19
Era lunes por la mañana, un día de clases normal, pero estaban sucediendo demasiadas cosas como para pensar que aquel día era como cualquier otro.
Lo primero que los alumnos de Namimori vieron sin poder evitar sorprenderse fue un moretón morado pintado en una de las mejillas del temible líder del comité disciplinario, se hacían preguntar el tipo de persona que era capaz de darle una bofetada a alguien tan aterrador y les daba miedo de solo imaginarlo.
Lo segundo que podían resaltar, era el cambio de look de cierto beisbolista llevando en su rostro un par de anteojos nuevos y cuyo cabello paso de negro a rubio en un fin de semana; nadie entendía las razones del porqué había hecho algo así, pero no se quejaban de su nuevo estilo.
Lo tercero que salió a relucir en aquel día fueron unas fotos muy bien editadas de Gokudera en un bosque con ropa de chica gótica, debía ser un edit porque era imposible que alguien como él estuviera vistiendo aquel tipo de prendas; al menos eso le dejó como enseñanza al peli plateado que su hermana no era una persona del todo confiable después de todo.
Lo cuarto que llamó su atención fue la calvicie de Mochida, el presidente del club de Kendo, ridiculizándolo lo suficiente como para que pensara seriamente en cambiar de escuela y comprar tratamientos caros para que su cabello y cejas volvieran a crecer.
Y lo quinto a destacar, aunque no muy importante, era el buen estado de ánimo de su preciada idol. Como en los últimos días parecía estar de malas, les agradaba que finalmente las cosas que la estaban molestando hubiesen desaparecido, aunque fuese por un breve momento.
Aunque la mayoría lo ignoraba, había una explicación para cada una de las cinco cosas que estaban sucediendo en dicho día.
Mukuro fue recibido como un héroe por los pocos estudiantes que lo encontraron en la puerta principal, agradeciéndole enormemente por haber actuado con rapidez cuando las telas del escenario se prendieron en llamas, incluso recibió varios chocolates de las chicas que lo encontraron atractivo; Chrome pasó desapercibida por los demás, nadie había notado que estaba siguiendo a su primo desde que llegaron a la escuela, a pesar de que ella también aparecía en el periódico no resaltaba tanto como él.
Ambos se dirigieron a la sala del comité disciplinario, preparados para continuar con la búsqueda del secreto que terminaría el reinado de Sasagawa Kyoko.
—Oya, oya, veo que te peleaste con alguien —fue directo al grano después de haber visto el moretón del azabache, dejó las golosinas que llevaba con él en la mesa donde tenía su computadora y una sonrisa maliciosa apareció en su rostro, dispuesto a indagar más sobre la historia de aquella marca—. Debe ser alguien temible para que te haya dejado eso.
—Aquí está el uniforme que me pidió —Tetsuya se dirigió con rapidez hacia la chica con dos prendas en las manos, preparadas para que las usara.
Chrome asintió, esta vez le tocaría pasar como un estudiante de Namimori para intentar acercarse a Kyoko y obtener un poco más de información sobre ella, tomó la ropa y dio media vuelta para dirigirse a los baños.
Hibari puso los ojos en blanco, no tenía ganas de hablar sobre lo que había sucedido la noche anterior, se colocó su chamarra sobre los hombros y salió del lugar sin necesidad de pronunciar alguna palabra; sin embargo, Mukuro no entendió que lo que quería en ese momento era estar solo por lo que lo empezó a seguir, dejando solo a Tetsuya.
—Vamos, puedes contarme.
Lo ignoró, acelerando el paso; al parecer tendría que dejarlo atrás hasta perderlo si se quería librar de él.
Y en el mismo corredor por el que ambos caminaban, pero a dirección contraria de ellos, iban Tsunayoshi y Kyoko avanzando tranquilamente. El azabache y el castaño hicieron contacto visual, sintiendo como si el tiempo se detuviera justo cuando lo hicieron, pero desviaron las miradas al instante; no se detendrían ni un momento para cruzar palabras, a pesar de que era lo que necesitaban hacer.
La chica no pudo evitar sonreír tras notar los evidentes problemas que había entre ellos dos, tenía intenciones de burlarse un momento de Kyoya, pero Mukuro la empujó "accidentalmente" con el hombro provocando que retrocediera.
Tsuna aprovechó la distracción para escapar finalmente de la joven, escondiéndose en el baño de hombres que quedaba al doblar la esquina; no podía creer que llegaría el día en el que se cansaría de la idol de su escuela. Suspiró con pesadez y se dirigió a los lavabos para echarse agua en el rostro; estaba agotado y las cosas solamente se estaban poniendo peor.
Cuando llegó a su hogar, después del viaje, fue recibido por la pesadilla que nunca soñó; en su cuarto se encontraba Sasagawa Kyoko, tomando clases con su apuesto tutor quien accedió a hacerlo como una forma para disculparse con Tsunayoshi y arreglar las cosas entre ambos, no sabía que esto sería un rotundo fracaso debido a los inexistentes sentimientos del castaño hacia ella.
A mitad de sesión, aún desconociendo que su plan maestro había fallado por no estar al día con los sentimientos de su alumno, Hibari apareció en la habitación justo cuando Reborn bajó para llevarles algo para cenar a la parejita. Sí, esto no terminó bien.
Secó su rostro con la camisa que llevaba puesta, presionando con fuerza como si de esa manera pudiera borrar las memorias que lo atormentaban, y dio media vuelta al escuchar una de las puertas de los cubículos cerrarse, encontrando a Hayato.
— ¿Todo bien, décimo? —Cuestionó con la cabeza ligeramente ladeada mientras cerraba la puerta de donde había salido, se acercó al contrario para lavarse las manos y alzó la mirada para observar el reflejo del castaño en el espejo.
—Eso deberíamos preguntarle a Yamamoto —contestó sin vacilar, recordando el extremo cambio de look del que todo el mundo hablaba—. ¿Es cierto que se tiñó el cabello?
—Así es —suspiró con pesadez, teniendo la viva imagen de él en su mente.
Tsunayoshi se mantuvo callado, meditando seriamente en lo que había pasado durante el viaje que realizaron los tres. — ¿Crees que te haya escuchado...?
— ¿Eh?
—Bueno, ya sabes, cuando te pregunté sobre...
Hayato no tuvo que escuchar más para saber a lo que el contrario se refería y por el mismo motivo que lo obligó a mentir en ese momento negó con la cabeza lentamente, tratando de lucir normal mientras lo hacía; debía de tener cuidado de no levantar sospechas en él. —Debe ser una coincidencia.
Aunque le removía la consciencia estarle ocultando algo así al contrario, después de todo el drama que sufrió por no ser lo suficientemente confiable como para él le hubiese contado sobre Kyoya, no era capaz de confesar algo que pretendía llevarse a la tumba.
Al notar que iba a volver a hablar, se adelantó diciendo en un elevado tono de voz:
—Nos vemos en clases, décimo —salió prácticamente huyendo de ahí.
Los pensamientos de Gokudera retumbaban en sus oídos, haciéndose más fuertes cada vez que se acercaba a su salón. Antes de que se fueran a dormir, aprovecharon que el beisbolista había sido el primero en caer para hablar de cosas tontas; para ser exactos, del tipo de persona de la que Hayato se podría enamorar.
Por supuesto que se puso nervioso, lo único que tenía en su mente era a Yamamoto, y ,claro, esto era lo último que quería decir; se encogió de hombros, deseando restar importancia al asunto, y mencionó varias características que el beisbolista no las tuviera. Como tener el cabello rubio y ser alguien inteligente, le era difícil creer que realmente se tratara de una tonta coincidencia.
Suspiró con agobio cuando lo divisó a mitad del corredor, estaba dispuesto a indagar sobre su repentino cambio de look; sin embargo, ¿realmente lo quería hacer? ¿Qué haría si el idiota del béisbol le responde algo estúpidamente cursi como: "lo hice para gustarte"? Porque él era capaz de hacer algo así.
Apretó los puños con fuerza, tratando de darse a sí mismo algo de valentía porque era lo que más necesitaba en una situación así, humedeció sus labios y abrió la boca con intención de llamarlo con el apodo que suele usar para referirse a él, pero las palabras se detuvieron en su boca cuando se percató que dos personas, por distintos pasillos, se acercaron.
—Hey, herbívoro.
—Gokudera-kun.
Dudó a quién de los debía de ponerle atención, así que fue intercambiando su mirada entre Kyoko y Hibari, quienes parecían no estar al tanto de la presencia del otro a pesar de haber hablado al mismo tiempo
— ¿Dónde está el omnívoro?
— ¿Has visto a Tsuna-kun?
Entrecerró los ojos y frunció el ceño, indeciso si debía de responderle a alguien primero; conociendo la confusa relación que había entre Hibari y Tsuna sabía que posiblemente él tenía derecho en saber la ubicación del castaño. Y lo iba a decir, iba a compartir su información con él a pesar de que Kyoko estuviera presente, pero antes de poder abrir la boca para pronunciar palabra alguna, los dos se percataron de la presencia del otro y se marcharon sin decir más al descubrir que su contrincante estaba en la misma situación.
La castaña no lo había planeado, porque no le hubiese salido así de bien, pero al parecer llegó en el mejor momento a la casa de los Sawada porque intuía que había arruinado a la perfección los planes que Hibari tenía y ocasionó que ambos terminaran discutiendo; tanto que Tsunayoshi le soltó una bofetada en su mejilla. De solo acordarse de la escena no podía evitar sentirse bien, como si el mundo estuviera de nuevo de su lado. ¿Quién diría que aquel italiano le serviría para eso? Y pensar que ella sólo pensaba en...
— ¡Ah, lo siento! —Se disculpó Chrome con rapidez tras haber chocado con la castaña, ocasionando que ella cayera de trasero al suelo y que las cosas que llevaba escondidas en bolsas que ella misma añadió a su uniforme salieran.
Dokuro se acuclilló, queriendo ayudar a recoger lo que había en el suelo, tomó un par de billetes, un celular, un paquete de pañuelos, algo que parecía ser como un amuleto de la suerte y un celular. Alzó una de sus cejas, reflexionando en lo que tenía en sus manos, y antes de que pudiera examinar sus pensamientos, Kyoko le arrebató sus pertenencias al mismo tiempo que le daba un empujón para que se hiciera para atrás.
—Deberías fijarte por dónde vas —moderó su tono de voz al darse cuenta de los estudiantes que pasaban por detrás de ella, volviendo a guardar todo antes de que alguien se diera cuenta de lo sucedido.
—Sí... —Bajó la mirada, avergonzada por su torpeza natural, e hizo una reverencia para disculparse; como la conocía superficialmente, pensaba que era capaz de armar un escándalo si no se excusaba correctamente—. Lo siento.
Sasagawa le restó importancia, como no conocía a la chica creía que se trataba de una don nadie, y volvió a su andar, reanudando su búsqueda.
Chrome la observó por un momento, tratando de recordar las ideas que llegaron a su mente tras recoger las pertenencias de ella, había algo que llamó su atención, pero como las cosas sucedieron tan rápido no conseguía acordarse el qué con exactitud. Abrió los ojos tanto como pudo al descubrir la razón de aquella sensación; ella tenía dos celulares, seguramente usaba el segundo para algún secreto que no quisiera que nadie lo descubriera.
Miró a ambos lados del corredor y empezó a caminar con prisa para buscar a Mukuro e informarle sobre lo que acababa de descubrir.
♡ ♪ ♡ ♪ ♡
A la hora del almuerzo, Tsunayoshi salió primero que todos sus demás compañeros; tenía que desaparecer antes de que Kyoko volviera a molestarlo para que convenciera a Reborn darle más tutorías ya qué supuestamente aprendió mucho con él.
El italiano no era ese tipo de personas, las únicas personas que les daba clases ocasionalmente eran Yamamoto, Gokudera y los demás integrantes de la familia Sawada; él realmente le gustaba centrarse en su verdadero alumno, odiaba perder el tiempo con los demás.
Y aún así, hizo una grandísima excepción ese día con tal de poder reconciliarse con Tsuna porque creyó que él estaría contento de ver a la chica de sus sueños en su habitación; incluso los dejó un momento a solas para darles algo de privacidad, pero Hibari lo arruinó todo. O al menos eso pensaba.
Tsuna le dejó en claro que ya no sentía nada por Kyoko y que la quería mantener alejada, aún sin saber que ella fue la mente maestra de la peor tragedia de su vida. Por supuesto, no hizo mención alguna sobre Hibari, después las cosas iban a empeorar, pero quería creer que no haría falta hacerlo.
Abrió la puerta de la azotea, lugar donde quedó con sus amigos para verse y compartir el almuerzo, y estiró los brazos hacia el cielo mientras caminaba; le agradaba la sensación de los rayos del sol en su piel, cosa que era difícil de disfrutar en aquella temporada.
—Hey.
Su paz terminó antes de que empezara, se encogió de hombros por el susto que se llevó escuchar de la nada aquella llamada de atención y alzó lentamente la mirada hacia la cisterna de la escuela, encontrándose con una avecilla amarilla que descansaba sobre la cabeza de Hibari.
Kyoya bajó de donde se encontraba, provocando que Hibird emprendiera su vuelo, y se acercó imponentemente hasta el contrario; cualquiera que lo viera pensaría que estaba a punto de morderlo hasta la muerte.
No retrocedió, se limitó a dirigir su vista hacia los ojos grisáceos que le recordaban a un lago congelado, y corrigió su postura, queriéndole demostrar que no le tenía miedo.
Entonces Hibari dudó; su mente se quedó en blanco y las palabras que estuvo a punto de escupir se desaparecieron en un instante.
Cuando lo vio, estaba dispuesto a continuar con la discusión que le costó un moretón en su mejilla favorita, pero teniéndolo en frente... Lo único que quería hacer era abrazarlo con fuerza y disculparse por su actitud de anoche, recalcándo lo herbívoro que había sido.
Tsunayoshi intuía que no hablaría pronto, que tendría ser él quien tomara la iniciativa; quizás una buena forma de empezar sería pedir perdón por la bofetada, aunque Reborn lo felicitó por ello.
—Yo...
—Omnívoro...
Ambos se quedaron callados al darse cuenta que habían hablado al mismo tiempo, esperando a que el otro continuara. Desviaron un momento la mirada, indecisos de nuevo de quién de los dos debía de ser el primer en hablar, y escucharon lo siguiente:
— ¡Dos! —Mukuro abrió la puerta de la azota con un golpe, ocasionando que su entrada fuera completamente llamativa para el par que se encontraba ahí, y Chrome entró detrás de él, exhausta por la frenética carrera—. Ella tiene dos celulares —dijo en un tono más calmado mientras se acercaba a la pareja.
— ¿De qué demonios hablas? —Interrogó agresivo, queriendo molerlo a golpes por haber interrumpido lo que pudo haber sido una reconciliación.
—Hola, Sawada-san —Saludó Chrome en voz baja para no intervenir en la conversación.
—Puedes decirme Tsuna, no hay problema —respondió con una sonrisa amable en el rostro, aunque no eran tan cercanos no le parecía un inconveniente ya que todo el mundo lo llamaba así o de peor manera.
—Ku, fu, fu —sujetó a su primera de los hombros, moviéndola para ponerla entre él y Hibari—. Hablo de que Chrome-kun descubrió que Kyoko tiene dos celulares, por eso no podíamos encontrar nada con el número que Tuna nos dio.
—Tsuna —corrigió el castaño, después alzó la mirada para pensar en lo que acababa de decir—. No sabía que Kyoko-chan tenía dos.
Kyoya intercambió miradas con el de peinado de piña, era claro que estaba diciendo la verdad si el fan número uno de la idol desconocía aquel detalle; ahora debía de pensar en cómo obtener el móvil de la chica. Bajó la mirada para observar a Dokuro un momento, ¿cómo fue que lo había descubierto?
—Ah... Uhm —Tsuna se dirigió hacia el chico de mirada heterocromática, obteniendo sin intención la atención de todos los presentes—. ¿Han visto a mis amigos?
Se encogió de hombros, no recordaba haber visto aquel par en su trayecto de la sala del comité hasta la azotea, aunque tampoco estaba poniendo atención a su alrededor.
—Tenemos que conseguir ese celular —dictaminó el azabache, regresando al tema de conversación—. Por cierto, ¿cómo sabías que estaba aquí?
—Izumi me ayudó —respondió el grandioso Mukuro con una sonrisa tan bella que podía cautivar a cualquiera, giró sobre sus talones al darse cuenta que harían preguntas sobre su contacto personal y dio un par de pasos—. Ku, fu, fu, fu, andando, siento que pronto acabará todo esto.
Los tres se miraron confundidos, dudando si él estaba empezando a perder la poca cordura que le quedaba.
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Que Mukuro tenga el guión de su lado esta científicamente comprobado Jejsjejajenak
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