🌺 Capítulo 1

🎧 Canción del capítulo: Meghan TrainorDear future husband


El calor penetrante de aquel verano tropical la atacó sin piedad en cuanto cruzó las puertas de salida del aeropuerto y puso un pie en la calle. Le cayó encima como una pesada bofetada abrasadora y se adhirió a su cuerpo igual que lo haría un imán a su polo opuesto.

Odiaba ese tipo de clima tan pegajoso, tan caliente y agobiante. Ese clima caprichoso al cual no le importa en absoluto lo que hagas porque siempre te hace sentir que estás a punto de derretirte como un helado olvidado al sol. Es verdad que era australiana, que había nacido entre sus caldeados brazos y se suponía que debía de estar acostumbrada a tratarlo, pero, eso no implicaba que tuviera que gustarle. 

Es más, llevaba tanto tiempo lejos, disfrutando de la agradable frescura que le regalaba Inglaterra, que apenas recordaba cuanto le desagradaba todo aquel bochorno.

Otro punto en contra de aquella descabellada aventura, se dijo mentalmente. Tendría que haber escogido un lugar más frío o, al menos, uno que no fuera un horno a pleno rendimiento. 

Había tantos lugares recónditos en el mundo a los que poder escaparse... cómo se notaba que se sentía desesperada, de lo contrario no estaría allí por innumerables razones y, lo cierto, es que el sofocante calor no era precisamente la primera de ellas.

Con todo esto en mente, Sienna se sentó rendida encima de su rígida maleta color morado a esperar un taxi. Mientras aguardaba, resguardada estratégicamente bajo una angosta sombra que apenas la cubría del penetrante sol, decidió echar otro vistazo al folleto publicitario que le entregó su madre unos días antes. 

Ya lo había hecho en el avión de camino hacia allí varias veces, también la noche anterior, la semana previa y así todos los días desde que se lo había dado. Estaba segura de que se lo sabía de memoria, sin embargo, seguía pasando por sus letras una y otra vez como esperando encontrar algo nuevo, alguna respuesta. Pues, todavía, no conseguía comprender como algo así podía existir, o lo que era peor, como es que ella finalmente había aceptado formar parte de ello. 

Aun insegura respecto a la decisión que había tomado, planteándose si esta vez el estrés finalmente había conseguido acabar con su estabilidad mental y por eso aceptó aquello, se apartó la camisa del cuerpo y la sacudió un poco intentando enviar algo de aire a su piel, más,  desgraciadamente, también se sentía desagradablemente caliente incluso sin la ropa húmeda adherida a ella.

Volvió a centrar los ojos y la mente en el fino libro que tenía entre las manos, tal vez si pensaba en otra cosa olvidaría el candente tiempo. En el grueso papel diseñado en tonos crema, escrito con elegantes letras doradas y decorado con hermosas fotos del lugar, se explicaba a la perfección en lo que consistirían esos quince días en los que ella, junto con un pequeño grupo de personas específicamente seleccionadas, harían en aquella pequeña isla casi desierta del mar Mediterráneo.

Aparentemente la esperaban medio mes de sol, playas, actividades divertidas y... citas, muchas citas, porque en definitiva para eso era aquel viaje. Para conseguir pareja.

¿Cómo se le ocurría apuntarse a algo así? Eso parecía algo diseñado para personas desesperadas, bueno, pensándolo bien puede que ella lo estuviera, no por casarse o algo de eso, claro, pero lo estaba en cierto modo. Aunque, para alguien como ella que nunca había tenido el más mínimo interés en cualquiera de esos temas, sonaba casi como el infierno. 

Seguro que lo era, si tenía en cuenta las elevadas temperaturas del lugar; pensó con una ligera sonrisa. 

A pesar de que todo parecía muy bien estructurado y presentado, con aquellas elegantes páginas y aparentemente preciosas locaciones, no dejaba de parecerle extraño, tal vez un poco como de película de ciencia ficción. 

Después de todo, era cuanto menos raro, que una prestigiosa y algo anónima agencia de parejas de élite, dirigida por dos adineradas hermanas gemelas de la tercera edad, llevara a un motón de personas solas y relativamente jóvenes, hasta una isla aparentemente deshabitada de la cual no se conocía realmente su ubicación. Era, sin lugar a duda, la receta perfecta para un thriller sangriento.

¡Maldición, encima ella era rubia! Sería la primera en morir, como les pasa siempre a todas las pobres rubias en las películas de miedo. Pensó Sienna volviendo a reírse sola de sus propias ideas absurdas.

Bueno, viéndolo así parecía todavía más siniestro. Pero, lo cierto, era que las dos excéntricas ancianas habían creado aquella experiencia para que solteros y solteras de elevada posición económica, o al menos con buenos ingresos como para poder permitirse la inscripción, disfrutasen de unas divertidas vacaciones al mismo tiempo que descubrían el amor.

Contando, además, con una increíblemente elevada tasa de éxito como respaldo. 

Se suponía que las actividades y el romance se desarrollaría de manera normal, como si se tratase un viaje cualquiera, la única diferencia es que estaba ubicado en una isla con escasos habitantes habituales y poblada temporalmente por un grupo variopinto de personas sin compromiso especialmente seleccionadas para ser compatibles con uno o varios de los asistentes al evento. Es decir, que las casualidades en aquel sitio serían lo menos casual de todo, pero fingirían que lo sí lo eran.

Además, ella dudaba que el amor de su vida, si es que de verdad existía tal persona, acabase encontrándola precisamente en aquel recóndito lugar. Aunque, lo cierto, es que tampoco había pensado mucho en ello hasta ahora, cuando ya se había embarcado en esa locura de viaje. 

No importaba, dudaba que pudiese tranquilizarse lo suficiente como para dejarse llevar y olvidar que todo aquello era artificial pese a que intentaran que pareciera natural.

Sin embargo, por alguna razón que todavía no conseguía comprender, tal vez porque nunca supo mentir correctamente ni hacer trampas en los exámenes; fue que respondió de manera muy concienzuda y sincera todos y cada uno de los cuestionarios que le habían enviado desde la agencia. Le parecía absurdo porque no estaba realmente interesada, pues, esas encuestas serían utilizadas para conocer sus afinidades con los demás participantes; razón por la que necesitaban estudiar su perfil, comprender sus preferencias, actitudes y demás factores relevantes a tener en cuenta a la hora de relacionarse románticamente con éxito con una persona. 

No obstante, se mostró increíblemente franca y trasparente a la hora de responder. Tal vez estaba empezando a perder la cabeza, había oído que era algo relativamente normal entre la gente de su profesión y posición.

Ella volvió a estudiar el cuadernillo de la empresa, luego de abanicarse un poco con él, allí explicaban que las hermanas Vaughan, las dueñas y cabecillas de todo aquello, habían heredado aquel lugar cuando eran apenas unas niñas y lo adoraban, por lo que hace algunos años habían decidido combinarlo su pasatiempo favorito, unir parejas.

Como su agencia matrimonial estaba en horas bajas debido a toda la proliferación de aplicaciones para internet, decidieron probar nuevos métodos. El que a ellas más les gustaba y al parecer el que mejor funcionaba era precisamente ese; crear un ambiente relajado y aparentemente natural, en el que conocer personas que se sabía de antemano que encajarían gracias a los complejos test y entrevistas que ellas mismas hacían.

Aseguraban firmemente que, la gente baja la guardia y por tanto es más propensa a enamorarse cuando está tranquila disfrutando de unas agradables vacaciones y, por supuesto, también se relaja muchísimo más al quitar la presión añadida de las incómodas citas a ciegas. Puesto que, en su isla, habría gran cantidad de hombres y mujeres que podían moverse libre e interactuar como quisieran. 

Porque, obviamente, ellas no dirían quien era ideal para quien, no, solo soltarían a un montón de personas desconocidas, con infinidad de semejanzas e ilusiones románticas, para que se conocieran libremente y en cierto modo, "se encontraran".

Si lo pensaba seriamente era una idea brillante, los asistentes podían sentir que disponían de libre albedrio y a su vez, tener garantizado el éxito de los emparejamientos gracias a la tecnología y experiencia de las hermanas. 

Además, sería una historia bastante más bonita y menos fría para contar a sus nietos, porque, una siempre podría fingir olvidar la parte de la agencia matrimonial y solo mencionar que había conocido a su marido estando de vacaciones en una paradisiaca isla, mientras hacía buceo en un mar tropical o daba un paseo por unos hermosos acantilados.

Un taxi se detuvo por fin justo delante de Sienna, sacándola de sus pensamientos y llenándola de anhelo ante la idea de su fresco interior esperándola. 

Sin contar con que estaba desesperada por llegar a su destino para poder darse un buen baño y descansar un poco. Aunque, desgraciadamente todavía le tocaba hacer un pequeño viajecito en barco, se sentía algo más animada porque ya quedaba relativamente poco para alcanzar su destino. 

Guardó el libro desinteresadamente en su bolso, luego juntó rápidamente sus pertenencias y se encaminó al vehículo para poder subir. Ya faltaba tan poco para poder disfrutar de un poco de aire acondicionado, que casi podía sentir su cuerpo refrescándose con la idea. 

Pero, para su mala suerte, no llegó a probarlo. Un alto y pulcro desconocido, vestido con un elegante traje gris marengo, pasó a su lado como una exhalación y sin siquiera reparar en ella, se metió en el automóvil.

—Genial, la caballerosidad no ha muerto —protestó en voz baja, mientras veía el atractivo perfil del desconocido, marchándose en el dichoso taxi que ella llevaba esperando al menos veinte minutos. 

El desgraciado ya estaba allí, tranquilamente sentado, disfrutando del encantadora frescura del vehículo mientras ella tenía que seguir friéndose ahí fuera un poco más.

Tendría que haber protestado, pero, de todas formas ¿de dónde había salido el hombre?

En todo el tiempo que estuvo allí, friéndose como bacon en el sartén, no notó que alguien más estuviera en su misma situación. Además, el muy desgraciado parecía muy cómodo y fresco cuando pasó a su lado sin verla. 

¡Ay! ¡Maldito hombre antipático! Protestó mentalmente. ¡Ella no era invisible! ¡Ni tampoco una loca que se sentaría en ese lugar porque sí! 

¡Desgraciado! ¿Cómo no tenía calor? Ella llevaba una camisa clara con unos cortos pantalones finos y sentía que en cualquier momento empezaría a hervir como un huevo al sol, mientras él, se veía fresco y perfecto dentro de su traje completo de tres piezas, pareciendo que el caldeado clima no tenía nada que ver con su persona.

¡Qué tipo tan desagradable! Sólo por eso ya le caía peor.

Seguro que ni siquiera el sudor se atrevía a acercarse a su desagradable persona y por eso tenía ese aspecto tan lozano mientras el resto del mundo se quemaba a su alrededor. 

Afortunadamente unos segundos después apareció otro taxi, dejando al grosero ladrón relegado al fondo de sus pensamientos. El conductor resultó ser un encantador anciano que le regaló una botella de agua helada, le contó variedad de historias sobre lo que se iban encontrado por el camino y la llevó sin demora hasta el muelle, en donde debía abordar un gran barco cargado de hombres solteros.

Al parecer, el verdadero viaje finalmente había comenzado...

NOTA DE LA AUTORA

Bueno querids míos hasta aquí el primer capítulo de esta nueva historia. 

Tenemos a una Sienna muerta de calor, cargada de dudas y un poco enfadada luego de su encuentro con un desagradable desconocido. ¿Qué les ha parecido? 

Espero que tengan una semana maravillosa.

                                                                                                                                                                        Nos leemos❤️

J. J.

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