28
Sus dos puños se estrellaron con violencia contra el escritorio de su superior.
—¿Cómo carajos lo van a dejar libre?
—Ruiz, contrólate o te suspendo —Amenazó el comisario frente a él.
Alex se pasó la mano por el pelo con brusquedad. Estaba furioso, la sensación de impotencia le retorcía las entrañas a tal punto que apenas podía controlar sus impulsos.
—Tuvimos que soltarlo porque nos faltaron cosas —explicó Umpierrez—. Su abogado alegó falta de evidencia y no pudimos hacer nada contra eso.
—¡¿Pero de qué está hablando?! —preguntó Alex, exaltado—. ¡Mandó a falsificar dos autopsias! Manuel es testigo de eso.
Entonces, el hombre se levantó de su asiento para cerrar la puerta cuando notó que todos en la comisaría estaban atentos a la discusión.
—Te dije que te calmes, Ruiz. No me hagas repetirlo —dijo con voz amenazante—. En el informe de Bruno Franco no está su firma, solo la del forense y la del Sargento a cargo del caso en ese entonces...
Antes de que terminara de hablar, Alex lo interrumpió.
—Sí, mi abuelo. Otro maldito corrupto que obtuvo su cargo a cambio de callarse.
—Sí, bueno. En el segundo informe, que, te recuerdo, fue firmado por tu amigo Manuel, tampoco está la firma del alcalde.
—¿Y qué hay de su testimonio? —inquirió Alex.
—Sé realista, Alex. Lo único que tenemos es el testimonio de Manuel. Tendríamos que conseguir algo más consistente si queremos ir contra el alcalde. Estamos en un pueblo pequeño, esto no es "la gran ciudad". La gente prefiere esconder el polvo debajo de la alfombra antes de desatar un escándalo. Tú lo sabes mejor que nadie.
—¿Entonces debemos dejar que ese hijo de puta se salga con la suya y siga controlándolo todo?
—No, debemos ser astutos. Arrestarlo fue una estupidez de tu parte. A esta clase de gente hay que atraparla cuando estás seguro de que lo tienes todo, ¿entiendes? Y más cuando hablamos de un pez gordo. Lo que tenemos que hacer ahora es planear una estrategia. Necesitamos algo más...
Entonces, Alex tuvo una idea. No sabía si era una gran idea, o si iba a funcionar, pero él seguía dispuesto a todo con tal de hacer justicia.
—Si consigo el testimonio del forense que firmó el acta de Bruno Franco, ¿serviría?
Su superior lo escudriño con la mirada.
—Por supuesto, todo sirve, pero debe estar dispuesto a declarar frente al tribunal, eso puede perjudicarlo.
—No pierdo nada con intentar, señor.
—Ruiz... —El hombre hizo una breve pausa antes de continuar—¿Todo esto es por tu abuelo?
—Mi apellido y el de mi familia fue manchado por los actos de mi abuelo. Pero todo esto no se trata solo de mí. La familia Franco merece saber qué le pasó a su hijo, merecen tener un cierre digno y que los responsables sean puestos tras las rejas.
—Si es por la familia Franco lo entiendo. Sé que tú y el hermano menor de Bruno Franco son íntimos —El hombre alzó una ceja y se apresuró a seguir hablando cuando Alex puso cara de sorpresa—. Tranquilo, yo no juzgo a nadie, nunca fue mi estilo estar pendiente de la vida personal de mis compañeros, lo único que quiero decirte son dos cosas: No dejes que la relación que tienes con él te nuble y te haga ser imprudente, porque tratar con esta gente no es un juego, y tanto tú como él pueden correr un gran peligro.
—¿Y lo otro, señor?
Su superior se acercó para apretarle el hombro con suavidad.
—Tú no tienes que ponerte en riesgo solo para demostrar que eres diferente a tu abuelo. Lo que haces todos los días y tu sentido de la justicia ya lo dejó más que claro. Entiendo que tu honor y el de tu familia tienen un valor inmenso para ti, pero sé cauteloso. Ya lo sabes, Ruiz, siempre un paso por delante del enemigo.
Entonces, Alex asintió con energía.
Desde que supo lo de su abuelo, una sensación de vacío se había instalado en su pecho. Él sentía que necesitaba demostrarle al mundo que él no era esa clase de persona, que la rectitud y la justicia eran parte de su filosofía de vida, pero las palabras de su superior lo hicieron darse cuenta de que, a la única que debía darle explicaciones era a su propia consciencia.
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