07
Un chico de cabellera negra se encontraba escondido detrás del gran árbol. Su ojos estaban entrecerrados y su ceño fruncido; un pequeño puchero estaba instalado en su pequeña boca, y pequeños gruñidos salían de ella.
—¡No puedo creerlo! —gruñó bajo, viendo a ambos chicos a lo lejos— ¡Está con el enemigo!
Yoongi siguió mirando, tenía sus dos manos recostadas sobre el tronco del árbol, cada vez inclinándose más para ver mejor la escena.
Jungkook y Jimin se encontraban a lo lejos platicando tranquilamente, mientras el último sonreía de manera hermosa. Se veían tan pacíficos, que Yoongi no pudo soportar el vigilarlos para ver que pasaba.
Algo en su interior emergía cómo lava en un volcán erupcionando. Sus ojos cada vez se hacían más pequeños escudriñando a la dos figuras. Por poco y los deshacía con la mirada.
—¡Es un traidor! —chilló indignado cuando el alfa se atrevió a hacer reír a Jimin.
—¿Quién es un traidor? —Se escuchó una voz llena de burla a sus espaldas.
El pálido se fue de boca gracias al susto que su amigo le había dado. Pero, gracias a los dioses gatos por permitir que reaccionase rápido y puesto sus manos para amortiguar la caída. Aunque sus rodillas dolieron al dar con la tierra.
Yoongi se levantó rápidamente del pasto, avergonzado y con las mejillas pintadas de un rosa intenso. Lo habían descubierto y no tenía ninguna excusa válida para dar.
—¿Qué estabas haciendo, Min? —preguntó el chico de hoyuelos, con una ceja alzada y una mueca burlesca.
El pálido tragó saliva limpiándose sus manos llenas de tierra en su gran suéter.
—Yo... Y-Yo... —Trataba de no encontrarse con la intensa mirada de su amigo—. Estaba viendo que Jungkook me está traicionando —soltó rápidamente, agradeciendo haber encontrado algo que decir.
Namjoon se cruzó de brazos. —¿Traicionándote por qué? —preguntó riendo—. ¿Por qué le está coqueteando a Jimin?
Yoongi gruñó en su interior. Lo sabía, sabía que ese pequeño conejo traidor le estaba coqueteando a su acosador. Al principio pensó en que sólo estaba siendo paranoico, pero ahora que Namjoon le decía lo mismo, podía confirmarlo.
—Cálmate, tigre —rió Namjoon, al escuchar unos pequeños gruñidos por parte del alfa.
—No, no estaba viéndolos porque le está coqueteando —mintió—. Lo hago porque Jungkook se está juntando con el enemigo.
El peli-morado carcajeó fuertemente. Se notaba a kilómetros que el alfa estaba hirviendo de celos aunque lo negara o no se diera cuenta.
Ciertamente, Namjoon jamás había visto a Yoongi de esa manera, puesto que ambos se conocían desde que eran unos críos, y Yoongi siempre estaba con su mente puesta en los gatos, jamás tenía tiempo para otra cosa.
—Entonces deberías de agradecerle a Kookie —recomendó el omega.
—¿Por qué le agradecería? —gruñó, cruzándose de brazos también.
—Por qué si Jimin se enamora de Kookie, entonces ya no te molestara a ti —dijo con obviedad.
El estómago de Yoongi se revolvió luego de las palabras de su amigo. Sintió como algo en su pecho se estrujaba de tan solo pensar en ya no tener a ese pequeño peli-rosa siguiéndolo y sonriéndole como sólo el sabía hacerlo.
Comenzó a crearse escenas de Jungkook y Jimin agarrados de las manos, sonriéndose y dándose pequeños besitos, mientras los demás los celebraban por ser la pareja más tierna.
Se imaginó a él después de salir de la universidad, con un trabajo mediocre, sin pareja, calvo y con una gran barriga, mientras tomaba una botella de alcohol para olvidar las penas. Viendo a lo lejos a Jimin y Jungkook con un montón de cachorros y felices.
—¿Yoongi?...
—¡Esos cachorros deberían de ser míos! —gritó desesperado, asustando a Namjoon a su paso.
—¿Qué rayos te sucede, Min Yoongi? —Preguntó. Yoongi se había girado para ver otra vez al alfa y omega a lo lejos, mientras susurraba cosas inaudibles para sus oídos.
El alfa ignoró olímpicamente al omega. Se dirigió a pasos agigantados hacia donde estaba el peli-rosa con el alfa. No podía permitir que Jungkook tuviera cachorros con su acosador, porque Jimin era eso, SU acosador, no del alfa menor.
Siguió caminando rumbo a los dos chicos, dando pequeños gruñidos, y dando pasos un poco fuertes. Ni siquiera le importó el hecho de que unas omegas que iban pasando comenzarán a dar chillidos de emoción, diciéndole que se veía muy tierno. No tenía tiempo para nada más.
—¡Jeon Jungkook! —llamó cuando hubo llegado donde los menores.
Tanto Jungkook como Jimin se asustaron ante el pequeño grito del mayor. El alfa se puso un poco rojo al pensar que su amigo había escuchado lo que le estaba contando a Jimin.
—Hy-Hyung.... Yo... —Comenzó a balbucear.
El omega peli-rosa sonrió al ver al alfa de sus sueños frente a él. Pero lo que más le hizo sonreír fue el hecho de recordar lo que Jungkook le había estado diciendo.
Ambos chicos se habían reunido en las mesas de afuera de la universidad, después de que Namjoon mandara a Jungkook a ayudarle a Jimin, sobre todo lo que el peli-rosa debería de saber de Yoongi.
El pequeño alfa le había contando que para el cumpleaños número quince de Yoongi, la familia Min lo había llevado a la feria. Solo los amigos selectos de Yoongi habían ido, y Jungkook era uno de ellos. El alfa aún recordaba cuando Yoongi vio una botarga de Mr. Miau entregando boletines en la entrada. Dijo que el de ojos felinos había corrido como niño pequeño hacia dicha botarga y la había abrazado emocionado, mientras repetía una y otra vez que se quería casar con el gato. Después de ello, Yoongi recibió muchas burlas de parte de su familia y amigos.
Las mejillas de Jimin se habían puesto rosas luego de imaginarse a un Yoongi tierno pidiendo casarse con una botarga.
—¡Gatito! —Interrumpió Jimin.
Yoongi bufó. —No me digas así.
—Vamos Yoongi hyung —puchereó el omega—. No sea tan amargado.
Jungkook rodó los ojos. Le había dicho claramente a Jimin que si veía a Yoongi, no debía hablarle. Pero ahí estaba ese chico, intentando atraer toda la atención de Yoongi.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Miró al menor, intentando ignorar el lindo puchero del omega.
—¿Por qué está molesto, hyung? —Interrumpió de nuevo Jimin.
—No estoy molesto —bufó, con el ceño fruncido— ¿Por qué piensas que estoy molesto?
—Por su aroma.
Yoongi olfateó un momento al aire. Era cierto, estaba tan enfrascado en llegar a esos dos que ni tiempo tuvo de darse cuenta de que estaba soltando muchas feromonas.
Intentó respirar profundo y calmar a su lobo, el cual, aún seguía queriendo llevarse al omega de ahí.
—¿Qué están haciendo aquí?
—¿Para que quiere saberlo? —preguntó maliciosamente Jungkook.
—Porque tú —señaló al alfa—, deberías de estar en clases.
—Usted también debería de estar en clases, hyung —reprendió el alfita.
Yoongi boqueó por un momento.
—El licenciado tuvo una emergencia, por eso tengo la hora libre —mintió de nuevo.
El alfa menor alzó una ceja incrédulo ante la mentira tan descarada de su hyung. Mientras el chico estaba planeando otra mentira, Jungkook a lo lejos había visto a Namjoon haciéndole señas que le costaron entender, pero al final había logrado comprender.
—Tiene razón, hyung —habló suave—. Me voy para mi clase, por favor, cuide de Jiminnie.
Salió huyendo a paso rápido de ahí. Tenía la sospecha de que el mayor se pondría nervioso y habría ido detrás de él si se iba tranquilamente.
Tal como Jungkook lo pensó. Yoongi estuvo a punto de huir cuando se quedó solo con el omega que no dejaba de verlo y sonreír, y no es que le molestara ahora, pero lo hacía sentir nervioso.
—Hyung~ —canturreó el omega, levantándose del asiento.
—¿Qué? —Preguntó, alejándose unos pasos de Jimin. Éste último se acercaba poco a poco.
—¿Me deja darle un abrazo? —Pidió tiernamente.
—No. —Negó rápidamente.
—Sólo quiero ayudarlo —chilló—. Puedo sentir que su lobo está desesperado por algo, y mi aroma podría calmarlo.
Desde antes que Yoongi llegara a ellos, Jimin ya había sentido a su lobo removerse en su interior, no entendió en ese momento, pero cuando el alfa llegó hacia ellos, lo había comprendido: Su lobo quería calmar a su alfa.
Yoongi pensó por unos momento la propuesta de Jimin. Era cierto, su lobo estaba loco en su interior, y si se era sincero, cuando el chico le ofreció un abrazo su lobo se quedó quieto un momento, para luego comenzar a saltar de alegría. Pero también su lado humano había reaccionado muy bien.
—Está bien —suspiró—, pero no intentes nada más. —Entrecerró sus ojos—. Esto es sólo porque mi lobo está chillando.
Jimin rió dulcemente, y es que no podía negar que en su cabecita ya estaba creando un plan para robarle un besito al alfa.
—Lo prometo. —Cruzó sus dedos en su espalda.
Jimin abrió sus brazos invitando a Yoongi para que se acercara para así poder envolverlo en un cálido abrazo. El alfa se aproximó un poco dudoso, pero finalmente, había cedido y también abrió sus brazos envolviendo a Jimin con ellos.
El omega pasó ambos brazos alrededor del cuello de Yoongi, mientras que éste último ponía sus manos sobre su reducida cintura.
Ambos lobos gimieron gustosos ante el toque.
El alfa comenzó a sentirse tan bien en los cálidos brazos del menor, que no se dio cuenta en que momento había comenzado a soltar pequeños ronroneos, hundiendo su nariz en el blanquecino cuello del omega y aspirando su delicioso aroma.
Jimin se sintió la persona más afortunada del mundo. Dejó que el alfa aspirara de su aroma, y rió ante las cosquillas que sentía cada vez que el alfa movía su nariz, sumando los ronroneos.
Sus sueños ahora se estaban haciendo realidad.
—Yoongi hyung, ¿Está ronroneando? —Preguntó dulcemente.
El mencionado sacó rápidamente su nariz del cuello del chico. Su rostro se coloreó de un rosa intenso, pero aún así, no dejó de abrazar al omega.
Ambos se quedaron viendo fijamente a los ojos, puesto que cuando Yoongi se apartó del cuello del omega, pero no de sus brazos, sus rostros habían quedado muy cerca. Incluso, Yoongi pudo ver el pequeño brillo en los ojos de Jimin, lo que lo hizo preguntarse si él también lo tendría.
—Yo... Eh...
Sin que se el alfa se lo esperara, Jimin le había dado un piquito en sus labios, mientras se alejaba y deshacía el abrazo.
El omega se sonrojó furiosamente alejándose del mayor porque temió de la reacción de este, más Yoongi solo se quedó ahí, parado con los ojos y boca abierta. Jimin supo que era un buen momento para huir.
—Adiós, Gatito. —Se despidió con una dulce sonrisa. No se arrepentía para nada del pequeño beso que no duró ni dos segundos, pero que para él, fue incluso hasta suficiente para crearle un pequeño paro cardíaco.
—Ga-gatito —susurró el alfa incoherentemente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top