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Rafael estaba en su habitación colocándose una camisa, al terminar, se dirige al comedor donde estaba su padre desayunando junto a su hermano mayor, Leo.
S: Buenos días..
L: Hasta que despiertas, feo durmiente..
R: Feo serás tú. -Le bufo sentándose a su lado.
Por la puerta de la cocina entró Ana con su característico traje de sirvienta. Esta le dejaba el te de manzanilla a Leonardo junto a unas tostadas con mermelada de durazno.
An: ¿Usted desayunara algo, amo Rafael? -Dijo mirándolo de reojo con un leve rubor en su rostro.
R: Lo de siempre.. -Anabett asintió y caminó hasta la cocina, pero Rafael pudo notar que caminaba mal, cojeaba levemente, a lo que el sonríe con gallardía recordando lo que sucedió minutos antes en la ducha.
L: ¿Por que sonríes? -Pregunto confuso, dejando la taza en la mesa.
R: Recordé algo..
L: ¿Se puede saber que es?
R: Hum.. Dejame pensarlo, no.
Al comedor ingresó Ana con un plato de cereal, esta camino hasta Rafael, pero Leonardo no le quitaba la vista de encima, notaba algo extraño en ella, no sólo esos extraños moretones en su cuerpo, sino también su extraña forma de caminar. La siguió con la mirada hasta que se fue del comedor, miró sonrojado la puerta..
S: Hijos mios, debo ir a trabajar, los veo dentro de unas horas.. -Dijo levantándose de la mesa, este camino hasta la puerta de entrada y se fue..
L/R: Hai.. Adiós padre..
L: -Mira sonrojado a Rafa- ¿¡Te acostaste con Anabett!?
Continuará...
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