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Los miembros del jurado salieron de la sala y ocuparon sus lugares. El portavoz se mantuvo de pie con una carpeta entre las manos. La tensión se respiraba en el ambiente. Los nervios y la ansiedad se convirtieron en protagonistas de aquella historia.
—Miembros del jurado —habló la jueza—. ¿Han llegado a un veredicto?
—Sí, su señoría —contestó el portavoz.
—Proceda.
Entonces, el portavoz se aclaró la garganta.
La familia Franco se había tomado de las manos. Alex estaba junto a Federico, casi conteniendo la respiración. El abogado Saenz miraba fijamente al portavoz, casi en trance. En aquella sala no volaba ni una mosca.
—En el caso de Robert Addison, el jurado lo encuentra culpable por asesinato en segundo grado y encubrimiento de evidencia. En el caso del alcalde, Trevor Addison, el jurado lo encuentra culpable por coacción, malversación de fondos, obstrucción de la justicia, manipulación de evidencias y dos cargos por intento de homicidio.
Lo que en un momento era silencio se convirtió en bullicio. La familia Franco y los amigos que estaban acompañándolos se abrazaron entre sí. Federico estrechó a su padre, le besó las dos mejillas a su madre. El alivio y la alegría opacó brevemente al sentimiento de tristeza que se había instalado en sus corazones.
Por otro lado, Trevor Addison quedó completamente desconcertado. Por un momento creyó que el discurso de sus abogados había logrado mover algo en el jurado que estaba del lado de la familia Franco, y la otra parte se suponía que iba a fallar a su favor, pero las cosas se revirtieron de tal forma que al final, incluso quienes estaban de su lado terminaron traicionando.
Para Robert la noticia de su sentencia no fue sorpresiva. Él sabía que era culpable y había presentado las pruebas suficientes para que la justicia hiciera lo suyo. No había forma de que él quedara en libertad, pero estaba bien con eso.
—Por los cargos de asesinato en segundo grado y obstrucción de la justicia, Robert Addison será sentenciado a cadena perpetua, sin derecho a libertad condicional. Por otro lado, Trevor Addison, por los cargos de malversación de fondos, coacción, obstrucción de la justicia, manipulación de evidencias, e intento de homicidio, será sentenciado a cincuenta y cinco años de prisión sin derecho a libertad condicional.
El sonido estridente del martillo resonó por toda la sala. Los abogados del alcalde negaban con la cabeza mientras los oficiales esposaban a Trevor y a Robert. El mayor de los Addison tuvo un arrebato de ira y comenzó a patear y a maldecir, mientras que Robert solo colocó las manos detrás de su espalda para permitir al oficial que le colocara las esposas. Cuando pasó frente a la familia Franco, se atrevió a levantar la mirada.
—Espero que algún día puedan perdonarme por esto.
A pesar de que habían obtenido lo que estaban buscando, Federico no pudo evitar sentir angustia cuando vio a Robert salir del tribunal esposado. Pero la verdad finalmente había salido a la luz, y cuando abandonaron aquella sala, todos sintieron que finalmente podían respirar.
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