haga? Puedo ayudarte con la comida...–
– ¡No! – Jace, Simon y Clary interrumpieron al mismo tiempo. – Hombre, haré lo que quieras, solo no dejes que se acerque a la cocina, ¿ok? –
– Um... claro ... – recuerdo que Alec dijo que Izzy era un desastre en la cocina pero creí que bromeaba. – Izzy, tu debes mantener a Alec en su habitación para que no pueda ver la sorpresa. Emm... ¿hay algún lugar en su casa donde podamos hacer la cena? Ya saben, ¿Dónde tengamos un poco de privacidad? –
– ¿Qué tal el ático? Es lo suficientemente grande y solo tendríamos que limpiarlo un poco. –
– Maravilloso. Entonces, ¿ayudarás Jace? –
– Claro, te ayudare. –
*
Comencé con cosas simples, como decidir que íbamos a comer, recordando lo que Alec no podía comer, porque no quería que tuviera náuseas. Después la decoración. Después de casi toda la noche de hacerla, la llevé a una copiadora para que imprimieran el trabajo. Después, recibí un mensaje de Jace donde decía que ya habían terminado de limpiar el ático, así que ya podía llevar las cosas.
– ¿Qué es eso? – preguntó el rubio, mientras terminábamos de poner la pequeña mesa redonda.
– Es un gramófono. La gente lo usaba para escuchar música, – le dije mientras Jace le miraba raro, pero sin comentar nada más.
– ¿Y esto dónde lo quieres? – lo miré mientras lo pensaba por un segundo.
– Aquí, – dije tomando una caja. – Y esto aquí. Y esto ira en medio, si...–
Después de una hora, finalmente terminamos. Ahora solo tenía que calentar la comida y cambiarme.
En la cocina, nos acercamos hacia Maryse y Robert.
– Así que... llevaré a los chicos a la casa de mi mamá, – dijo la señora Lightwood. – Y Robert se va a quedar en la casa de uno de sus amigos, cerca, así que si necesitan algo solo llamen a Robert, ¿entendido Magnus? –
– Claro señora Lightwood, –
– Entonces diviértanse. –
Después de que se fueran, solo quedamos el señor Lightwood, Alec y yo en la casa. Robert me ayudó a colocar la cena en el ático y yo fui por Alexander.
Chequé por última vez que todo estuviera bien, y entonces fui por mi chico para darle una de las mejores noches de su vida.
*
Alec POV
Los últimos dos días habían sido raros, y no porque hubiera estado sentado en casa por casi toda la semana, sino porque mi familia hacia estado actuando raro. No solo mis hermanos se la pasaban susurrando cosas. También mis papás parecían estar en esta conspiración. Tenia el presentimiento de que hasta Max estaba al tanto, de lo que fuera que estaban planeando. Hoy habían estado mucho más raros, Isabelle se había sentado conmigo desde que llegó del colegio, sin dejarme salir de la habitación. Jace ni siquiera había venido a saludar. Max igual me estaba evadiendo. Eso me hacia sospechar. Y para hacerlo más extraño, Magnus no me había contestado mis mensajes desde anoche. Eso me preocupaba, porque nunca lo había hecho. Siempre me mandaba mensajes al menos unas cinco veces al día, incluyendo los días que nos veíamos. Y poco a poco me comenzó a molestar, porque tenia algo que decirle.
Le llamé al menos unas diez veces hoy, y podría hasta jurar que podía escuchar esa molesta canción que había puesto de tono para mi. Pero de nuevo, estaba siendo ignorado por Magnus, y eso me hiso lanzar una almohada hacia la puerta. Un segundo después esta se abrió, y mi papá entró a mi cuarto.
– ¿Qué te hiso la pobre almohada? – dijo mientras la recogía y la dejaba en mi cama. – Levántate Alec, tengo... algo para ti. –
– ¿Qué? –
– Solo levántate y ven conmigo, ¿ok? –
Finalmente me levante y seguí a papá, tratando de entender que pasaba. Pero no tenía idea, y más cuando me llevó al ático, donde no había estado por años.
– ¿Papá? ¿Qué es todo esto? –
– Ya verás. – Golpeó la puerta tres veces, poniéndome más confuso que antes. No sabia que esperar pero lo que sucedió, ni en mis sueños me lo imaginaba. Del ático salió nadie más que mi brillante novio.
Magnus estaba usando unos pantalones negros ajustados con una camisa blanca y una corbata. Y una chaqueta negra con brillos dorados en los bordes de las mangas. Se veía guapísimo. Su cabello estaba peinado normal, con poco maquillaje. Estaba sonriéndome y ni siquiera me di cuenta cuando mi papá nos dejó solos, mucho menos, cuando se fue de la casa.
– Buenas noches, cariño, – su suave voz era como música para mis oídos. Magnus tomó mi mano, y la llevó a sus labios mientras depositaba un beso. Luego me guió dentro, dejándome completamente impresionado con la vista.
En medio del ático había una pequeña mesa redonda, cubierta con un mantel blanco. La mesa era para dos personas. Tenia velas en el centro, dando una iluminación romántica. En la esquina había un gramófono colocado en una cabina de madera. Pero lo más increíble eran los posters y las fotos que colgaban de las paredes. Lentamente me acerqué a verlas. Eran posters en blanco y negro de algunos lugares que reconocí inmediatamente. Uno era la torre Eiffel, otro era el arco del triunfo, otro de la pirámide del Museo de Louvre. Y finalmente en medio de la pared colgaba el anochecer visto desde el Seine de Paris con las luces de la ciudad reflejadas en el río.
Estaba totalmente hipnotizado por todo esto.
– Algún día, te llevaré, para que podamos ver todos estos lugares en persona. – Magnus susurró en mi oído, haciendo que mi estomago revoloteara con mariposas. Sintiendo escalofríos por toda mi columna, me giré hacia él y presioné mis labios con los suyos. El beso estaba lleno de pasión y amor. Cuando nos separamos, nos mirábamos fijamente. – Je t'aime mon amour. –
– Je t'aime également. –
Magnus me guió hacía una de las sillas y puso música. No conocía la canción, pero sabía que era antigua. Después se sentó enfrente de mi, y quitó las tapas de los platos.
– Espero que te guste, – me sonrió tímidamente, y eso era nuevo.
– ¿Qué es? – vi al plato algo que parecía un pastel. Pero mientras más le miraba más le reconocía.
– Es una tarta con espárragos y bacón. Se supone que lleva tomates también, pero se que no puedes comerlos. Y no quiero que te sientas mal... – me sonrió. – Pero aun así espero que te guste. Bon appetite, cariño. –
– Bon appetite. –
La comida estaba realmente buena. Magnus hiso un excelente trabajo.
– ¿Qué es todo esto? – le pregunté. – ¿Por qué? –
– Quería que tuviéramos una cita de ensueño. –
– Mmm, – me sonrió. – ¿Y porqué tengo el presentimiento de que Isabelle era parte de esto? No me dejaba salir de mi habitación. –
– Lo era. Justo como el resto de tu familia. – me reí de eso. – Les convencí de ayudarme. Y luego les mandé lejos. Para que pudiéramos tener privacidad. –
– ¿Entonces estamos solos? ¿Por toda la noche? – solo me asintió, haciendo que me sonrojara un poco.
Le estaba observando bajo la luz de la vela. La flama se reflejaba en sus ojos dorados haciéndoles brillar aun más de lo que ya lo hacían. Era realmente hermoso, y no podía dejar de preguntarme que hice para merecer a este maravilloso hombre.
– Hay algo que quiero decirte. – Magnus me miró confundido. – No soy realmente bueno en esto... pero hace poco encontré algo que quería leerte porque lo describe mejor que mis propias palabras. Solo no te rías ¿ok? – me asintió.
– Te amo sin saber bien cómo, ni cuándo o dónde. Te amo directamente sin problemas ni orgullo: así te amo porque no sé amar de otra manera, sino así de este modo en que no soy ni eres, tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía, tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.
– Eso fue hermoso cariño, demasiado hermoso, – había lágrimas en sus ojos. Rápidamente se levantó de su silla y se acercó a mi. – ¿Me permites este baile? –
– Claro que si. –
Magnus cambió la música, aun seguía sin conocer la canción de fondo, pero la voz de la mujer me era familiar, debí haberla escuchado antes. Magnus puso su mano en mi cadera y la otra la entrelazó con la mía. Yo puse una de mis manos en su hombro y comenzamos a bailar. Era una canción lenta y melódica. Me sorprendía lo fácil que era bailar con Magnus. Con él, de alguna forma, sabia como moverme o donde colocar mis manos. Era natural.
Magnus acercó su rostro al mío, y ahora estábamos pegados por nuestras mejillas. Colocó nuestras manos entrelazadas sobre su pecho y comenzó a cantar en mi oído.
No escuché el resto de la canción porque me sentía como en un sueño. Acaricié con mi boca el cuello de Magnus y le permití que hiciera lo que quisiera conmigo.
– Te amo Magnus, – susurré en su oído. – Te amo demasiado. –
– Yo también te amo bebé. –
– Entonces muéstramelo, – creo que mis palabras le sorprendieron. Se separó un poco y me miró a los ojos. No podía culparle, no hace mucho habíamos hablado y decidido que no estábamos listos aun, pero yo ya lo estaba. Y estaba seguro que quería hacerlo con él, esta noche.
– Alexander...–
– Quiero que me hagas el amor esta noche, – aun me miraba sorprendido. Llevé nuestras manos a su corazón. – Estoy listo, ¿y tu? –
– Si... – una hermosa sonrisa se dibujó en sus labios, antes de estrellar sus labios con los míos. El beso no duró mucho. – Estoy listo. –
Esta vez yo llevé a Magnus a mi habitación. Una vez dentro, no llevábamos prisa, comenzamos lento, besándonos. Los deliciosos labios de Magnus se conectaron con los míos, y después metió su lengua dentro de mi boca. Cada vez que nos besábamos mis rodillas se derretían. Con manos temblorosas lancé su chaqueta al piso. Magnus separó sus labios y los posó en mi cuello, inmediatamente me incliné para darle más acceso, sabiendo que en la mañana tendría unos chupetones. Al mismo tiempo estaba bajando el cierre de mi vieja sudadera, tirándola al piso cuando la quitó. Ahora estaba frente a él con su playera roja que nunca le devolví. Mis manos volvieron a él y ya estaba quitando su corbata. Magnus me sonrió juguetonamente haciendo que me sonrojara. Después comencé a desabrochar su camisa, botón por botón, tomándome mi tiempo. Finalmente Magnus estaba parado frente a mi con el pecho descubierto, y la vista me quitó el aliento. Su piel acaramelada me invitaba a tocarla. Mis manos se movieron solas, trazando la línea de sus músculos con mis dedos. Magnus puso sus manos en el dobladillo de mi playera y le permití quitármela.
– Tan hermoso, – susurró, empujándome suavemente al borde de la cama. Entendí su objetivo y me acosté en el medio de ella. Magnus me miró de forma caliente mientras gateaba hacia mi. – ¿Estás seguro? Puede que duela... no vine preparado. No tengo lubricante...–
– Segundo cajón, – dije con voz avergonzada, cuando le apunté hacia un cajón de mi cuarto. – Al fondo, debajo de las playeras. –
Con una mirada interrogativa se levantó y fue a esa dirección. Cuando volvió a mi tenía una sonrisa juguetona.
– Así que ¿ya lo tenías planeado? – bromeó.
– Sabía que en algún momento lo haríamos. – Magnus puso la botella en mi buró al igual que el condón. No lo uses, – me referí al condón. – Quiero sentirlo todo. –
– Como desees, amor. –
Otra vez nuestros labios se conectaron en un dulce beso. Mis manos recorrían el pecho de Magnus, aprendiéndome cada línea, cada marca. Sus manos hacían lo mismo con mi pecho. Cuando Magnus cortó el beso, se dirigió a mi cuello, haciendo un camino desde él hasta mi pecho, haciéndome gemir. Cada vez que lo hacia podía sentir sobre mi piel, como sonreía. Una de mis manos se dirigió a su cabello y lo jalé. Esta vez fue él quien gimió contra mi estómago. Detuvo sus besos en el inicio de mi pantalón y me miró, manteniendo sus manos sobre los botones. Asentí dándole mi consentimiento. Bajo mis pantalones dejándome en bóxer, mientras yo hacía lo mismo con los suyos. Ahora solo nos separaba los bóxer. Los ojos de Magnus se oscurecieron cuando vieron lo duro que estaba, pero el se encontraba igual. Y eso ponía mi cuerpo demasiado caliente. Su toque quemaba, pero a mi me encantaba ese sentimiento. Rogué por más, al igual que mi chico. Metió sus dedos dentro de mi bóxer y una vez más me miró.
Cuando finalmente estuvimos ambos desnudos hubo un momento para admirarnos. La belleza de Magnus era indescriptible, no creo haber visto nunca antes algo tan hermoso. Era perfecto. Cada parte, cada línea de su cuerpo era ideal.
Hubo gemidos, jadeos, incluso ronroneos con cada toque que nos dábamos. Era como si nos estuviéramos aprendiendo el cuerpo del otro.
– Eres tan hermoso, tan perfecto, – me susurró contra mi piel. – Eres un ángel. –
Sus palabras me hacían sonrojar y estremecerme. Con cada beso y cada toque, mi corazón latía más rápido, y mi respiración se cortaba. Mi cuerpo gritaba por más y más. Y eso tuve. Cuando tomó de nuevo mi boca, me sentía en el límite.
Estaba dejando que me llevara cada vez más alto, en esta felicidad. Finalmente después de la preparación, mi cuerpo estaba listo.
– Seré tan amable como pueda. Te lo prometo amor. –
– Confío en ti. –
No hay palabras para describir el increíble sentimiento cuando finalmente nos volvimos uno mismo, haciendo el amor. El dolor finalmente desapareció, dejando puro placer. Gemíamos nuestros nombres, mascullábamos declaraciones de amor. Y finalmente alcanzamos el clímax juntos, sosteniéndonos las manos.
Después de todo el acto, nos quedamos abrazándonos, cubiertos de la dulzura y el éctasis del momento.
Hacer el amor fue perfecto.
En la mañana fui el primero en levantarme. Cuando abrí los ojos fui recibido por la más hermosa vista en todo el mundo. Mi novio, el amor de mi vida, estaba acostado al lado mío, con un brazo rodeando mi cadera. Esto me hizo sonreír. Fácilmente podría acostumbrarme a esta vista todas las mañanas. Pero sabía que esto no duraría mucho.
Estaba dando suaves caricias sobre su brazo, tratando de no levantarlo. Pero fallé.
– Buenos días, amor, – su voz sonaba adormilada.
– Buenos días. –
– ¿Cómo te sientes? – ahora sonaba completamente despierto, y me miraba con sus hermosos ojos llenos de amor.
– Increíble. –
– Si... nuestra noche fue increíble. Y ... gracias. Me siento honrado de haber sido el primero, – dijo besando mi palma. – Te amo. –
– Hay algo que tengo que decirle, –los ojos de Magnus ahora me veían preocupados. – Prometí que no te guardaría secretos. –
– ¿Qué pasa bebé? –
– No quise decírtelo ayer... no quería arruinar nuestra noche perfecta... – sus ojos ahora estaban llenos de preocupación.
– Alexander... ¿qué...–
– Comenzaré la quimio en cuatro días. –
El poema es un fragmento de el soneto 17 de Pablo Neruda. C:
Wow, este es el cap más largo de la historia. Y bueno supongo que el final les debe dar una idea de lo que viene 😭 😭 😭
Ohhh... pero en otras noticias....
ya publique la nueva traducción
Magnus ha vivido en la gran ciudad toda su vida, pero cuando su mamá tiene suficiente de su vida de fiestas, decide mandarlo lejos a pasar su verano con su amiga Maryse en el campo. Ahora, Magnus va a tener que adaptarse a su nueva vida en un pequeño pueblo, la inevitable tarea de levantar excremento y el adorable chico del otro lado del pasillo.
Pasen a leerla y nos vemos luego....😛😛
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