7- Te quiero para mí
-¿Sobre mí? ¿Qué pueden decir de alguien que apenas conocen?
-Que eres dulce con los niños, tierno con los ancianos, respetuoso con los jóvenes y muy inteligente para tu corta edad...
-¿En verdad se dice todo eso? Yo trato de hacer mi trabajo lo mejor posible, los libros me apasionan y me siento a gusto compartiendo lo que sé... pero no es nada excepcional, sólo una pasión...
-¿Y eres así de apasionado para todo?
Los colores tiñeron su rostro a un bello carmín y sonrió inseguro, cosa que al mayor le pareció adorable
-No... no lo soy... Sólo me siento a gusto entre los libros, después soy muy ermitaño y tímido...
-Lo siento, no quise ponerte en vergüenza... me gustaría invitarte a cenar en mi hogar, conocerte mejor...
Otra vez los colores se le subían al rostro, pero pudo sobreponerse y habló...
-Lo siento señor alcalde... me siento halagado por su invitación pero debo rechazarla... no se vería con buenos ojos que un recién llegado al pueblo sea invitado por la suprema autoridad a una cena en su hogar...
Tragando su rabia por la negativa, le sonrió y contestó
-Está bien, te entiendo... pero más adelante me deberás aceptar...
Recibió una leve sonrisa junto al asentimiento y se disponía a marchar, cuando se percató que no sabía su nombre.
-¿Cómo te llamas, muchacho?
-Camus... Camus Verseau...
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Los meses pasaban rápidos, todo iba bien para Camus, estaba ahorrando dinero para luego hacer arreglos en la cabaña que había comprado.
Antoine le había dado una de las habitaciones en la parte superior de la biblioteca para que se quedase allí y no gastara en alquileres ni en viajes de regreso a casa.
Al terminar su trabajo, subía cansado, preparaba algo de cenar, compartía las comidas con el anciano y, tras ducharse, se acostaba...
Eran esos momentos cuando los recuerdos y nostalgias le asaltaban... extrañaba a Aldebaran, a Kanon y a Shura... deseaba hablar con ellos, saber qué pasaba con su diosa...
Pero él había tomado una decisión y la iba a respetar hasta el fin... su vida fuera del santuario empezaba a tener sentido, se había adaptado y estaba progresando...
Con los ahorros de toda su vida, había comprado esa propiedad en las afueras; ahora, con lo que ahorraba, la iba restaurando y ya estaba muy avanzada con las mejoras...
Nunca se creyó capaz de lograrlo pero ahí estaba, tenía un hermoso trabajo, gente que lo quería, alguien que se había convertido en un padre para él y hasta tenía pretendientes!
Claro que eso no le interesaba porque su corazón ya tenía dueño y ni el tiempo ni la distancia lo harían cambiar...
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-¿Cómo que volvió a rechazar mi invitación? ¿Quién se cree que es ese muchachito?
¿Le enviaste el ramo de rosas?- el alcalde masticaba bronca porque Camus nuevamente declinaba su oferta de ir a cenar a su casa...
Él era el alcalde, la persona más influyente y rica del pueblo, ¿cómo osaba rechazarlo?
-Sí señor, se las envié como todos los ramos anteriores pero no hubo respuesta alguna...
-Parece que yo mismo tendré que ir de nuevo por él y más le vale que me acepte la invitación.
El alcalde salió furioso hacia la biblioteca, al mismo tiempo que Camus venía de la mano de una señorita que lo miraba sonriendo.
Su sangre hirvió, se bajó de su auto y lo increpó sin rodeos
-Yo te cortejo, te envío flores, te hago regalos y tú, saliendo con una pobre diabla como ella...
Camus sintió su cosmo activarse y lo cubrió en seguida pero su enojo duraba. No supo en qué momento había soltado la bofetada hacia el hombre frente suyo...
-Discúlpese con la señora, señor alcalde! Ella no merece ser tratada de ese modo sólo por ser invidente...
Ven Clara, sólo falta cruzar la avenida principal y estás en tu casa... tu esposo me dijo que los niños te esperan...
-Gracias señorito Camus... es usted muy amable...
-No es nada, te espero mañana para otra clase de braille... si puedo, yo voy a tu casa...
La joven asintió con una sonrisa, ya habían cruzado y sus hijos estaban en el porche de su hogar esperándola.
Camus volvió sus pasos hacia el mayor y lo miró serio... estaba realmente enfadado...
-Lo siento en verdad, fui muy grosero con esa mujer pero...
-No hay peros que valgan, la irrespetó y la humilló, no tenía ningún derecho...
-Tienes razón pero... no sé qué me pasa contigo... te quiero a mi lado y... me puse celoso...
Camus lo miró con la boca abierta en desconcierto
-Sé que soy muy mayor a ti pero me traes loco, me gustas mucho... acepta comer conmigo por favor, en un restaurante, ahora, con mucha gente si no quieres estar a solas conmigo...
-No es cuestión de edades, es sólo que no me interesa entablar una relación con nadie de aquí... no quiero darle ilusiones donde no las hay... mi corazón ya tiene dueño y nada puede cambiarlo...
El alcalde sintió que por primera vez no obtendría lo que deseaba... había pagado tantas veces por placer, hombres y mujeres no importaba, lo que quería lo tenía pero este chico lo rechazaba una y otra vez...
Haría cualquier cosa por tenerlo, no le importaba nada ya...
-¿Y si te ofrezco algo serio? Compromiso? Casamiento? Acepta, sé mi esposo...
-¿De qué habla señor? No lo conozco, me envía regalos todo el tiempo, me hace escenas de celo como si fuera de su propiedad...
Será mejor que me retire, aún debo de seguir trabajando y ya no estoy cómodo en su compañía... lo siento...
Dio media vuelta y se marchó, su largo cabello siguió su movimiento y desprendió un aroma suave que llenó las fosas nasales del alcalde...
"No te escaparás de mí... lo prometo"
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Por una milésima de segundo Kanon sintió el cosmo alterado de Camus y paró en seco su posición de ataque, en pleno entrenamiento.
Volteó para mirar al toro pero éste seguía luchando sin cuartel con Mu y de seguro no había sentido nada.
Se preguntó si habría sido sólo su imaginación y suspirando, se dedicó a seguir con la pelea que mantenía frente a Shura.
-Vamos copia, no me hagas esperar...
-No soy copia de nadie, tendré un gemelo idéntico pero no somos iguales más allá de lo físico...
-Es broma, amigo... Camus me hizo cambiar de opinión respecto a ti, cada vez que hablaba así...
El gemelo se sorprendió y una risita tonta se instaló en su rostro, mientras se concentraba en lo que hacía.
¿En qué momento sucedió que le importaba tanto lo que opinaran de él y, sobretodo, lo que Camus pensaba de su persona?
No quiso ahondar en el tema y siguió peleando con Shura, pero ya con una sonrisa instalada en su rostro...
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Aldebaran continuaba su entrenamiento y al sentarse en las gradas a descansar, pudo al fin liberar la angustia que le oprimía, desde el momento en que pudo sentir el cosmo de Camus, antes que desapareciera casi instantáneamente.
¿Qué le habría sucedido? ¿Dónde se hallaba su amado aguador?
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Camus dormía plácidamente, soñando con su toro y sus dos amigos, cuando un ruido en la planta baja de la librería lo sobresaltó y sin dudarlo, se levantó colocándose una bata y bajando los escalones de dos en dos...
-¿Antoine? ¿Es usted?
Un olor impregnado en el aire le llegó como ráfaga, había fuego a la entrada del local...
Corrió por el extintor y no lo halló en su lugar; al voltear para ir por el otro, un paño embebido con cloroformo fue puesto en su nariz y boca y todo se volvió negro.
Lo tomaron en brazos, apagando el pequeño foco que habían iniciado como carnada, y se llevaron a su verdadero objetivo.
-Patrón... Ya tenemos al bibliotecario bonito... está bien, lo siento... no se volverá a repetir...
Cortó la comunicación y miró al joven dormido en el asiento de atrás del vehículo
-Si no fueras para el patrón, tú y yo nos divertiríamos mucho! Eres toda una belleza!...
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