10
—Ah, eres tú.
El castaño giró, extrañado de no escuchar la voz de Hibari. El que acababa de salir era un desconocido de ojos bicolor, con un peinado que le recordaba a una deliciosa piña. Ladeó su cabeza, preguntándose el motivo de que él estuviera donde Hibari, ¿serían amigos? Lo dudaba, creía firmemente que el círculo social del azabache se limitaba a la escuela Namimori únicamente, era extraño pensar lo contrario.
—Sawada, ¿no es así? —Una sonrisa se formó en su rostro, deteniendo su andar a escasos centímetros de él.
Tsuna tuvo que mirar hacia atrás, aún sabiendo que lo que encontraría sería su propio reflejo en la ventana; no entendía por qué alguien tan... Estuviera hablándole a un perdedor debilucho. Asintió una vez con la cabeza, desbordando curiosidad.
—Ku, fu, fu, fu —tenía unas enormes ganas de soltar la lengua, contar hasta el mínimo detalle de todo lo que Hibari había estado haciendo, pero no era el momento—. Eres amigo de Hibari, ¿no?
— ¿Sucede algo malo? —Su voz tembló ante la repentina cuestión al mismo tiempo que sus ojos se abrían más de lo que ya estaban.
Justo la reacción que buscaba; no era suficiente para comprobar algo, pero le bastaba como indicador de una buena señal.
—Es su prima —suspiró con preocupación, dando todo de él en su actuación, apoyó su espalda contra los grandes ventanales y alzó su mano, obteniendo así una pose de desbordante drama—. Quiere entrar a la casa de los sustos, pero solo es para parejas —colocó ambas manos en su cintura, girando para volver a darle el frente—. Hibari me pidió que la acompañara, pero estoy muy ocupado...
—Voy yo —se ofreció sin vacilar, si podía ayudar de alguna forma a Kyoya entonces lo haría, dio media vuelta para regresar sus pasos y, justo en el inicio de las escaleras, se detuvo en seco, recordando que no sabía a dónde tenía que ir—. Eh...
—Segunda planta, salón 2-A, ku, fu, fu, fu.
Maldita sea, justo el lugar que quería evitar.
Tembló al asentir con la cabeza, recordándose a sí mismo que lo haría por el azabache. Bajó las escaleras con lentitud, deseando que su buena suerte de mantenerse intacto de esos horribles comentarios siguiera con él, y observó la gran fila que salía de su salón de clases, tratando de encontrar entre la multitud la chica que debía estar sola.
Se preguntaba qué clase de relación tenían ellos dos, esa persona misteriosa de peinado en forma de piña parecía tener la suficiente libertad como para entrar y salir de la sala del comité sin problema alguno.
Tsuna siempre había creído que Hibari no tenía familiares, que andaba solo por la vida, así que sentía algo de emoción por conocer a alguien que debía ser cercano a él.
Se detuvo al notar una chica solitaria esperando su turno. Era increíblemente parecida al demonio de Namimori, no había duda alguna que fuera su prima, a menos que... No, no, eso debía ser imposible.
Sus miradas se encontraron y la situación empezó a ser incómoda; el castaño se acercó a ella, con una sonrisa torpe en su rostro, nervioso de la situación en la que se encontraba.
—Lo siento, hola —empezó a hablar con tropiezos, estaba seguro que en un descuido mordería su lengua por accidente—. ¿Eres familiar de Hibari-san? Me enviaron para acompañarte... —Desvío la vista al percibir un aura de enfado alrededor de la joven—. ¡C-Claro, si quieres!
♡ ♪ ♡ ♪ ♡
Gokudera suspiró, odiaba tener que esforzarse para algo tan estúpido y leyó otra vez los mensajes que le había estado mandado al castaño sin recibir respuesta alguna, se preguntaba si había decidido en asistir al festival después de todo.
—Bienvenidos al recorrido de terror para parejas —musitó en voz monótona, completamente desinteresado en lo que estaba haciendo, y mandó un mensaje más al chat en el que se encontraba, gracias al reflejo en sus ojos era obvio lo que estaba haciendo—. Dejen su celular en la caja y al finalizar se les regresará —sin necesidad de ver, tomó una caja de cartón que estaba en el suelo, la sostuvo con fuerza y alzó la mirada para ver ambos rostros que lo observaban—. ¿Décimo?
—Hola, Gokudera-kun —agitó su mano de un lado a otro, en su rostro se podía apreciar una sonrisa nerviosa, sacó su móvil del bolsillo y lo colocó en la caja junto a los demás.
Hayato veía incrédulo a la joven que acompañaba a su amigo; era una chica alta, de hermosos ojos grises que se ocultaban detrás de unas gafas que podría jurar eran falsas, cabellera lisa de color celeste y de labios pintados color rosa. Una belleza singular, fácil podía ganarle a la idol de su escuela.
—Ah... ¡B-Bienvenidos! —Su postura cambió con rapidez, se levantó de un brinco para abrirles la cortina que estaba detrás de él y esbozó una sonrisa de oreja a oreja—. Si terminan el recorrido en menos de 10 minutos pueden ganar una sorpresa, diviértanse, por favor; y tengan cuidado con las demás parejas.
Tsuna asintió con la cabeza por ambos, esperó a que la contraria se metiera primero y, antes de poder seguirla, apreció un guiño por parte del peli plateado, lo cual ocasionó en él un bochorno en el rostro.
Hayato apretó el puño con fuerza, deseándole buena suerte mentalmente, agarró la caja con celulares y la trasladó hasta la salida, donde Yamamoto y Kyoko se ocupaban de organizar los móviles y anotar el tiempo que tardaban las parejas en salir.
—Idiota del béisbol —Dejó la caja en sus manos, robando la atención de ambos jóvenes que estaban ahí—, ¿conoces a alguien de Kokuyo?
Levantó la mirada, tratando de recordar algún conocido que cumpliera con dicha característica, y empezó a depositar los celulares sobre una mesa. — ¿Alguien en especial?
—Una chica de mi estatura —levantó la mano hasta su cabeza, agregándole un centímetro extra—, cabello largo —bajó la extremidad hasta la cintura, intentando recordar con exactitud su aspecto físico—, y ojos grises.
—Ja, ja, ja, suena linda —ante el comentario del deportista, la castaña se interesó más en la conversación de ambos—. No creo conocerla, ¿por qué? —Lo rodeó del cuello con uno de sus brazos, dedicándole una sonrisa pícara—. ¿Te gusta?
— ¿Q...? ¡NO! —Su reacción provocó una pequeña risa discreta en la joven que escuchaba, fingiendo estar anotando números en una libreta—. El décimo vino con ella...
— ¡¿En serio?! —Sus ojos se abrieron con rapidez, asomó su cabeza hacia el interior del salón para ver si podía ver a la pareja y regresó al darse cuenta que aún era pronto para aquello—. ¿Crees que por eso le sonríe mucho al celular últimamente?
Se encogió de hombros como respuesta, y ambos se voltearon al escuchar un crujido misterioso; Kyoko había roto el lápiz que tenía en su mano justo a la mitad, aunque no lo había hecho a propósito.
—Lo siento, ¿tenemos más? —Lo soltó sobre la mesa, deshaciéndose de cada uno de los diminutos pedazos de madera.
—Claro... —El azabache rascó con suavidad su mejilla izquierda—. Los debe de tener Nayuki.
La joven asintió, fingiendo una felicidad que no sentía, salió del salón un momento y respiró hondo, la noticia sobre la misteriosa chica la había tomado por sorpresa.
Poco le importaba si ese bueno para nada le gustara otra, pero le dolía en su orgullo... Maldición, frotó su frente con fuerza, tratando de borrar la imaginación de aquel par. No quería aceptar haber perdido a su mejor admirador de todos, aunque fuera el más patético; cada semana le daba un detalle, ya fueran flores o cartas, cosa que le ayudaba exageradamente a darle celos a cierta persona, y perder todo eso... Significaba haber perdido sus oportunidades de que aquel individuo le hiciera caso.
♡ ♪ ♡ ♪ ♡
Al terminar el recorrido, Yamamoto los felicitó con una gran sonrisa dibujada en su rostro, eran la primera pareja en acabar el recorrido en un tiempo récord, los condujo hasta la mesa donde estaban todos los celulares acomodados para verse con facilidad e hizo un movimiento con la cabeza para que tomaran el suyo.
—Oye, Tsuna —el azabache lo rodeó con uno de sus brazos y lo alejó un poco de la joven quien observaba atenta a la mesa, buscando con la mirada el móvil que necesitaba siendo vigilada por Kyoko—. ¿Es tu novia? ¿Por qué no nos dijiste nada a Gokudera y a mí?
— ¡¿Q...?! —Negó con rapidez moviendo sus manos repetidamente de un lado a otro, permitiendo que un rubor se proyectara en sus dos mejillas, dio un vistazo hacia sus espaldas, asegurándose de que ella no los hubiera escuchado, y bajó mucho más el tono de su voz—. E... Ella es...
El estrepitoso sonido de la puerta siendo golpeada con la pared provocó que todos se volvieran hacia ella, observando como una considerable multitud de alumnos ingresaban.
— ¡Jo! Así que los rumores eran ciertos —el líder del grupo habló en voz alta, su mirada indiscreta desnudaba a la chica de cabellos celestes provocando una sensación de asco en ella y una sonrisa de lado se dibujó en su rostro mientras caminaba hacia ella a pasos lentos—. Dame-Tsuna, te debió haber costado una fortuna —su vista bajó, observando su pecho plano—, ¿o es algún familiar?
—Déjala en paz —Tsunayoshi se puso entre ambos, estirando los brazos en señal de que la estaba protegiendo, miró sobre su hombro para ver a los demás que estaban limitándose a observar e hizo una mueca de disgusto; en otra situación, hubiese pasado por alto el meterse en un problema de semejante magnitud, pero no podía hacerlo.
—Vamos —Yamamoto se acercó al líder, tomándolo amistosamente de los hombros—, somos compañeros de clases, hay que llevarnos bien —enterró sus dedos con poca fuerza, haciéndole saber que si se atrevía a decir o hacer algo más no terminaría bien—, ¿no?
—Ni una mierda —empujó al deportista hacia los demás, quien lo atraparon entre todos para evitar que se involucrara, y señaló con su dedo índice el rostro del castaño—. Entiende tu maldito lugar, eres un inútil bueno para nada, ni con todo el dinero del mundo podrás tener una chica así de bonita —su vista se desplazó del rostro de la chica alta hasta Kyoko, quien se limitaba a observar la escena, Tsuna palideció al escuchar risas—. Solo recuerda lo que pasó con Kyoko-chan, te dio la oportunidad por la que otros hubiesen matado y terminaste siendo la burla, otra vez.
— ¡Cállate...! —Takeshi forcejeaba con fuerza, pero cada que se liberaba del agarre de uno, otro volvía a hacerlo su prisionero; el grupo se turnaba para no perder energías en vano.
El castaño flaqueó, bajando sin intención sus brazos, como si se estuviera dando por vencido, agitó su cabeza para borrar los pensamientos de lo perdedor que era, recordándose una vez más la razón del porqué se encontraba en ese lugar, y cayó de trasero al suelo, tumbando un par de cortinas que había detrás; su compañero le había propinado un puñetazo en su mejilla, tomándolo por sorpresa y sin darle oportunidad de defenderse.
— ¡Tsuna!
— ¡Tsuna-kun!
El deportista seguía luchando con la multitud que no lo dejaba en paz. Kyoko se llevó ambas manos a su boca, lo suficientemente temerosa como para hacer algo.
—Qué desperdicio de humano —sus pasos resonaban en el salón, acercándose cada vez más joven que yacía en el suelo completamente derrotado, bajó su mirada burlona y levantó uno de sus pies para darle el golpe de gracia al ser indefenso que estaba hecho un ovillo como forma de auto protegerse—. Das asco.
La acompañante de Tsuna no podía quedarse más tiempo sin hacer nada, abrió la boca con intenciones de decir algo, pero en su lugar apretó los dientes con fuerza, guardó el celular que había tomado en el bolsillo y, respirando hondo y haciendo un ademán por accidente, tomó el pie que estaba en el aire del chico y lo jaló para hacer que cayera al suelo.
Silencio.
Todos guardaron absoluto silencio al ver al líder de la multitud tirado.
—Ma... —Se levantó temblorosamente, el golpe que se había dado en la barbilla con el impacto le ocasionó cierta dificultad para pronunciar las palabras—. Mal... Maldita... —La fulminó con la mirada mientras se limpiaba un pequeño hilo de sangre que salía de una de sus comisuras de los labios—. ¡Puta!
Se abalanzó hacia ella y cayó sobre la mesa, rompiéndola a la mitad, la chica se había movido lo suficientemente rápido como para haberlo evitado con éxito. Takeshi decidió dejar su estado de trance para zafarse de las manos que lo sujetaban y empezar a repartir golpizas sin cuidado, logrando ahuyentar a la mayoría.
Kyoko se fijó en el que estaba derrotado sobre los escombros de la mesa y, después de un par de minutos, su mirada se desplazó hacia el castaño que se estaba levantando con ayuda de la estudiante de Kokuyo. No le agradaba la cercanía de ambos.
—Tsuna-kun — dio un par de pasos para acercarse—, ¿quieres que te lleve a la enfermería o pre...?
Su voz se fue apagando tras presenciar cómo la chica jalaba de la camisa a Tsuna para depositarle un largo beso en los labios, dándose cuenta de la mirada que le estaba lanzando mientras aquel acto duraba; se sentía como una perdedora, tan inferior... La odiaba y no dejaría que las cosas se quedaran de aquella manera.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top