Mi primera cita #5
Capítulo 5
Mi primera cita
Susan
Va a ser verdad que de alguna forma yo era adictiva para los hombres ¿Qué tenían mis besos que habían embrujado a ese gigante de ojos dulces? No lo sabía, pero de algo estaba segura, no podía perder la oportunidad.
Estaba claro que no éramos nada compatibles, pero quizás él quería un poquito de emoción en su amargada vida, conmigo no le faltaría de eso estaba segura. En cambio, no sabía si yo podría ser capaz de soportarlo, no es que fuera malo, es que era demasiado bueno para mí. No usaba a chicos como él, yo no rompía corazones inocentes.
—No te dejes llevar por la cara de Santo —agrego Brandon—. Seguramente quiere sexo como todos.
Eso podría ser, me vio como algo fácil, impresión que solía dar, pero no era así. Me gustaba alguien e iba a por ello, no significaba que me regalará a cualquier hombre. Disfrutaba del sexo sin compromiso como cualquier hombre o mujer hacían, siempre y cuando la persona y la situación me parecieran adecuadas. Él me gustó desde él inició y no tanto eso, adoraba en el fondo desesperarlo, porque se molestaba muy rápido con cualquiera de mis tonterías.
—Quizás si o quizás le rompas el corazón a un pobre chico al que le gustas —lo defendió Mel.
Me sentía dividida con estos dos, por suerte Eros y Freddy estaban demasiado distraídos frente a la televisión.
Suspire —No sé qué hacer, fui impulsiva.
—Siempre —comento Eros.
El muy idiota estaba poniendo la oreja y la risita burlona de Freddy me confirmaba que él también.
—Nena que solo tienes que enamorarlo y casarte con él, en unos meses el mismo te estará pidiendo el divorcio —esa era la inocente idea de mi amigo.
—Sigo sin estar de acuerdo con esto —lo interrumpió Mel—. Quizás ninguno de los dos se llegue a enamorar y solo sea un buen rato que los termine beneficiando a su manera, pero que pasaría si uno de los dos se enamora y el matrimonio no es un juego.
—Susan es anti-amor —agrego Freddy—. Y en lo único que se beneficiará, él es de acostarse con una loca ninfómana.
Asentí —Eso es verdad, buen sexo tendrá.
—Yo si estoy de acuerdo, creo en el amor y en el drama —expuso Eros.
—Tú no tienes vela en este entierro, estás aquí para mirar y escuchar —le advertí.
Nunca en mi vida había conocido a un hombre con tantas esperanzas en el amor como las que tenía él. Parecía que Mel le había metido un poco de rosa en el cerebro. Justo por eso no quería enamorarme, te volvía idiota, además ya tenía prueba de que el amor no era para mí, así que no tenía nada que temer.
—Vale, escuchar, es mi pasatiempo favorito —respondió Eros.
Cómo decía, un poco tonto lo había vuelto el amor.
—Necesitas casarte en menos de seis meses, solo Eros y Mel harían algo así —menciono Freddy, algo burlón
—Él tiene razón, ni siquiera mis dos amiguitas serían capaces de embrujar a un hombre hasta hacer que se case —señale mis pechos, si ellas no podían nada lo haría.
—A ver qué tal vez ese chico solo quiere experimentar y pasar un buen rato, quizá no llegue a nada —Mel tenia razón.
Me estaba ahogando en un vaso de agua y esto tal vez no llegue ni a una segunda cita.
—Si no es con él, sé con alguien más, pero hay que hacer que la nena se quede —informo tajante Brandon.
—¿Están conscientes de que es un delito lo que planean hacer? —pregunto Freddy
Nos miramos —Sí —respondimos a la vez.
—Bueno —él se encogió de hombros—. Algún delito hay que cometer antes de morir.
—Ya yo robé un chicle, ya puedo morir en paz —murmuro Eros.
Suspire —¡Bueno ya! Que el ruso no se va a enamorar de mí, a él le gustan las mujeres refinadas y aburridas, lo vi con una chica y no teníamos nada que ver, yo bebo de la botella, no sé caminar en tacones y adoro el rock.
—Misión espía, nenas vámonos —ordeno Brandon.
—¿A dónde? —ni siquiera respondió, solo tiro de mí.
—¿Puedo ir? —pidió Eros—. Para no perderme nada.
—¡Tú no! — grité desde la puerta.
Eros tenía una vibra muy romántica y afectaría mi juicio.
—Es misión de nenas y dijiste que querías una tarde de hombres con Freddy —Mel le dio un tierno beso y yo sentí náuseas.
¿Así tendría que comportarme?
—¡Pero estás embarazada! —alego él, como si eso fuera de gran importa.
—¡Que tú no pesado! —repetí.
Brandon estaba decidido a continuar con esto y hacer que me ganará el corazón de ojitos dulces. Mel estaba segura de que no lo lograría y de ser así no saldría bien para ninguno de nosotros. Yo estaba confundida, por una parte, quería ser egoísta y solo preocuparme por mi actual situación, por otro lado, no quería lastimar a nadie. Si tan solo él fuera un poco más hijo de puta, no me lo pensaría dos veces, pero tenía toda la pinta de ser un alma noble e inocente, de esas a las que yo ni me acercaba.
Después de darle las indicaciones a Brandon, estacionamos frente a la clínica y esperamos…, por mucho tiempo.
—¿Segura que aquí trabaja? —pregunto Brandon algo adormilado.
—Que sí, es ginecólogo —repetí por milésima vez.
Mel le dio un sorbito ruidoso a su bebida —Tal vez no vino a trabajar.
—Que no, ahí está su coche con el que casi me pasa por encima —señale al coche gris, con pinta de costar más que mi casa.
—Vez encima, le vas a cobrar lo del accidente —se justificó Brandon.
El accidente había sido mi culpa por estar ebria y en el suelo, por suerte no paso a mayores.
—¡¿Es ese rubio?! —soltó Mel al verlo—. Dios mío.
Estaba saliendo con una pelirroja muy guapa y elegante. Él llevaba su bata blanca y un traje gris, muy similar a la primera vez que lo vi. Estaba riendo con ella.
—Está bueno el rubito —susurro Brandon bajándose sus gafas de sol.
Se estaba ocultando por nada a él, solo lo había visto una vez y no creía que lo pudiera recordar.
Sí que se veía muy atractivo, era de estos hombres, por lo que terminabas con el cuello roto con tal de seguir mirándolos andar ¿Saben a cuáles me refiero? Ojos intensos, sonrisa perfecta, mandíbula marcada y un cuerpo que visitaba el gimnasio casi a diario. Llevaba un toque masculino, de esos demasiado arreglados, pero con un toque tosco y rudo.
La pelirroja empezó a reír por algo que él le había susurrado al oído, era todo un coqueto, al parecer, con otras, pues conmigo nunca lo fue y no pude evitar preguntarme ¿Por qué carajos conmigo no era así? ¡Cabrón! Quizás no era una de esas estiradas, pero yo Susana Collins sacaba muchos suspiros y era muy…, agradable, no era la palabra correcta, era especial, una mujer sin comparación.
Estaba retorciendo mis manos mientras lo veía coquetear, qué equivocada estaba con él, era un pica flor como todos los hombres con los que salía. Teniendo una cita conmigo hoy y estaba coqueteando con esa pelirroja.
—¿Por qué estás roja? —pregunto Mel.
Suspire —Me acabo de dar cuenta que todos son iguales y saben que, mala experiencia o no, yo Susana Collins conquistaré a ese hombre.
Si lo decía en voz alta ya era un hecho.
Él abrió la puerta de su coche y tomo una bolsa de compras color arena, la pelirroja salto emocionada y se lanzó a sus brazos, él la abrazó gustoso.
—Ya te están poniendo los cuernos y sin empezar nena —murmuro Brandon.
Mordí el interior de mi mejilla —Pues le voy a dar una bonita cita.
La pelirroja se enganchó en su brazo y comenzaron a caminar hacia nosotros.
—Mierda —chillé.
Comenzamos a movernos sin control con la esperanza de escondernos, el jodido cinturón de seguridad no me dejó agacharme bien y quedé toda jorobada y adolorida.
—Ya paso —informo Mel.
—¿Y tú porque no te escondes? —pregunto Brandon también en una posición incómoda.
—No me conoce y estoy embarazada, no puedo hacer movimientos o mi bebé se estresa —se justificó ella que no había parado de comer durante todo el viaje.
Ni siquiera tenía una barriga grande y ya todo lo justificaba con su embarazo.
—Vámonos a casa, tengo que prepararme para mi cita.
—No quiero desanimar —ruidito de juguito—, pero si tiene novia y tú solo serás el calentón ya no nos sirve el hombre para la misión “cásate conmigo”
—¡Ah! ¿Por qué todos son así? —se quejó Brandon—. Buscaré a alguien, como si tengo que regalarle mi sueldo de un año para que se case contigo.
—Oigan, ese cabrón no va a tener ningún calentón, porque yo con papas casadas no duermo, solo le haré la cita un poquito intolerable —él quería jugar y yo lo hacía mucho mejor—. Soy la chica karma, con respecto a lo otro, ya veremos qué hacer.
Como decía mi mamá «me había cogido el culo con la puerta» qué buen pellizco debía de dar eso, pero la verdad es que yo iba pensando que Demyan era un tanto diferente al resto, tanto así que se me hacía incorrecto utilizarlo tal y como hacía con hombres un tanto…, hijos de puta, para no mentirles, se les salía por los poros. Resulta que Demyan era un egoísta como la mayoría, que solo pensaban en sí mismos, hacían promesas falsas y jugaba con los sentimientos de chicas tontas y enamoradas. Quizás pensó que yo también lo estaba, pero se equivoca, yo ya no soy como ellas, abrí mis ojitos después de mi primera caída en el amor.
En cuanto llegue a casa comencé a prepararme, debía estar hermosa para esta noche. Elegí un vestido rojo intenso, de tirantes que caían de una manera sensual sobre mis brazos, el escote de corazón, ajustado con una sexi abertura en la parte trasera. Acomode mis rizos alocados dándole un aspecto salvaje, la combinación de castaño con rojo oscuro le iba genial a mi vestido. Marque bien mis ojos para verme más interesante y aplique solo un brillo de labios.
Unos minutos después recibí un mensaje de él avisándome que ya estaba abajo.
Él estaba deseable, con un traje negro y unas bonitas rosas, que repito odiaba esas flores. Su mirada prácticamente me quemó, sabía que le gustaba por su manera de verme y humedecer sus labios.
—¿No dirás nada? —pregunté al llegar a su lado.
—Estás preciosa Susan —hablo él en un tono seguro, claramente estaba acostumbrado a esto.
Me había dicho que no era para nada un experto en esto, quizás era la primera vez que se atrevía a engañar a su novia, quizás era uno de estos casados que se quitaba el anillo lo que yo consideraba máxima traición, pobre chica.
—Aún se me hace extraño que me invitarás a salir —mencione mientras él conducía.
—Tú lo propusiste, ¿por qué vez raro que aceptará? —hablaba mirando a la carretera.
Su tono de voz no reflejaba muchas emociones, era como si ensayará de ante mano todo lo que tenía que decir y cada palabra suya salía perfecta sin una gota de emoción que pudiera delatar una mentira o algún temor.
—No lo sé, pensé que no te caí bien—le recordé.
—Creo que eres una chica interesante que solo le gusta molestarme, estoy consciente que tu numerito del restaurante era falso —me lanzó esa mirada de superioridad—, sé que no te enamoraste de mí.
—¿Por qué crees que no? —me acerque a él y coloqué mi mano sobre su hombro.
Él tragó en seco ¡Bingo! No era un hombre al que le gustará mucho el contacto físico, seguramente iba a lo que iba y odiaba que lo tocarán como yo lo estaba haciendo, se ponía nervioso.
—No pareces una mujer tonta —respondió él. Halagada—. ¿Por qué te enamorarías de mí?
—¿Y por qué crees entonces que estoy aquí? —susurre en su oído.
Él tensó sus hombros —Lo averiguaré.
Mordí mi labio —Tal vez tus besos fueron adictivos para mí —deje un beso en la comisura de sus labios antes de alejarme.
Él no dijo nada más, lo vi relajarse una vez que me alejé y note el enorme esfuerzo que hacía para no mirarme al menos hasta que llegamos al lugar.
—¿Que sitio es este? —pregunte al ver que se trataba de una fiesta.
No una fiesta divertida, iban gente pija, de esa que tenia una corbata de cada color y caminaba como si se les hubiese metido algo en él…
—Unos amigos me invitaron, tú eres mi acompañante —me interrumpió los pensamientos.
Baje del coche antes de que él se acercara a abrir mi puerta, cosa que note se le hacía molesto, yo no era de cristal y sabía abrir la puerta perfectamente. Lo tome del brazo y camine con él al interior del lugar, en cuanto entramos todos nos observaron con cierta sorpresa, pero las miradas no eran desagradable, nada como «¡Increíble! Mira a Demyan con una chica que no es su novia» con esto me di cuenta de que la situación había cambiado para mí, nadie le presentaba la amante a su círculo de amigos, eso solo facilitaría que te atraparán.
—¿Quién es esa chica tan guapa? —pregunto un moreno acercándose a nosotros.
Demyan forzó una sonrisa —Es Susana Collins, mi cita.
Estreche la mano del moreno y sonreí —Hola, un sitio muy encantador.
—Gracias Susana, me alegra que una chica tan guapa salga con este amargado —soltó una carcajada.
Me reí con él, pero me molestó su manera de burlarse de ojitos dulces. Solo yo le podía llamar así.
Rodee a Demyan por la cintura —Pues imagínate, encontré en él muchas cosas interesantes.
El moreno dejó de reír —Lo imagino, es un hombre muy…
—Perfecto —respondí por él.
Asintió —Una chica encantadora, nos vemos luego.
—No me digas que me trajiste a una fiesta de amigos para impresionar o algo así —pedí mirándole a esos ojitos dulces y traicioneros que tenía.
—De la universidad y no te traje para eso —mentiroso.
—Claro, haré como que te creo —le di un beso en la mejilla—. Pídeme un trago en compensación por esta desastrosa cita. Voy al baño, tengo que hacer el cuatro.
Me alejé de él paseándome por el lugar mientras buscaba el sanitario que por suerte encontré antes de que mi irá explotará. Entre en uno de los cubículos y escribí en el grupo que teníamos hecho, exclusivo para chismes y problemas.
«Me trajo a una fiesta de antiguos alumnos de la universidad, está claro que esa chica no es su novia» envié.
«Entonces tal vez si le gustes, aun así es raro que te lleve a eso en una primera cita» menciono Mel.
«Qué tío más raro, vale que no tenga novia, pero lógicamente te piensa usar para impresionar y luego serás el polvo de una noche, en cualquier caso disfruta nena» respondió Brandon.
Eso haría, disfrutaría de la noche, aunque no fuera ni de cerca el ambiente que a mí me gustaba. Volví con él, pero me mantuve lejos al encontrarlo con la pelirroja ¿Quién carajos era ella? Nada de tinte como yo, era pelirroja natural de esas a las que quemaban antes.
Le soltó una sonrisa y después de darle un beso en plan amigo se alejó ¿Una mejor amiga? Mi instinto me decía que no.
Volví a él, estaba sentado en un taburete con mi bebida.
—Gracias —ni siquiera tenía alcohol—. No me digas que no bebes.
—No bebo —respondió él.
Por alguna razón estaba amargado, ahora me imaginaba de que se trataba.
Me reí —No me digas que esa guapa pelirroja es tu ex y yo soy el motivo de sus posibles celos.
Él levantó la vista al fin —Es mi hermana.
¡¿Qué?! Miente.
—No se parecen mucho —señalé.
—Bueno, tal vez porque es en realidad mi hermanastra pequeña y solo nos criamos juntos —explico—. Se comprometió con uno de mis compañeros de la universidad.
—Me pones algo con alcohol, por favor —pedí mientras lo escuchaba hablar—. Cuéntame algo sobre ti.
—No hay mucho que contar —esa fue su simple respuesta.
Suspire —Si esta es tu idea de cita mejor me voy.
Intenté alejarme de él, pero me sostuvo de la mano, otra vez su tacto era frío y creo que ya lo iba entendiendo. En realidad era un poco tímido.
—Soy ginecólogo.
Alce una de mis cejas —Dime algo que no sepa —volví a él y esperé.
—Tengo treinta y cinco años —me informó.
Me ahogué con la bebida, eso no me lo esperaba.
—Quiero tu piel cuando cumpla mis treinta y cinco —dije entre risas, las personas nos miraban—. Yo tengo veinticinco.
Él soltó un suspiro —Debí preguntar eso antes.
—Te dan miedo las chicas jóvenes o es que no me quieres romper el corazón —raspe sus muslos con la punta de mis uñas.
Él tragó —¿Por qué querría hacer eso? Es porque soy algo mayor.
—Oh, qué miedo —me reí—. A mí se me hace más interesante, ahora dime la verdad ¿Por qué estoy aquí?
Él se estaba acostumbrando a mi cercanía, aunque de vez en cuando miraba a nuestro al rededor.
—Lamento traerte a una cita como está —fue su respuesta.
—Estás perdonado.
¡Bingo! Sus ojos fueron a parar a la pelirroja y me sentí incómoda, era mi instinto de mujer diciéndome que no era su simple hermanastra y que si lo era él tenía otros deseos ¿Dónde me he metido? Estaba claro de que no repetiría una cita con él, esta sería su única noche conmigo, aunque no sería diferente del resto, yo solo regalaba un momento y nada más.
—Es guapa —le dije al oído.
Él dejó de mirarla —¿Quién?
Me reí y me hice la tonta, no lo iba a torturar con algo que de seguro ya le molestaba bastante.
—¿Puedo preguntar también cuáles son tus intenciones? —insistió—. Cómo dije, no me creí lo del restaurante.
—Deberías.
Lo rodeé con mis brazos y me metí entre sus piernas para besarlo, esta vez él abrió los labios sin necesidad de que insistiera, pero nuevamente no hizo mucho. Yo misma tomé sus manos e hice que las colocará en mi cintura, me separé de él con un último besito y sonreí.
—Quizás nos llevamos fatal, pero tienes que admitir que nuestros besos son interesantes.
No iba a mentir, sí que lo eran, tenían algo, que de una manera extraña me pedía a gritos que lo hiciera mío, lo llevará al límite hasta convertirlo en la criatura salvaje que yo deseaba obtener de él. Tal vez esta noche lo logrará.
Claramente, él no era un santo, por lo que estaba disponible para mí.
Prometí un cap diario y ni la falta de sueño me lo impedirá.
Ahora respondo por aquí cositas que me han dejado en comentarios
¿Que días actualizo? De lunes a sábado bien tarde eso sí.
¿Demyan narrará? Si lo hará, pero paciencia
¿Cuál es tu Instagram? Esa no me la han hecho jeje pero sígueme en @paloma_ escritora.
Y si de paso quieres apoyar el libro déjame un voto y comentario. Gracias
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