Capítulo 4.

Esta vez, la primera persona que se despertó fue Rosé. La noche anterior, después del buen rato que pasaron juntas, se dispusieron a dormir.

Al abrir los ojos notó a Jennie dándole la espalda, así que se acercó para darle un beso en el hombro y luego pararse. Se estiró mientras se miraba al espejo. Gruñó al mirar la erección mañanera que tenía.

Dios, qué estresante es tener pene, nunca está tranquilo.

Agarró su celular de la mesita de noche y entró al baño.

Sentada en la tasa iba a buscar en Google cómo bajar efectivamente una erección sin necesidad de masturbarse, cuando un correo llegó a su bandeja de entrada.

A la bandeja de entrada de su trabajo.

Mierda, verdad que tenía un trabajo.

Con todo lo que pasó el fin de semana había olvidado que era una de las personas más importantes en el buffet de abogados.

Ella era una de las socias mayores más importantes dentro del buffet que su padre se había encargado de construir junto a su mejor amigo. Muchas de las personas dentro de la firma estaban bastante complacidos con ella. Y cómo no estarlo, era una mujer responsable e inteligencia que ha logrado, por sus propios medios, hacerse un nombre y llevado prestigio.

Es cierto que era hija de Markus Park, pero eso no había sido suficiente para lograr todo lo que hizo. El hombre quería que su hija demostrara por cuenta propia todo el potencial que tenía y eso fue lo que hizo ella.

Abrió el correo, en éste ponía que tenía una junta con la empresa que estaba representando. Detrás de esto había una gran demanda y por lo tanto, otro logro más a su lista. ¿el problema? que no era la Rosé que necesitaba ser.

Miró la hora: 7:25 AM, y la reunión era a las 9:00 AM. Tenía que aplazarla, no había forma que fuera allá en ese estado.

Maldijo al darse cuenta que no tenía una fecha gusta para poder tener la reunión y además de eso, que seguro tendría detrás de su culo al pesado de Charles Davis diciéndole que no merecía el puesto que tenía, sabiendo que era mentira y sólo le decía eso para provocarla.

Nunca entendería porque ese señor la odiaba tanto, ella ni siquiera le dirigía la palabra a no ser que se tratara de algún asunto del trabajo.

Capaz tendrá que ver el hecho de que eres la única mujer con menos de 30 años como socia mayor.

Fue lo que un día le dijo Jisoo, una de las chicas que trabajaba como archivadora.

Y es efectivamente eso. Se trataba de 6 socios, cinco de ellos siendo hombres con más de veinticinco años de carrera y luego estaba ella con tan solo veintinueve años y siete años de haber acabado la escuela de abogados.

¿Y si se reportaba como desaparecida?

Muy extremo, sólo lograría preocupar a sus padre y demás allegados.

Podría tomar las vacaciones que tanto le estaba diciendo Jennie, después de todo llevaba trabajando seis años y dos meses consecutivos.

Suspiró, tomar esas vacaciones haría que se pausara el proceso de la empresa que representaba.

Bloqueó el celular y lo dejó sin ganas sobre la mesa del lavamanos.

—al menos me bajó la erección...

...

—yo digo que Rosie debería decir que tuvo un accidente— fue la aportación de Lisa— así podrían darle licencia y no quedaría mal parada con W&M corp.

—calla Lisa, tus idea no son buenas— regañó Jungkook.

Lisa iba a pelear con su hermano, pero la voz de Rosé la interrumpió.

—de hecho no es mala idea...

Los tres la miraron confundidos, ¿desde cuándo Rosé apoya las ideas locas de Lisa? y esta, además de ser loca y malísima, podría meterla en problemas si descubrían que no era cierto.

—es pésima idea, Rosie— alegó Jennie.

Rosé se paró. —no es mala, podría servir durante un tiempo. Lisa, ¿tienes el número de Chaeyoung?—la chica asintió.

—claro, podríamos decirle que te haga un maquillaje como si te hubiese accidentado— dijo emocionada Lisa.

—¡exacto!

Jungkook se levantó para intentar calmarlas.

—a ver par de genias del mal, ¿y cuándo pidan ver a Rosé?— preguntó queriendo que dejarán de lado esa absurda idea.

—no dejamos, Rosie puede alegar que no está en condiciones para recibir a alguien en persona, que todo se haga por zoom— respondió Lisa.

—¿y la voz? — preguntó esta vez Jennie.

—que el diagnóstico haya dado que se lastimó las cuerdas vocales, yo qué sé. Jennie podría ser la doctora que la atendió.

La mujer de una vez negó.

—no puedo, si nos descubren nos metemos en problemas más dos— se dirigió a Rosé— Rosie, es una idea malísima, por favor no lo consideres más.

Rosé suspiró rendida, tenía razón. Hacer esa estupidez sólo haría que se metiera en problemas.

—tienes razón.

Se volvió a sentar y apoyó su rostro en ambas manos.

—me siento tan desesperada que de verdad consideré una de las locas ideas de Lisa.

—mi mente...

—estás loca— rió Rosé subiendo la vista hacía su mejor amiga.

Lisa se encogió de hombros y volvió a hablar.

—¿en serio no hay otra manera de que puedas hacer un tipo de pausa sin perder a W&M corp?

Rosé negó. Miró el reloj que había en la sala y suspiró.

Faltaban diez minutos para la junta.

—tendré que pasarle el caso a otra persona.

Fue lo último que dijo antes de pararse y escribirle a su secretaria para que notificara que ella no llevaría más el caso de W&M corp y decirle que le notificara a James que tomaría vacaciones, que no intentarán comunicarla porque no respondería y que luego daría explicaciones.

Sus amigos y su novia tan sólo se miraron entre sí sintiendose mal, sabían que el caso era importante para ella.

Jennie decidió ir hasta la oficina que tenía Rosé montada en el apartamento y entrar, mirando a su novia detrás del computador escribiendo lo que ella supuso era un correo cediendo el caso a alguien más.

Se colocó detrás de ella y apoyó sus manos sobre los hombros, dándole leves caricias.

Al terminar, Rosé se dio la vuelta aún sentada e hizo que su novia se sentara sobre su regazo.

—me recomendé a mí misma, bueno a Christopher, para un empleo en Park&Park Lawyers— le contó a Jennie.

—o sea que te veré en trajes— mencionó sonriente.

—no lo creo. Lo más seguro es que empiece como archivadora...

Jennie apretó los labios, recuerda cuando le contó lo mal que la pasó en ese departamento cuando empezó a laborar. El infierno que la hizo pasar Charles Davis fue el peor de todos.

—otra vez ahí— mencionó con acidez.

Rosé asintió— al menos seré hombre— quiso bromear.

—no tendrás al imbécil de Charles detrás tuyo.

—ahora sólo necesito conseguir una identidad nueva— analizó. — es momento de establecer contactos.

Durante su carrera había conocido a miles de personas de todo tipo. Y ahora necesitaba hacer uso de su poder para poder conseguir un identidad legítima. Era momento de romper la ley que tengo solía defender.

Rió ante la ironía.

...

Seis mil dólares le había costado conseguir una nueva identidad que apareciera en cualquier sistema.

Salió del local de colchones donde estaba situada la persona que se encargaba de eso y caminó hacía el auto con una identificación que ponía todos sus nuevos datos.

Al entrar al carro, extendió el carnet a su novia para que lo viera.

—Christopher Park de veintinueve años nacido en Australia el día veintiuno de febrero. Estatura de uno con ochenta y siete metros— se interrumpió a sí misma—Eres una torre— dijo asombrada— y grupo sanguíneo B positivo— terminó de leer.

—había pensando en cambiar el sitio donde nací pero mi acento es muy notorio— le comentó— el apellido lo dejé porque al final hay miles de Park en el mundo.

—así está bien, cariño— tomó la nueva billetera que le regaló a Rosé y guardó el documento. Se colocó el cinturón y esperó a que Rosé arrancara el auto.

Mientras que iba conduciendo, Jennie aprovechó que habían salido de casa para llamar a uno de los números de las personas que pretendían contactar para apartar una cita o cómo sea que fuese el proceso para poder hablar con ella.

Una voz anunció que la llamada había sido tomada y se dispuso a hablar.

—buena tarde, quisiera apartar una cita...—hubo una pausa– ¿de verdad? excelente. Muchas gracias— y colgó sonriente— podemos ir ya, están situados en el centro de la ciudad. Dijo que tenía un cartel grande que ponía Tseldora.

Rosé asintió y siguió conduciendo.

Y Jennie aprovechó para maravillarse con la imagen de su novia conduciendo, como siempre que lo hacía. Se mordió el labio al sentir la mano de su novia sobre el muslo, acariciandolo, ella apoyó su mano encima de la otra.

El viaje fue tranquilo, por un segundo Jennie quiso pedirle que frenara y sentarse sobre ella para besarla, pero decidió detenerse.

Cerró los ojos, se sentía muy necesitada. Ya llegaba una semana sin tener sexo y era algo que su cuerpo pedía.

Es cierto que ayer Rosé le había metido mano, pero eso no era suficiente.

Necesitaba más.

—¿Jen?— la voz de su novia la sacó de sus pensamientos— ¿estás bien?

Jennie asintió y se acercó para dejarle un beso.

—vamos a ver qué pueden contarnos.

Y ambas salieron del carro hacía el local.

El sitio era grande y habían muchas cosas que Jennie consideró extrañas, la verdad es que le ponía algo incómoda el lugar. Tenía una energía rara, según ella.

Se acercaron al mostrador donde vieron a un señor detrás de él.

—hace un momento llamamos— informó Rosé.

El hombre asintió las guió detrás del escritorio hacía otra habitación. Al llegar, pudieron ver a una mujer leer un libro sentada en un sillón.

Al sentir la presencia de las personas, subió la vista y sus ojos se iluminaron.

—llegaste al fin— se dirigió a Rosé.

Ambas quedaron totalmente sorprendidas ante la reacción de la mujer. A ver, sabían que las esperaban, pero esa felicidad por verlas era rara.

La mujer se paró del sillón y se acercó a ella, tocándole el rostro.

—hey— Jennie frunció el ceño. ¿Qué derecho tenía de tocarla?

—ay cariño, no te preocupes. No es por lo que tú piensas— se burló la mujer.

Jennie se cruzó de brazos.

—igual no lo toque.

La mujer volvió a reírse— qué novia te conseguiste— se alejó caminando hacía el sillón y las invitó a sentarse en el que estaba al frente.

Las dos hicieron caso y se sentaron una al lado de la otra.

—debo decir que no esperaba un cambio tan acertado— empezó a contar la mujer— de hecho, pensamos que sería algo más... pequeño.

—¿a qué se refiere? ¿quiénes pensamos? ¿podría explicarnos?— preguntó molesta Rosé.

—me refiero a tu cambio de mujer a hombre.

Las dos quedaron totalmente sorprendidas.

Lo sabía.

Jennie no le había dicho nada al respecto cuando llamó, cómo era posible que supiera lo que sucedía.

La ira se apoderó de Rosé y se levantó echa una furia del sofá hacía la mujer tomándola del cuello con una mano.

—¡¿usted me hizo esto?!— gritó totalmente fuera de sí.

Jennie se espantó y se paró rápido para tomarla del brazo para que soltara a la mujer.

—¡Rosé, sueltala!— pedía mientras le pegaba en el brazo. Pero parecía que no sentía nada porque seguía apretando su cuello.

La fuerza que ejercía era muchísima, las venas del brazo y el cuello estaban muy brotadas. Jennie estaba segura de que podría matarla si no hacía nada al respecto.

La mujer tenía ambas manos sobre la que estaba apretando su cuello intentado zafarse.

No fue hasta que Rosé sintió una bofetada que la soltó y se alejó aturdida por el golpe y por lo que había hecho. Ella nunca había sido violenta.

Nunca.

Sorprendida, salió del local empujando al hombre hacía un lado.

Jennie miró a la mujer toser y agarrarse el cuello, tratando de respirar. Se acercó a ella y empezó a abanicarla.

—haz que aprenda a controlarse y traela después— tosió— sólo puedo decirte que no tardes mucho, las cosas podrían cambiar en ella.

Jennie frunció el ceño y se alejó. La mujer se paró sintiendose mejor y se aclaró la garganta.

—expliqueme a mí— le ordenó.

La mujer suspiró.

—sólo puedo decirte que le tocó el peor... hechizo, digámoslo así. Así como cambió de cuerpo, su personalidad también lo hará.

Jennie la miró como si estuviese loca.

—hicimos seis distintos, cada uno con la sangre de personas con diferentes personalidades— explicó — a tu novia al parecer le tocó la de un ex convicto con muchos problemas.

—¡¿qué mierda?! ¡y por qué no pensaron antes de hacer eso con un tipo así!

—¡es difícil que la gente quiera someterse a estas cosas, les asusta!— trató de explicarse.

Jennie se rió sin gracia.

—debería haber dejado que la ahorcara.

La mujer negó asustada.

—soy la única persona en este país que sabe cómo revertir el efecto. Las demás están al otro lado del mundo— quiso hacerla entrar en razón.

Jennie la miró con odio, no podía creerlo que estaba pasando.

—¿o sea que el ex convicto se ve como ella?

—no, el hechizo está hecho para cambiar su sexo manteniendose fiel a su genética.

Jennie cerró los ojos y río con amargura. Los abrió para mirarla.

—no puedo creer que haya pasado algo así, es tan irreal. ¿y por qué a ella?

—debió haber conseguido uno de los objetos que fueron imbuidos. Es la única forma— explicó la mujer.

Jennie recordó el último objeto nuevo que tuvo Rosé en sus manos, el auto de juguete.

—¿ese objeto que usted menciona tenía grabado?

La mujer asintió— queríamos usar algo que lo identificara.

—¿y por qué en un auto de juguete? ¿nunca pensaron en que pudo haber sido un niño?— preguntó enojada.

—no... — susurró apenada la mujer.

—nunca piensan— dijo enojada— ¿y ese cambio de personalidad cuándo se hará por completo?

—Sólo sabemos que tendría que estar bajo mucho estrés para que se desarrollen totalmente— explicó— el cambio puede mostrarse por partes o, en el peor de los casos, de una sola vez.

Jennie miró hacía el techo cansada y se mordió el labio. Asintió y volvió a mirar a la mujer.

Le haría la última pregunta llena de temor: — ¿sí podría volver a la normalidad?

—estamos trabajando en ello...

La mirada intimidante de Jennie no dejó los ojos ahora asustados de la mujer. Quería transmitirle todo el odio que sentía.

—arregle eso— se acercó a ella— no volveremos a este sitio hasta que usted me llame para decirme que Rosie volverá a ser mujer. No le dirá nada al respecto de lo que me dijo acerca de su cambio de personalidad, nunca— advirtió.

Y salió del local totalmente enojada.

...

hi

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