Fin #42
Capítulo 42
Este cap está narrado por Susan y Demyan, atentos a los cambios, por favor.
Susan
¿Cómo era posible que ocurriera tal cosa? Verónica no tenía ningún poder para vender la empresa por sí sola, ella no tenía derecho sobre este lugar o las acciones. Seguramente se trataba de algún tipo de engaño ¿Cómo era posible que esto estuviera sucediendo? ¿Quién más pudo ayudarla?
Me sentí fatigada y algo debilitada por un momento, intenté sentarme, pero incluso eso se hacía difícil, así que Lilit fue quien tomo mi brazo para ayudarme sentarme. Toque mi vientre sintiendo la intranquilidad que tenían esos dos ahí dentro.
—Susi, ¿te sientes bien? —Demyan se sentó a mi lado.
Tome aire —Es solo que..., creo que ellos también están enfadados.
Él tocó mi vientre —Tú no te preocupes.
¿Cómo no me iba a preocupar? Parecía que las cosas ya estaban fluyendo bien y ahora ocurría esto, mi único deseo era que mi marido pudiera salir de aquí y volver a nuestra vida tranquila, pero no deseaba que Darían se quedará con un lugar lleno de tantos problemas, por eso habíamos permanecido un tiempo más, con el objetivo de ayudarlo a remediar todo, pero este era un problema demasiado grave. No tenía experiencia en leyes, pero por la cara de Brandon sabía que era difícil la situación actual.
—¿Cómo es posible que la empresa esté vendida y a un precio tan ridículamente bajo? —soltó Darían agitado—. Nosotros somos los únicos...
—Bueno, la accionaria mayoritaria y directora de la empresa, los firmo hace unos meses y recién se ha empezado a tramitar todo —explico Brandon.
Todos miramos a Lilit, ella ocupaba ese puesto antes de Demyan y Darían. La mujer estaba muy sorprendida, no parecía tener ni idea de lo que se estaba hablando aquí.
—Yo jamás vendería la empresa —se defendió ella.
Demyan endureció sus rasgos, parecía que iba a explotar nuevamente, pero en presencia de su hermano y con su madre, debería controlar esos ataques de señor Todopoderoso chupa almas. Mi marido no pensaba mucho las cosas, tomaba decisiones sin medir consecuencias, apreté su mano y me quedé en silencio esperando que esta vez pensará con la cabeza.
—Tú querías hacerlo —le recordó él.
Ella estaba confundida, pero hablaba con firmeza y decisión.
—Estuve diez años pidiendo tu permiso, ¿por qué lo haría ahora? Pude hacerlo mientras estuviste en la cárcel —tenía lógica su respuesta—. Respetaba las decisiones de tu padre y él dejó todo en las manos de sus hijos.
—¿Cómo pudo pasar mamá? —la interrumpió Darían—. De alguna manera...
Tocaron a la puerta y Carlota entro apresurada con algunos documentos, los dejo en manos de Brandon y otra copia para Darían. Este palideció al leer el contenido, seguramente ahí estaba la respuesta de todo.
—¿Qué carajos? —soltó en voz baja.
—Es la copia —informo Brandon—. Está firmado por Darían y le cede todas sus acciones y dirección a Verónica, eso explica cómo logro hacerlo.
Eso era un giro dramático de los acontecimientos, es decir que Lilit no tuvo que ver con nada de eso.
—¡Yo jamás he visto esto en mi vida! Es un fraude —Darían estaba muy alterado.
Su madre intentó calmarlo, pero no había nada que se pudiera hacer para que él fuera razonable, tenía el mismo carácter de su hermano después de todo. Demyan no estaba muy diferente, su rostro estaba tan rojo que parecía que iba a explotar en cualquier momento.
—Es un fraude claramente, nada en ese documento ese legal —hablo mi marido—. ¿Qué puede hacer al respecto?
—Podríamos presentar una queja y denuncia, pero eso provocaría el cierre temporal de la empresa hasta que el juicio finalice y se tome una decisión —explico Brandon.
—¿Cuánto tiempo? —pregunté.
Él soltó un largo, suspiró —Podrían ser incluso años, aunque tengamos pruebas de la difamación causada por Verónica y el robo, no tenemos pruebas de que allá falsificado esto.
No teníamos años, mis bebés llegarían pronto y no los quería tener en un ambiente así, además que la empresa cerrara solo le causaría perdidas a la familia. Había que hacer algo más, ser más inteligentes que Verónica
—Ella aún no sabe que conocemos la existencia de esto —comencé a explicar—, seguramente nos quiere sorprender, pero tuvimos la suerte de enterarnos antes, debemos usar eso a nuestro favor.
—¿Cómo?
—Actuando por supuesto.
Demyan
Esto no iba a salir bien, Susana estaba loca. Había visto muchas películas y se había vuelto completamente loca ¿Cómo íbamos a atrapar a una mujer que nos había estado engañando por tanto tiempo? Somos su familia y ni siquiera nos dimos cuenta de cómo era en realidad. Era inteligente, se daría cuenta fácilmente de que está siendo engañada.
No tenía otra opción, no podía permitir que pasarán años, tenía que ser libre de todo esto cuánto antes.
La puerta de mi oficina se abrió, ella entró con una mirada orgullosa, iba elegante, quizás demasiado para tratarse de una simple reunió. Claramente, nos estaba intentando restregar su victoria por la cara.
—¿Qué quieres y porque no está el personal? —se quedó de brazos cruzados frente a mi escritorio.
Sonreí, había que aparentar calma —Felicitarte, lograste lo que querías.
Ella alzó una ceja y acomodó su postura —¿En serio? —sonrió—. Creo que aún no...
Le mostré unos documentos —Querías hundir la empresa, ahí lo tienes, estamos en bancarrota y tenemos tantas denuncias que nos vemos en la obligación de cerrar permanentemente.
—¿Qué? —reviso las falsas denuncias con apuro—. ¿Cómo es posible esta mierda?
Fingí sorpresa —¿No era tu objetivo? Querías hacerme perder solo porque no seguí con su juego y me quedé con Susana.
Me sentía estúpido hablando de esto otra vez.
Ella estrujó los documentos —¡Tienes que hacer algo o yo...! —no sabía cómo soltarlo.
Tú estarías en problema por vender una propiedad aparentemente funcional, pero que en realidad estaba cerrando por múltiples problemas legales. Eso era su máxima preocupación en este momento, sabía que si eso pasaba no solo nosotros caeríamos inevitablemente, quien acepto ese trato con ella la expondría.
—¿Tú? —me levanté y tomé mis cosas—. Tú ni siquiera trabajas aquí ya, por mi parte, tendré una rueda de prensa para informar de la situación y pedir perdón a los afectados.
—¡Demyan! —me detuvo—. Puedo ofrecerte una solución y no tendrías que hacer nada de eso.
Me crucé de brazos imitando su posición —¿Cuál? No creo que exista una solución para esto.
—El padre de Robert, él ha tenido interés de comprar la empresa —así que era él—. Tal vez si no decimos nada sobre la situación actual la podamos vender, solo mantén la boca cerrada.
—Nunca fue mi objetivo venderla...
—¡La perderás igual! —me interrumpió, estaba alterada.
Suspiré y miré al suelo con algo de vergüenza. Ya traigan el Óscar, por favor, esto estaba quedando ridículamente bien. No debí dudar de mi esposa.
—Tienes razón, pero no soy el único que toma decisiones aquí —le recordé—. Darían se ha puesto en plan superhéroe y se niega a abandonar la empresa..., no debí darle tantos derechos.
Ella me observó sorprendida —No lo hiciste, él no los tiene.
—¿Perdón?
—Me cedió las acciones, no hace mucho —me informo, aun así era capaz de mentir.
Solté una risa irónica —¿Estás jugando conmigo? Dime la verdad Verónica, ya que ambos estamos jodidos creo que un poco de sinceridad no nos vendría mal.
—Así debió ser desde el principio, empezaste a hacer cosas por tu cuenta y fastidiaste todo —empezó a pelear—. Sabía que podías llegar a abandonarme, así que me traspase todas las acciones de Darían por mi cuenta.
—¿Por tu cuenta? —lo hizo de manera ilegal, eso era lo que necesitaba escuchar.
—¿Qué más da? Fue costoso lograrlo, por eso la necesidad de mantener esos salarios fantasmas y dirigirlos a mi cuenta, además Darían permanecía lejos de cualquier dilema con la empresa, pero mi madre jamás le hubiese permitido darme las acciones por sí mismo —explico ella.
Había cometido varios delitos y lo decía con mucha naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo, un gran paso en su vida del que se sentía orgullosa. Había que reconocer que fue inteligente, nadie sospecho de nada, pero al final las mentiras salen por sí solas a la luz, ya tenía experiencia con eso.
Me apoyé en la mesa —¿Vender la empresa?
—No hay una mejor opción, además si Darían interviene solo se meterá en muchos problemas y no está en la condición de llevar una vida tan agitada —era en efecto una gran manipuladora.
Tome aire —¿Qué necesitas de mí?
Sonrió —Que por esta vez me dejes a mí actuar y no te involucres en nada más, ve y disfruta de tu mujercita embarazada —raspo mi mentón con sus uñas.
Sin duda alguna lo haría después de terminar contigo.
Sonreí —Me alegra que las cosas no cambiarán tanto entre nosotros —mentí—. Seguimos siendo buenos para apoyarnos.
Ella miró mis labios —Por supuesto y tú..., un mal mentiroso.
Me sentí aturdido después de que me golpearas en la cabeza con un cenicero de cristal. Ella tomó mi teléfono celular, el cual había escondido bien en el escritorio y salió corriendo. De cualquier manera, ella no lograría salir del edificio. Me incorporé aún aturdido y salí corriendo de la oficina.
—¿Dónde se fue? —grito Darían—. Tu cara.
Sentía la sangre rodar por mi mentón, me había dado un fuerte golpe.
—¿Tienes la grabación? —le pregunté limpiando la sangre de mi ojo.
—Sí, claro, todo quedó grabado en las cámaras.
Me sentía más aliviado. Cuando pasas mucho tiempo con una serpiente aprendes a tomar precauciones, son animales que suelen sorprenderte.
—Que no salga del edificio —ordene.
—Susan se encargó de eso —me informo mi hermano.
—¿Qué? —me detuve—. ¿Susan sigue aquí?
Le había pedido unas mil veces que regresará a casa ¿Por qué simplemente no escucha cuando hablo?
—Calma, está con Brandon —me tranquilizó mi hermano—. No puedo creer que te golpeó.
Limpie un poco de la sangre con el dorso de mi mano y salí corriendo en busca de mi esposa. Conocía a Susan, a veces era demasiado confiada y olvidaba por completo que estaba embarazada, ella tomaba riesgos como si nada. Llegué a la oficina que habíamos preparado para tener vigilancia de algunas áreas del edificio, todo para asegurarnos de que Verónica no escapará.
Carlota estaba junto a Brandon muy atenta a las grabaciones.
—¿Dónde está mi esposa? —pregunte agitado al no verla con ellos.
—Tranquilo, la estamos viendo —respondió Brandon—. Fue a por un batido.
Mire a la cámara, estaba caminando de regreso con su batido moviendo las caderas como si fuera la mujer más feliz del mundo. Brandon me observo y palideció al ver la sangre en mi cara.
—Diablos, si te pego fuerte —soltó pasándome un pañuelo.
—Carlota filtra toda la información que tenemos y llama a la policía —pidió Darían.
—¿Estás seguro de eso? —era su hermana después de todo.
Asintió —Ella no se va a detenerse tan fácilmente, si la queremos lejos debemos hacerlo.
Bueno, este era el final. Me senté y presioné la herida concentrado en cada movimiento de la mujer que tanto amaba mientras esperaba el ascensor, me reí al verla desesperarse por la espera y presionar el botón como loca.
Debía ponerme de rodillas y agradecerle por haber cambiado tanto mi vida. Hubiese soportado mejor esos diez años, si al final me hubieran dicho que ella me encontraría o mejor dicho se atravesaría en mi camino y fue el mejor día de mi vida, bueno dejando el romance a un lado, no fue un buen día para mí, pero valió la pena.
—La encontré —soltó Brandon—. Los de seguridad aún no la tienen, se dirige al cuarto de seguridad, deberíamos informar.
—Yo lo hago —se ofreció Darían.
—¿Por qué se dirige ahí? El personal no se encuentra y no hay otra salida —menciono Carlota.
Tenía razón, ella se conoce demasiado bien este lugar, porque se encerraría ¿Qué trama la víbora?
—¡Mierda!
Las cámaras se apagaron y toda la energía del edificio. Donde estábamos no veíamos nada, así que tuvimos que salir a por un poco de claridad.
—Maldición, de algún modo sabía que la vigilamos —soltó Brandon también alterado.
Mi esposa —¡Susana!
Salí corriendo en busca del ascensor al que ella había entrado, ni siquiera tenía forma de saber en qué piso se encontraba actualmente. Golpee las puertas y grite su nombre con la esperanza de que respondiera, ni siquiera escuchaba nada por mucho que lo intentará. Seguramente estaba aterrada y temblando de miedo.
Brandon respondió a su teléfono celular —Oye que me he quedado atascada.
—Susan — tomé el teléfono—. ¿Estás bien?
—Sí, ¿por qué estás tan alterado? —pregunto algo confundida, se escuchaba mal—. ¿Lo conseguiste?
—Sí, creo —me sentía más tranquilo.
—Genial, mañana te ganas un Oscar por eso —respondió burlona.
Uno del personal de seguridad se acercó a nosotros —Ya están solucionados el problema electrónico, pero la señorita Verónica ya logro salir del edificio.
—¡Maldición! —tome aire y me centre en lo más importante—. No importa ahora, saquen a mi esposa de ahí.
Volvió a funcionar todo, pero el ascensor no se movía. Presioné el botón por si era alguna falla ligera, pero no funcionaba nada.
—Susan has algo por dentro —le pedí.
—Oh —se quejó ella.
Fue un quejido de dolor, algo le había pasado. Últimamente, se sentía incómoda con el embarazo y tanto estrés la tenía saturada.
—¿Qué sucede? —todos estábamos al tanto.
No sé escuchaba nada, la llamaba, había finalizado y por más que intentará volver a llamar era imposible, solo se escuchaba un ruido raro. Mis bebés, me estaba dando un infarto y no sabía qué hacer. Susan tendría una solución para todo.
—El ascensor está entre el piso siete y ocho —informo alguien más.
—¿Y qué carajos significa eso? — grité aterrado.
—Aunque abramos la puerta no podremos sacar a la señora Ivanov, pero pediré que venga un profesional y arregle esto —me informo.
—¿Cuánto tarda? —pregunto mi hermano.
—Lo llamaré cuánto antes.
—¡Hazlo ya!
—Demyan cálmate, tenemos que pensar en una solución —hablo mi hermano.
¿Cómo quería que me relajara? Yo estaba afuera, pero sentía la misma presión en el pecho como si fuera yo quien se encontrará encerrado en ese ascensor. No podía dejar de pensar en ello y me estaba dando un ataque de pánico que no era nada útil ahora, no podía esperar, necesitaba una solución.
¿Por qué mi cerebro reproducía escenas terroríficas? Eso tampoco ayudaba en nada.
—Una palanca, busquen una ahora —ordene.
Sin duda alguna les estaba transmitiendo mis miedos y preocupaciones al resto. En menos de cinco minutos ya teníamos una palanca, la coloqué entre las puertas y comencé a empujar con fuerza, por mucho que lo hiciera no se abría.
—Señor... —intento hablar Carlota.
—Brandon, ayúdame —pedí rojo por la fuerza que hacía.
Brandon se remangó la camisa y comenzó a empujar conmigo, ¿qué tenía esto?
—Creo que deberían...
—Yo voy —Darían se unió a empujar.
—Permiso —Carlota nos detuvo—. Todo tiene un truco.
Coloco la palanca más arriba y le dio un fuerte golpe con el que consiguió abrir la puerta, ni siquiera se esforzó tanto como nosotros lo hicimos.
—Krasivaya i umnaya —«guapa e inteligente» hablo mi hermano.
Ahí estaba, baje un poco más de un escalón, no era una distancia grande y aun así no podíamos sacarla con normalidad. Al caer hizo un ruido horrible y ella soltó un grito desde adentro.
—Ya voy cariño —le grité.
—¡¿Demyan?!
Oh dios, aquí era oscuro y pequeño, lleno de cosas y sucio. Tome aire y con la palanca intenté abrir por arriba, lo hice bien y me sentí más calmado cuando la vi en una esquina con los brazos cruzados y una mala cara. Me lance y la abrace.
—¿Qué tienes? —revise su vientre, estaba mojada—. ¡¿Qué paso?!
Suspiró —Me lancé el batido encima —respondió muy tranquila—. Luego se cortó la comunicación ¡¿A ti que te pasó en la cara?!
Olía a fresas, pero ella estaba bien, no había pasado nada malo con los bebés. Mire a mi alrededor sintiendo nuevamente la presión en el pecho.
—Oh mierda —me apoyé de una pared.
—¿Pensabas sacarme por arriba? —pregunto asombrada—. Estoy panzona, no sé cómo esperabas hacer eso.
—Susan —aflojé mi corbata.
—Oh, ayuda a mi marido, le da un infarto —grito volviendo a apretar los botones.
—¡Ya vamos! —se escuchó a Brandon gritar.
Me senté en el suelo y ella me siguió, el olor a fresas me hacía sentir mal, era culpa de la ansiedad. Las paredes me estaban aplastando y la luz era demasiado intensa, así que tuve que cerrar mis ojos e intentar pasar algo de aire. Me sentía con el agua al cuello y solo ahora examinando la situación me di cuenta de que había sido muy estúpido e impulsivo. Ella tomó mi mano y la coloco en su vientre, abrí mis ojos cuando sentí los movimientos de mis hijos dentro de ella.
Acaricio mi cabello y me beso —Ellos están muy bien, no se enteran de nada, ¿no te tranquiliza eso?
Asentí —Mucho.
—A mí también y ahora cuando salgamos de aquí olvidáramos todo lo que nos da miedo —pidió ella.
—Tengo demasiados miedos Susi —confesé.
Sonrió —Te acabas de meter por él, techó de un ascensor, eso solo lo he visto en películas Demyan.
Me reí —No sé cómo haces, pero al final siempre me terminas salvando tú.
—Lo sé, es que soy un vicio inevitable —me recordó.
Las paredes dejaron de volverse un tormento, ya no sentía que nada me aplastaba, la luz solo me ayudaba ver mejor a mi esposa y el silencio a concentrarme en el movimiento de mis bebés. No tenía miedo, habían dejado caer a un ángel frente a mí, ella me había perdonado todo y ya no tenía que sentir culpa o miedo, porque nada volvería a pasar.
—Te amo Susana Collins.
Susan
Dos meses después.
Definitivamente, uno no puede escapar de sus propios errores y las mentiras llevaban flotadores, eran imposibles de hundir. Mire los titulares, sintiéndome orgullosa de mis dos rubios gigantes, por un lado, no había ni una sola noticia de Demyan, había vuelto a su vida como ginecólogo y padre de tres gatos. Darían era noticia en estos momentos y una figura admirable para muchas personas que se enteraban de que era el nuevo dueño de la cadena. Aunque todo iba bien, también había mucho que sanar, Lilit había vuelto a Moscú, un tiempo lejos para pensar era lo único que había pedido después de que Verónica fuera arrestada con su marido intentando salir del país, resulta que no solo estaban intentando arruinar la propia empresa donde trabajaban y tenían unos cuantos cargos importantes que los mantendrían un tiempo ocupados.
Mis padres no habían vuelto a llamar, ni siquiera lo intentaron, pero yo no estaba sola y estaba segura de que tenía a la mejor familia del mundo.
Tome la mano de Mel y la anime a entrar en otra tienda. Mamis embarazadas de compras, esto era un vicio. Había miles de cositas para bebés y yo las quería todas.
—¿No te preocupa el parto? —le pregunté.
Ese era uno de mis grandes temores porque yo tenía que sacar dos y me alegraba que a ella le tocará primero. Experimentar y aprender de otros se me daba bien, eso o terminaría más asustada.
Ella rodó los ojos —Claro que no, nuestros cuerpos están preparados para dar a luz es un proceso lindo y natural.
Tome unos gorritos con orejas de gato —Ya, es que solo de pensar que se me abrirá la vagina y por ahí pasarán dos cabezas... Ay, me da escalofríos y te imaginas cómo nos va a quedar eso ahí abajo después.
—Oh, mierda —soltó ella.
—Exactamente, no lo habría dicho mejor.
—¡Susan! —grito.
Me giré, se estaba sujetando la falda y había un charco de líquido debajo de ella.
La miré mal —¿Te hiciste pipí Mel?
Muchas veces me había hecho pipi desde que estaba embarazada, Demyan había despertado un par de veces pegando gritos por eso, pero jamás en público.
—Acabo de romper la fuente —chillo ella.
—Ay no —me cubrí la boca—. ¡Llamen una ambulancia, mi amiga está de parto!
¿Por qué me pasaban estás cosas a mí? No sabía que hacer mientras ella estaba enseñándole la vagina a todo el mundo en el hospital y pujando como una demente. Por dios, así me pasaría a mí.
Sentía que todo estaba pasando demasiado rápido y lo cierto es que sí, después de unos minutos de llegar al hospital ya se encontraba en trabajo de parto. Todos la animaban y felicitaban. Llame a Eros porque él debía estar aquí, no yo.
—Vamos, puje —le pidieron.
Ella lo hizo apretando mi mano al punto de dejarme sin circulación —¡Ah! Sáquelo ya...
Limpie su frente —Mel, cálmate, recuerda lo que dijiste en...
—¡Olvida lo que dije! —me grito.
—Ya estoy aquí —entro un agitado Eros—. Mi amor.
Tomo su otra mano y la beso.
—Suéltame, tú hiciste esto —lloro ella.
—Dios, cuánta agresividad en un momento natural y bonito —no entendía nada.
—Morenita, ¿estás bien? —entro Demyan.
—¿Sí? —solo sabía que no sabía nada.
—Señores, no puede haber tantas personas...
—¡Ah! —Mel interrumpió al doctor con su grito—. Demyan has algo.
Todos miramos a Demyan cosa que lo puso nervioso.
—¿Yo? —se señaló a su mismo.
Me encogí de hombros —Espero que seas más productivo en un futuro.
—Uno más...
Mel se puso roja, apretó mi mano y la de su marido, tenso todo su cuerpo soltando un fuerte gruñido. Escuchamos un llanto y todo se detuvo incluso para mí, sentí un extraño escalofrío cuando vi al bebé y ninguno de nosotros pudo evitar sonreír.
—Es una niña —nos informaron.
Eros sonrió, tocó a su bebé después de que la dejaron en el pecho de su madre, no dejaba de llorar, tenía mucha fuerza.
—Hola, Roma —la llamo él.
Demyan me rodeo con su brazo y beso mi mejilla —Pronto diremos hola también.
Todo el miedo que había en el rostro de Mel se había ido, ahora era muy feliz con su bebé en brazos y ya no me preocupaba por nada más, quería que pasara todo y poder tener a mis bebés llorando fuerte sobre mí.
—Ya estamos aquí —entro Brandon con Freddy.
—Oigan, por favor, solo la familia.
Freddy suspiró —Es una larga historia, pero esta es la familia.
Y es una historia que al parecer no tendrá fin.
Fin.
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