21
Dejó su mirada fija en la rebanada de pastel con fresas que la mesera había puesto frente a él, pensando seriamente en la situación en la que se encontraba y temiendo de las consecuencias que aquello podría traerle, dirigió su mirada al vaso con café frío que estaba a un lado y permitió que un suspiro de cansancio se escapara de entre sus labios, capturando sin querer la atención del contrario; estaba nervioso, necesitaba resolver la incógnita que lo acompañaba desde que entraron a aquella cafetería para saber a lo que se estaba enfrentando.
"¿Estamos en una cita?", eran palabras que no eran sencillas de pronunciar. Temía la respuesta, sería complicado mantener distancia si llegaba a decir que sí lo era.
No quería sacar especulaciones tan temprano, pero todo parecía indicar que así era; tomó temerosamente el vaso para darle un sorbo, el cual disfrutó enormemente ya que el sabor dulce era perfecto para él, e hizo una pequeña sonrisa de alegría, tenía sus dudas de que fuera a gustarle pero se alegraba de que no hubiese sido el caso. Pensó en que debería de volver cuando tuviera oportunidad, claro, junto a Kyoya, porque ni de chiste iría solo a lo que parecía ser un lugar especial para parejas.
— ¿Todo en orden? —Interrogó con calma, su voz provocó que Tsuna saliera de sus pensamientos y observara con atención su rostro; le causaba cierto alivio que el contrario estuviera disfrutando de aquel momento.
Tenía la idea de que estaba molesto por haberlo sacado justo cuando iba a presentar un examen —cosa que Tsuna agradecía enormemente porque no había estudiado— y haberlo casi obligado a ir con él hasta su cafetería preferida, pero se sintió tranquilo al notar su pintoresca sonrisa. Estaba seguro que pronto volvería a hacer las preguntas que formuló durante el camino pero él ignoró, así que debía pensar en las respuestas que le daría.
—Sí —asintió pausadamente, bajando la mirada hacia sus puños cerrados que se encontraban encima de sus piernas; la idea de que estuvieran en una cita rondaba por su mente, haciendo que sus nervios se hicieran presentes cada cierto tiempo.
Debía estarse equivocando, o al menos eso rezaba en su interior, no había forma alguna de ser el interés amoroso de aquella persona; sin embargo, eso mismo había pensado de Hibari y ahora ambos estaban en una confusa relación donde no son amigos ni pareja. Suspiró nuevamente al recordar su trágico romance que parecía ir retrocediendo en lugar de ir avanzando; ¿era mucho pedir formalizar la relación? No, él sentía que estaba haciendo lo correcto al exigir ese detalle.
Se alejó levemente de la mesa, dejando que su espalda descansara en el respaldo de la silla; quizás debía ser él quien tomara la iniciativa. Claro, ¿por qué no? Podría comprar algún obsequio para Hibari y preguntarle si querría ser su novio. Sus mejillas enrojecieron y los latidos de su corazón se aceleraron de solo imaginarlo, ¿sería capaz de hacerlo?
Uno hace muchas locuras por amor, lo sabía bien porque con Kyoko hacía hasta lo más ridículo para atraer su atención aunque siempre terminaba en un rotundo fracaso, ¿qué tanto era volver a arriesgarse una vez más pero esta vez con una persona diferente? Las posibilidades de fallar eran bajas o al menos eso quería pensar.
—Sawada-san, ¿me escucha? —Nuevamente fue sacado de sus pensamientos; dejaría su alocada idea de proponerle a Hibari ser pareja para otro momento, ahora se debía de enfocar en la cita... ¡No! ¡Definitivamente no era una cita!
♡ ♪ ♡ ♪ ♡
— ¡Ten una cita conmigo, ahora!
Su rostro fue rociado con agua por un atomizador, provocando que su ceño se volviera a fruncir mientras murmuraba un par de maldiciones; era una gran estupidez estar perdiendo el tiempo de aquella manera. Nunca debió haberle pedido ayuda a Mukuro ni a ese idiota de cabello platinado, lo estaban humillando y él lo estaba permitiendo; maldita sea, ¿por qué demonios era todo tan dificil?
— ¿Es una broma? —Cuestionó Gokudera con aires de superioridad, tratando de disimular una sonrisa burlona que quería aparecer en su rostro tras haberle echado agua al demonio de Namimori—. No lo conseguirás así, intenta de nuevo.
Entrecerró los ojos con una clara irritación apoderándose de él, no lo volvería a hacer aunque su vida dependiera de ello, era una completa y absoluta tontería que no serviría de nada porque parecía que aquel par se estaban aprovechando de su lamentable situación.
—Ku, fu, fu —se sentó frente al escritorio, en la silla que nada más Kyoya podía ocupar, y apoyó los codos sobre éste, tratando de pensar en algún consejo inútil que motivara al azabache a intentarlo una vez más—. Pareciera que lo haces a propósito.
Puso los ojos en blanco, decidido en hacerlo a su propia manera, se colocó la chamarra sobre sus hombros y salió de la sala del comité para dejarlos solos; lo único que deseaba en ese momento era ver a Tsunayoshi, pedirle disculpas por lo tonto que había sido y... Sí, invitarlo a una cita. Pasó suavemente un par de dedos por su mejilla golpeada, tal vez aquello no sería suficiente; ¿por qué demonios no le había dicho en esa noche que eran pareja? ¿Por qué fue tan idiota?
Suspiró sin ánimos, por su culpa había estropeado el poco avance que habían hecho y estaban en una situación complicada donde debía dejar su orgullo a un lado para tener una reconciliación y poner en orden su relación.
— ¡Hibari-san! —Una voz femenina lo detuvo un par de pasos antes de llegar al salón del castaño, volviéndose hacia atrás para ver de quién se trataba—. Ya hice lo que me pidió.
—Bien, ¿y Tetsuya? —Interrogó sin mucho interés, quería creer que Chrome era lo suficientemente eficaz como para haber puesto al tanto a su mano derecha del plan que estaba a nada de ser ejecutado, y arqueó una ceja ante su inquietante silencio—. ¿Hm?
—Lo siento —hizo una reverencia a forma de disculpa—, voy a buscarlo.
¿Estaría siendo muy dura con ella? Observó su silueta alejarse, evocando en su mente el rostro del castaño cuando le confesó sobre su incomodidad de que se estuvieran besando sin ser una pareja, y bajó una de las comisuras de sus labios, formando una mueca de disgusto; si era por él, entonces se esforzaría.
Giró sobre sus tobillos, alejándose del salón en el que pensaba meterse para sacar de ahí al castaño, regresó con las energías renovadas a la sala del comité disciplinario y abrió la puerta con fuerza para atraer la atención de las únicas dos personas que se encontraban ahí adentro.
— ¿Quieres tener una cita conmigo? —Cuestionó en voz alta, sin avergonzarse de ello, manteniendo su mirada fija en los ojos verdes que resplandecieron con orgullo y una sonrisa diminuta y temblorosa se dibujó en su rostro; parecía que finalmente lo había conseguido, logró encontrar la manera de proponerle a Tsunayoshi salir con él.
— ¿Qué está sucediendo aquí? —Interrogó Yamamoto con cara de pocos amigos desde atrás del líder del comité, colocó una de sus manos en el hombro del contrario y forzó una sonrisa con los ojos cerrados, esperando paciente a recibir una respuesta ante su pregunta.
—Idiota del béisbol, ¿ya terminaste el examen? —Giró hacia atrás para ver el reloj que estaba colgado en la pared—. Eso fue rápido para ti, ¿cómo sabías que estaba aquí?
—Estaba buscando a Tsuna, supuse que estarías con él, y lo que encuentro es a Hibari pidiéndote una cita —a pesar de mantener esa sonrisa inquietante en su rostro era obvio que su ánimo no era el de siempre; bajó su mirada para ver a la razón de su malhumor, pero él se había adentrado a la sala del comité para hablar con Mukuro, ignorando su presencia y la de Hayato.
—Ah, cierto —se sintió como un tonto al recordar las razones del porqué se encontraba en la sala del comité; no era para ayudar a Hibari, eso surgió por la insistencia del de cabello azul, estaba buscando a Tsunayoshi porque lo habían sacado del salón poco después de que el profesor entregó los examenes a contestar—. Olvidé al décimo.
Fue bajando los hombros con lentitud, ¿cómo pudo olvidarse de algo tan importante? Dirigió su mirada hacia el demonio de Namimori quien estaba distraído charlando con el estudiante de Kokuyo; recordaba que él parecía no saber del paradero del castaño cuando mencionó que lo estaba buscando. Si Hibari Kyoya, quien básicamente tiene el control total de la escuela, no sabía dónde se encontraba la persona de la que estaba enamorado, ¿entonces dónde diablos se pudo haber metido?
—Entonces... ¿Tendrás una cita con Hibari? —Preguntó con sumo interés, minimizando el hecho de que no sabían el paradero de su amigo, pero fue brutalmente ignorado.
Hayato llevó una mano a su barbilla, tratando de recordar todas las ubicaciones posibles en dónde se podría encontrar; ¿y si estaba en problemas? ¿Y si el idiota de Mochida había regresado para molestar al décimo? ¿Y si Kyoko lo tenía de rehén en algún sitio de la escuela? Volvió a dirigir su mirada hacia Hibari, dudaba en si era buena idea ponerlo al tanto sobre la desconocida ubicación del castaño.
— ¿Podrías contestarme? —Lo tomó de sus mejillas exasperado, obligando que su mirada regresara a él, y enterró con suavidad la punta de sus dedos para enfatizar el agarre; estaba celoso, no lo iba a negar, y a la vez confundido de que el aspirante a novio de Tsunayoshi le estuviera proponiendo algo así a Hayato.
— ¡¿Qué te pasa?! —Se apartó de él con el rostro rojo, pensando que sería besado por él una vez más, dirigió su mirada hacia el par que ahora le estaban poniendo atención por su exaltación y bajó la mirada con vergüenza; no le molestaba aquella muestras de afecto, pero en hacerlo en público... No era algo que le agradaba del todo.
—Ustedes dos...
— ¡Hibari-san! —Chrome lo interrumpió sin querer, carraspeó un par de veces al darse cuenta del elevado tono de voz que había usado, y caminó nerviosamente hasta donde él se encontraba—. Ah... Uhm... No encuentro a Kusakabe-san.
—Debe de...
Antes de que Gokudera pudiera decir algo, Yamamoto lo tomó de la muñeca para llevarlo a algún lugar donde pudieran tener algo de privacidad; su interior ardía en llamas por haber escuchado la supuesta propuesta de Hibari y necesitaba apagarlo antes de que provocara un incendio.
—Hm... —Dirigió su mirada hacia el reloj, tratando de recordar lo que su subordinado más fiel hacía normalmente a esa hora, y ladeó la cabeza al descubrir que debía estar en la parte trasera del edificio dos, vigilando que ningún estudiante intentara escaparse de sus clases—. ¿Buscaste bien?
Asintió con la cabeza en silencio, incluso había obligado a uno de los miembros del comité a buscar a Kusakabe en los baños, pero no logró encontrar pista alguna de él. Hibari observó una vez más el reloj, quizás se había tomado algún tipo de descanso, pero que no le haya avisado de ello le ocasionaría una amonestación; se encogió de hombros, restándole importancia, y se dirigió hacia Mukuro.
—Aquí quédate —su vista pasó hacia la chica—. Tú, andando —dio media vuelta y empezó a caminar en busca de sus demás subordinados; tendría que poner en marcha su plan mientras que Tetsuya estaba quién sabe en dónde haciendo quién sabe qué—. Asegúrate de conseguir ese celular, Chrome, será tu única oportunidad.
—Puede confiar en mí, Hibari-san —asintió suavemente con la cabeza, animada por ser considerada útil por el contrario, y un leve rubor apareció en sus mejillas; su primo normalmente se encargaba hacer todo por ella por lo torpe que solía ser a veces, pero teniendo confianza de una persona tan temible para dejarle dicha responsabilidad no podía evitar sentirse importante.
—Oye, Hibari, ¿dónde está Tsuna?
♡ ♪ ♡ ♪ ♡
Yamamoto estaba más tranquilo, su sonrisa resplandeciente era prueba de ello, abrió la puerta para permitir que Hayato saliera del salón en el que se encontraban y caminó detrás de él, como si se tratara de algún perro siguiendo a su amo; aunque se sentía un poco tonto por haberse hecho tantas ideas en un momento sobre una posible relación secreta entre Hayato y Hibari, pero en ese momento se sentía en las nubes por reconfirmar los sentimientos de su enamorado. El fuego que había en su interior se había extinguido gracias a Gokudera.
—Friki del béisbol —se detuvo antes de adentrarse en el corredor, provocando que el contrario hiciera lo mismo sin retirar la mirada de su cabellera platinada, mordió con suavidad sus labios inferiores como si en cualquier momento se arrepentiría de continuar hablando y suspiró con pesadumbre—. No vuelvas a pensar que me puede gustar otra persona que no seas tú.
Y antes de que el deportista pudiera decir o hacer algo, Hayato apresuró sus pasos para mezclarse con la poca gente que transitaba por el pasillo. No iba a mentir, se sentía completamente afortunado; se impulsó para darle alcance y no quedarse atrás.
Estaban buscando a Tsunayoshi, ambos concluyeron que no sería buena idea involucrar a Hibari ya que éste parecía estar ocupado con sus propios asuntos; lo único que les parecía extraño era que fue un miembro del comité disciplinario quien sacó al castaño del salón y creyeron erróneamente que el azabache tendría algo que ver.
— ¿Escuchaste? Dicen que Satoshi trae un cuchillo en su mochila —comentó una de las chicas que iban a dirección opuesta de aquel par, tratando de sonar lo más bajo posible pero aún así era fácil de escuchar gracias al silencio que había en el lugar.
—Nunca me dio buena espina, ayer lo vi espiando a Hatsune —murmuró otra con preocupación en su voz; a pesar de haberlo visto, prefirió no acercarse para no verse involucrada.
— ¿Eh? Vaya perdedor —una tercera contestó.
—Oigan, ustedes —un par de alumnos con una banda roja alrededor de su brazo llamaron la atención de todos los que estaban transitando por aquel corredor, era claro que estaban a punto de decir algo importante—. Pasen al patio principal, se hará una revisión de emergencia.
Con aquello las chicas confirmaron que al parecer se dieron cuenta de que Satoshi llevaba una arma blanca y el comité disciplinario se había dado cuenta de ello justo a tiempo; por lo que no sería sorpresa que revisaran a cada alumno de la escuela para evitar alguna tragedia. A pesar de que entendían que esas acciones era para su seguridad y la del plantel, no pudieron evitar quejarse ya que serían tomadas sus pertenencias que el reglamento no aceptaba; celulares, consolas de videojuego, cartas, mangas, revistas, películas, entre otros, serían confiscados por un tiempo indefinido.
Los estudiantes de la escuela Namimori estaban organizados en doce largas filas, donde en la cabecera había un miembro del comité que tanto odiaban; la revisión sería sencilla, tendrían que verificar lo que había dentro de sus mochilas y asegurarse de que no llevaran nada oculto con ellos. El propósito de aquello era verificar que nadie estuviera portando con objetos que pudieran poner en peligro la vida de los demás, pero la verdadera razón de aquel espectáculo era para obtener ambos celulares de Kyoko; Chrome, infiltrada como una miembra de dicho comité, sería quien la revisara de pies a cabeza en busca de los móviles, así que esos objetos en definitiva terminarían en las manos del azabache.
Las cajas de plástico empezaron a llenarse con objetos que ya sabían que encontrarían; nadie se podía oponer de que les retiraran sus tan preciados objetos porque el demonio de Namimori estaba listo para morder a algún estúpido herbívoro hasta la muerte, caminando a lo largo de las filas para asegurarse de que todo estuviera en orden.
Estando en la última fila de hombres, se percató de la ausencia de Tsunayoshi. ¿Será que fue de los primeros en pasar y no alcanzó verlo? Ante su incertidumbre decidió acercarse a Yamamoto, quien fue el primero en localizar en toda esa fastidiosa multitud.
—Hey —bajó las tonfas en un intento de demostrar que no tenía intenciones de pelear, pero aún así asustó a los que se encontraban alrededor del beisbolista—. ¿Dónde está el omnívoro?
No le costaba nada decir la verdad, pero por una razón que seguía sin entender del todo su novio, Gokudera, no parecía querer que Hibari supiera de la misteriosa desaparición del castaño por lo que descartó la opción de ser sincero.
—Reborn-san vino por él, dijo que se sentía enfermo —mintió de una manera tan convincente que el azabache no tuvo ni una sola duda de aquello, asintió con la cabeza como una forma de agradecerle por la información y continuó caminando por entre las filas, pensando en qué debía llevarle para que se sintiera mejor.
♡ ♪ ♡ ♪ ♡
Tsunayoshi estornudó, consiguiendo hacerlo dentro de su brazo para evitar un asqueroso desastre, y con una servilleta limpió donde su saliva cayó; presentía que alguien estaba hablando de él.
—Lo siento, Kusakabe-san, pero no me gustas —no sabía todavía si aquello era el motivo de estar ahí con él, pero quería dejarlo en claro desde un principio para no complicar más las cosas; al alzar la mirada, se encontró con un azabache derrotado. ¿Había dado en el blanco?
Tetsuya no lo podía creer.
Sí, le aliviaba enormemente no ser el interés amoroso del castaño porque después sería un grandísimo problema con su jefe; sin embargo, le había dado ideas completamente erróneas al contrario por no haber sido sincero desde un principio. ¿Y cómo lo hubiese sido? Claramente no iba a decirle que necesitaba hablar sobre su romance con Hibari y el cruel hecho de que le hubiese roto el corazón de esa manera (o al menos eso creía él, alguien no lo ha puesto al tanto de la relación que llevan ambos).
—Me alivia saberlo —comentó pausadamente, siendo imposible ocultar un pequeño rubor que apareció en sus mejillas, y dejó con delicadeza la taza de café sobre la mesa—. Pero yo quería hablar con usted sobre Hibari-san, lo siento si fui demasiado amable.
El castaño sintió como si una gran pesa lo aplastara, se sentía tan estúpido y avergonzado; ¡estaba tan seguro que estaba en una cita! Incluso iba a pedirle disculpas a Kyoya por ello; deseaba tanto que la tierra se lo tragara en ese mismo instante. Su rostro estaba totalmente rojo de la vergüenza, nunca se imaginó que podría sentirse más humillado que el día de esa maldita broma sin gracia; no, esperen un segundo, no era para tanto. Suspiró para tranquilizarse y volvió a darle un sorbo a su café para después decir:
—No, lo que pasa es que yo soy un idiota.
Kusakabe estaba listo para replicar, pero el contrario se atragantó con su bebida por lo que prefirió quedarse callado; no era quién para juzgar los gustos de las demás personas, ¿verdad? Comió un pequeño trozo de la rebanada de pay que había pedido y dirigió nuevamente su mirada de preocupación hacia el contrario.
—Lo siento, me enteré algo sobre formalizar su relación —con aquellas palabras, capturó la completa atención del castaño, estaba sorprendido de que Hibari le contara ese tipo de cosas, no se imaginó que era ese tipo de persona—. No debería de entrometerme en sus asuntos, pero me veo en la necesidad de ayudar a mi jefe. Él es un completo inexperto en estos temas, por lo que pido que le tenga paciencia.
Fue haciendo para atrás su espalda, escuchando cada una de las palabras que eran pronunciadas con delicadeza, era claro que no era ningún tipo de regaño ni queja; mantenía su mirada fija en los ojos café del contrario, tratando de poner tanta atención como le era posible.
»Quizás no debería de decirle esto, pero Hibari-san ha estado enamorado de usted desde hace años —dio un sorbo más a su café, esperando a que el líquido fuera lo suficiente para refrescar su garganta y continuar hablando—. No me lo ha dicho formalmente —dejó su mirada sobre el delicioso postre que tenía enfrente, sintiéndose un poco mal por no ser de suficiente confianza como para saber un detalle así de su jefe, y cerró los ojos para recordarse a sí mismo que era era la actitud de él—, pero lo supe cuando ordenó al comité mantener un ojo sobre las personas que suelen molestarlo.
Sintió una punzada fuerte en su pecho, viéndose obligado a bajar la vista con aquellas palabras resonando en su cabeza; lo recordaba, se había enfermado de influenza y tuvo que quedarse en casa por una semana, cuando regresó notó una gran disminución en las constantes burlas que le hacían. Pensaba fielmente que finalmente su suerte había cambiado o quizás Kyoko había intervenido por él en busca de la paz escolar; ¿cómo pudo ser tan ciego?
Si alguien tiene el poder absoluto en la escuela Namimori, y el único quién sería capaz de parar de esa manera las burlas, comentarios e insultos hacia su persona era Hibari Kyoka, el líder del comité disciplinario, el demonio de Namimori, su pareja no oficial.
Con esa información en mente, evocó un comentario que hizo el azabache tras invitarlo al festival cultural de la escuela: "no sucederá nada que te haga sentir mal"; él debió haber hecho algo, no había duda alguna, consiguió que toda la escuela guardara silencio sobre lo sucedido en el baile. Un par de lágrimas se asomaron en sus ojos, preparado para quebrar en llanto por ser un completo idiota insensible con él; aquello explicaba porque estaba emocionado de tan solo saber que se gustaban y se sentía mal al recordar las palabras que había usado para pedir formalizar su relación.
Sentía sus mejillas calientes, probablemente estarían decoradas con un fuerte color rojo, apretaba con fuerza su camisa justo delante de donde se encontraba su corazón, le era imposible asimilar todo el amor que Kyoya parecía tenerle, y con su mano libre intentó enjuagar las lágrimas que estaban saliendo con libertad; dar semejante imagen frente a Kusakabe lo hacía sentir avergonzado.
— ¿Qué? ¿Están rompiendo?
—Es lo que pasa por salir con delincuentes.
—Pobre chico, parece estar sufriendo mucho.
Los murmullos no se hicieron esperar cuando las demás parejas los veían, provocando que ambos jóvenes se pusieran nerviosos.
—Lo siento, Sawada-san —le entregó uno de los pañuelos que llevaba con él, debía de hacer algo para mejorar la imagen que ambos estaban dando—. ¿Querrá continuar la plática en otro lugar?
Asintió en silencio, siendo el primero en levantarse y dirigirse hacia la salida del local, haciendo es descomunal esfuerzo por ignorar las miradas que tenía encima; cuando atravesó la puerta, dichas miradas se dirigieron ahora hacia Tetsuya. Era claro que no podría regresar dentro de un tiempo a su cafetería preferida.
Tsunayoshi se sentía como ser más miserable de toda la Tierra, repitiendo una y otra vez sus recuerdos alterados por su imaginación de cómo había hecho llorar a Hibari por decirle tan fríamente que dejara de besarlo; nunca se imaginó que él llevara tanto tiempo con esos sentimientos, pensó que habían surgido casi al mismo tiempo que los de él cuando empezó a visitarlo constantemente. Sujetó su cabeza y revolvió violentamente su cabello para deshacerse de esas dolorosas imágenes; estaba más convencido que nunca, sería él quien daría ese paso tan importante.
Kusakabe tomó la muñeca del castaño, quería huir de ahí tan rápido como le fuese posible, y volvió a caminar llevándolo casi a rastras; el ambiente que se había creado mientras pagaba lo que consumieron se había hecho bastante incómodo para él, todos creyeron qué le había roto el corazón a aquel pequeño ser que lo acompañaba.
— ¿Está bien si lo acompaño a casa? —Cuestionó mientras reducía la velocidad de su andar, permitiendo así caminar a su lado, e hizo una leve sonrisa cuando Tsuna asintió con la cabeza silenciosamente—. Lo siento, no quise decir nada que lo lastimara.
—Descuide, Kusakabe-san —agitó la mano de un lado a otro como si de aquella manera pudiera alejar las preocupaciones del contrario—. Creo que puedo entender mejor a Hibari-san.
Una sonrisa de alivio se dibujó en su rostro, había conseguido ayudar a su jefe y pronto se verían los resultados de aquello, dirigió su mirada hacia el bolsillo derecho de su pantalón y sacó el celular que estaba sonando para contestar la llamada entrante.
Tsuna bajó la mirada, observando el suelo por donde caminaba, aprovechando ese momento para meterse en los miles de pensamientos que caían como cascada en su cabeza; si lo pensaba un poquito, podía darse cuenta que todas las cuestiones que Hibari le hizo sobre lo del baile y de Kyoko era para castigar a los responsables. ¿Habría conseguido dar ya con ellos? Se imaginaba que la calvicie de Mochida tenía algo que ver con eso, ¿entonces había sido él quien había planeado todo? No le sorprendería que así fuera.
¿Quizás había más involucrados? A lo mejor esos chicos misteriosos de Kokuyo tenían algo que ver en todo eso. Alzó la mirada, observando el cielo color naranja, y dejó que un gran suspiro escapara de entre sus labios.
—Kusakabe-san, ¿sabe quién fue el que me hizo esa broma en el baile? —Su mirada se desplazó hacia el contrario, quien convenientemente acababa de finalizar con su llamada.
Dudó en contestar. No porque quisiera proteger a los responsables de aquel acto tan deplorable, sino porque no sabía cómo él reaccionaría; era una persona vulnerable, contrario a su jefe, por lo que sabía que era imprescindible ser algo delicado con él. Si lo hacía llorar de nuevo seguramente sería mordido hasta la muerte.
♡ ♪ ♡ ♪ ♡
Kyoko cerró la puerta detrás de ella, colocando el seguro sin tener que girarse para hacerlo, y caminó de la forma más coqueta posible hacia el escritorio de Hibari; llevaba la falda a la altura marcada por el reglamento, el uniforme limpio y los zapatos impecables. Sabía que si quería seducir al azabache tendría que hacerlo de manera muy diferente a los demás chicos que se emocionan solamente por ver algo de muslo.
—Hibari —su voz era diferente a la usual, era dulce y juguetona, la misma que usaba para conseguir lo que quería; se detuvo a un par de pasos frente al escritorio y se inclinó hacia el frente, tratando de llamar la atención del contrario—. Tienes algo que es mío.
--------------------------------------------------
Sí... Lo siento mucho:'A fue muy pesada la temporada de proyectos...
Hace menos de una semana que se acabó, pero tuve un bloqueo feo porque no sabía qué más poner jaja
Y bueno, aquí estamos:'3 muchas gracias por esperar 💕✨
Intentaré sacar un oneshot a forma de celebrar los 1k de views de este fanfic uwu
Y nada, muchas gracias por leer!!! Nos vemos en la próxima 💕💕💕💕💕
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top