17




Todo lo que necesitaba hacer era hacer creer a Jaeyun que estaba enamorado de él. Solo tenía que mentir, solo decir tres palabras: eso es todo lo que necesitaba hacer y la misión estaría completa.

—Gracias por caminar conmigo. —dice Sunoo, sosteniendo el ramo de girasoles con un agarre fuerte y tembloroso.

—¡No hay problema! Veámonos mañana, hay una panadería más cerca que no hemos visitado. Sinceramente, me sorprende la cantidad de tiendas que hay por aquí. —comenta Jaeyun, todavía sonriendo.

—Suena perfecto, nos vemos mañana entonces.

—¡Nos vemos! —Jaeyun se va. Sunoo lo observa, ve cómo los diez corazones casi lo obligan a confesar sentimientos que no existen.

Casi lo hizo, casi llamó al otro y lo dijo.

"Te amo"

Pero no puede. No es lo suficientemente fuerte.

Mañana, piensa. Mañana, cuando se encuentren, él mentirá como de costumbre, verá a Jaeyun delirar al respecto, escuchará a Jaeyun hablar sobre su futuro (tal como lo había hecho el resto) y luego compartirán un adiós, uno lleno de esperanza para el futuro, y así, Sunoo nunca volverá a encontrarse con Jaeyun, ese será su final. Corto y sencillo. Rápido e inolvidable.


Celebran la primera finalización de Hikaru. No habían hecho esto por Sunoo ya que él no pensó que fuera un momento de celebración. Pero Hikaru parecía estar bien con eso, se ríe con los chistes cursis de Yuna y asiente con la cabeza ante los consejos no deseados de Yeji.

De hecho, fue impresionante lo rápido que terminó con su primera "misión".

—¿No te sientes mal? —pregunta Sunoo. No puede creer que hayan decorado el café; los globos alcanzaron el techo y un gran pastel está en la mesa de Hyejin.

—¿Mal? ¿Por qué? —Hikaru pregunta mientras toma un sorbo de la bebida de aspecto extraño.

—¿Por... tu misión? No los volverás a ver nunca más, e hiciste un gran esfuerzo para acercarte a ellos y...

—Oh, eso es lo que quieres decir, no, no me siento mal.

—¿Por qué no?

Hikaru se encoge de hombros, sus labios están manchados de rojo por la bebida.

—Porque tengo a alguien esperándome en el mundo real, no puedo encariñarme si quiero volver a encontrarme con él. —esa es su motivación.

Sunoo mira a las otras dos chicas.

—¿Qué hay de ustedes?

Yuna deja caer su sonrisa, pero sus ojos se mantienen amables.

—Me siento mal, pero trato de no pensar demasiado en ello; si lo hiciera, nunca podré volver.

Yeji parece lista para hablar, lista para hacer llover sus sabias palabras.

—Para mí, finjo que no soy yo, finjo que es una película y yo soy la actriz principal, de esa manera no son personas reales, solo personajes.

Sunoo quiere ser como ellas, quiere que no le importe o actuar como si las personas que conoce no fueran reales.

Sin embargo, una vez que esto haya terminado, puede olvidar todo esto. Olvidarse de la voz de Heeseung, las manos manchadas de Jungwon, el olor a biblioteca de Jongseong y la calidez de Jaeyun; no importa cuánto desee mantenerlos en su corazón, no puede, solo lo lastima más.

Se alista sin pensarlo, poniéndose un abrigo largo ya que el clima parece empeorar. Se asegura de poner los girasoles en un jarrón (también considera prensarlos con resina, para guardarlos como recuerdo de Jaeyun).

Antes de irse, Hyejin le dice.

—Todo termina hoy, Sunoo, ten cuidado.

Él no sabe a qué se refiere, pero la mala aura de la noche anterior regresa; reza para que Jaeyun aparezca en su cita.

Se para en la parada del autobús (la han estado usando como punto de encuentro), por lo general Jaeyun ya estaba allí antes que él; los días que no estaba allí primero, llegaba cinco o diez minutos después de Sunoo.

Pasan treinta minutos. Sunoo no entra en pánico (trata de no hacerlo), le envía un mensaje de texto a Jaeyun, lo llama incluso pero el hombre no contesta.

Después de una hora, Sunoo llama frenéticamente a Jaeyun. Está preocupado. Empieza a nevar, una caída inesperada, los copos de nieve se derriten en su abrigo y reposan sobre su cabello.

—Por favor contesta. —dice Sunoo con voz débil, solloza.

Responde.

—¡Gracias a Dios! ¡Ha pasado una hora! —Sunoo casi se derrumba en el pavimento, está a punto de llorar.

—...

—¿Jake?

—Él no está aquí. —es una voz de mujer.

—¿Dayeon?


Ella cuelga y Sunoo vuelve a entrar en pánico. Lee frenéticamente los mensajes de texto suyos y de Jaeyun, está buscando la dirección de este último que se mencionó en una de sus conversaciones. Corre, no sabe si podrá hacerlo, su respiración ya es difícil, la nieve cruje bajo sus pies.

Mientras corre, pasa una ambulancia, los sonidos rondan su mente. No podría ser por Jaeyun, ¿verdad? no puede.

No, por favor, por favor, por favor, no otra vez.

Intenta secarse las lágrimas. Está cerca, está casi cerca de la residencia de Jaeyun.

Cuando llega, la ambulancia está allí, la policía también estaba allí. Dos oficiales hablan con Dayeon con los ojos muy abiertos. La nevada continúa y el sol se ha ido.

Aparece una camilla y Sunoo ya sabe para quién es.








Fue muy tarde.

Sunoo llegó demasiado tarde.

Jaeyun había sido envenenado en la mañana, Dayeon le había rociado veneno sobre su desayuno, ella estuvo con él todo el tiempo. Solo llamó a una ambulancia cuando estuvo segura de que estaba muerto.

Sunoo sabe que tiene dos oportunidades más. Jaeyun no se habrá ido por completo hasta que pueda volver a intentarlo.


—Cheonsa. —dice. —Por favor, llévame a la noche anterior.

Y como un juego, vuelve a cargar a un guardado anterior, corregirá sus errores anteriores y, con suerte, no tendrá que volver.

—¿Sunoo? Tu cara está roja.

—Estoy b-bien. —el ramo no son girasoles esta vez; se reemplaza con tulipanes amarillos.

—Si necesitas algo, estoy aquí para ti, ¿de acuerdo?

—Lo sé.

Jaeyun frota su hombro. Se sentía como un fantasma, Sunoo ni siquiera podía mirarlo.

—Bueno, me iré entonces. Veámonos mañana, hay una panadería más cerca que no hemos visitado. Sinceramente, me sorprende la cantidad de tiendas que hay por aquí.

—...

—¡Nos vemos!

—¡Espera! —Sunoo agarra en un puño la chaqueta gruesa de Jaeyun, este último se da vuelta con una ligera sorpresa.

—¿Qué pasa?

Cuando ve la cara del otro, es como si Sunoo finalmente pudiera entender que no importaba cuánto intentara no encariñarse, lo había hecho.

Comienza a sollozar.

Jaeyun entra en pánico.

—¿¡Q-Qué pasa!? ¿Por qué lloras, Sunoo?

El intenso resplandor rojo del sol fue reconfortante esta vez, hizo que Jaeyun pareciera tan etéreo, como un ángel. Sunoo avanza, dejando caer el ramo para envolver sus brazos alrededor del otro.

Jaeyun está atónito pero le devuelve el abrazo, el agarre de Sunoo es fuerte y su cuerpo tiembla. El confundido pero le frota la espalda.

—Todo está bien. —es todo lo que puede susurrar.

—Por favor, no v-vayas. —Sunoo se las arregla para tartamudear.

—Estoy aquí.

—...

Sunoo se calma un poco, alejándose. Él hipa un poco mientras recoge los tulipanes caídos. Jaeyun solo se queda ahí.

—¿Puedo ir contigo?

—¿¡Esta noche!? —Jaeyun está alarmado.

—¿Está bien? —Sunoo no hace contacto visual, sus mejillas están sonrojadas.

—Um... claro, aunque mi casa está un poco desordenada. —asiente Jaeyun, riéndose.

Sunoo tiene una amplia sonrisa de repente, aparentemente satisfecha.

—¡Espera aquí entonces! Iré a buscar mis cosas. —y corre hacia el café, las chicas ya están cenando pero él no les dedica una mirada. Hyejin le sonríe mientras corre hacia su habitación.

Mete ropa de recambio y un cepillo de dientes en un práctico bolso y vuelve a bajar corriendo.

—¡Diviértete, Sunny! —Hyejin dice en voz alta. Yuna y Hikaru lo saludan mientras Yeji sorbe sus fideos.

Sunoo le devuelve el saludo mientras cierra la puerta.






Él y Jaeyun toman el último autobús a la residencia de este último. Jaeyun normalmente caminaba, pero como ya estaba oscuro, recomendó el autobús.

El paisaje exterior era hermoso ya que el cielo estaba despejado, las estrellas brillaban y la luna dormía.

Casi no había nadie en el autobús oscuro. Sunoo apoya su cabeza en el hombro de Jaeyun, el zumbido del autobús en movimiento lo reconforta junto con la respiración del hombre.

—¿Qué quieres para cenar? —Jaeyun susurra la pregunta.

—Bolas de arroz. —que la madre de Sunoo solía hacer en las noches de invierno perezosas. —Con aceite de sésamo y kimchi.

Jaeyun asiente.

—Está bien, ¿Qué quieres de postre? Hornearé algo, es mi especialidad.

—¿Brownies?

—Gracias a Dios tengo los ingredientes.

Sunoo está somnoliento, en su aturdimiento medio dormido sueña con el autobús conduciendo sobre el mar, las olas ondeando, Jaeyun está sosteniendo su mano y le gusta.

Se imagina levemente el autobús flotando hacia el cielo, hacia la luna. Y Jaeyun lo sujeta más fuerte para que no se caiga.

—Sunoo, llegamos.

El lugar de Jaeyun era como él, cómodo y seguro.

—Está bien, empezaré a cocinar. Puedes sentarte allí.

Sunoo se sienta en el sofá, casi hundiéndose.

—Es agradable aquí. —le dice y Jaeyun le agradece con una carcajada, sonaba avergonzado.

Las bolas de arroz estaban tibias, y la adición de té de arroz integral caliente realmente hace que Sunoo sienta nostalgia: se desliza más cerca de Jaeyun.

—Hace un poco de frío. —dice como excusa.

La punta de las orejas de Jaeyun están rojas, pero él no se aleja.




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