Hola morena #18
Capítulo 18
Adiós y hola
Demyan
Ya no sabía qué estaba haciendo con Susan, me había dejado llevar por el momento, las risas y los buenos ratos hasta el punto de olvidar porque acepte en primer lugar salir con ella. Como un tonto quise entregarle todo, olvidarme por una vez de mi alrededor y concentrarme en ella, pero ella no es el tipo de mujer que se enamora perdidamente por unos tontos regalos y palabras bonitas, Verónica se había equivocado con ella y de ser así nada de esto tenía sentido.
Encima me había acostado con ella, era un imbécil tal y como lo fue mi padre. Fui impulsivo y le dije que la amaba.
¿La amo?
Llegué a casa, sintiéndome agotado y con el único objetivo de caer en mi cama y dormir, pero Verónica estaba sentada en mi salón, con una copa de champán y una mirada de superioridad. Estaba molesta conmigo, la había ignorado por un buen tiempo y aquí estaba buscando una respuesta. Necesitaba aclarar mi mente y ella no ayudaba.
—¿Dónde estabas? —pregunto sin siquiera mirarme.
Verónica había cambiado mucho desde la última vez que la vi, ahora era una mujer centrada en sus propias necesidades y objetivos, no se andaba con rodeos, ya que después de mucho tiempo sabía lo que quería y lo haría aunque pareciera imposible. En cambio, a mí la conciencia no me daba un respiro, me sentía agobiado con todas las mentiras y engaños.
No todo lo fue, por momentos me sentía demasiado bien con Susan y quería seguir con ella, justo eso era lo que más odiaba. Termine engañando a dos mujeres.
Tenía que dejar de pensar en ella y buscar otra opción.
—Estuve con Susan —respondí atravesando el salón para ir a servirme un poco de agua.
Ella me siguió —¿Cómo fue todo?
Suspire —No está funcionando, no creo que se case conmigo por mucho que lo intente.
—Puedo hacerlo yo y…
La interrumpí —Olvídalo, me prometiste que lo cancelarías y no has hecho nada.
—Mamá sigue insistiendo en vender la empresa —comento ella evadiendo el tema—. Si no haces algo rápido, la junta aceptará su decisión y podemos decirle a dios a todos los esfuerzos de tu padre —le dio un trago a su copa y suspiro—. Nuestro, lo sentía como mío también.
Incluso el agua me sabía mal, me apoyé en la encimera e intenté respirar ¿Por qué fui tan estúpido con Lilit? La entendía en cierto modo, yo arruiné la reputación de la familia y ella se había hecho cargo por mucho tiempo, pero la empresa no iba mal como para querer venderla.
—¿Por qué necesito casarme? —volví a preguntar—. Es ridículo.
Sentí su colonia dulzona, estaba cerca de mí y lo comprobé cuando acaricio mi espalda y me abrazo.
—Necesitamos un líder Demyan no un jugador enamorado —beso mi hombro—. Hazlo por tu padre y por mí, solo así mamá te dejará tomar tu lugar, quién sabe quizás hasta te defienda con la junta.
Verónica no tenía ningún derecho sobre la empresa, mi padre jamás la menciono en su testamento solo a mí y a Darían, sus hijos biológicos; sin embargo, de los tres ella era la que más madera de líder tenía, lo había demostrado, pero su madre era una mujer de normas y valores elevados que jamás le permitiría tomar un lugar que no le corresponde. Ella no era una hija biológica de mi padre.
Por desgracia Darían no estaba capacitado para llevar la empresa y a mí la junta no me aceptaría, los objetivos de Lilit para mí era mantenerme lejos y una vida tranquila, lejos de cualquier escándalo que me relaciones con la empresa o el precioso futuro de su querida hija.
Negué con la cabeza —Busca alguien más, ella es…
No sabía cómo describir a Susan en palabras. Me volvía locos sus cambios de parecer.
Ella se apartó de mí —Pensé que te gustaba ella, dijiste que era una casa fortunas.
Eso pensé, ahora no entendía nada.
—Se irá —le informé.
Ella asintió —Cuando la vi te lo dije, pero tú insististe en que ella era la ideal para fingir un matrimonio, incluso te volviste un estúpido.
Cuando conocí a Susan fue muy intensa conmigo, la primera impresión que daba es que sabía quién era yo y buscaba dinero. Después de un tiempo se comportó como una adolescente enamorada y por un momento lo creí.
Fui un imbécil, la engañe a ella y traicione a Verónica.
—Sigo insistiendo que Róber…
—¡Ya dije que no! —le advertí—. ¿Por qué quieres casarte con él?
—Por nosotros —se defendió ella—. Para que mi madre deje de apartarnos.
—¿Nosotros? —me reí.
Cuando volví ella ya estaba comprometida con él, llegué aquí buscándola en cuanto pude y creía que lo que habíamos sentido el uno por el otro permanecería intacto. Me lleva una sorpresa desagradable y sí, reconozco que use a Susan para darle celos. Luego ella apareció renovando lo que había sentido tiempo atrás y metiéndome ideas en la cabeza. No dejaba de atormentarme con todo esto.
—¿Lo amas? —fui directo.
Necesitas escuchar la verdad, porque me sentía mal con mi traición. Me había acostado con Susan y ya no entendía mis propios sentimientos.
—No, te amo a ti —confeso abrazándome—. Mi prometido se está tirando a su secretaria en este momento, él fue una decisión apresurada, pero estás aquí y haría lo que fuera…
Cerré mis ojos —Nuestra relación es imposible.
—Quizás para el resto, pero no me importa vivirla en secreto ni mentirle a todos con tal de estar contigo —beso mi cuello—. Me casaré con él de ser necesario, pero te necesito a ti Demyan, necesito sentir que me amas y que serás mío por primera vez.
—Me acosté con ella —confesé.
Lo peor es que no me sentí obligado, solo lo hice y se sintió bien. Me sentí en paz y seguro de la decisión que había tomado, porque el desorden de Susan me hacía olvidar mis propios problemas.
No espere que me abofeteara, pero era lo de menos.
—¡Eres igual que tu padre Demyan! —me grito—. Vienes diciendo que me amas, pero después me ignoras y te la tiras.
—Estoy cansado de esto Victoria —la aparte de mí—. No quiero utilizarla, la conozco y sé que tiene sentimientos.
Cuando me acerque a Susan jamás imaginé que cedería a este absurdo plan y la utilizaría. Fui ciego, olvide mis valores y lo hice. Le mentí descaradamente, confesando un sentimiento vacío como el amor, yo la quería, la apreciaba y le tenía cariño. La deseaba como un hombre, desea a una mujer como ella, me sentaba bien su compañía, pero nada más.
—¡Mira sus sentimientos! —me lanzó unos documentos que sacó con rapidez de su bolso—. La investigué.
Los revisé y sentí que la presión de mi cuerpo bajaba.
—Su visado está a punto de expirar, tiene los días contados en este país —explico Verónica—. Ella te está utilizando tanto como tú a ella. Todos tenemos un interés Demyan, incluso Robert se está asegurando un puesto en la junta si se casa conmigo, ¿crees que no lo sé? Pero yo no tiemblo con mis decisiones, al final todos sacan algo.
—Pensé que sentía algo…
Realmente lo sentí así. Creí que era una chica que había tenido una desilusión amorosa y solo por eso no se entregaba por completo. Estruje los documentos en mi mano.
Verónica se acercó a mí y peino mi cabello —Ella es tu mejor opción si no quieres que me case con Robert, no echaré esto a perder, uno de los dos iba a hacerlo y así es el amor, un sacrificio constante, sabíamos que sería así cuando lo decidimos.
—Podemos huir —le ofrecí uniendo mi frente con la suya—. A quien le importa la empresa.
Se apartó de mí —A mí, yo vi a tu padre y a mi madre esforzarse mucho por ella mientras tú perdías tu tiempo en las carreras y luego estos diez años…
—¡No podía hacer nada! —le grité.
Ni siquiera quería que lo mencionara.
Ella sonríe —Así eres Demyan, solo yo te conozco —acuno mis mejillas—. Sé que quieres cambiar las cosas y puedes hacerlo, no te rindas otra vez. Será mejor que te cases con ella ahora que no conoce quién eres realmente.
—¿Y que seas mi amante? —no quería ofrecerle solo eso.
—Con tu amor soy feliz —beso mis labios con delicadeza—. Hazlo, le harás un favor.
—Ella quiere irse —le informé—. Seguramente se cansó de usarme.
Ella rodó los ojos —Solo complícale la vida y vuélvete su héroe. Unos cuantos caprichos cumplidos y te verá como su mejor y única opción.
Cerré mis ojos —Puedes dejarme solo.
Suspiro —Bien, hablaremos.
Tome los documentos de Susan una vez sentí que la puerta principal se cerró y los lance hacia la pared. Me había mentido, por una vez había sido sincero, sentí la necesidad de tenerla porque estaba cómodo con ella, pero me había utilizado.
Verónica tenía razón y debía abrir los ojos, al final todos terminan aprovechándose. Nadie es sincero.
«Eres el motivo por el que despierto con una sonrisa.»
«Te amo Susan.»
¿Cómo pude ser tan estúpido? No estaba tan borracho, pero sí enfadado por la fiesta de compromiso. Susan era lo único que me mantenía cuerdo y le dije todas esas cosas al punto que olvide la razón por la que estaba con ella.
La quería para mí, de una manera peligrosa, pero ahora, ni siquiera en ella podía confiar
Llame a Lilit y coordine una reunión con la junta. Solucionaría las cosas con mis propios métodos.
Pase los próximos días enfocados en el trabajo, ignorando casi todas las llamadas de Verónica porque no me apetecía escucharla en estos momentos, sabía que aún no cancelaba su boda y esperaba que yo hiciera algo con respecto a Susan; sin embargo, no sabía qué decisión tomar.
¿Cómo me volvería un héroe para una mujer que se negaba a sentir amor hacia un hombre? Era una broma muy mala, una misión imposible.
Llamaron a la puerta de mi oficina en la clínica.
—Señor Ivanov —me hablo mi asistente.
—No tomes citas, por favor, no tengo cabeza para nada —le pedí.
—Sí, señor, pero un joven no para de insistir en verlo —explico la mujer.
—¿Quién es? —no había quedado con nadie para hoy.
—El abogado de Susana Collins —respondió ella.
¿Abogado? Al parecer esta historia tendría un giro dramático y no terminaría tan fácilmente.
Me recliné en el asiento —Que pase.
Tal vez si debí haberla hecho firmar esos documentos, quizás se arrepintió y me denunció o no sé, con Susan podía ser cualquier cosa. Me había esforzado mucho para no terminar buscándola, porque era un tonto que no dejaba de pensar en ella.
Victoria tenía razón, era igual a mi padre.
No sabía a qué venía esto, pero reconocía al hombre que había entrado a mi oficina, no como el abogado de Susan, sino como su mejor amigo. Era bueno con los nombres y también con las caras, recordar ese tipo de cosas era señal de respeto. Me levanté y ofrecí mi mano a modo de saludo.
—Brandon, ¿en qué te puedo ayudar? —él sonrió y se sentó frente a mí.
—Lamento venir así y presentarme como el abogado de Susi, no sabía que me reconocerías por mi nombre —era un hombre joven, pero educado.
Seguramente tendría la misma edad de Susan, solo que no sabía que era abogado.
—No pasa nada, ¿todo está bien con ella? —esperaba que sí.
Él retorció sus dedos —Bueno, ella se irá, hace unos minutos salió hacia el aeropuerto.
Me había dejado saber sus intenciones de dejar el país, pero no sabía que sería tan pronto. Quizás ya no encontró otras opciones y preferiría irse antes de ser deportada.
—Lo sé —respondí tranquilo o eso quería aparentar.
—¿Y no harás nada? —pregunto sorprendido.
—Ella tomó esa decisión, no soy el tipo de hombre que va corriendo detrás de las mujeres y menos cuando me han dejado en claro que no…
Él me interrumpió —Ni siquiera cuando dices amarla —no supe qué responder—. Mira olvídalo, ella tiene razón, el amor es una falsa, por hombres como tú Susan es así.
—¿Por mí? —no podía ser yo el culpable.
Seguramente su amigo desconocía sus intenciones verdaderas. Esa bonita sonrisa podía engañar a más de uno. Era una mujer encantadora, pero desesperante y mentirosa, yo no era menos que eso.
Al menos los dos nos rendimos con esta falsa.
—Porque no le enseñas lo que es amar, solo abandonar —respondió él.
—¿Y ella me ama? —ya sabía cuál era la respuesta.
—No he visto a Susan tan enamorada —su respuesta parecía sincera, pero sabía que no.
Quizás él también formaba parte de esta trampa mal hecha.
Me dejé caer en mi asiento —¿Cómo es Susan?
—Tú la deberías conocer —respondió él—. Pero es una buena persona que siempre piensa en todos.
Suspire —Si, seguramente.
—Es una pena que no lo vieras —dicho esto se levantó y se marchó.
Una gran pena. Quería decirle unas cuantas cosas, no me gustaba quedar como el malo cuando claramente estábamos parejos. Ella lo había dejado en claro, no existía el amor, solo una necesidad.
Y si, como el Ruso conflictivo que era, no me podía quedar así. Maneje en tiempo récord hasta el aeropuerto y nada más llegar me sentí como un idiota.
¿Que hacía aquí? Nadie se creería que llegue aquí solo para desahogarme con la mujer que tanto me desesperaba, era imposible que apareciera entre tantas personas. Ni siquiera el destino organizaría algo así.
—¡Joder! —la escuché gritar.
¡Maldición!
Tenía dos maletas y un café que se había derramado en su vestido de flores. Él destinó, era cruel.
Me acerqué a ella —¿Cuál es tu vuelo?
Levanto el rostro —¿Que carajos haces aquí?
Cruce mis brazos —Te ibas a ir sin despedirte, ya veo que fui muy poco en tu vida.
—¿Qué? Oye habíamos terminado —aclaro ella.
—Sí, ¿por qué terminamos Susan? Dime — esperé una respuesta.
—Demyan, ¿te encuentras bien? —pregunto mirándome con esos ojos de ciervo.
—No, no me encuentro bien Susana —me incliné hacia ella—. Porque ibas de enamorada, me volvías loco y ahora te vas, ¿por qué? Dime para no sentirme tan mal conmigo mismo.
Claramente en esta historia había dos villanos. Que me diga que me utilizo y todo estaba bien.
Me empujó —Porque te habías entregado demasiado y no quería hacerte daño.
—¿Qué? —no supe que más decir.
—Sí, me cuesta sentir como tú sientes y me da miedo —confeso—. Irme es lo mejor para no lastimarte.
La toma del brazo y la acerqué a mi cuerpo —Me convertiré en tu villano y en tu héroe.
Rodó los ojos —Necesitas terapia.
Me dio un empujón y se alejó de mí. Me reí cuando camino lejos con mucha confianza y decisión.
Termina lo que empezaste Susan, úsame y yo seré tu héroe.
Ella revisó su bolso, se notaba desesperada.
—¿Buscas esto? —le mostré su pasaporte.
Abrió los labios con sorpresa —¡Hijo de puta!
Susan me confundía con sus cambios, es como si por un segundo todo fuera perfecto, pero de la nada pusiera un escudo entre nosotros.
También estaban mis propios sentimientos, el pasado reteniéndome y el futuro susurrando a mi oído de una manera seductora. Ambos inestables, al igual que el amor.
«Es como caminar por la cuerda floja, por un lado, la muerte y, por otro lado, una meta.»
Camine hacia la salida con grandes zancadas, podía escucharla detrás de mí, pero por como iba de maletas no logro alcanzarme hasta que llegamos al coche.
—Demyan mi vuelo saldrá en treinta mínimos —me advirtió—. ¡Devuélvemelo!
Abrí la puerta del coche —Sube al coche, es un secuestro.
Hizo una mueca de fastidio —Por supuesto que no.
Se aprendía de todo un poco con las películas, pero estoy seguro de que el italiano mafioso se saltó la parte de avisar sobre sus intenciones.
—Solo lo pediré una vez más —le advertí.
Puso esa cara de «a mí tú no me mandas,» muy típica de ella.
—Mira rubio, me vuelves loca y no solo por ese cuerpo que escondes debajo de la corbata aburrida, en general tú me vuelves loca —confeso.
Sonreí como un bobo, ahí estaba la tontería que quería escuchar, la que me desarmaba y me confundía. No debía olvidar que estaba molesto con ella.
—Y tú a mí —respondí.
Se cruzó de brazos —Demyan, hago esto porque no tengo más remedió, sé que soy adictiva, pero olvídate de mí…, por tu bien.
La tomé del mentón y me acerqué a ella, podía sentir su respiración, golpear mis labios.
—¿Por qué te deseo tanto y a la vez te odió? — pregunté contra sus labios.
Ella rodó los ojos —Deja de ver películas.
—Susan, ¿me quieres aunque sea un poco? —pregunte.
No sé podía ser tan miserable. Yo tenía sentimientos por ella, la apreciaba, la quería, la deseaba, me alegraba mi amargada vida y me hacía olvidar los problemas. Ella mínimo debía sentir algo de eso conmigo o solo fue por un propósito.
—Demyan, yo… —no quería una explicación boba.
—Dime —exigí.
Relamió los labios y miro los míos, había un deseo genuino entre nosotros.
—Sí —respondió con un suspiro.
—¿Soy tan insoportable? — pregunté—. Te querías ir sin intentarlo.
Sin intentarlo una vez más por ella misma, por su vida, esa que tanto quería y que estaba en este lugar. Estaba claro que sus amigos no querían que se fuera.
Me miró a los ojos, adoraba el calor avellana de los suyos. Era el fuego devorándome y me volvía loco, debía centrarme. Porque un hombre no puede desear a dos mujeres, ese no era yo.
—Eres insoportable —confeso, pero sus manos acariciaron mi pecho—. Pero prefiero irme a joderte.
Mordí su labio —Me gusta tu respuesta, entra al coche.
Abrí la puerta para ella e hice que subiera, me miro con algo de curiosidad, quizás le extrañaba mi actual posición. Subí sus maletas, espere una queja por su parte, en treinta mínimos perdería si vuelo, no podría arrepentirse.
—¿Qué quieres? —pregunto ella al fin.
—Te necesito y tú a mí —confesé—. Creo que lo que sentimos es suficiente.
—¿Suficiente para qué? —pregunto cruzándose de brazos.
—Para que te quedes conmigo.
Les cumplí capitulo narrado por Demyan ¿A qué sabe mentir bien el rubio? No me odien ok ok ok
A partir de ahora el rubio narrará más obvio Susan también.
¿Les gusta de villano o de héroe? Llegó la hora de conocer a nuestro Demyan Ivanov como villano y héroe.
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Nos vemos el Lunes, estoy de vacaciones, las quiero
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