Vuélveme loco #11
Capítulo 11
Vuélveme loco
Susan
Demyan parecía seguro de lo que quería, pero nada más entrar a su casa, sus hombros cayeron, me miró con algo de vergüenza y forzó una sonrisa.
—¿Te preparo un trago? —ofreció.
Camine hacia él y tome sus mejillas para que me mirara a los ojos, odiaba cuando se ponía nervioso y bajaba la mirada privándome de esos ojitos dulces.
—¿Necesitas alcohol para acostarte conmigo? — pregunté dejando algunos besos en su mejilla.
—No es eso —intento responder, pero al final solo soltó un suspiro.
—¿Es por ella? — miré la fotografía.
Él negó con la cabeza, pero nuevamente me había esquivado la mirada por lo que podría estar mintiendo.
—Me dijiste que fuera tuya —le recordé—. No sé por qué tomaste esa decisión, pero yo quiero que tú seas mío y hablo en serio.
Lo decía muy en serio, jamás en mi vida había necesitado tanto de una persona y él me gustaba bastante, no sé si al punto de casarme con él, pero eso sería lo de menos, si regresaba no quedaría nada de mí y estos años aquí trabajando en mí se volverían un desperdicio.
Estaba segura de que esto no sería tan malo en el caso de que llegara a pasar, tampoco es que estuviera totalmente segura.
—Quiero ser un hombre para ti —cerro sus ojos cuando besé sus labios—. Necesito sentirte satisfecha.
Mordí su labio —Entonces no pienses mucho y haz lo que quieras conmigo, eso me complace mucho.
Él rodeó mi cintura con sus manos, abrió los ojos, más oscuros que de costumbre, y me apretó contra su cuerpo.
—He estado escondiéndome de tener algo así por diez años —confeso.
—No, solo me estabas esperando para tener algo así — susurré en su oído.
Yo no era muy diferente, jamás había tenido una relación romántica, si es que esto se pudiera llamar así.
Me beso con un poco más de intensidad, respirando contra mis labios. Su lengua se adentró en mi boca, bailo con la mía, lamió mis labios y los mordió a su antojo. Era pequeña, así que con facilidad le levanto y me llevo hasta el sofá.
Me dejó en él con delicadeza y se quedó entre mis piernas, observándome por unos segundos. Me incorpore un poco y yo misma quite mi top dejando mis pechos al descubierto. Él emitió un sonido de satisfacción y paso sus manos por mi abdomen.
—Eres demasiado para mí —confeso dándome un pequeño pellizco en mi pezón.
Desabotone mi pantalón —Estoy segura de que tú lo serás para mí.
Era un gigante, por supuesto que lo sería.
—Necesito decirte algo primero… —lo interrumpí con un beso.
Ya no necesitaba más de sus palabras, quería tenerlo para mí sin preocuparme de por quién estuviera enamorado. No quería que me contara su historia con tristeza, como si ella hubiese sido ese sueño que tanto deseo y nunca cumplió. Preferirá que me tratara como su sueño cumplido, aunque a la mañana siguiente todo vuelva a ser igual.
Sin separarme de sus labios, desabotone su camisa y con su ayuda la dejé a un lado en el suelo. Bese su cuello e hice que se sentara cómodo. Este hombre era una perfecta barra de chocolate Rusa. Pase mi lengua por su pecho y descendí hasta su abdomen dejando una línea de besos y pequeñas mordidas.
Bese su cadera mientras lo miraba y desabotonaba su pantalón. Libere su erección y sí, empecé a preocuparme porque eso sería demasiado para mí. Él era grande en todos los sentidos, se veía poderosa y deseable. Di un beso en la punta y después pase mi lengua por el tronco.
—No me mires así ojitos dulces —pedí con una sonrisa al notar su expresión.
Sus labios estaban abiertos y podía sentir sus latidos desde aquí.
—¿De qué manera? —logro preguntar.
—Como si fuera la primera mujer que te hace esto —mencione.
Él me tomó del cabello con fuerza, pero no demasiado, estaba pendiente de todo, masajeo y luego me empujó suavemente hasta su sexo. Bien, ya me había dado suficiente permiso. Lamí su longitud, deje pequeñas mordidas e intenté lo mejor que pude darle placer con mi boca, con lo más mínimo que hacía él soltaba un gruñido y se tensaba.
Cerro sus ojos y echo la cabeza hacia atrás. Me detuve.
—Mírame Demyan —le pedí—. No quiero que te pierdas de las vistas.
Él volvió a verme y como una bestia hambrienta tiro de mí con fuerza para que lo besara. Me rodeo con sus brazos y me empujó hacia el sofá, volviendo a estar sobre mí. Sentía su polla caliente y palpitando contra mi abdomen, pero él me había inmovilizado las manos y por más que quisiera ni podía darle atención.
—Susan, después de esto serás aún más mía, así que creo que deberías ir despacio —mordió mi mentón.
Levanté las caderas y me apreté contra él —No quiero.
—Maldición Susan —me levanto del sofá y a horcajadas me llevo por la casa.
Entramos a su habitación, al igual que el resto de la casa, la decoración era oscura, paredes grises, cama negra y el resto era blanco. No había mucho color o un toque personal, parecía más bien una habitación de invitados con una decoración muy fría, pero era su habitación, nada más tocar la cama, sentí su olor.
Él mismo me quitó los pantalones y volvió a estar sobre mí para besarme, enrede mis dedos en su cabello y empuje hacia abajo. El beso, mi cuello se detuvo en mis pechos en los cuales se tomó su tiempo.
Demyan me tocaba como si todo fuera nuevo para él, exploraba cada parte con sus manos y boca, convirtiéndolo en una tortura para mí. Besando mis caderas comenzó a tirar de mis bragas. Se tomó su tiempo para observarme por completo.
—No me digas que es la primera que ves una —sonreí.
¡Era ginecólogo!
Él soltó una risa —No diré eso, solo enséñame a darte placer.
Coloqué una de mis piernas en su hombro, él mostró una leve sonrisa y comenzó a besar mi pantorrilla descendiendo hasta el interior de mis muslos, beso, mordió y respiro contra mi pie, causándome escalofríos. Me arqueé cuando con sus dedos abrió los labios y exploró mi sexo, de una manera diferente.
Solté un gemido cuando sentí sus labios sobre mí, como un beso apasionado. Sus dedos se clavaron en mis muslos y me abrió hasta que se volvió algo incómodo. Esto era bueno, pero lo necesitaba a él.
—Demyan, dime qué tienes condones por aquí —pedí casi inaudible.
Él mordió mi monte de venus y me miró con esos mismos ojos que ahora estaban más oscuros que nunca.
—No —respondió, no parecía decepcionando.
Para mí, si era una decepción, yo nunca había tenido sexo sin protección. Mordí mi labio cuando hundió dos de sus dedos en mí y bombeo con una suavidad tormentosa dentro y fuera.
—Si me prometes que estás limpio, yo te aseguro que nunca he dejado de tomarme la píldora… —me tensé cuando sus movimientos aumentaron—, ni de usar gomita.
—Silencio Susan —pidió él en un tono molestó.
No podía, la presión dentro de mí me estaba matando y necesitaba de él.
—Demyan —solté otro gemido—. Demyan, te quiero dentro…
Me tomo con demasiada rudeza y me dio la vuelta en la cama, lo sentí apretarse contra mí, él también lo necesitaba. En cambio, volvió a llevar su mano a mi sexo y continuo dándome placer como antes, solo que esta vez iba en aumento, ya no era una caricia curiosa, ahora tenía un objetivo. Me removí contra él, sintiendo su miembro, soltó un gruñido y por los movimientos que hacía supe que también se estaba tocando sobre mí.
—¡Demyan! —volví a gritar esta vez por mi clímax.
Él cayó sobre mí con un gemido ronco y sentí su semilla caliente sobre mi piel. Su respiración estaba muy agitada y su pesado cuerpo sobre mí, me sentía débil, satisfecha, pero aun así inconforme.
—Me estás aplastando —le advertí.
Se echó a un lado y me arrastró con él para abrazarme ¿Qué había sido esto? Claramente, él no quería llegar a nada más, así lo interpreté y otra mujer se hubiera sentido ofendida, aun así yo estaba aquí dejando que me abrazara.
¿Por qué no quería acostarse conmigo? Ya comprobé que no se trataba de un micropene, él estaba más que bien y placer me había dado solo con un poco de caricias, era tímido, pero no había sentido vergüenza al desnudarme o tocarme.
¿Tan enamorado estaba de ella?
—Necesito darme una ducha —me levanté de la cama.
—Susan… —lo ignoré.
Abrí una de las puertas para encontrar un armario enorme, este hombre tenía más ropa que Madonna y yo juntas.
—La otra —señalo él.
Sin siquiera mirarlo entré en el cuarto de baño, tan grande que fácilmente podría vivir aquí. Entre en la ducha e intenté refrescarme un poco.
No puedo tener celos, porque no estoy buscando amor. Entendía que eso no era lo que sentía.
Lo que me pasaba era que me jodía mucho que él le pusiera un límite a nuestra relación, porque claramente yo no tenía mucho tiempo para andar poniendo límites tontos. Según Brandon, tenía que hacer de mí una necesidad para él, pero como lo haría si ya estaba enamorado perdidamente de una que ni caso le hacía o quizás si y yo sigo siendo el segundo plato que ahora se comía a medias.
Odiaba pensar, odiaba estos dramas en mi vida y odiaba las relaciones. No soportaba tener que preocuparme por los sentimientos, emociones y pensamientos de otra persona, ya con los míos bastaba para mantenerme ocupada todo el año, mi cerebro era peor que un puzle.
La puerta se abrió y él entró con algunas toallas y algo de ropa.
—Pasaras la noche aquí —ni siguiera pregunto.
Puse mis brazos como jarras mientras el agua caía, él estaba incómodo y yo de tonta me sentía mal por eso.
—Me encantó esta noche —confesé.
No mentía, si me gustó aunque le faltó azúcar a este pastel.
—Me gustaría ir despacio Susan, tengo mis razones que quizás no entiendas pero…
—Lo entiendo —lo interrumpí—. No quiero saber de esas razones, pero te entiendo y sí me gustó.
Alargue mi mano para que la tomara y se acercará a mí. Ya él estaba vestido con un pantalón, aun así me dejó abrazarlo y mojar su cuerpo. En no era como otros hombres, si quería volverme una necesidad para él no sería a razón de sexo.
—¿Yo te gusto?— pregunté contra su pecho.
Él entró en la ducha conmigo, me reí y peine su cabello con mis dedos.
—Me encantas —beso mi mejilla—. Nunca he tenido una relación, me cuesta expresarme.
Yo tampoco había tenido, pero no me costaba tanto como a él.
—Solo se trata de actuar como en las películas —intente explicar.
Todo el mundo sabe que en la primera etapa de relación la pareja se encontraba en una fantasía demasiado irreal que se creaban ellos mismo para poder vivir su romance al estilo Disney y creerse por un tiempo eso de “felices por siempre.”
Él hizo una mueca —No quiero fingir que estoy en una, quiero sentirlo real.
Pellizque sus mejillas —Te falta calle.
Esto era raro para mí, conversar después del sexo, los besos y las caricias cuando ya no había nada más, a él parecía gustarle bastante. Nos vestimos, su ropa me quedaba inmensa, así que solo me puse una camisa que ya cubría lo suficiente y envuelta en su olor, nos fuimos a la cama. Lo miraba y él me miraba, mientras yo dibujaba las líneas de sus músculos.
—Podría lavar ropa aquí — murmuré.
Él sonrió —¿Qué fue lo que te pasó para que tuvieras esa visión del amor?
Ya estábamos, odiaba esa pregunta. Me la hacían mucho después de conocerme y yo evitaba tocar ese tema en mi vida, así que era lo más directa posible.
Cerré mis ojos y me acurruqué —No me pasó nada, solo vi el desastre de otros y decidí que no viviría el mío, ¿qué hay de ti?
Me apretó contra él —Vi el desastre de otros e intenté hacerlo diferente, no funcionó.
Es que también intentarlo con su hermanastra era claramente una misión perdida, pero quien era yo para juzgar, estaba aquí en busca de un matrimonio por intereses personales. Que no me juzguen, al final todos se casaban o mantenían sus matrimonios y no solo era por amor, lamento destruir sus ilusiones, pero así era.
—Eso demuestra que yo soy más lista que tú —afirme, estaba segura de ello.
Él empezó a reír —Muy bien genio, ya veremos.
El amor era para las personas que no le tenían miedo al fracaso, esas que no les importaba vivir cincuenta de sus ochenta años de vida persiguiendo un sentimiento inestable, intentando cambiar persona, fingir felicidad y abandonar solo cuando el daño ya estaba hecho, porque si lo hacías a tiempo se considera egoísta o una falta de amor. Para muchos el amor era algo que valía la pena intentar, sin importar los resultados.
Me separé de Demyan cuando sentí que ya se había quedado dormido. Estaba tranquilo en su sueño.
—Deberías irte a tiempo ojitos dulces — susurré peinando su cabello con mis dedos.
—Oh, deberías pensar en darme una oportunidad —murmuró él.
—¡Mierda! —me espanté.
Mi exposición personal de sentimientos había sido descubierta y era vergonzoso. Él empezó a reír.
—¿Por qué pones cara de dormido si estás despierto? —me queje pegándole en el brazo.
Él acunó mi mejilla —Me dijiste que me lanzará, hoy lo intente, hazlo tú.
Suspire —Buenas noches, Romeo.
Le di la espalda, me acurruqué con la manta, era la tercera vez que dormía con este hombre, la segunda después de haber tenido un poquito de sexo, cosas que no me permitía con nadie. La pequeña Susan de hace cinco años estaría decepcionada de mí.
Me abrazo por la espalda —Descansa.
¿En qué drama me estaba metiendo?
A la mañana siguiente desperté sola en la cama, Demyan no estaba en la habitación y decidí buscarlo por la casa, me detuve en las escaleras cuando escuché que hablaba con alguien más.
—Estoy seguro de que esto podías enviarlo por correo —hablo mi rubio.
No podía ver a la persona frente a él porque su enorme cuerpo la cubría y si me acercaba se daría cuenta.
—Quería asegurarme de que fueras, sé que si la envío por correo te dará igual —Verónica.
¿Qué hacía aquí?
—Muy bien gracias — intento cerrar la puerta.
«Eso es, cierra la puerta y sube a despertarme con dos besos.»
—Espera —ella se interpuso—. Necesito que todo vuelva a ser como antes.
«¡Puta!»
Él suspiró —No creo que eso sea posible Verónica, ya lo hemos intentado.
—Te fuiste por diez años, ¿qué esperabas que hiciera? Él me apoyó en tu ausencia.
Me cubrí la boca, era cornudo ¿Quién en su sano juicio engañaba a semejante monumento? Bueno, le pasó al capitán Jack Sparrow, solo que esta era pelirroja.
—¡¿Qué hay de mí?! —grito él.
—¡Ay! —me caí de culo por las escaleras.
Los dos me estaban observando y Demyan no parecía estar contento, tenía que entender que yo era un simple humano adicto al chisme y él un saco de mi droga.
—No sé por qué me estás tratando así, está claro que tú tampoco mantuviste tu promesa —le dijo ella en un tono duro—. Y dudo que la mantuvieras estos diez años.
Se fue ofendida, esta mujer se veía elegante incluso a primera hora de la mañana, yo estaba hecha un desastre y ni siquiera me había visto la cara, pero mi cabello se despertaba horrible siempre y esta camiseta enorme no me quedaba muy bien.
Demyan llevaba una camiseta blanca con algo de grasa y unos pantalones sueltos.
—¿Qué hacías escuchando? —pregunto en un tono molesto.
—Solo te estuve buscando y me caí, no escuché nada —mentí.
Él no hizo nada por comprobar si estaba bien o mínimo darme un pequeño besito de buenos días, después de todo yo estaba en su casa y era incómodo su trato actual. Soltó un suspiro y se marchó a la cochera, era lógico que tenía que seguirlo.
La caja de herramientas estaba dispersa en el suelo, él se agachó y comenzó a buscar algo.
—Demyan, ¿estás bien? — pregunté sentándome sobre una fría mesa.
—No, no estoy bien —se levantó—. Estoy ocupado, así que mejor vete a hacer algo por ahí, no quiero pensar.
Me quedé boquiabierta. Yo solo hice una pregunta.
—Eres un idiota —me levanté e intenté entrar en casa.
—Pues si quizás lo soy, ya te diste cuenta —soltó lanzando una herramienta—. Llevo diez años siendo un idiota.
—¿Y eso a mí que me importa? —me cruce de brazos—. Aprende a ser un imbécil con quien se lo merece, pero yo no merezco aguantarte más tonterías.
—¿Más? —sus ojos se abrieron—. Claro, para ti todo es un juego y una tontería, me dice que está enamorada de mí y luego duda de todo ¡Me tienes loco, Susan!
Me acerqué a él y lo apunté con mi dedo —A mí ni me culpes, ya tú estabas así de antes ¡Por supuesto que tengo que dudar! —si él grita yo lo hago más—. Dudo porque sé que estás enamorado de ella y sé que a mí no me darás una oportunidad, ni siquiera anoche lo hiciste.
—Porque yo…
Lo interrumpí —Me faltó nada para amarrarte a la cama, pero sabes que ya no sufras más, dejaré de molestar y me iré a hacer algo por ahí, quizás con alguien que sepa lo que quiere…
Me tomo del cuello y unió nuestros labios, el beso era torpe y rudo.
—Repítelo —ordeno con brusquedad.
—Sé un hombre libre, Demyan y olvídate de ella de una vez —lo empujé, él no se rendía.
Me levanto y me sentó sobre la mesa nuevamente —¡Eso no! Dime qué es lo que harás al salir de aquí.
Otro ataque de celos, esta vez no cedería.
—¿Te jode que te traten como segundo verdad? Así me haces tú siempre —mordí sus labios cuando intento besarme.
—Vuélveme loco, Susan, y no me lo voy a seguir pensando —se metió entre mis piernas y me obligó a besarlo.
No mentiré, sentí su lengua rozar mis labios y me derretí en sus brazos ¿Era una tonta? Sí, pero intenta tu resistirte a este rubio y te darás cuenta de que somos dos.
Me arranco la camisa, los botones saltaron por el suelo y sus manos apretaron mis pechos manchando mi piel de grasa. Tire del elástico de su pantalón suplicando que me hiciera suya ya mismo, pero él solo soltó un gruñido y siguió besándome.
—¿Quién está en tu mente? —pregunte logrando separarme de él.
Unió nuestras frentes —Solo tú, desde el puto día en el que casi haces que te atropellé.
Sonreí —Menos mal que no lo hiciste.
Metí mi mano en sus pantalones y lo toqué, él soltó un gemido y se movió contra mi palma.
—Tengo que decirte algo importante para mí —me informo —. Esto no es tan simple para mi morenita.
—No soy una niña Demyan —mordí el lóbulo de su oreja—. No me vas a espantar.
Él soltó otro gemido —Soy virgen y…
—¡¿Qué?! —puse mis manos en alto.
Su mirada se endureció —Soy virgen —repitió.
¡Él es virgen! Espero que ya se dieran cuenta mucho antes de que Demyan era virgen si un hombre de 35 virgen
Problema o bendición? Que dicen ustedes, déjame saber en comentarios
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