3- Amistades y un amor

Aldebaran se sentía satisfecho de lo que se había atrevido a hacer. Pedir ayuda a Kanon había sido una gran idea y ahora sabía que su querido aguador, podría seguir recuperándose solo...

Ya lo había visto y lo habían ayudado, aunque ahora debía soportar el interrogatorio de Afrodita...

-¿Dónde estabas, Aldebaran? Te dije que no salieras de tu templo

-No me puedes prohibir que pasee o haga lo que me plazca, no tienes nada que te dé ese derecho...

-Te pedí que no vieras a Acuario

-Y no lo he hecho... no he subido y él no ha bajado...

-¿Crees que soy idiota? El templo del aguador estaba lleno de un cosmos amable y... ¿quién más que tú lo querría ver y ayudar?

-No lo sé, pero yo no fui... ya déjame solo que tengo cosas que hacer...

-Esto no se quedará así, Tauro...- el santo de Piscis se marchó furioso

¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? Si perdonaban y trataban a Saga y a Shura, aunque los seguían tildando de traidores, entonces, ¿por qué ese odio desmedido hacia Camus?

Él sabía lo difícil que había sido para los tres, jurar fidelidad a Hades para poder ayudar a Athena, todo lo que habían hecho para conseguirlo, dando por tierra su orgullo como guerreros y siendo odiados por el resto de la orden dorada, a pesar del perdón de su diosa...

Pero Camus no gozaba del mismo privilegio que Shura y Saga, a él lo despreciaban y se lo hacían sentir haciéndolo a un lado y humillándolo cada vez que se podía...

Afrodita era el que comandaba a los caballeros, poniendo ideas locas en sus cabezas en contra de Acuario... el vacío que le hacían era cada vez peor y Camus sólo levantaba un muro de indiferencia cada vez más grande entre ellos...

Aldebaran deseaba estar del otro lado del muro junto a Camus, pero tenía una obligación como guardián de su templo y esa era su prioridad aunque le doliera en el alma...

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Camus tenía catorce años cuando fue enviado a Siberia para entrenar a dos alumnos, que pelearían por la armadura de bronce del cisne, la cual descansaba en los hielos eternos...

Aldebaran lo acompañó hasta los límites del santuario y allí le abrazó con fuerza...

-Promete que te cuidarás y volverás al santuario en cuanto puedas...

-Claro Alde, lo prometo... entrenaré a mis alumnos y volveré a tu lado... te quiero mucho...

Sintió el aroma de su cabello por última vez, antes de romper el contacto, pero el galo se colgó de su cuello y le dejó un suave beso en la comisura de sus labios.

-Volveré en cuanto pueda... no me olvides...- y salió corriendo hacia su destino, sin mirar atrás, dejando a un torito con el rostro sonrojado y una sonrisa enamorada...

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La batalla de las doce casas dejó una estela de muerte y desolación, muchas vidas jóvenes se perdieron y Aldebaran se sintió morir cuando el cosmos de su amado príncipe de los hielos desapareció por completo... había caído frente a su alumno.

El guardián de Tauro se quedó solo y en silencio frente a la tumba de su amigo, preguntándose qué había pasado, cómo había sucedido...

Lo único cierto era que Camus ya no estaba a su lado, que sólo podía consolarse con ir al jardín secreto que sólo ellos conocían y traerle esas flores silvestres que tanto amaba su aguador porque, según él mismo decía, siempre le hacían sentir cerca suyo...

Deseó con todo su corazón que esas flores le trajeran a su amigo de vuelta, que volviera a la vida y regresara junto a él...

Claro que nunca imaginó que su deseo se haría realidad pero de una manera muy distinta a la que esperaba.

La mirada sin vida, la sapuri reemplazando el dorado de su armadura de Acuario, la expresión de dolor de su rostro, como pidiendo perdón sin palabras...

Y todo lo que se desencadenó luego, las batallas entre los dorados y sus otrora amigos, más muertes injustas...

Todo había sido bien planeado por amor a su diosa y ella lo entendió y perdonó... no así sus compañeros, que sólo aceptaron la vuelta de Afrodita y Deathmask, más no la de los tres traidores.

Con el tiempo, Saga y Shura recuperaron su lugar y algunas amistades, más no así Acuario, a quién seguían odiando y llamando traicionero.

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Tras varios días sin saber del onceavo caballero, lo vieron bajar por las escalinatas, pidiendo permiso casa por casa hasta llegar al Coliseo.

Pasó frente a todos sin mirarlos, su andar elegante e indiferente a las miradas furtivas que le lanzaban...

Se acercó al gemelo menor y ante los ojos incrédulos de todos, le abrazó y agradeció por haberlo ayudado con su cosmos.

Aldebaran vio aquello y se entristeció porque no era a él a quien dedicaba esa hermosa sonrisa...

Lo vio alejarse aún más y ponerse a hacer ejercicios en soledad... Kanon se acercó al Tauro y con una sonrisa sincera le abrazó, mientras le decía sólo para su oído:

-Camus te agradece que lo hayas ayudado arriesgándote a represalias, por eso no te agradeció a ti y sí lo hizo conmigo... sabe que yo no sigo a nadie y no me importa lo que digan los demás...

El corazón de Aldebaran latió fuerte de felicidad... una sonrisa se instaló en su rostro

-Caballero de Géminis, me das una pelea? Creo que hoy podría vencerte

-Ni en mil días amigo, pero vamos a divertirnos un rato- y comenzaron a ejercitar sus músculos mientras Afrodita rechinaba los dientes...

No era posible que ese cosmos tan cálido fuese de Kanon, pero no podía seguir molestando al Tauro ahora que había hecho amistad con el gemelo... todos sabían que el geminiano menor era de temer si te lo echabas de enemigo.

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Camus pasaba los días solo en su templo, pero de vez en cuando, recibía las visitas de Shura y Saga...

Podían hablar horas y el menor se sentía cómodo con sus amigos, quienes lo habían cuidado y respetado mucho durante ese tiempo en que fueron sirvientes de Hades y el aguador extrañaba al caballero de Tauro.

Claro que ellos creían que era una gran amistad, nada más... nunca hubiesen imaginado que uno de los caballeros más elegantes, poderoso y con semejante belleza, se fuera a fijar en el taurino, que era todo corazón pero nada agraciado.

Ahora, sentados en el living de Acuario, reían y disfrutaban el momento de tranquilidad que tenían... uno que pronto se perdería...

-Camus... yo quisiera ser algo más que un amigo para ti... yo te quiero... más, yo te amo...

-Shura... me halagas con tus palabras pero yo no puedo pensar en esta clase de relaciones ahora... yo no soy muy demostrativo pero puedo ver que te pondrías en riesgo al estar conmigo...

-No me importa... tú lo vales... sólo piénsalo, sí?

Y sin más, lo dejó solo con sus pensamientos... no sabía qué pensar, él sabía que su corazón ya tenía dueño desde hacía años pero, también era cierto que nunca tendría nada con su amado toro...

Sus ojos se aguaron al pensar que todo ese amor, se lo tendría que dar tarde o temprano a alguien más, lastimando a dos personas en el proceso y lastimándose a sí mismo.

¿Cómo miraría a su adoración a los ojos, si él venía con Shura?

¿Cómo podría fingir amor o placer si no estaba con la persona que amaba?¿podría lastimar así a sus dos amigos?

Sintió que la cabeza le explotaría y sin dudarlo, se metió vestido bajo el agua de la regadera y allí, mezcladas con las gotas, sus lágrimas salieron raudas, soltando toda la angustia acumulada en mucho tiempo.

No supo cuánto tiempo había pasado cuando despertó en su cama, arropado sólo con un par de toallones y las cobijas...

¿Dónde estaba su ropa?

Su interrogante tuvo rápida respuesta cuando vio entrar muy despacio para no hacer ruido, al gemelo menor.

-Camus... veo que despertaste...

-¿Qué sucedió? Tú me cambiaste?

-Sí, perdón por eso... no deseaba que te diera neumonía... tu cosmos estaba muy inestable y se sentía muy débil, por eso vine... creo que ahora que ya despertaste, iré con Aldebaran que debe estar nervioso sin saber de ti...

-Solo estaba muy angustiado y me dejé llevar por el llanto... no sé cuándo me quedé dormido bajo el agua ... gracias Kanon, te has convertido en un gran amigo y apoyo...

-Un placer, Camus... sólo me llamas y vengo...

-Así lo haré... Kanon, dile a Alde que estoy bien y... nada, sólo eso...

El gemelo le acarició el cabello suavemente antes de volver a incorporarse

-¿Nunca le dirás lo que sientes por él?

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