Al sofá #22

Capítulo 22

Al sofá

Susan

Yo no era la mujer más romántica del mundo, pero era consciente que la mayoría de mis planes solían ser los más divertidos del mundo. Ya lo decían mis amigos, para divertirse siempre hay que llevar a una loca y yo era eso.

Desperté decidida a darle un maravilloso día a este hermoso hombre que me había regalado los mejores orgasmos de mi vida. Se lo merecía. Después de dejarlo dormir toda la mañana hice un enorme desastre en la cocina para quemar su desayuno que por razones lógicas tire a la basura y tome un poco de todo lo que pensé que le podría gustar y ya estaba hecho.

Pase toda esa mañana planeando una divertida cita, no una en la que tendría que aparentar y usar un traje, quería que se divirtiera como nunca. Porque sí, incluso yo sabía que el sexo no era todo, había muchas más cosas que se podía compartir con otra persona.

Eso sí, me había dado cuenta de que Demyan no toleraba muy bien las sorpresas. Su nivel de ansiedad había subido niveles críticos y mientras yo llevaba unos pantalones acampanados y sudadera, él se había cambiado tres veces de ropa.

Apareció nuevamente en la cocina, esta vez con un polo azul cielo, pantalones beige y zapatos blancos, aunque en su mano tenía una bonita camisa gris.

—¿Qué opinas? —preguntó.

—Demasiado elegante —dije por milésima vez.

Él soltó un largo suspiro y coloco sus manos como jarra en las caderas—. Si me dices a dónde me llevarás sería mucho más fácil Susana.

Ya estaba diciendo mi nombre completo, al perecer si estaba demasiado ansioso.

—Mírame —abrí mis brazos—. Solo usa lo que yo.

Me miro de arriba abajo —No estoy acostumbrado a usar sudadera.

—¡Ponte una sudadera y ya está, Demyan! —dos horas esperando a que estuviera listo fue demasiado para mí.

—¡Bien! —subió dando fuertes pasos—. Pero no me grites.

Era peor que una mujer. Unos treinta minutos más en los que me acabe una cerveza y él bajo vestido con una sudadera negra y los mismos pantalones ¡Al fin!

Tome su mano —Ya vámonos, me muero de hambre.

Manejamos hacia el delicioso sitio que moría por volver a visitar solo por esa jugosa carne y cerveza oscura. Nada más llegar atravesé el lugar y me senté en el mismo sitio que por suerte estaba vacío, esta vez había un poco más de personas disfrutando de la comida Rusa.

—Dem'yan, i zdes' — «Demyan, otra vez por aquí.»

Me levanté rápidamente para saludar, lo había ensayado a la perfección.

—Privet, kak dela? —hable en Ruso, así es.

«Hola, ¿cómo está?»

Me había ensayado esas tontas palabras casi todo el día. Demyan me miro sorprendido, mostró una sonrisa de aprobación y su amigo también.

—Ochen' khorosho, ya rad, chto ty zdes', mogu li ya dat' tebe to zhe samoye? —hablo el hombre demasiado rápido y fluido.

«Muy bien, me alegra que estés aquí, ¿les pongo lo mismo?»

No importaba, aunque lo dijera despacio, yo no iba a entender nada, era muy difícil y no tenía similitud con cualquier otro idioma que conociera y es que yo malamente hablaba español.

Ambos me miraron, lógicamente, a la espera de una respuesta, pero ya la función de la latina hablando Ruso había terminado.

Me encogí de hombros y tomé la mano de Demyan para darle un apretón.

—Solo me aprendí eso —dije con una enorme sonrisa.

Él soltó una carcajada —Da, my khotim togo zhe.

«Sí, vamos a querer lo mismo.»

Nos volvimos a sentar y yo no podía estar más emocionada, la comida hacía feliz a cualquiera.

—Me sorprendió que hablaras Ruso —menciono él acomodando un mechón de mi cabello—. Y también me encantó.

Sonreí —Es horrible y no puedo lograr tu acento.

Volvió a reír —¿Tal vez porque no eres Rusa?

Al principio su acento me había hecho gracia, ahora incluso lo veía atractivo. Me miró con esos ojitos dulces y mostró una linda sonrisa.

—¿Qué? —me apoye en mis codos y me incline hacia él.

—Nadie se ha esforzado tanto por mí —confeso él acercándose para darme un pequeño beso.

Pellizque su mejilla —Sí, y aún no terminamos.

Él asintió —Me va gustando la cita, ¿qué tendré que hacer para que todas sean así?

Mordí mis labios —Sabes qué.

Por muy espontánea que fuera sabía dónde estábamos, pero con nuestra sonrisa tonta y miradas calientes que decían mucho más de lo que se pudiera decir con palabras, ambos sabíamos a la perfección de que se trataba.

Este hombre ya de virgen no tenía ni un pelo.

Hablar con Demyan era fácil, porque en esta relación yo hablaba y él asentía, escuchaba y reía, así de fácil. No lo niego, pasar tiempo con él me desconectaba del resto del mundo.

Había olvidado mis problemas, ignore las llamadas de mis padres y le pedí a mis amigos un tiempo, porque no es que no los amara ¡Los adoro! Solo que a veces se necesita paz o sentarme con un rubio de dos metros a tomar cerveza negra, era casi lo mismo.

El término, su plato y su cerveza rápidamente mientras yo iba de sorbito en sorbito intentando que no se me subiera a la cabeza.

—Y bien, ¿de aquí a dónde vamos? —pregunto, estaba muy curioso.

Solté un jadeo después de terminar mi cerveza, era muy fuerte y ya sentía mis mejillas arder.

—Ya te dije que es sorpresa —repetí por milésima vez—, pero espero que te guste.

Él sintió —Me gustará —le dio un bocado a mi carne.

—¡Oye! —lo regañé.

Con la comida no se jugaba así.

—La tuya está mejor, se nota que el chef ya tiene favorita —respondió burlón.

Demyan no era el hombre amargado que me dejó ver al principio, solo necesitaba tiempo. Después de la deliciosa cena que necesitaba y de rogarle que me dejara conducir a mí, lo lleve a una zona bastante lejana de la ciudad. Pero a medida que avanzamos ya se podía escuchar el rugir de los coches, las barras improvisadas y la multitud alrededor de cada coche apostando por los mejores. Demyan miraba todo esto con demasiada seriedad.

—¿Carrera de coches? —pregunto sin siquiera mirarme.

—¡Sí! —chillé emocionada—. Cotilleaba en tu casa y descubrí que eres un gran fan de las carreras de coche.

Él alzó una ceja —Son ilegales.

Me encogí de hombros —Si bueno, las mejores lo son.

Estacione el coche a un lado de un Corvette rojo que estaba para morirse de la envidia. Si me aparecía aquí con mi escarabajo lila me harían bullying, yo misma me lo haría. Aun así extrañaba mi coche.

—Susan viniste —me saludo Richard.

Le di un fuerte abrazo a mi amigo —¡Por supuesto! Te dije que algún día vendría.

Me giré para encontrar a Demyan sentado en el capo de su coche, con los brazos cruzados y una mirada de come almas.

—Él es… —intente presentarlo, pero me interrumpió.

—Su novio —estrecho con rudeza la mano de Richard.

Richard me miró muy sorprendido —Vaya, noto cambios en ti.

Me reí nerviosa, había rechazado a Richard hace dos años porque no quería ninguna relación formal, pero él lo había entendido bien, se convirtió en un romance corto y pasajero, pero llegó a ser un buen amigo con el que trataba muy de vez en cuando.

Solté una risita nerviosa —Richard, él es Demyan.

—Espero puedan verme correr y disfruten de esto, por lo general siempre es tranquilo —le informo a Demyan.

—¿Corres? —pregunto mi rubio con un tono frío.

Richard señaló el Corvette —Sí, lo hago muy a menudo.

Se sentía la incomodidad en el aire, nadie dijo más nada después de que Demyan le lanzará una mirada arrogante y algo molesta al coche, con un asentimiento frío, quitándole todo tipo de importancia a lo que acababa de decir Richard. Muy, muy incómodo y yo seguía colgada de su brazo en espera de que alguien acabará con el silencio.

—Bien, será mejor que me prepare —Richard decidió rendirse.

Quizás no había sido bueno traerlo aquí. Tome su mano y le di un apretón para aliviar la tensión.

—Podemos buscar algunas bebidas y un sitio para ver las carreras —sugerí.

—¿Estamos aquí por él o por las carreras? —estaba tenso.

Suspire —Por las carreras Demyan, Richard es un amigo…

—¿De qué clase? —se cruzó de brazos.

—Y eso a ti que te importa —imite su posición—. ¿Puedes dejar tus celos tontos y disfrutar de este sitio?

Se acercó mucho a mí, casi al rozar sus labios —Estaremos menos de una hora, quédate aquí iré a buscar algo de beber que no tenga alcohol.

Dudo que pudiera encontrarlo en un sitio como este. Ya estaba cayendo la noche y él no quería seguir disfrutando. La cita había sido una perdida de tiempo, hubiese sido mejor quedarse en casa.

—¡Susan! —me llamo Richard—. ¿Quieres probar a esta maravilla en la pista e impresionar a tu novio?

Me encogí de hombres —Vale.

No estaba de ánimos, él me los la ha triturado, pero siempre había querido conducir un coche como estos. Subí al Corvette y bajo las indicaciones que me había dado Richard previamente entre a la pista. Mi corazón latía mucho a pesar de que solo se trataba de una vuelta tonta y no había más competidores, esta cosa rugía con fuerza.

—Pisa sin miedo, no hay peligro —me informo Richard antes de alejarse del coche.

Me removí emocionada en el asiento, mientras buscaba a Demyan con la mirada, no lo encontraba, pero la mayoría me estaba observando, así que él también lo haría.

Tome aire y acelere a fondo, las gomas derramaron un poco sobre la tierra suave, era una pista improvisada, llena de baches y curvas, lo cual lo hacía más divertido.

—¡¿Por qué no hice esto antes?! —grite emocionada, doblando en una curva.

Lo hacía demasiado bien y mi ánimo iba me aumento. Mire por el retrovisor para encontrar al coche de Demyan pisándome las ruedas, porque talones esto no tenía.

Me reí —Carrerita.

Acelere aún más y él hizo lo mismo, no parecía tener intención de adelantarme y lo hacía muy bien. Tomaba cada curva y esquivaba cada bache como un profesional, yo, en cambio, estaba saltando como loca aquí dentro. Él tocó el claxon varias veces, al frente había una curva bastante interesante. La intenté tomar, pero el coche derrapó demasiado.

—¡Mierda! —tenía el corazón en la garganta.

A pesar de que el coche derrapó y levanto polvo de manera exagerada, me había logrado detener.

Baje del coche emocionada —¿Viste eso?

En segundos ya lo tenía a mi lado, me tomo del brazo y me llevo a su coche.

—¡Sube al coche! —me ordeno.

—¡Oye! ¿Por qué me gritas? —me solté de su agarre.

—No puedes hacer ese tipo de cosas Susan, pudiste matarte —me seguía gritando.

Respira, cuenta y no lo mates.

—No soy estúpida, Richard me dijo que era seguro —le informe.

—¡Richard es imbécil! Pudiste volcarte —me volvió a tomar para meterme en el coche.

—¡No pasó! —lo empujé—. Estás exagerando.

—Susi —llego Richard con unos amigos—. Están locos y eso estuvo increíble.

—¡¿Increíble?! —soltó Demyan—. Casi haces que se mate, a la velocidad que iba era imposible que sobreviviera a esa curva con un coche como ese.

Intenté detenerlo, porque no dejaba de acercarse a Richard y este lo miraba con cierta prepotencia.

—Ella puede hacer lo que le dé la gana —le informo Richard—. Tienes suerte de que ella se fije en alguien como tú, no tienes que estar con él, pelirroja, yo soy más divertido…

Demyan ya le había dado un fuerte puñetazo en la cara, el rubio no se la pensaba dos veces.

—¡Ya basta! —lo alejé de Richard.

Con suerte este que debía estar muy fumado solo se reía y se limpiaba la sangre del labio. Sus amigos claramente no querían problemas, habían preferido mantenerse al margen y lo agradecía. Odiaba las peleas entre hombres, eran como animales.

Demyan abrió la puerta de su coche para mí —Entra.

Me crucé de brazos y después de retarlo con la mirada por unos segundos subí al coche, no quería más problemas y ya lo mejor era que nos fuéramos de aquí.

Llegamos a casa, en total silencio, ninguno de los dos dijo nada en todo el camino, pero solo fue entrar a la casa y él ya estaba listo para seguir con la discusión.

—¿En qué estabas pensando?

Rodé los ojos y seguí caminando, lo iba a ignorar hasta que aprendiera a hablarme sin gritar. Hacerme la sorda me salía muy bien. Me siguió escaleras arriba hacia la habitación.

—Cuando te vi en ese puto coche casi me da algo, Susan —continuo quejándose—, y ese imbécil, ahora mismo me dices que relación tuviste con él.

Me gire —Me lo tire, ¿entendido?

Él apretó sus labios —¿Por qué me llevaste ahí? Si querías verlo pudiste ir sola.

Mira en lo que estaba pensando, el muy imbécil.

Entre al baño y comencé a desnudarme, necesitaba una ducha.

—¡Te estoy hablando! —me grito.

—¡Pensé que te gustaban las carreras! —lo empuje fuera del baño—. Largo, me quiero duchar.

Él salió refunfuñando y cerro la puerta con un fuerte golpe. Estaba alterada y solo quería matarlo por ser un imbécil, pero preferí darme una muy larga ducha y esperar a que sus aires de novio celoso se calmaran. Hasta yo entendía que con la cabeza caliente se terminaban diciendo cosas horribles y ya él lo había hecho. Salí del baño y lo vi sentado en la cama, tenía el cabello húmedo y una toalla en su cadera, por lo que entendí que también se había refrescado abajo.

Me miró, lo miré y seguía enfadada, no podía hablar así.

—No quiero discutir —me metí en el vestidor, necesitaba un pijama.

—Claro que no —lo escuché hablar desde la habitación—. Después de todo ya pasó, fuiste irresponsable, tonta y…

Le lancé mi ropa a la cara —¿Y qué más? ¡Dime!

Él se la buscó.

—Una estúpida —era un hombre que no le tenía miedo a nada.

Tome una almohada y la manta más suavecita, que se joda.

—¿A dónde vas? —me intento seguir.

Le pegué con la almohada, no lo quería cerca —¡Al sofá!

—Hay otra habitación —me informó—, y no te irás al sofá.

Ya sabía que había otra, pero el sofá hacía ver la situación más dramática y el enfado más severo. No tenía sentido que él se fuera a la cama sabiendo que yo estaba cómoda, quería que sufriera por idiota, que la conciencia le doliera.

—No me importa, no quiero ir a la cama —volví a pegarle con la almohada—. Eres un imbécil, malinterpretas mis intenciones y me haces ver cómo una puta.

—¿Yo? No escuchaste lo que él dijo —se defendió.

—Porque te vio inseguro —lo estuvo desde que me vio hablando con otro hombre—. Obvio habrá pensado que al estar conmigo debías estarlo, ¿cierto? No pudiste ser un hombre seguro de su relación y que confiaba en mí, me seguiste como loco, me gritaste frente a todos y encima te vas a los golpes.

—¿Tú no hiciste nada? Debiste decirme que subirías al coche y en primer lugar no ir con ese imbécil, yo soy tu novio, no él, yo soy quien debo velar por tu seguridad, ¡no él!

Otro golpe con la almohada, me tenía cansada con sus gritos —Yo puedo hacerlo solita.

—Me vuelves a pegar con la almohada y ya verás —me amenazó.

Le volví a pegar —Vete a la mierda, me voy a dormir.

—¡Vete tú!

Cerro la puerta cuando salí de la habitación. Me sentí estúpida cuándo me acosté en el sofá, porque el que debería estar aquí era él, no yo. De toda la vida el hombre terminaba aquí después de una discusión, lo hice mal. Al menos no era incómodo.

Intenté cerrar mis ojos, no pensar en nada y dormir, pero me habían quedado muchas cosas por decirle y aún no había recibido suficientes almohadazos. No lograba dormir de la alteración.

Escuché sus pasos y cerré mis ojos ¡Jamás derrotada! Si alguien tenía que pedir perdón era él. Lo vi disimuladamente, llevaba una almohada y una manta, la tendió en el suelo a un lado de mí y se acostó.

—Ahora odio dormir solo —comento—, y no lo entiendo, porque es que siempre he dormido solo.

No iba a ceder, me cubrí con la manta sin abrir los ojos y lo ignoré. Fue tierno, pero no.

Lo escuché suspirar —Me asusté, pensé que te perdería.

—Exageras —murmuré.

—Las carreras no me han dado nada bueno… —hizo una larga pausa—. Y mis padres…

—¡Mierda! —me levanté rápidamente—. Demyan lo lamento mucho.

Después de decir que no pediría perdón primero ya lo había hecho. Había olvidado por completo que sus padres murieron en un accidente de coche, tal vez llevarlo ahí no fue demasiado bueno, pero me deje llevar por las cosas que vi que tenía con respecto a las carreras en este casa, parecía un fan, pero quizás solo era un amargo pasado. Ahora entendía por qué se puso así, fue como revivir ese sentimiento de perdida. Me lance al suelo y lo abrace, quería consolarlo por lo estúpida que fui.

—Lo siento tanto, olvide esa parte —confesé muy avergonzada—. En serio creí que te gustaría ver una carrera y verme a mí…, quería sorprenderte.

Yo era tonta, muy tonta.

Él acunó mis mejillas —¿En serio estás pidiendo perdón?

Asentí y lo volví a abrazar, tenía los ojos llenos de lágrimas y aún no estaba preparada para que descubriera que era una sensible. Él me dejó así, oculta en su cuello, me acaricio la espalda y beso mi mejilla, encima me consolaba él a mí.

—Lamento mi reacción, fui…, exagerado —se disculpó él.

Negué con la cabeza —No lo fue, aunque pudo ser más privado el regaño, para mínimo no quedar como niña ridícula.

Lo sentí reír —Lo tendré en cuenta y estuviste genial, me costó llegar a ti, además tomaste las curvas muy bien.

Sonreí —Lo sé, soy genial, pero no lo volveré a hacer.

Él negó con la cabeza —Tengo mis problemas del pasado, pero eso no te debe impedir vivir a ti, que tal si mejor me haces tu copiloto y…

—No lo volveré a hacer, casi me cago del miedo en ese coche —di una mejor explicación, acune sus mejillas—. Ojitos dulces, las carreras no son para mí.

Él soltó una carcajada —Muy bien, con respecto a mis celos…

—Él se portó mal, aunque no justificó la violencia —confesé, la odiaba a no ser que se tratará de Verónica—. Sé que he estado con algunos hombres y tú solo conmigo, pero, ¿podrías tenerme más confianza?

Él sonrió —Confió en ti Susan.

Tomo mi mano y la llevo a su pecho, su corazón latía muy fuerte.

—¿Por qué no hablamos así antes? —nos hubiésemos ahorrado la pelea.

Unió su frente con la mía —Fue interesante discutir, eres una bomba.

Le di un pequeño beso en los labios —Y tu una pared de hielo.

—Creo que me derribaste morenita.

¿Creen que aún miente? Déjame saber que te parece el libro hasta el momento y que esperas de próximos capitulos.
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