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Había pasado un par de años desde el último festival cultural en la escuela Namimori, por lo que la emoción de los estudiantes era más que notoria, sobre todo porque era abierto al público en general.
Algo raro debió haber sucedido como para que Hibari hubiera aceptado algo así, o al menos eso era lo que se comentaba en los corredores.
Nadie se imaginaba lo que traía entre manos.
Desde el inicio del evento, los miembros del comité disciplinario se encargaron de esparcir el rumor de que había una red de libre acceso, haciéndolo lo más discreto posible para que los que los escuchaban no dudaran de la confiabilidad de dicha red.
Mukuro sonrió de lado, la información estaba llegando a su computadora con rapidez, tal y como lo había planeado, ahora solo faltaba esperar a que la creadora de la cuenta donde estaba el video del baile apareciera y en caso de no hacerlo, entonces le daría indicaciones a Chrome para que instalara un router en la escuela Midori.
Ella ya se encontraba en dicho lugar, aprovechando que no había muchas chicas para poder entrar sin llamar la atención; solamente esperaría a las indicaciones de su primo para actuar.
Hibari no podía salir de la sala del comité, sabía que su presencia sería un estorbo para la captura del usuario. Debía ser paciente y esperar a que Mukuro diera con el objetivo, cosa que lo estaba matando lentamente; él, más que nadie, odiaba tener que depender de alguien más para conseguir lo que quería.
Cuando dieran con la responsable, entonces tendrían que encontrar la oportunidad para robarle su celular y ver si había alguien más involucrado para hacerlo sufrir la justicia inigualable del demonio de Namimori.
Kyoya se levantó de su asiento, dirigiéndose hacia la ventana, observando desde arriba las personas que atravesaban el portón de su adorada escuela; los veía con desprecio, preguntándose una vez más el tipo de persona que le divertía el sufrimiento de un pequeño castaño lleno de bondad y amabilidad. Una sonrisa torcida apareció en su rostro al solo imaginar lo que haría cuando diera con los malditos responsables de dicha atrocidad.
Tras ver a Gokudera y Yamamoto entrar su territorio, decidió despegar la vista de aquel lugar; nuevamente el castaño faltaría.
— ¿Todo bien? —Mukuro interrogó tras notar su extraño comportamiento, más de lo usual. Sabía que era un día importante para él porque podría quedar como un héroe a los ojos de esa persona de la que se fue a enamorar; claro, si tan solo él se diera cuenta de ello.
Por eso le pidió, más bien, le ordenó a Tetsuya que le avisara cuando ese tal Sawada llegara a las instalaciones para mantenerlo a tanto de todo lo que se estaba haciendo sin que se diera cuenta; aunque dijera que era para molestar a Kyoya, realmente quería protegerlo de alguna manera. Nunca lo había visto de esa manera y, aunque su amistad no era tan cercana, no le gustaría verlo con el corazón roto.
Daría más miedo de lo que ya daba.
—Ocupate de lo tuyo —contestó sin interés, regresando al asiento del que se había levantado, tomó un libro que tenía guardado en uno de sus cajones del escritorio y fingió estar leyendo, no quería contestar preguntas tontas sin sentido.
—Ku, fu, fu —sus ojos rodaron, era difícil simpatizar con él, pero por esa razón precisamente era por lo que le agradaba; se inclinó hacia atrás en la silla en la que se encontraba y le dio un sorbo al café que había comprado en la mañana, disfrutando su sabor amargo—. ¿Al menos podrías decirme qué sucederá después?
— ¿Hm?
Ah, qué molesto.
Mukuro tomó tanto aire como pudo, repitiéndose a sí mismo lo malo que sería si se dejaba ganar por la desesperación.
— ¿Qué haremos cuando encontremos a la responsable? —Explicó con paciencia, tomando nuevamente de su taza para tranquilizarse.
— ¿Haremos? —Arqueó una de su ceja, despegando la vista de las palabras que no estaba leyendo y cerró el libro para más efecto dramático, como quien colma la paciencia del devorador de novelas del salón—. Después de esto me encargaré yo solo.
Fue una bala directo al pecho. ¿No se suponía que eran un equipo?
El de cabellos azules asintió con la cabeza, aceptando que quizás volverían a la fría y distante relación que tenían los dos antes de aquello, volvió su mirada hacia la pantalla de su computador, tratando de distraerse de los pensamientos que llegaban a su mente como la lluvia, y tecleó un par de veces para aparentar estar haciendo algo; lo único que tenía que hacer era que la usuaria que subió el video se conectara para poder detectarla.
♡ ♪ ♡ ♪ ♡
Tsunayoshi suspiró profundamente, tratando de llenarse con algo de valentía antes de dar el primer paso hacia el interior de la escuela a la que asistía, observó una vez más la hora que marcaba su celular, había llegado un par de horas después de que dio inicio el festival, y empezó a caminar hacia el edificio, temeroso de ser objeto de burlas como en ocasiones anteriores; sabía bien que se derrumbaría de nuevo si escuchaba algo relacionado a lo del baile, por lo que haría todo lo posible por evitar a los de su salón, a excepción de Gokudera y Yamamoto.
La gente que pasaba a su alrededor lo saludaba con normalidad, llamándolo por el apodo que nació en ese mismo lugar, pareciera como si lo sucedido en el baile jamás hubiese ocurrido.
Suspiró de alivio, debió haber confiado un poco más en Hibari cuando le aseguró que no sería molestado por aquello.
Caminaba adentrándose en sus pensamientos, sin poner realmente atención en el camino y sin saber a dónde ir con exactitud; sus únicos amigos se encontraban en el último lugar que querría ir, al menos en ese momento, y dudaba en si era oportuno visitar a Kyoya un rato, odiaría convertirse en una molestia para él.
Observó los colores llamativos que decoraban las entradas de las aulas, leyó los carteles pegados a lo largo del corredor donde indicaban promociones o espectáculos en cierta área de la escuela, y no se detuvo ni un solo segundo, inmerso en la conversación que estaba teniendo consigo mismo, debatiendo arduamente sobre lo qué debía hacer.
Realmente quería ver a Hibari, de alguna manera aquello sería como la cereza en el pastel, pero le daba tanto temor interrumpirlo en su trabajo; sentía que debía estar realmente ocupado por todo el tiempo libre que se ha estado tomando después de clases que lo destinaba especialmente a él. Y aún así quería verlo, como si ese par de horas diarias no fuese suficiente.
Se sentía como un completo egoísta. ¿Qué pretendía? ¿Acaparar todo el tiempo de Hibari para él solo? Sus hombros bajaron con un suspiro, no quería sentirse de aquella manera.
Sin embargo, el día anterior lo había invitado. ¿No debería al menos saludar para hacerle saber que sí había ido?
Se detuvo en seco cuando cayó en cuenta que estaba frente a la sala del comité disciplinario, sin querer sus pasos lo condujeron hasta el lugar donde suponía que él se encontraba. Su corazón dio un vuelco.
Podía imaginarlo sentado en el borde de la ventana, el viento moviendo sus mechones azabaches, Hibird descansando en su hombro derecho, leyendo uno de los tantos papeles que siempre hay en su escritorio y, tras unos segundos, sus bellos ojos grises dejarían la hoja para verlo a él.
Sus latidos aceleraron, sintiéndose avergonzado por poder ver con claridad aquella imagen. Estaba mal, lo sabía bien.
Hace unos cuantos días descubrió porqué había sido tan difícil contestar las preguntas con las que fue abordado en el segundo día de visita de Kyoya, de alguna manera había conseguido liberarse de los sentimientos que una vez creyó que serían eternos y lo persiguirían hasta el final de sus días; logró sacar a la chica más bella de la escuela, Kyoko, de su mente y de su corazón, dando por finito su imposible enamoramiento. Aunque aún había posibilidad de contradecirse a sí mismo en caso de que ella repentinamente se le confesara, pero lo veía casi imposible.
Se sentía libre, como si se hubiese deshecho de una gran pesa que cargaba en sus hombros, y era demasiado extraño. Creía que así se sentía el amor, pero era diferente cuando pensaba en Hibari.
Porque cuando lo hacía, era como si todo a su alrededor desapareciera y se volviera de un color rosa con brillitos, su estómago cosquilleaba con intensidad e imploraba a los cielos poder verlo, aunque fuese un par de minutos. No se sentía presionado de ninguna forma. Y se hacía preguntar si realmente la castaña le gustaba o solamente era un objetivo que quería conseguir para dejar de ser un perdedor.
Colocó su mano en la puerta, sintiendo el frío que trepaba por sus dedos, y se alejó con rapidez al escuchar pasos proviniendo de la sala, sintiendo pánico de ser descubierto. Maldición, se sentía como un idiota. Se acercó a unas ventanas para fingir estar viendo por éstas.
La puerta se deslizó hacia a un lado, dejando escuchar un estrépito sonido cuando chocó contra la pared, y volvió a deslizar para cerrarse detrás de la persona que acababa de salir.
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Hola, pido perdón por no actualizar seguido, 👀 regresé a la uni hace un par de semanas y es una reverenda mierda mi horario... De eso de en línea y presencial...
Gracias por seguir leyendo!! Aprovecho de que también quiero hacer un Fanfic Hibari x Reader uwu qué piensan??
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