22- El tiempo cura todo

Shura vio con curiosidad el sobre pasado por debajo de su puerta...

Lo abrió con cuidado y se sorprendió al ver que era una cita

"Querido Shura, te espero en los patios traseros del santuario para hablar con tranquilidad y a solas, no me falles... ven al mediodía"

Aioria, que estaba a su lado, no contuvo sus celos y replicó

-¿Quién es Shura?

-No lo sé, mi vida, no trae firma...

-Supongo que no irás...

-Pero si no voy no sabré quién lo envió... ven conmigo, no tengo nada que ocultar...

-Jamás desconfiaría de tí, sólo no me gusta que haya alguien más detrás tuyo...

Hizo un puchero adorable a los ojos del español, que no podía creer que fuese tan infantil, cuando horas antes lo había hecho tocar el cielo de placer y deseo...

En verdad que ese chico nunca dejaba de sorprenderlo y eso, era maravilloso!

-No tengo ojos más que para tí, Aio, me tienes a tus pies...

La sonrisa triunfal del menor fue un rayo de luz en la casa de Capricornio y un beso demandante fue el inicio para otra ronda de sexo, donde esta vez fue Shura quién se entregó para placer del de Leo...

Un baño relajante donde las caricias y besos abundaron y salieron juntos, uno hacia Leo y otro hacia el lugar de la cita...

Shura no iba a negar que se sentía nervioso, jamás había tenido una cita a ciegas y no sabía qué esperar...

Esperó un rato y escuchó pisadas, eran más de uno y eso lo puso en alerta...

-Somos nosotros, Shura...

El rostro del caprino pasó de uno de sorpresa a otro de rabia...

-¿Qué quieren conmigo y aquí?

-Venimos en son de paz, queremos hablar contigo...

-No hay nada que hablar, ustedes han sido los responsables de muchas amarguras en el santuario y no me interesa lo que quieran decirme...

-Espera, Shura, por favor...

-Nunca les perdonaré lo que le hicieron a Camus!

-Estamos intentando cambiar y hacer las cosas bien...

-Hablen con él entonces...

-Ya lo hicimos, yo fui a su templo y le pedí perdón por todo lo que le hice... me dijo que sólo quiere estar tranquilo y dejar todo en el pasado... hasta me ayudó con Dita, que no me creía...

-Entendí muchas cosas que no quería ver y una de ellas, es que te perdí yo solo, Camus no te alejó de nosotros...
Perdónanos, Shura, te extrañamos...

-Si Camus pudo perdonar, yo no soy quien para no hacerlo, pero las cosas cambiaron y yo ya no soy el mismo...

-Sí lo eres, sólo que ahora tienes a un cachorro de león que te custodia...

-Death... no tientes tu suerte...

-¡Si es verdad! Y no es nada malo, mi vecino felino está muy feliz desde que está contigo!

Shura se sonrojó y los tres rieron... tal vez les tomaría tiempo recuperar la otrora amistad que tenían, pero podían forjar una nueva e incluir a cierto gatito tierno.

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Camus estaba sentado en el regazo de Aldebaran mientras leía una receta de cocina en francés y la traducía para que su amado toro tomara nota y la preparase...

Reían como niños hasta que tauro tomó un mechón de sus cabellos y, tras olerlo, lo pasó por detrás de su oreja, provocando un suspiro en el peliagua...

Camus volteó aún sonriendo y le dio un beso que sabía a frutos rojos, mientras acariciaba el rostro de su adoración...

-Te amo, Alde...

Sus orbes azul violaceos reflejaron las avellanas del brasileño, una mirada que decía más que mil palabras.

Otro beso que se fue profundizando y las manos del mayor que lo tomaron de la cintura para sentarlo en la mesa, sus largas piernas alrededor de su cintura.

Las grandes manos se colaron bajo su remera, acariciando su espalda, perdiéndose en sus curvas, sin dejar de besarse...

La temperatura subía al tiempo que desaparecía la ropa del Acuario, que estaba por demás excitado con las caricias y besos de su pareja.

Aldebaran no podía con esa belleza de chico, su chico, el que en ese momento tiraba su cabeza hacia atrás exponiendo su cuello delicado para que lo tomara como deseara...

Y vaya si lo hizo, dejó una estela de besos y pequeños chupones que sería difícil ocultar a sus compañeros...

Aldebaran, situado entre las piernas de Camus, simulaba embestidas aún con la ropa puesta, mientras con sus dedos preparaba el cuerpo que lo recibiría...

Dos, tres, cuatro dígitos, sabía que el cuerpo delicado de su novio aún resistía su tamaño...

Cuando lo creyó listo, se fue internando en ese cálido pasadizo que lo llevaba al paraíso cada vez que lo poseía...

Nunca creyó estar viviendo ese sueño que tuvo desde adolescente, tenerlo entre sus brazos, temblando de placer y gritando su nombre ante el inminente orgasmo...

Camus sentía las estocadas profundas de ese gigantesco miembro dentro suyo y aún no podía creer que cabía entero en su cuerpo...

Lo volteó acostándolo sobre la mesa, sobre su estómago, sus piernas separadas, temblando de anticipación, los jadeos constantes ante la sorpresiva intrusión...

Un gemido intenso de placer al ser su próstata rozada en cada estocada y su novio que daba todo de sí para satisfacer su deseo...

Camus se aferraba al borde de la mesa, todos los ingredientes de la comida dispersos y el almuerzo en el olvido... los comensales habían decidido empezar por el postre...

Aldebaran se sintió cerca de su límite y apresuró las estocadas, levantando el cuerpo de Camus para sentarlo sobre su miembro, mientras él besaba su espalda y lo masturbaba al ritmo de sus embestidas...

El orgasmo llegó junto a un grito gutural y al unísono por parte de ambos enamorados...

Recuperando el aliento, se besaron apasionadamente, la lujuria no los abandonaba y Aldebaran levantó a su adoración en brazos para llevarlo a la habitación y seguir con esa intensa entrega...

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Un año entero había pasado, tiempo en el que Camus persistentemente le pedía al patriarca una manera de comunicarse con Kanon...

Un año entero que el mayor de la orden evitaba toparse con el Acuario, puesto que sus excusas ya no engañaban a nadie y en su último encuentro, el joven aguador había congelado parte del lugar en un ataque de impotencia...

Camus había decidido quedarse, pero su motivo iba más allá de su puesto como santo dorado... él había renunciado hacía tiempo y no se arrepentía de ello...

El onceavo guardián sólo esperaba el regreso de su amigo, al que no podía rastrear el cosmos y mucho menos su poder si lo utilizaba...

Creía entender que eso era obra de Shaka y lo único que lo mantenía en ese recinto sin salir al mundo en su búsqueda, era la esperanza de que el rubio guardián de Virgo lo estuviera ayudando a sentirse mejor...

Su felicidad con Aldebaran se veía opacada por esa ausencia que le dolía tanto y lo llevaba a culparse de todo...

Bajó los escalones derrotado, una nueva negativa y ya iban...

Afrodita le dejó pasar pero le preguntó si se hallaba bien...

Camus le contó su preocupación; después de tantos años, de tanta agua corrida bajo el puente, se podía decir que se llevaban bien...

Piscis había descubierto la tierna personalidad del menor a la vez que su increíble inteligencia lo impactaba.

Le había ayudado a aprender italiano para sorprender a Deathmask en su cumpleaños y vaya si lo logró, quedando más que agradecido con Camus...

Llegó a su templo esperando que Aldebaran estuviera allí, pero no se sentía su presencia...

Se sentó frente a un libro recién comprado y tocó las letras griegas talladas en hilos de oro...

Se colocó los lentes de descanso que usaba para leer y se recostó en su sillón favorito...

-¿Acaso me extrañaste tanto que aprendes el griego antiguo?

Volteó en automático y la más increíble sonrisa se dibujó en su rostro...

-¡Kanon! ¡Volviste!

La auténtica felicidad en Camus contagió al gemelo menor, que también rió abiertamente...

-Te he extrañado mucho, pequeño...

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