Capítulo 9.

Apenas recibieron el mensaje fueron hacía Tseldora. Jennie condujo un poco más rápido de lo habitual y en tan sólo siete minutos ya se hallaban cruzando la puerta de local que Rosé comenzaba a detestar. No saludaron y caminaron hacía la habitación donde se habían hecho todas las "reuniones" que habían tenido.

La mujer miró con cierto nerviosismo a la pareja entrar, admitía que sentía algo de temor por la reacción de ambas. Aunque había dado un buen paso con el descubrimiento que habían realizado junto a sus colegas, sabía de todo corazón que no seria suficiente para calmar la ira que seguramente le vendría encima de las dos. Por eso mismo es que había vuelto a optar por llevar a los dos hombres de la vez pasada para retener a Rosé. Esta vez no la sentaron, simplemente los hombres se hicieron a los lados de la mujer para detener cualquier tipo de ataque que quisiera hacer la más alta.

—bien, estamos acá— habló Jennie cruzándose de brazos y mirando expectante a la mujer y a los hombres a su lado. Algo le decía que no serían las mejores noticias que recibirían. 

La mujer se aclaró la garganta y habló:— junto con mis colegas descubrimos algo bueno...

—¿y qué es?— esta vez habló Rosé algo irritada. Lo último que necesitaba era que se pusiera de misteriosa la mujer.

—a una de las personas que sufrió lo mismo que tú se le pudo prácticamente pausar este cambio de personalidad...— explicó.

Rosé la interrumpió y sonrió—¡eso es una excelente noticia!— miró a Jennie— amor, eso ya es un avance muy grande.

Jennie negó— no confío, ¿por qué esos dos tipos están acá? no los necesitarías a no ser que haya algo malo detrás de eso— analizó.

—antes de que me interrumpieras— se dirigió a Rosé— iba a decir que se logró porque se hizo un, llamémosle, antidoto con la sangre de la persona original.

Y ahí fue cuando la sonrisa y el optimismo de Rosé se esfumó para ser reemplazado por esa extraña aura de seriedad e intimidación que había desarrollado. Jennie miró la mandíbula tensa de su novia y como su pecho empezó a subir y bajar con más fuerza debido a la respiraciones que estaba dando. Ahí estaban también esas venas en sus brazos y manos cuando las apretaba con fuerza.

—díganme que tiene la sangre del puto ex convicto que usaron para su experimento de mierda.

La mujer se quedó callada. 

Claro que no la tenía, el tipo así como llegó se fue. No dejó ningún tipo de información, ni siquiera su nombre. Es como si no fuera real.

El silencio de la mujer fue respuesta suficiente para Rosé y Jennie lo sabía. Un paso de su novia logró alertarla, esperando lo peor. Los hombres rápidamente se hicieron delante de la mujer, esperando cualquier tipo de ataque. La mirada del hombre más alto de la habitación intercaló entre los dos para finalmente parar en los ojos temerosos de la mujer.

—escúchame bien— su voz se había vuelto más profunda— la próxima vez que llames, será para decirme que esta puta mierda que me hiciste está resuelta, asiente si comprendiste— la mujer lo hizo— no me vayas a llamar para nada más, ni a mí ni a mi mujer, porque sino...— silencio.

La amenaza quedó al aire.

Con un último vistazo de esa mirada que no reflejaba nada de la verdadera persona que era, Rosé se dio la vuelta y caminó hacía la saluda.

—vámonos, Jennie— le ordenó a la mujer.

Jennie se hallaba aturdida para en su sitio, estaba sorprendida por el comportamiento de su novia, cada rato se hacía más evidente que no se trataba de la Rosé que todos conocen y estaba empezando a sentirse insegura y con miedo.

—¡Jennie!— el gritó de la gruesa voz de su novia la sacó de sus pensamiento y, con una mirada de disculpa, corrió hacía afuera. Al llegar miró a Rosé parada con los brazos cruzados recostada en la puerta, quien se separó y se acercó a ella extendiendo su mano— dame las llaves.

Jennie negó— no conducirás— le dijo con firmeza.

—no estoy preguntándote, te lo estoy ordenando— volvió a decir, esta vez elevando levemente su voz.

Volvió a negar— quedamos en que no conducirías hasta que vuelvas a la normali...— su voz se dejó de escuchar al ver al hombre frente a ella acercarse. Se sintió más pequeña de lo normal. 

En un rápido movimiento, el hombre la había agarrado de un brazo y la colocó sin cuidado contra la puerta del carro, acercando su rostro hacía Jennie y colocando sus puños apretados a los costados de su cabeza.

—escúchame bien, estoy harto de que me estés ordenando todo el puto tiempo— sus ojos demostraban algo que nunca había estado ahí antes, no era Rosé— te crees la dueña de mi vida pero préstame atención— la agarró del mentón e hizo que levantara más el rostro— no eres nadie, putas hay en todos lados— Jennie en ese momento se hallaba con los ojos llorosos y temblando, llena de miedo— si me vuelves a decir qué hacer, no me haré cargo de lo que pueda hac—

Jennie, quien había cerrados los ojos, los abrió al escuchar un grito de dolor por parte de su novia. Se había alejado de ella y se hallaba con las manos en su cabello agarrándolo con fuerza y la cabeza agachada. Cayó en sus rodillas mientras seguía agonizando de dolor. Rápidamente se puso a su altura.

—¡Rosie! ¡¿qué te está pasando?!— preguntó desesperada.

¡entiende que no te diré dónde está!

¡te meteré una puta bala en la cabeza si no me dice dónde está Kim Jisoo!

Sorpresivamente, Rosé rodeó el cuerpo de Jennie mientras lloraba desconsoladamente. Jennie sólo pudo atinar a rodear el cuerpo tembloroso de su novia y corresponderle el abrazo con fuerza.

—me duele, Jen— dijo en un hilo de voz apenas audible— me duele muchísimo. 

—¿qué te duele, mi amor?— preguntó con la voz entrecortada Jennie. No supo en qué momento empezó a llorar.

—todo, me duele todo— se separó del abrazo y la miró a los ojos. Estaban rojos y llenos de lagrimas y, de nuevo, estaba esa mirada dulce y bondadosa de su novia, esta vez llena de dolor y tristeza— era consciente de todo lo que te decía, pero no podía detenerme— confesó— algo dentro mío se negaba a hacerlo, te juro que nunca quise decir esas cosas tan horribles, parecía una espectadora, no tenía control de mí. Sólo quería que parara, pero parecía como si quisiera torturarme— volvió a abrazarla— perdón, Jennie. Perdóname. 

—tranquila, mi cielo— Jennie la sostuvo entre sus brazos arrullándola y acariciándole la espalda. Poco le importaba estar en medio de la acera, sólo quería que Rosé se calmara.

Cinco minutos pasaron hasta que Rosé se logró calmar y se pararon, entrando al auto. Jennie miraba preocupada a su novia que estaba sentada a su lado en el copiloto, mirando a la nada. Tomó su mano llamado su atención haciendo que tan sólo volteara a mirarla y le dedicara una pequeña sonrisa que parecía más una mueca. Jennie miró como sus ojos volvieron a llenarse de lagrimas y apretó su mano con afecto.

Rosé se llevó la mano de su novia hacía sus labios dándole un delicado beso en el torso. Se sentía como la basura más grande del mundo por haberle hecho eso a su novia, aunque no fue algo que ella controlaba, se sentía fatal por eso mismo. 

—por cierto— habló Rosé— creo que deberíamos ya a hablar con Kim Jisoo.

Jennie asintió y encendió el auto para ir hacía el trabajo de su novia.

...

Kim Jisoo se hallaba llevando una caja con varios documentos que le había pedido uno de sus jefes hasta que el hombre con el que se estrelló hace unos días se acercó a él casi corriendo con una mujer baja a su lado. 

—¿puedes estar acá?— fue lo primero que se le ocurrió preguntar.

El hombre asintió y agarró la caja que tenía en sus manos bajo las protestas de la mujer, las dejó en uno de los carritos que habían para llevar papeleo y la tomó del brazo.

—¡oye! ¿qué te pasa, estás loco?—preguntó asustada.

—¡Chris!— regañó Jennie. Agarró a su novia del brazo y la alejó un poco de la mujer— discúlpalo, está algo alterado.

Jisoo frunció el seño con desconfianza y se arregló la manga que había desordenado el hombre al tomarla de esa forma.

—soy Jennie Kim— tendió su mano. Jisoo la tomó aun mirándolos con confusión— él es... Christopher Park. Necesitamos hablar contigo, por favor.

—¿para qué?— preguntó la mujer.

—es importante, por favor señorita Jisoo— habló Rosé— discúlpame que me haya acercado así hacía ti— le sonrió apenada.

—puedo hablar con ustedes cuando acabe el turno— caminó hacía los papeles que tenía en la mano antes y los tomó— debo seguir trabajando. 

—¿dónde podemos encontrarnos?— peguntó esperanzada Rosé.

Jisoo los analizó por última vez y respondió:— en la cafetería que está en la esquina, a eso de las seis y quince está bien.

Ambas asintieron.

—muchas gracias, de verdad. Y disculpa de nuevo.

Y así, ambas salieron del edificio dispuestas a esperar por la mujer y hablar con ella a ver si conseguían averiguar algo que les pudiera servir.

...

ya era momento de hacer comeback gente

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