Capítulo 19
Tener que vaciar una habitación entera mientras la madre de Tommy esperaba sentada en el sofá era de las cosas más incómodas que había tenido que hacer en los últimos días. Le supuso más trabajo y esfuerzo del que se imaginó mientras en el coche, camino a casa, pensaba cómo acomodar a la que iba ser su invitada por un tiempo indeterminado. Tras haberle preparado la habitación en la que tenía todos los trastos ya que no la tenía habilitada como habitación de invitados, a diferencia de Caroline que si tenía una destinada con ese fin, se metió en su cuarto y se tumbó en la cama.
Con la vista perdida en el techo las palabras de la madre de Tommy no dejaban de venirle a la cabeza ¿Realmente no se había propasado con su actuación en casa de Tommy? ¿Cómo iba a reaccionar Caroline una vez supiera de sus sentimientos hacia su hermano? ¿Sería cierto que Tommy llevaba años enamorado en secreto de él? Si así fuera, ¿qué es lo que le daba tanto miedo de compartir con él lo que sentía. De todos los escenarios posibles, ¿por qué se estaba imaginando el más aciago de todos?
Un impulso instintivo, casi primario, le incitaba a levantarse de la cama pero desde el mismo instante en que su cuerpo se recostó sobre el colchón, éste empezó a absorberle impidiéndole moverse. Estiró su brazo para agarrar el teléfono que había dejado encima de la mesita de noche, lo desbloqueó y abrió la aplicación de whatsapp y miró el contacto de Tommy. Vio que su última conexión era de esa misma mañana a media mañana. Recordó que aproximadamente era el momento en que se habían estado besando ¿Significaba eso acaso que se había arrepentido y no había tenido valor para decírselo a la cara? ¿O había sido todo lo contrario y a lo mejor en el momento en que cogió el teléfono quiso decirle cuanto disfrutó y se lo quiso reflejar en un mensaje? Si era así, ¿por qué no se había atrevido a hacerlo? No recordaba nunca haberse comido tanto la cabeza por un chico. Siempre habían sido relaciones esporádicos, cortas en el tiempo, breves e intensas. Con Tommy estaba claro que iba a ser algo completamente diferente, quería que aquello fuese duradero y si por la razón que fuese no lo era, al menos quería que tuviera un significado, una importancia para ambos. Aquel fue el último pensamiento que cruzó su mente antes de que los ojos se le cerrasen y cayese en un profundo sueño.
Al despertarse volvió a mirar con los ojos aun con legañas la pantalla de su teléfono móvil y vio que tenía diversas llamadas de Caroline y un par de llamadas de Tommy. Miró la hora que era y vio que eran casi las dos del mediodía ¿Cómo era posible que hubiese dormido tanto? Al salir la madre de sus amigos estaba sentada en el sofá mirando la televisión. Al salir de su cuarto se dio con el mueble que tenía justo al lado de la puerta y soltó un alarido de dolor que hizo que la mujer se girase.
- ¡Oh, cielo! ¿Te he despertado? He entrado esta mañana pero al verte tan dormido y relajado he preferido no molestarte y dejarte seguir durmiendo.
-No, acabo de levantarme pero no deberías haberme dejado dormir tanto. Aún y así, gracias - sonrió complacido.
- Te ha sonado el teléfono repetidas veces. Sé que han sido Caroline y Tommy, me han llamado a mi también para que vayamos a comer hoy.
- Pero si ya casi es la hora - sentenció Cody.
- Lo sé, por eso debemos darnos prisa si queremos llegar para comer con ellos.
De nuevo en el coche se mantuvieron en silencio, pero a diferencia del primer viaje era más bien un silencio de complicidad que no uno producido por la incomodidad de no saber que decirle a tu interlocutor.
Llegaron al bloque de apartamentos en el que vivía Caroline y Cody no sabría decir exactamente porqué pero se respiraba un ambiente diferente, aunque sin poder especificar si era bueno o malo, mejor o peor, simplemente era diferente.
- ¿Te han dicho algo del motivo por el cual querían que comiésemos juntos?
- En absoluto, simplemente me ha llamado Caroline para comentármelo y le he dicho que sin problema. Al poco me ha llamado Tommy para confirmarme la hora, nada más ¿Por qué? ¿Acaso tiene que haber alguna razón en especial para que coma con mis hijos y con mi yerno? - a Cody no le pasó desapercibido el tono socarrón con el que aquella mujer pronunció las últimas palabras y como única respuesta solo pudo esbozar una tímida sonrisa.
Entraron en el edificio y subieron hasta la planta dónde vivía su amiga y llamaron al timbre. La madre de los chicos no pudo evitar tener una sensación de deja vu con el mismo acontecimiento que ocurrió el día anterior con la única diferencia de que ahora ella se encontraba al otro lado de la puerta.
Caroline les abrió con una sonrisa radiante en los labios y unas pintas de lo más hogareñas. Su larga melena oscura estaba recogida en una cola de caballo. Llevaba la cara completamente limpia, sin ningún tipo de maquillaje. Por indumentaria llevaba una camiseta de tirantes, unos pantalones tejados desgastados que habían visto tiempos mejores y unas deportivas blancas. Encima de esto un delantal del que Cody conocía perfectamente su origen. Fue en el primer año de universidad cuando ambos compartían cuarto y por todos los exámenes que tenían que estudiar y trabajos que debían presentar les dijeron a sus familias que no iban a estar en casa por las vacaciones de primavera. En vista de que les esperaban semanas de reclusión y aislamiento delante del ordenador y una gran montaña de apuntes, aunque no se estilaba por esas fechas decidieron hacerse un amigo invisible entre ellos dos. Él a ella le regaló un delantal y ella a él una sudadera de su equipo de baloncesto favorito. Aun y después de todos los años que habían pasado ella seguía manteniendo el delantal como si lo acabase de comprar y sacar de la tienda, mientras que su sudadera había quedado relegada a llevarla solo cuando estaba en casa o incluso la usaba de pijama.
- No puedo creer que lo sigas teniendo, en serio.
- Es un regalo y además es tuyo, ¿acaso que me iba a desprender de él a la primera de cambio?
- No, no por supuesto, solo es que...
- ... ¿te sorprende lo bien cuidado y conservado que tengo yo el tuyo mientras tú el mío lo tienes ya casi que lo puedes usar para trapos? - le interrumpió Caroline con una sonrisa socarrona en el rostro.
- ¿Dónde esta Tommy? - intervino su madre mientras sin ni tan siquiera pedir permiso entraba en el apartamento - ¿Qué tenemos para comer que huele tan bien y seguro que sabe aún mejor?
. He hecho algo sencillo. Unas berenjenas gratinadas y puré de patatas para acompañar. Y madre, Tommy ha bajado a por cervezas, en concreto las favoritas de Cody.
Ante ese comentario su madre no pudo reprimir el mirar a Cody disimuladamente sin que su hija se percatara de ello. Las señales estaban ahí, todo cada vez estaba más claro, solo tienes que saber verlas, o al menos es lo que Cody creyó que decía aquella mirada.
- No tendría que haberse molestado, no era necesario.
- No conoces a mi hijo, es un testarudo de campeonato además de que siempre será el anfitrión perfecto - le dijo la madre de éste sin pestañear ni una sola vez.
¿Eran imaginaciones suyas o su madre estaba intentando por todos los medios posibles hacer de casamentera con su hijo? Tenía la extraña sensación de que jugabas a dos bandas al intentar emparejar a Cody con su hijo pero al mismo tiempo elaborar la estrategia perfecta para que su hermana no se enterase de nada?
- Vaya, ya estáis aquí, por las horas que eran pensábamos que no ibais a venir - dijo Tommy desde la entrada con las bolsas de las bebidas en las manos.
- Te dije que si que vendrían. Cody no es de los que se pierde una comida tan fácilmente.
- Oye, de la manera que lo dices parece que sea un gorrón.
Se sentaron todos a la mesa mientras Caroline terminaba de poner las útlimas cosas y empezaba a servir. Se respiraba un ambiente distendido, de calma y buena amistad. Todos se sentían como en casa y de alguna manera, aunque tres de ellos si que lo fueran, desde hacía unas horas los cuatro se habían convertido en una pequeña familia.
Empezaron a comer hasta que dejaron los platos completamente limpios y exceptuando a la madre, cada uno de los chicos repitió dos veces de cada plato. Se sentaron en los sofás para hacer la sobremesa. Siguiendo en su papel de ama de casa que ella misma se auitoimpuso Caroline sirvó cafés para todos y un trozo de bizcocho casero. Su madre ni lo probó, Cody se lo comió con bastante decoro, pero todos alucinaron al ver a Tommy engulléndolo sin apenas masticar.
- Cualquiera que te vea dirá que no te han dado de comer en días, ¿es que acaso tu hermana no te alimenta como es debido?
- Mamá, Tommy siempre ha sido un maldito pozo sin fondo en lo que al dinero se refiere.
- '¡Eh, que estoy aquí delante! ¿Es que acaso preferís que toda esa comida se desperdicie?
- Come todo lo que quieras, cariño. A tu hermana no le hagas ni caso.
Cody no pudo reprimir la sonora carcajada que se le escapó ante aquella estampa tan familiar. De hecho, fue tan escandalosa que hice que toda la mesa se quedar en completo silencio y lo miraran a él fijamente.
- ¿Qué es lo que te hace tanta gracia? Vamos, compártelo con la familia. Al fin y al cabo, me imagino que tendrás derecho de haber besado a mi hermano en mi propia casa - le dijo Caroline con un tono agrio en la voz.
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