4. Igual de bueno que sus patadas infernales

Mikey protagonizó la escena más jodidamente vergonzosa de toda su vida.

Cuando llegaron a casa de Haruchiyo, apenas comprobaron la ausencia de Senju y se desplomaron sobre el sofá de la sala. Mikey recostado sobre los cojines, unido a los labios de Haruchiyo en un fogoso beso, quien estaba encima de él, sosteniendo ambas piernas del omega al costado de su torso.

En el instante en que sintió los fríos dedos del alfa colarse dentro de su camiseta, el corazón de Mikey sufrió un revuelco que amenazó súbitamente con dar por extinta su calentura.

"Mierda, ¿esto en serio va a pasar?"

"Pues sí, idiota. Tú hiciste que pasará"

La cabeza se le nubló al sentir las manos del alfa desabrochando su pantalón. A su reticencia se le interponía la excitación del momento, pero a su vez, esta era interrumpida por un persistente desasosiego que aparecía en el momento en que reparaba que de verdad estaba a punto de llegar hasta el final con Haruchiyo.

¿De verdad quería eso?

No tuvo tiempo de replantearselo, pues Takeomi llegó oportunamente y se petrificó en el umbral apenas contempló tal escena y tales posiciones.

Takeomi, quién lo atestiguó caminar en pañales y cuya presencia ya era habitual en la residencia Sano. El alfa que lo había visto crecer ahora lo encontraba con los pantalones a mitad de sus muslos y sus piernas enroscadas en el torso de Haruchiyo. Sin mencionar que el lugar estaba infestado de feromonas excesivamente dulces.

No maquinó ninguna excusa válida. Soportó en silencio el regaño que fue obligado a recibir sobre ese tipo de escenas y la responsabilidad que debía tener sobre su cuerpo, si no quería que le contara todo a Shinichiro.

El caminar mientras inevitablemente rememoraba esa escena en su cabeza junto a cada sílaba pronunciada por Takeomi, era un suplicio aún mayor, sumado al desasosiego de no estar seguro si realmente el alfa cumpliría con su palabra de no chismosearle a Shinichiro. A Takeomi no se le daban precisamente bien las promesas.

Aún tenía el avinagrado aroma de Haruchiyo adherido al cuerpo, entremezclado con ese dulzor extasiado que emergió en el fulgor del momento. También tenía latente la sensación fantasmal de esos fríos dedos sobre sus muslos y los estremecimientos provocados por los roces en su abdomen. Se había sentido bien momentáneamente... Pero, ahora sólo residía un vacío inefable.

"Mierda, Manjiro. Cometes estupidez tras estupidez"

Afortunadamente, Takeomi realmente cumplió con su palabra.

Transcurrieron los dos días previos a la reunión de ToMan, dónde ya estaría presente esa maraña de problemas que venían atormentándolo desde hacía días. Le consolaba la probabilidad de poder aclarar todo ese día y poder enterrar todo el asunto.

Sin embargo, aun quedaría pendiente aquello con lo que no estaba dispuesto a tratar. Draken era uno de esos asuntos.

Le avergonzaba encararlo. Enfrentar una posible expresión burlona o algún temple de superioridad que profesara "Sí, yo sí conozco todo el cuerpo del comandante. Ustedes no tendrán esa dicha". O inclusive uno asqueado por todas las cosas que han estado circulando sobre él por ahí.

Si la gente se enteraba de su casi revolcón con Haruchiyo, su reputación adoptaría un horrible manchón perenne, porque prácticamente era una corroboración a los rumores.

Buscando despejar su cabeza de ideas intrusas, partió hacia el santuario montando su motocicleta; sintiendo catártica la sensación del viento golpeando sus mejillas y revoloteando su cabello.

Era un día más caluroso de lo habitual.

No supo dilucidar si era más vergonzoso enfrentar a Draken o a Haruchiyo.

Ambos desde puntos distintos mirando su figura emerger desde el filo de las escaleras. Sanzu formado entre una de las filas a los costados y Draken de pie sobre un escalón, aguardando su llegada con una rígida postura. Un solemne saludo resonando imponente con voces sincronizadas lo recibió.

Realmente, le complacía ver que aún había quienes agachaban la cabeza ante su presencia.

De reojo, dentro de la fila de Baji alcanzó a ver a Chifuyu de pie a un lado del alfa, observando todo con un brillo maravillado. Mikey sonrió de lado y bufó al darse cuenta de que se había negado a la reverencia. Llegó a su lugar, donde le otorgó una mirada de soslayo al alfa antes de apuntar sus ojos hacia el frente, hacia la multitud que probablemente en ese momento estaba juzgandolo en silencio.

Exhaló profundamente antes de abrir la boca para empezar.

—Recientemente hay muchos rumores rondando por allí sobre mí y a estas alturas ya deben haber llegado a oídos de gran parte de ustedes —comenzó, manteniendo la cabeza en alto y alternando su mirada entre cada división—. Me gustaría tratar esto escuchando lo que sea que tengan que decir al respecto, cualquier queja u objeción. Los escucho.

Se cruzó de brazos, ostentando una postura despreocupada mientras miraba a sus miembros murmurar entre sí, acordando sus posibles quejas, quién las recitaría o incluso apenas entrando en contexto.

Uno de los que estaban entre las primeras filas dio un paso al frente y enderezando la espalda con sus manos juntas por detrás, habló claro y fuerte:

—Como primera duda: ¿comandante, es verdad que es un omega?

Mikey gruñó en medio de un suspiro.

—¿En algún momento yo les he dicho que soy un alfa?

Silencio. Todos empezaron a mirarse entre sí, tensos. Evidentemente, Mikey nunca había sugerido algo que delatara su supuesta casta. La clasificación impuesta fue una mera estipulación colectiva que dieron por sentada que era verídica, incluso sin tener ningún respaldo.

—¿El parche en su cuello no fue para ocultarlo? —alguien preguntó entre la multitud.

—No, grandísimo imbécil. Él tiene sus razones. Respeten y cierren la puta boca si no van a decir algo importante —Baji espetó unas filas más atrás.

Mikey lo miró con ojos entrecerrados. Si ese alfa idiota creía que con esa defensa se había librado de él, estaba muy equivocado.

—No. El parche es por razones personales, tal como Edward acaba de mencionarlo —respondió de igual manera—. No tiene nada que ver con mi puesto como comandante, ni mucho menos con "querer ocultar mi casta".

Nuevamente silencio. Mikey notó algunas muecas disgustadas en medio del tumulto de expresiones y suspiró agotado, preparándose para no estallar en cólera por los comentarios que estaba seguro, se avecinarían.

Sintió una gota de sudor resbalarle por la sien. ¿Así de estresado estaba?

—¡Esto es ridículo! ¡No puedo creer que alfas como nosotros hayamos estado al mando de un omega todo este tiempo! —alguien se manifestó entre la multitud. Demasiado cobarde para dar un paso al frente y darse a conocer. Patético.

—Si no te gusta, puedes largarte. Nada ni nadie te obliga a estar aquí.

Fue Draken el que habló. A Mikey no le sorprendió demasiado.

—¡Mierda, los rumores son ciertos! ¡Se acuesta con los capitanes! —Otra voz distinta resonó.

—¡¿QUIÉN PUTAS FUE EL QUE DIJO ESO?! ¡VOY A DESFIGURARTE LA CARA, MALDITO INFELIZ!

De inmediato se hizo un espacio alrededor de Baji y Chifuyu, cuando los miembros cercanos huyeron despavoridos ante la atemorizante amenaza del alfa, teniendo perfecto conocimiento de que, si llegaba a pillar al culpable, no se quedaría como una simple amenaza.

Sin embargo, la furia del alfa fue aplacada por el omega que se aferró a su brazo y le murmuraba algunas palabras con el ceño fruncido.

—¡No me acuesto con ninguno de los capitanes, maldita sea! —espetó, enervante—. Y si así fuera, no afectaría en nada en su vida, así que no tienen motivos para entrometerse.

La última frase era fácil de tergiversar cuando estaban empecinados en juzgarlo. Varios murmullos entremezclados resonaron al mismo tiempo cuando empezaron a conversar entre sí.

—Nosotros respetamos a Mikey —Mitsuya alzó la voz lo suficiente para darse a notar—, y Mikey nos respeta a nosotros. Jamás nos hemos involucrado más allá de una amistad cercana. Sin embargo, así como ustedes, él tiene derecho a estar con quién se le dé la gana y eso no es asunto de ninguno de nosotros, mucho menos de ustedes.

—Sí, cierren el hocico —espetó Pah al instante—. Preocúpense por sus propios penes y dejen a los demás.

—La verdad, el comandante está bueno y todos lo sabemos incluso antes de confirmar su casta —Smiley intervino con su clásica sonrisa amplia dibujada en su rostro—. Igual de bueno que sus patadas infernales. Es el respeto adecuado o la muerte. Ustedes verán que eligen.

Mikey rodó los ojos, sin poder evitar soltar una risilla en medio por el comentario.

—Tienen ahora la oportunidad de marcharse quién quiera —Draken habló autoritario—. Si más adelante descubrimos a alguien dentro de la pandilla hablando pestes similares sobre Mikey, no dudaremos en aplicar castigos severos. Así que quién no esté de acuerdo con este sistema, puede largarse ahora.

Transcurrieron un par de segundos. Mikey jamás agachó la cabeza. Fue cuestión de tiempo para que el primer par de miembros diera media vuelta y abandonara el grupo. Éste fue precedido por un par más.

Un total de diez miembros abandonaron sus respectivas divisiones. Nadie más se movió de su lugar después de eso.

—¿Nadie más? ¿Tampoco tienen otra objeción? —Mikey cuestionó desperdigando su mirada por la multitud. Nadie más se movió de su lugar—. Agradezco su lealtad. Mi casta no tiene relación con mi liderazgo y jamás será un obstáculo para mí.

—Te deshiciste de toda la basura. Que grande —Chifuyu alagó apenas pudo acercarse a Mikey luego de que la reunión finalizara oficialmente—. Después de esto, creo que te admiro.

—No, no soy alguien adecuado a quién admirar —suspiró peinando el cabello hacia atrás con los dedos, sintiendo como estos se mojaban por el sudor que residía en el inicio de su frente.

—Pues, al menos esta parte de tí, sí. Que imponente te veías desde mi lugar —comentó realmente fascinado. Mikey sonrió ligeramente azorado por el estímulo.

Ellos estaban conversando en la cima de los escalones, mientras los alfas estaban abajo discutiendo sobre sus propios temas.

—¿Quieres ir conmigo y Keisuke a comer helado? Así hacen las pases —propuso sonriendo tan alegremente que a Mikey le pesó tener que declinar.

—Lo siento, estoy algo cansado y quiero ir a casa. No pude dormir bien anoche.

Chifuyu estaba por replicar, pero la voz de Baji desde la mitad de los escalones, le interrumpió:

—¿Nos vamos, bebé?

Mikey negó con la cabeza cuando el omega se volteó para tratar de convencerlo de nuevo. Así que éste solo suspiró y se despidió para reunirse con el alfa.

Observó la interacción desde su lugar: Baji le sonreía con fascinación a medida que el omega se le acercaba. Cuando estuvieron uno junto a otro, el alfa le dijo algo que no supo reconocer, pero el omega en lugar de responder le hizo una seña para que se agachara un poco. Éste acató y Chifuyu tomó delicadamente el mentón entre sus manos, usando sus dedos para retirar alguna mancha o basurita que Keisuke tuviera en la nariz. Baji, siempre atrevido, aprovechó esa cercanía para robarle un beso en los labios a su novio. Chifuyu río divertido y azorado por el gesto.

Ambos empezaron a bajar juntos los escalones, mientras sus figuras se distorsionaban y duplicaban en manchones borrosos junto a su entorno.

Un momento.

Un repentino golpe de calor golpeó con fuerza su cuerpo.

Chifuyu bajaba los escalones de la mano de Keisuke cuando el olor llegó a su nariz.

Era excesivamente dulce. Durazno demasiado perceptible y azucarado, acoplado a un tinte adictivo más melifluo. Repentinamente, el ambiente se abarrotó de ese aroma en específico. Fue tan desconcertante que incluso Baji se detuvo junto a él, extrañado y exhalando a profundidad para intentar descubrir su índole.

Entonces Chifuyu reparó en la causa justo cuando escuchó el cuerpo de Mikey desplomarse contra el suelo, detrás suyo.

—Mierda —susurró soltandose de la mano de Keisuke para ir a socorrer al omega en el suelo.

Baji captó el mensaje en las feromonas: Mikey había entrado en celo justo en ese momento. Con todos los miembros fundadores a un par de metros de ellos, incluyendo a Draken.

—¡Keisuke, mi mochila!

Ahora entendía a qué se refería Mikey con aroma algo fuerte. Si bien los olores siempre se potenciaban durante el celo, el de Mikey en ese momento bastaba para llamar la atención a kilómetros de distancia. Era asfixiante con tanta cercanía.

—¡Puta madre, Keisuke, mi mochila!

Finalmente, el alfa despertó de su embeleso y corrió hacia su omega, portando su mochila del colegio en su espalda.

Tuvo que cubrirse la nariz por el excesivo olor. Su instinto de alfa reconocía a Mikey con un lazo fraternal, el cual no le permitía reaccionar sexualmente, así que, en su lugar, se ahogaba entre tanto dulzor demasiado potente.

Chifuyu maniobró para intentar que Mikey tragara los supresores en pastilla en medio de los jadeos de éste y murmullos ininteligibles. Sus mejillas estaban totalmente rojas y su rostro, perlado de sudor.

—¡Mikey!

Lo que faltaba, Draken apareciendo y reaccionando a las feromonas del omega.

—No dejes que se acerquen —Chifuyu lo miro casi con súplica, sosteniendo entre sus brazos la mitad del cuerpo de Mikey para tratar de hacerlo reaccionar.

Pero, el panorama delataba que los supresores ya no eran suficientes para aplacar su celo.

Keisuke se levantó para bloquear el paso y notó a Pah y Mitsuya detrás de Draken.

Pah tenía una mueca de pavor, denotando su carencia de reacción a las feromonas, pero seriamente preocupado por la situación. Mitsuya, por otro lado, parecía estar debatiendo contra su propio instinto. Se estaba obligando a no reaccionar.

Draken lo miraba hipnotizado, con el hambre centellando en sus orbes.

—Lárgate, Draken. No te corresponde estar aquí —espetó.

—¿Crees que lo dejaré solo contigo? —recriminó en un murmullo.

—No, está con Chifuyu. Yo no le haré nada y ni pienses que dejaré que lo toques —Baji gruñó.

—Quítate, maldita sea. Déjame ir con él —Ken también le gruñó.

Ambos soltando gruñidos guturales en una clara invitación a un conflicto por territorio. La excusa de Baji tenía una connotación más fraternal: proteger a Mikey en estado vulnerable de otros alfas. Sin embargo, la agresividad de Draken se debía más a un notorio despertar sexual que las feromonas del omega provocaron en él.

Lo peor de todo era que Mikey demostraba necesitarlo, correspondiendo plenamente.


Finalmente pude acabar el capítulo jsjsjjs ;; sufrí un bloqueo bien feo :((

Disculpen la tardanza, intentaré de igual manera reanudar mis demás historias. Gracias por la espera ❤

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