O c h o

El edificio de artes es uno de mis favoritos ya que es solo para eso y está fue del lugar de estudio. O sea está todo lo que es el colegio y el edificio que consta de clases de música, arte, baile y teatro, todo el es solo para eso. Es bastante alto y se puede ver todo perfectamente, las personas parecen hormigas.

Que semana he tenido, muy ocupada con los trabajos y encontrando el momento indicado, ya ella sabe todo y usted está más destrozado que nunca. 

Venga, yo lo ayudo a sentirse mejor. Venga que no dolerá.

   —¿Quién eres y por qué lo hiciste?  —Pregunta por fin llegando al tejado, no pensé que lo hiciera a decir verdad pero está interesado en saber quien le arruinó la vida... y acabará con ella aunque aún no lo sabe.

Me volteo sin quitar mi capucha y lo veo, está molesto y eso me hace sonreír.

—Hola señor.  —Saludo sonriente y con las manos en mis bolsillos. Él molesto intenta acercarse pero saco un arma y lo apunto provocando que se detenga y ponga las manos en alto.  —Debemos hablar señor, ¿no quiere saber que le sucedió a su hija?  

Sus manos se vuelven puños y parece querer atacarme pero niego moviendo el arma y se queda quieta, es el doble de peso que yo, quizá más y fácilmente me puede derribar pero parece no notar eso, nunca notan eso nomas porque ven un arma. Ilógico.

   —Verá todo ocurrió una bella madrugada, el fuego subía por las paredes y los gritos de su hija eran música para mis oídos, como una perfecta melodía. Lastima no ver su cara.

Creo que está muy sensible ya que lagrimas empiezan a salir, pobre.

   —¡Eres un enfermo!  —Grita enfurecido pero con dolor provocando que ría. Me acerco un poco provocando que retroceda y cada vez quede más al borde.

—No lo soy.  —Río y tiro mis hombros para atrás, de repente han dolido.  —Sólo arruiné un poco su vida, ya sabe, los engaños y secretos revelados.  —Comento y muevo la mano como si no fuera gran cosa.

Esto se torna aburrido, él solo me mira con dolor en la mirada y manos echas puños pero ya. Que aburrido eso, así que mejor termino todo. Me acerco más y él, ya está listo para caer. Se voltea quedando cara al abismo y entra en pánico.

—Suicidio, no olvide gritar.  —Musito con burla y lo empujo. Salgo rápido del tejado y empiezo a bajar escuchando sus gritos lejanos hasta que se escucha un gran golpe. Río y salgo por la puerta trasera.

Se que morirá ese golpe más el café que le había dejado antes funcionarán muy bien, hay que ser precavidos.  

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