La cara de chara

La oscuridad invadió sus ojos otra vez, pero solo duro un segundo ya que el pasillo final en el castillo dreemur se ilumino de nuevo.




Apretó con fuerza el mango de su cuchillo, sus manos estaban llenas de polvo y sangre. Sintió una gran satisfacción, un deseo incontrolable de continuar hasta el final. Ya nada importaba, ya no tenía nada mas que perder, quería seguir y deshacerse de todos lo que le quitaron lo que alguna vez fue su felicidad.






Se detuvo, al parecer aun le quedaba un ultimo obstáculo, un monstruo determinado a detenerla. Se sintió interesada e incluso excitada, algo en el le llamaba su atención, podía verlo en sus ojos huecos y sin vida por presenciar la muerte del único ser que amaba mas que cualquier cosa, se parecían tanto, podía ver lo mucho en común que tenían los dos, pero su determinación era mucho mas fuerte que el de el.




Las palabras de la voz gruesa del esqueleto, hicieron eco en sus oídos, era tan especial, eso le gustaba, el oírlo hablar, sobre todo cuando la amenazo con enviarla al infierno, eso le despertó mas el animo de luchar y morir en sus huesos. Quería mas de el, le fascinaba que la matara una y otra vez, ese poder la hacía mas fuerte y mas feliz, se sentía mas que atraída hacia el, quería estar cerca de el, quería sentirlo, lo quería en verdad.




Sans levanto su mano una ultima vez y un hueso voló hasta su rostro. De pronto todo se volvió a poner oscuro.




Abrió sus ojos despacio, se encontraba recostada en una enorme cama matrimonial llena de telas finas y gordos almohadones de plumas, la gran habitación de triple estancia pintada de rosa, amueblada con sillones y mesas de calidad e importados, rodeados de cuadros con marco de oro y mesas enanas llenas de botanas dulces y saladas, le daban un toque rustico a donde se encontraba.






-chara... despertaste- escucho a su lado una voz fina.






La nombrada volteo un poco la mirada para encontrarse a esa joven de piel oscura, cabello lacio y negro que llegaba hasta la cintura, con unos bonitos ojos grises.






-...keidy.... ¿cuanto tiempo me dormí?-



-un par de horas... no te preocupes, llame a tu casa y le dije a tu familia que estas bien y que dormirás esta noche aquí-



-gracias... te lo debo... -



-iré por algo de comida, dormiremos juntas hoy- comento la morena con un leve sonrojo en sus mejillas mientras se levantaba y caminaba fuera de la habitación antes de que su amiga se diera cuenta.






Chara se incorporo en la cama pensativa, de nuevo había tenido el sueño de ese viejo y vago recuerdo. 




No había sabido nada de ellos desde hace tiempo, ya han pasado casi cinco años desde la liberación de los monstruos y tres desde que se las arreglo para liberar su alma y espíritu de la mente y cuerpo de frisk. 




En los primeros meses, comenzó a tener ese extraño sueño, en donde regresaba al pasillo del castillo Dreemur y luchaba con sans, pero el tiempo paso y vivió tranquila su vida por tres años y no volvió a soñar con eso.




No entendía porque pero, recuerda lo mucho que amaba luchar con sans, el matar a los monstruos para que su deseo se hiciera realidad, fue un sentimiento tan placentero dentro de su ser, que se volvió adictivo, hasta que termino por ser algo asqueroso para ella y solo deseo olvidarlo.




Ya no quería tener nada que ver con los monstruos y la familia real,  junto con los amigos de estos, pero sobre todo de los esqueletos mas famosos. Ya no quería tener nada que ver con ellos, ni siquiera mirarlos por accidente. Pero entonces, ese viejo recuerdo llego a su mente




 ¿por que ahora?




Ella tuvo que pasar por grandes cosas en su antigua vida y tuvo que hacer cosas horribles e incluso asesinar para recuperar lo que se le había perdido. Y ahora que por fin regresaba su paz, decidió alejarse de todo aquello que le recordara quien fue alguna vez. 




Un vil demonio con deseo de pulverizar el mundo.




Ahora ese terrible pasado regresaba, ese sueño repentino de nuevo ¿será una señal? por supuesto que no, no volvería a ver nadie, ni a ningún monstruo otra vez, ya no.




Ella ya tenía su hogar otra vez, nadie lo iba a arruinar, así que si alguien o algo se interponía en su camino, estaba dispuesta a volver a hacer todo lo posible por quitarlo de enfrente, ya sea a la buena o a la mala, y si eso se trataba de pulverizar a la asquerosa humanidad que siempre aborreció, no iba a dudarlo.






-ta-dá, mira, te traje lo que mas te gusta, chocolates rellenos de fresa y cereza- la voz dulce de su amiga la despertó de su ensoñación.



-gracias keidy- le sonrió con dulzura a la única y mas sincera persona, ademas de su familia, que ha tenido durante casi tres años desde su despertar al mundo.

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