6. Te haré mío...
-A ver si usas ese celular para algo más que ver ciber-sexo con Wakasa.
Cuando Mikey logró pescar algo de lucidez finalmente, lo primero que llegó a sus oídos fue la voz de Izana impostando reclamos posiblemente a Shinichiro, a quien apenas escuchaba defenderse a volumen excesivamente bajo.
De lo único que era consciente, además de los reclamos que realmente eran un revoltijo de palabras llegando incompletas a sus oídos, era que se sentía de la mierda. Sentía el calor aferrado a su piel y ardiendo con fiereza bajo ella. Un dolor pulsátil se había instalado en su vientre bajo, palpitaciones de ardor que reverberaban en su cabeza en ecos irritantes. La cabeza le daba vueltas y no podía ni siquiera abrir los ojos porque todo su panorama se volteaba de cabeza y se agitaba furioso. Se le escapó un par de exhalaciones, buscando liberar el aire caliente que ahora dominaba en todo su sistema.
-¡Y tú, aprende a ser más responsable con tus fechas!
Los nudillos de Izana contra su frente, en un golpe no tan suave, le trajeron abruptamente algo más de sobriedad, consiguiendo finalmente abrir los ojos para examinar su entorno y su situación.
-Izana, ya déjalo. Debe descansar -escuchó a Shinichiro interrumpir antes de que un lado del colchón junto a su cuerpo se hundiera. Mikey, aun viendo borroso, supuso que se sentó a su lado.
Lo confirmó cuando sintió la frialdad de una toalla fría presionando contra su frente. Se sintió como si volviera a conocer el concepto legítimo y puro del alivio.
-No creas que voy a olvidar que entraste en celo estando rodeado de alfas. Voy a interrogar a cada uno -los reproches de Izana seguía flotando entre sus oídos, ahora con suficiente claridad para hostigarlo-. Usaré cualquier método necesario.
-No... Nadie...
Mikey trató de responder que nadie le había puesto un dedo encima (terrible falacia), al menos como resultado final en esa situación en específico; pero sólo logró jadear un par de sílabas esperando que lo entendieran.
-¡Por supuesto que te creo! -los gritos furiosos de su hermano, casi rozando su voz de mando, le hicieron estremecerse en ese estado.
Quería un refugio. Quería protección. Quería acompañamiento. Quería a Kenchin.
-Izana, basta. No es momento -Shinichiro interrumpió con rigidez-. Ve a desquitar tu enojo a otro lado. Luego vuelves.
Mikey no sentía con el derecho a sentirse herido o molesto por la actitud de su hermano mayor. Izana tenía muy justificada su reacción; su hermano no tenía la misma confianza que él le tenía a sus amigos y dentro de su cabeza seguro martilleaba la posibilidad de que uno de ellos pudo sobrepasarse, aún si fue el mismo Baji quién le notificó lo que ocurría. Después de todo, seguían siendo alfas.
Si Izana llegaba a enterarse de todo, se armaría un muy desagradable caos.
Cuando su voz enojada dejó de infiltrarse en sus oídos, supuso que había obedecido a Shinichiro y había salido a descargar su enojo con algo más.
-Shin, yo, no... Se adelantó -finalmente pido soltar, sin poder soltar los jadeos de aliento hirviendo que escapaban de sus labios-, te... juro.
Había tratado de pronunciarlo en presencia de Izana: no fue descuidado con sus fechas, nunca lo era. Su celo se había adelantado, estaba muy seguro; sin embargo, siempre había una razón para un adelanto de ciclo y usualmente eran los estímulos alfas, ya sea con feromonas o relaciones sexuales. Una saturación de feromonas alfas era la causa más común para esta alteración, pero no una excusa válida para la situación de Mikey; pues, estuvo años expuesto a diversos olores alfas y era la primera vez que le pasaba.
No era muy difícil armar una conjetura en base a esto: un solo alfa con sobre estimulación de feromonas, acoplado a una posible interacción sexual eran la causa más probable.
Izana lo iba a matar. Siendo así, prefería que se mantuviera con la idea de que olvidó su fecha.
-Se adelantó, eh -escuchó a Shinichiro suspirar-. No voy a preguntar. Solo ten cuidado. Responsabilidad ante todo, ¿si?
Gracias al cielo.
-No te hicieron algo, ¿o sí, Mikey?
El omega se mordió la lengua.
-Confío en Keisuke, sí, pero... Quiero escucharlo de ti.
A Mikey lo detenía la posibilidad de causar conflictos. Tenía principalmente la huella de los hermanos Haitani grabada en la piel. Lo perseguía la sombra de roces maliciosos de contrincantes antiguos. Amenazas de diversos líderes de bajo calibre con meterlo a sus camas si lograban noquearlo, (a pesar de que nunca lo conseguían, esas palabras lograban alterar algo en él). Compañeros de escuela intentando vanamente arrinconarlo en el baño o tratando de sacarle fotos en los vestidores. Y sin olvidar las más latentes: el recuerdo fantasmal de las manos de Draken sobre su cuerpo, dispersadas en caricias de falso aprecio y rebosantes de deseo, y también, Haruchiyo casi logrando ser su maldita primera vez.
Quería gritar de frustración, pero reprimió cualquier sonido y solo negó con la cabeza.
Los rasgos faciales de Shinichiro se relajaron visiblemente y un casi imperceptible suspiro escapó de sus labios parcialmente separados.
Podría tratarse de su hermano menor, pero no lo restringía del hecho de que su potente aroma comenzaba a hostigarlo; una presión que podía pasar como pinchazos invisibles en su nariz y su cabeza. Era demasiado dulce y él no era ningún tipo de fanático de los olores especialmente azucarados. Se trataba de su hermano, pero él también tenía su limite de resistencia.
-Estaré afuera. Te dejo agua en la mesa, pero llámame si necesitas algo -murmuró abandonando su lugar en su cama-. Si no te sientes cómodo, Waka está aquí también. Emma tampoco tarda en llegar.
Cuando cerró la puerta tras él y los jadeos del omega quedaron amortiguados casi completamente Shinichiro inhaló profundamente para limpiar su nariz de cualquier vestigio de feromonas dulces que quedaran. Se sentía mal queriendo exentarse de un aroma que debía reconocer como parte suyo, pues prácticamente había criado a ese mocoso; pero era incapaz de manejar esa potencia, peor cuando el celo la agravaba. Era... sofocante, pero en un sentido hostigoso; cómo cuando comía una barra de chocolate y se empalagaba al llegar a la mitad. Eso, demasiado empalagoso.
-¿Cómo está? -Wakasa preguntó desde el sillón de la sala, sin voltear a mirarlo-. Izana salió hace un par de minutos. Puedo jurar que casi le salía humo por las orejas.
-Ya sabes cómo se pone cuando se trata de Mikey o Emma -Shin suspiró, tomando asiento a su lado-. Cree que Mikey fue irresponsable y olvidó su fecha.
-¿No fue así?
-Mikey parece irresponsable, pero no lo es; mucho menos con estas cosas delicadas -debatió con seguridad, cruzando sus brazos sobre su pecho-. Él dice que se le adelantó, y yo le creo.
-Mmm, eres consciente de la razón de un celo prematuro, ¿verdad?
Shinichiro titubeó sin quererlo. Su semblante amenazó con flaquear y sus labios se tensaron en una línea recta.
-Siempre y cuando se cuide, no tengo problema.
-Eres un alfa muy pacífico para ser un ex-líder de pandilla, Shin -Wakasa comentó con dejes burlones, casi soltando una risilla-. Izana seguro explotaría en tu lugar.
-Uno de los dos tenía que ser la calma en la relación. -Se encogió de hombros, fingiendo indiferencia-. Así nos equilibramos.
Escuchó al omega chasquear la lengua y no pudo reprimir la sonrisa que quiso asomar por sus labios. Divertido por la expresión ofendida de Wakasa, extendió su mano hasta su mejilla para intentar pellizcarla con sus dedos, pero éste la apartó de un manotazo.
-Eres odioso -impostó con fastidio, levantándose del sillón para perderse entre el pasillo que daba a la puerta de entrada.
Shinichiro sonrió, aspirando el sutil rastro de chocolate amargo que el omega dejaba atrás. No era especial fanático del dulce, pero Wakasa se ajustaba tan armoniosamente a él que su disgusto quedaba en segundo plano para que el omega protagonizara completamente su cabeza.
Riendo, se levantó para alcanzarlo a zancadas.
Sus pensamientos intrusivos adquirían otra connotación cuando entraba en estas fechas.
Maldición, era como si las feromonas de Kenchin estuvieran adheridas a sus fosas nasales. Realmente deseó poseer alguna prenda suya entre sus manos para poder remarcar los vagos vestigios de aroma que tenía grabado en su memoria. El efecto natural de adicción que el café posee, se potenciaba cuando se trataba de las feromonas de Draken. Eran adictivas porque eran una parte de él.
Y cuando la vainilla se colaba furtivamente entre éstas, cuando el dulzor se acoplaba tan perfectamente... Era su punto de inflexión.
Las reminiscencias terminaron tentándolo y su mano descendió lentamente bajo el elástico de su pantalón, sintiendo la dureza debajo junto a la humedad. Un apretón ligero le sacó un gemido y cerró los ojos con fuerza, imaginando que no era el dueño de esa mano que lo acariciaba sobre una fina tela.
-Kenchin...
Sacó la mano únicamente para adentrarla esta vez dentro de la única prenda que lo separaba de la ardiente piel que anhelaba el toque de alguien ahora ausente. Arqueó la espalda y manteniendo los ojos cerrados empezó a imaginar:
Draken sobre él, con ambas manos enterradas en el colchón en los costados de su cabeza; mirándolo desde arriba e inspeccionándolo con el deseo latente en sus ojos. Empieza por el cuello, pegando los labios a la piel caliente y repartiendo húmedos besos que le provocaban una mezcolanza de cosquillas y excitación. Su boca baja por sus clavículas mientras sus manos recorren su abdomen, moldeando su cintura hasta llegar a su pelvis.
Mikey cubrió sus ojos con uno de sus brazos. Sus labios ya no estaban sellados y toda clase de sonidos susurrantes y amortiguados salían sin control.
Las manos del alfa finalmente llegaron a su miembro, tomándolo y moviéndolo entre sus dedos rítmicamente; arriba y abajo con lentitud, las yemas tocando el glande y trazando círculos alrededor. Su habilidosa boca aún enganchada a su cuello, dejando mordidas y chupetones a su paso, humedeciendo todo con saliva. Mikey gemía en su oído sin pudor, anunciando le a través de ellos el efecto que provocaba en él. Le suplicaba por más, le suplicaba avanzar más allá.
-Te haré mío...
Se corrió en su propia mano y al sentir los dedos pegajosos volvió a la realidad.
Aún no se sentía satisfecho, pero al menos había logrado saciar ligeramente su ansiedad. Dejó caer sus extremidades sobre el colchón, aun con los jadeos escapando de su caliente lengua. Cuanto deseó tener el cuerpo del alfa a lado suyo para poder aferrarse a él mientras lentamente se quedaba dormido aspirando sus feromonas recién estimuladas por el acto.
Una fantasía muy lejana ahora.
Carajo. El celo también afectaba su sensibilidad emocional y ese desapego de Draken ahora calaba muchísimo más que antes. Era ahí que realmente sentía su ausencia.
Aunque se atormentaría por ese pensamiento en cuanto el celo pasara, realmente deseaba tenerlo a su lado aún si eso implicaba ser solo un omega al que manosear libremente.
Se preguntó: ¿en qué momento Kenchin había asesinato a la persona a la que más admiración decía tener: al Invencible Mikey?
Al final sí tuve Internet hoy. Que eficiencia.
Esta vez no fue falta de inspiración. Saben qué fue?? NO SABÍA QUE AROMA ASIGNARLE A DRAKEN
Me atasqué ese dato :c pero a la final lo resolví.
Pausa publicitaria: subí una historia ShinWaka. La pueden encontrar en mi perfil con el nombre de "Omega sustituto"
¡Gracias por leer! ❤
08 oct 2023: Sí, lo resubí. Ya puse mis ideas un poquito más en orden.
Subiré una guía sobre éste omegaverse para que se entienda un poquito mejor, porque creo que me estuve desviando de ciertas cosas sin darme cuenta, peeeeero ya les hallé arreglo jsjsjaja
Seguramente sea una guía que no solamente use para esta, sino para otras historias; así que si la llego a publicar porfa denle un vistazo 🙏 Será rápida, trataré de simplificar lo más posible, lo prometo.
Gracias por volver! ❤
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