El pequeño azabache miraba con ojitos brillosos de asombro a su amigo, quien subía aquel gran árbol para bajar la pelota que él mismo había tirado hasta allá. ¡Su Hyung era genial! Él jamás podría subir hasta allá arriba. Le tenía miedo a las alturas.

Cuando el castañito por fin alcanzó la pelota, la tiró directamente al suelo y de a poco comenzó a bajar, teniendo cuidado de no pisar en falso y así caerse. Al estar en la última rama, esa que usó para subir, dio un salto y aterrizó ileso en el suelo, para después correr hacia donde la pelota se había ido y volver con su pequeño amiguito, quién había estado observadolo todo el tiempo.

—Aquí tienes, Kookie —dijo el castañito con una sonrisa adorable en su rostro manchado con tierra dándole la pelota, la cual el contrario aceptó.

—¡Gracias, Taehyunggie Hyung! —Sonrió  enormemente el menor de los dos.— Hyung, usted es muy genial.

—¿Tú crees? —Rió enternecido el mencionado. Jungkook siempre le decía eso.

—¡Sí! ¡Mucho, mucho! —repitió entusiasta el azabachito.

—Lo sé, por eso seré un alfa genial cuando sea grande —dijo con aires de grandeza. Todos en su familia eran alfas, así que no dudaba que él también lo llegara a ser. Aun que faltaba mucho tiempo para eso, apenas era un cachorro de nueve años.

—Lo será, Hyung. —Apoyó el azabachito. No dudaba que fuera así y un gran alfa merecería a un gran omega y él estaba seguro de que sería uno. —Hyung, ¿Puedo ser su omega cuando seamos grandes? —preguntó con sus ojitos destellando ilusión.

Taehyung se sorprendió por la pregunta de su amigo, pero realmente no le desagradaba la idea. Él quería mucho a su amigo y era muy bonito.

—¡Claro! Serás el omega más lindo del mundo, Jungkookie. —Le dedicó una bella sonrisa, la cual fue correspondida por el más bajo.

Y sin más, ambos niños volvieron a su juego, disfrutando de la tarde, pensando que un futuro muy lejano ambos serían alfa y omega.

Pero la naturaleza no pensaba lo mismo.