11- Debes dejarlo ir
Kanon tuvo el mejor cumpleaños de su vida, disfrutó de cada detalle pensado para él y cuando creía que ya no podía ser mejor, Camus le entregó su regalo...
Era el símbolo de la constelación de Géminis, con su nombre esculpido en el medio y todo rodeado de copos de nieve solidificados... todo estaba enmarcado en cristal de hielo, haciendo que las luces reflejaran en cada rincón del objeto.
Kanon observó con detalle el precioso regalo y sus ojos se aguaron, dejó todo sobre la mesa y sin pensarlo, abrazó a Camus con todas sus fuerzas, siendo correspondido de inmediato...
-Gracias... todo ha sido perfecto pero esto, este regalo, es increíble! Lo guardaré como a un tesoro...
-No es para tanto...- Camus sintió sus mejillas sonrojarse y respondió tímido
-¿No es verdad señor Devereaux? Su poder es increíble, puede crear belleza...
El mayor sonrió asintiendo.
-Jamás olvidaré esta noche...
Y Camus río satisfecho porque veía la emoción y felicidad en los ojos de su amigo..
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Los meses pasaban en el santuario, Kanon visitaba a Aldebaran seguido y pasaban mucho tiempo juntos, disfrutando de la buena compañía...
No tocaban el tema de Camus, era doloroso para el gran toro y Kanon jamás le diría que él tenía contacto con su amigo y que cada tanto lo iba a ver...
Su amor por el acuariano se hacía cada vez más fuerte y profundo, tan difícil de soportar que le dolía el pecho...
Pero no era correspondido en sus sentimientos, jamás lo sería y eso lo tenía muy decaído...
-Kanon, amigo... qué te tiene tan triste e ido? Te estoy hablando hace rato pero no me escuchas...
El gemelo tomó un sonrojo notorio al verse descubierto en sus cavilaciones.
-Perdona, Alde... no me he sentido bien...
-¿Acaso este geminiano tiene mal de amores? Porque si es así, yo te puedo recomendar que mires a tu alrededor y veas la belleza que te rodea y entibia tus pasos como el mismo sol...
Kanon lo miró extrañado por sus palabras y no se contuvo de preguntar de quién le hablaba
-Si sólo vieras un poco más allá de lo que te muestran los ojos, verías que hay alguien que desvela sus noches pensando en ti...
El gemelo menor sonrió con tristeza, su corazón estaba ocupado y no deseaba reemplazar a Camus con alguien para luego hacerlo infeliz...
-Gracias Alde... me voy a Géminis, no me siento bien y descansaré un poco
-Está bien amigo... si me necesitas me llamas... sé que estás solo porque Saga está en una misión...
-Gracias... eres un buen amigo...- dijo con un nudo en la garganta... Tauro era el único obstáculo para llegar a Camus y él jamás se metería en medio... sus códigos de amistad eran muy fuertes y arraigados...
Aldebaran se quedó preocupado, no había visto nunca al gemelo en ese estado, tan triste y resignado...
¿acaso le habrían roto el corazón?
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Camus trabajaba en la biblioteca hasta la tarde y los fines de semana los ocupaba en su casa, que ya estaba perfectamente habitable y había comprado camas extras para cuando el señor Devereaux o Kanon lo visitaran...
Tenía flores y árboles frutales, había hecho quinta con ayuda de varios libros y cada tanto gozaba de los frutos de su esfuerzo...
Le encantaba esa vida y, aunque a veces extrañaba a sus amigos, no se le pasaba por la mente la idea de volver a usar la armadura...
Ahora Hyoga era el caballero dorado de Acuario, su alumno de quién tan orgulloso estaba...
En ese momento sintió el cosmos de Kanon fluctuar y se preocupó, el gemelo no era débil ni se dejaba llevar por emociones banales...
Trató de contactarlo pero no podía, era como si rechazara su ayuda...
Tuvo toda la idea de ir al santuario pero él no tenía poderes para transportarse y sólo le quedaba llamar a Mu, pero así delataría su ubicación y los demás caballeros podían buscarlo...
Tomó la decisión sin pensarlo demasiado, se comunicó al cosmos de Mu y le preguntó por Kanon...
Tras la primera sorpresa al sentir su cosmos, Mu le contestó que había tenido malos días y que lo estaban cuidando.
-¿Tiene algo grave, Mu? No me mientas...
-No... sólo mal de amores pero se tomó varias botellas de whisky y se descompuso... ya está mejor y bien cuidado...
-Quería ir a verle... ¿será posible que me vengas a buscar?
-Lo siento mucho amigo, pero no puedo... no ahora... no es el momento indicado...
-¿Por qué? Es mi amigo y le debo mucho... me preocupa que esté mal...
-No lo entiendes verdad? Está mal por ti, porque te ama, Camus!
-¿Qué estás diciendo Mu? Él es mi gran amigo, jamás me ha dicho nada...
-Ese es el punto, amigo... jamás te lo dirá porque sabe que tu corazón pertenece a Alde, pero eso no significa que no le duela...
Camus trataba de procesar toda esa información y empezaba a ver detalles que antes no había observado...
La sonrisa que siempre portaba al verle, su modo protector de tratarlo, cada cosa que hacía por él y esas esmeraldas hermosas que brillaban cada vez que lo miraba o se despedían con un abrazo...
Cómo no lo vio antes! Cómo pudo hablarle por horas de Aldebaran! De seguro le abría el pecho con cada palabra y jamás le dijo nada, no le cambió el tema...
-¡Qué idiota he sido! Lo he lastimado mucho!
-No te tortures con esto... ya podrán hablar tranquilos pero no ahora...
-Gracias Mu... mantenme informado de cómo está...
-Claro que sí amigo... hasta pronto...
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Tenía un sueño hermoso...
Estaba sentado en una cama vaivén en un lugar paradisíaco, entre sus brazos, de espaldas a su pecho, Camus descansaba tranquilamente... su cuerpo entre sus piernas, ambos vestidos con cómodas ropas claras y sueltas, sonreían mientras Kanon acariciaba el apenas abultado vientre del peliagua...
-Te amo Kanon... el fruto de nuestro amor es una bendición de nuestra diosa...
-Y yo te amo más que a mi propia vida, Camus... aún no puedo creer que estemos casados y próximos a ser padres...
Lo cobijó posesivamente entre sus brazos y Camus volteó un poco para robarle un beso lleno de amor y sensualidad...
Una brisa suave se levantaba de a poco y Camus se acurrucaba aún más contra él, como si tuviera miedo de que algo los separaría...
La brisa se convirtió en vientos huracanados y las hojas de los árboles hacían un ruido ensordecedor...
Con temor, bajó de la cama con Camus en sus brazos y se dirigieron al interior de la casa, que parecía que se alejaba cada paso que él daba en su dirección...
-No me quiero ir... sostenme fuerte mi vida...- susurraba Camus aferrado a su cuello con ambos brazos...
-Sólo un poco más, mi cielo... resiste que ya llegamos...- pero el cuerpo de Camus pesaba cada vez más y llegó un momento en que ya no lo podía sostener y ambos cayeron al suelo, aún abrazados y con miedo en sus miradas...
-Kanon... no me quiero ir... el viento susurra que no pertenezco aquí... me quiere llevar con él...
-No... no me dejes, amor... no...no...- Kanon gritaba con todas sus fuerzas y abrazaba a su hermoso esposo con terror a que se lo arrebataran...
El peso sobre su cuerpo fue menguando, Kanon pudo abrir sus ojos entre la fuerte corriente que los rodeaba y pudo ver que su amado aguador se desvanecía entre sus brazos, que de a poco se quedaba con las extremidades vacías y un grito desgarrador se oyó en medio de la tormenta que comenzaba a desaparecer...
-¡Camus! ¡Camus!
Kanon despertó sobresaltado, gritando el nombre de Acuario y se encontró en su cama, con algo pegajoso en su frente y pecho...
-Tranquilo... pronto estarás bien...
-Pero... Camus... el bebé... qué pasó...
-Shhhh... fue un sueño, algo que anhelas con todo tu corazón y tu alma te lo mostró en sueños...
-Pero él desapareció en medio de una tormenta... me gritaba que no quería irse pero que el viento le decía que ese no era su lugar...
-Porque es así... el lugar de Camus no es a tu lado por mucho que lo ames...
Aunque sea doloroso y cueste mucho, debes dejarlo ir...
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