Capítulo 5: De Regreso a Casa

Desorientado, no puedo abrir mis ojos, pero oigo voces alarmados a mi alrededor

— Doctor Nakayama, ¡Está despertando!, ¡Está despertando!.

— Sus signos vitales están mejorando.

— Doctor, me informan que los otros jugadores también están despertando.

— Es un milagro, bendito sea, ¡Rápido!, ¡Retire su NeverGear!

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Ha pasado una semana desde que regresé al mundo real. Han sido días difíciles, tengo problemas para caminar y mi masa muscular decayó demasiado por la falta de proteínas.

Actualmente me encuentro en una de las camas del Seibo International Catholic Hospital, tengo una habitación privada con piso de madera, paredes blancas, ventanas y una repisa con unas rosas que me dejaron mi familia.

Es inevitable pensar en Lisbeth cuando veo las rosas, me pregunto como estará, ¿Habrá despertado?, ¿Tendrá secuelas?, ¿Me recordará?.

La angustia de no saber su verdadero nombre aumenta en mi pecho, fui un idiota al no haberlo preguntado antes.

La extraño mucho.

—-Toc, toc — ingresa la enfermera Hashimoto a mi habitación.

Es una mujer hermosa, de unos 30 años de edad, larga cabellera negra, piel blanca y delgada. Ella fue quién estuvo conmigo todo este tiempo y fue la primera persona a quien vi cuando volví, además del doctor Nakayama.

— Hashimoto San, que alegría verla.

— Lo mismo digo (Y/N) Kun.

—  Por favor, solo llámame (Y/N), no puedo acostumbrarme al exceso de respeto que hay en este país.

— Ja ja, está bien...(Y/N).

Ambos nos reímos de la situación.

— ¿Qué la trae por aquí Hashimoto San?.

— Hay un hombre del gobierno que quiere verlo, quiere hablar acerca de S.A.O.

— Bien, hágalo pasar.

Hashimoto salió de la habitación, permitiendo que entrara un hombre de cabello corto, con lentes, vestido de traje negro y corbata azul.

— Buenos días señor (Y/N), soy el señor Matsuoka, y he venido en representación del gobierno de Japón para ofrecerle una propuesta. El Gobierno Japonés se preocupa de la educación de sus jóvenes y le pide perdón por el daño que le causó el juego Sword Art Online — el hombre hace un reverencia.

— No es necesario la disculpa, pero la enfermera me dijo que quería hablar algo acerca del juego.

— Así es, es una especie de trato si lo podemos llamar así. Hay una escuela que el gobierno a habilitado para los jóvenes atrapados en ese juego, a cambio, usted nos proporcionará todo acerca de ese mundo virtual, ¿Qué le parece?.

Esto es perfecto, existe una gran probabilidad de que Lisbeth se encuentre ahí.

— Acepto, pero quiero otra condición.

— ¿Cuál sería esa condición? — pregunta extrañado.

— Quiero información acerca de una jugadora de S.A.O.

— No puedo garantizar eso, pero haré todo lo que esté a mi alcance.

— Entendido.

Ambos estrechamos nuestras manos para sellar el trato.

Algo me dice que esto saldrá bien.

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— Bueno, aquí es — contemplo la escuela con cierto nerviosismo. Con mi uniforme y mi bolso de color negro, mientras el sol matutino golpea mi rostro.

Hace días recibí la información de Matsuoka, no pudo decirme mucho por temas obvios de confidencialidad, pero me confirmó que hay una persona inscrita en la escuela que dentro del juego se hacía llamar Lisbeth.

Espero que sea ella y no otra persona.

Entro tímidamente a la escuela, pudiendo caminar cada vez más firme, debido a éstas semanas de rehabilitación.

Observando cada rincón de este lugar.

No es una gran escuela, es más bien común a todas las escuelas que hay en Japón, construido a base de hormigón y con extensos lugares. Anteriormente esta escuela estaba abandonada e iba a ser demolida, pero la intervención del gobierno hizo que se reutilizara, como también que se contratara a profesores jubilados por medio tiempo.

La inversión gubernamental a jóvenes que claramente han perdido el ritmo exigente de la educación nipona, ha levantado algunas críticas en la sociedad japonesa, acerca del real propósito de esta escuela para sobrevivientes, para algunos esta escuela sirve para propósitos electorales.

La campana ha sonado.

Será tiempo que me apresure, no quiero perderme mi primer día de clases luego de mucho tiempo.

Camino a paso acelerado por las escaleras, mi salón se encuentra en el cuarto piso, si mantengo el ritmo de seguro que llegaré a la hora.

Mientras caminaba por los pasillos del cuarto piso, una muchacha de cabello castaño y suéter rosado sale de uno de los salones sin previo aviso, haciendo que no pueda reaccionar correctamente y como consecuencia impactando con ella estrepitosamente.

— ¡Oye!, ¡Ten cuidado por donde caminas! — me regaña la chica.

En el piso, recogo mis cosas del suelo que se cayeron de mi bolso. Sin mirar hacía la chica, respondí:

— Lo siento mucho, estoy con prisa, te pido mil disculpas.

— Solo, fijate por donde caminas ¿Sí?

— Claro, lo tendré en cuenta para la próxima vez — elevo mi rostro al terminar de recoger mis cosas y meterlas a mi bolso.

Nuestros ojos se cruzaron, nos miramos fijamente como si nos hubieramos conocido en una vida pasada.

— An... ¿Anzerg? — pregunta la chica un tanto dudosa después de varios segundos.

Al oír mi nombre de usuario hace que mi corazón se detenga.

— ¿Lisbeth? —  me atrevo a preguntar al notar la mirada de su rostro.

Sin decirnos nada, nos ayudamos mutuamente a levantarnos, tomándonos delicadamente de las manos sin perder de vista al otro.

— Eres tú… —mira impactada la chica de cabello castaño.

Su rostro, sus pecas, sus labios y su mirada, sin dudas debe ser Lisbeth.

— Así es Lis, soy yo — sonrío a punto de llorar.

Lisbeth no puede evitar llorar ante mi afirmación. De inmediato la abrazo fuertemente derramando también algunas lágrimas de alegría.

— No sabes cuanto te he extrañado — trato de articular correctamente las palabras.

— Yo también — oigo entre sus sollozos — me alegra que estés aquí, creí que nunca te volvería a ver.

— Eso jamás — respiro profundamente antes de proseguir — te hice una promesa, te prometí que volvería, y eso hice... he vuelto por tí.

Siento como los brazos de Lisbeth me aprietan con más fuerza.

Me separo de ella para besarla con la alegría de saber que está sana y salva, pero antes de que nuestras bocas hicieran contacto, nos percatamos de que un grupo considerable de personas nos están observando.

Ambos nos miramos al otro y nos ruborizamos ante la situación.

— ¡Dios mio!, tengo que ir a mi salón, se me hace tarde.

— ¡Espera! - exclama Lisbeth — ¿Cuál es tu salón?.

—  El 4A — le digo con apuro, preparándome para correr.

— No tienes que ir a ningún lado, estás en el mismo salón que yo — me dice con una sonrisa -…— ven, las clases todavía no han comenzado.

Más relajado, nos tomamos de nuestras manos y entramos juntos al salón.

Todavía no puedo creer que estoy en el mismo salón junto a la mujer que se robó mi corazón dentro de S.A.O.

Este día empezó de buena forma.

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— Por favor Lis, ya no es gracioso.

— Lo sé, pero no puedo detenerme — lleva la mano a su boca tratando de contenerse.

Las horas de clases han terminado y nos disponemos a marcharnos a nuestras respectivas casas.

— No puedo creer que tu nombre sea (Y/N), es muy distinto al de Anzerg.

— Por favor, ¿Qué me dices tú?, te llamas Rika Shinozaki, no tiene ninguna relación llamarte Lisbeth.

Después de reír, caminamos abrazados por la calles de Tokyo. El sol se está poniendo y el color anaranjado del atardecer viene a nosotros.

Sentir el cuerpo de Lisbeth, o más bien, el de Rika me hace recordar nuestra cita en Lindars.

— Oye, ¿Quieres ir a una cafetería? — le pregunté.

— Por supuesto, ¡Vamos!.

La llevé a uno de los mejores cafés de la ciudad, me refiero a la Sweet Cafe Tokyo, una cafetería ambientada en la época de los samuráis, muy agradable para los turistas que visitan el país.

Hay mucha gente aquí, está muy ruidoso, es la hora en que todos los trabajadores salen de sus trabajos para compartir con sus camaradas.

— ¿Qué quieres comer Lis?... digo... Rika.

Veo en su rostro algo de nerviosismo al ver la carta.

— Sé en lo que estás pensando: en cómo puedo pagar esto, no te fijes en eso, te he traído especialmente a este lugar por que mereces lo mejor, pide lo que tu quieras.

— ¿Seguro? — comenta relajada.

— ¡Claro!, pediré un pastel de chocolate y un Mokaccino.

— Bueno, siendo así pediré un pastel de frutillas y un café Macchiato.

Cuando nuestros pedidos llegaron, Lisbeth no deja de mirarme.

— Sabes... he querido preguntarte algo desde hace mucho tiempo.

Trago algo de pastel antes de hablar:

— Adelante, no quiero tener secretos para tí.

Inclinando su rostro hacía su izquierda, apoyado con su mano, mira con una sonrisa hacía mí.

— Siempre quise saber que pediste en la fuente de los deseos aquel día.

— Lo estás viviendo ahora mismo — comento - mi deseo era que regresaras a tu vida normal, a la vida que debías continuar.

— Eso no es así.

— ¿Qué dices?.

— Mi vida no habría tenido sentido sin tí a mi lado, fue el destino cruzarnos en S.A.O. Mi deseo era pasar el resto de mis días a tu lado... esa es mi vida normal, es la vida que yo quiero vivir.

— Bueno, parece que ambos cumplimos nuestros deseos.

— Así es, pero por cierto, ¿No me has explicado que pasó aquel día en el piso 75?.

— Es una historia difícil de contar, ¿Te parece si te lo explico de regreso a casa?.

— Está bien, por cierto, ¿Has oído hablar de A.L.O?

— ¿A.L.O?

— Sí, es un nuevo juego de VRMMORPG, deberías intentarlo — comenta emocionada.

— Podría hacerlo, todavía tengo algunos temores de volver a usar mi NeverGear.

Sé que lo harás, no te arrepentirás, estoy segura.

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