Capítulo 14
Cody se enfrentaba a una de sus mayores miedos desde hacía muchisimo tiempo y era al de expresar sus sentimientos. No dejaba de pensar en lo que Rob le recomendó de plasmarlos en un papel en forma de carta y entregárselo, y aunque lo había intentado repetidas veces era incapaz de poder plasmar en un folio de papel todos los sentimientos que Tommy despertaba en él desde hacía un tiempo. Nunca había sido un hombre de palabras sino más bien de hechos.
Una vez hizo acopio de todo su valor para atrever a hacer una locura, después de todo por amor siempre se hacen grandes locuras. Se sentía muy extraño, cómodo y a la vez desconocido consigo mismo. Haciendo memoria en el tiempo nunca antes recordó comportarse de esa forma. Aunque de los dos él era el adulto su forma de actuar se asemejaba más al de un quinceañero que al de un adulto hecho y derecho.
Cerró el portatil en seco, se levantó y salió hacia la papelería dónde trabajaba Rob con una idea muy clara en la mente. Entre su grupo de amigos se hizo bastante popular por las que ya eran conocidas cómo las tarjetas de Cody. Siempre habían sido un recurso muy útil para él, pues a través de ella podía plasmar o incitar a hacer lo que a veces en persona le faltaba el valor necesario para poder expresarlo. No se percató en ningún momento que dejaba uno de sus bienes más preciados, el teléfono, en el mueble de la entrada.
Cruzó la avenida principal de la ciudad hasta llegar a las calles dónde la ciudad dejaba de verse tal y como todos la conocían. Los altos rascacielos eran sustituidos por casas adosadas de dos plantas de barrio residencial, las concurridas calles repletas de tiendas y grandes almacenes daban a lugar a calles muy poco concurridas con comercios familiares de toda la vida que habían pasado de una generación a otra. Entre uno de esos comercios estaba la papelería de su amigo.
Aún y a pesar de lo reformada que estaba adaptada a los nuevos tiempos y el carácter ecléctico que tenía con una decoración minimalista, la entrada continuaba siendo la original con un marco de madera de cerezo y dos postes de piedra sobre los que había grabados los apellidos familiares que daban nombre al establecimiento.
Cody nunca había sido muy fanático de los libros pero si que siempre le habían interesado y se le dieron muy bien las artes plásticas. Fue gracias a Rob y su tienda que nacieron las tarjetitas que todos tanto adoraban, o al menos eso es lo que le decían. Fue al poco de que Rob tomara las riendas del negocio familiar que les pidió ayuda a los del grupo para poner la tienda al día y hacer las reformas necesarias que no eran pocas.
Mientras todos habían estado moviendo muebles, pintando paredes, revisando instalaciones eléctricas y desembalando cajas, Cody se había quedado en un segundo plano, sentado en el suelo abriendo todos los paquetes de cartulinas y haciendo diferentes figuras con ellas. A Rob le gustó tanto la iniciativa nada más verla que decidió que aquella seria la decoración para la reapertura del negocio y que después se quedaría de forma fija. De aquella manera y sin que Cody lo tuviera planeado le salió un trabajo esporádico haciendo manualidades para Rob en su tienda.
Cruzó el umbral de la puerta y le sorprendió que no apareciese Rob haciendo de dependiente del año nada más oir el tintineo de la campanilla. Se acercó al estante dónde se encontraban los materiales que tan bien conocía, y a pesar de que había un cartelito en el que se indicaba que el dependiente se los facilitaría, él mismo empezó a coger todo aquello que necesitaba.
- ¿Me cobra alguien? - gritó reclinándose sobre el mostrador y esperando una respuesta. Se puso las manos en los bolsillos y espero unos segundos imaginando todas las alternativas posible para que Rob no estuviese atendiendo y realizando su trabajo.
Harto de esperar abrió la portezuela que daba paso detrás del mostrador y a la zona del almacén y un poco cabreado y dispuesto a echarle la caballería por encima pasó. Entró en el almacén que como siempre, de otras veces que estuvo ahím, estaba iluminado por una luz muy tenue. Empezó a chistar para llamar la atención de Rob con la esperanza de que saliese de detrás de un montón de cajas o saltase de lo alto de una de las escaleras cómo había hecho otras veces, pero nada. Probó otras maneras de llamar su atención pero ninguna obtuvo el resultado deseado. Al cabo de unos segundos, ya un tanto preocupado, oyó unos ruidos de golpes secos en una de las esquinas y se acercó con paso sigiloso, fue acercándose hasta tener una vista perfecta de una imagen que le dejó con la boca abierta.
Se llevó sus manos a los bolsillos para agarrar su teléfono y poder hacer una fotografía o un video pero al introducir la mano dentro de sus pantalones se dio cuenta de que no lo había cogido. Lástima porque aquella imagen no tenía desperdicio. Rob se encontraba de cara a la pared con los pantalones a la altura de los tobillos y justo enfrente de él, apoyada contra la pared y con su cabeza apoyada y golpeando en la misma una figura femenina. Cody se deleitó durante unos segundos viendo el movimiento de cadera que Rob hacía para penetrar a la chica y se quedó embobado mirándole el culo a su amigo. Aunque fuese hetero su amigo siempre había tenido un buen par de nalgas.
Fue a dar un paso hacia atrás con la mala suerte de que tropezó con unos libros apilados que fueron cayendo haciendo un ruido sorprendentemente fuerte para tratarse de unos libros. Cody un poco entre divertido y avergonzado salió de nuevo a la tienda fingiendo emular que no había visto nada.
- ¿Cómo demonios no me avisas que estabas por aquí? - le interrogó su amigo mientras salía de la trastienda colocándose la camisa por dentro de los pantalones y en lo que a Rob le parecía que hacía disimuladamente, Cody se percató de cómo se colocaba bien el paquete.
- He hecho bastantes ruidos para que te percataras de mi presencia, pero estaba claro que estabas ocupado con otras cosas - una risa nerviosa escapó de la boca de Cody mientras que de la trastienda vio asombrado como salía la amiga más estirada y repelente de todas las pertenecientes al grupo de amiguitas de Caroline -. Supongo que esto me lo vas a explicar, ¿no?
- No hay nada que explicar, es lo que has visto sin más. En fin, son veinte con cincuenta.
- Ah no, de eso nada, este pedido me sale gratis, sino quieres que vaya contando lo que haces en esa trastienda.
- ¿Me estás chantajeando?
- No, solo pido un trato puntual de favor - dijo entre risas.
- Está bien, veo que no te cansas de hacer tus manualidades, ¿no es así?
- Sí, así es. He estado dándole vueltas a cómo organizar la cita con Tommy, ya sabes y se me ha ocurrido hacerlo de la mejor manera que sé. Poniéndole pequeñas pruebas en las que vais a tener que participar.
- ¿Estás seguro? Cody, ¿de verdad vale tanto la pena?
- No sé si valdrá la pena o no pero por lo menos debo intentarlo. Solo puedo decirte una cosa, nunca nadie me ha hecho sentir lo que siento cuando estoy con él.
- Joder tío, quien te ha visto y quién te ve - sentenció Rob -, solo digo que para mi va a ser un placer ayudarte y colaborar, dime qué quieres que haga y lo haré.
Cody se sintió henchido de orgullo por el apoyo de uno de sus amigos y esperaba que por parte del resto tuviera él mismo apoyo incondicional. Se le planteaba la duda de si pedir ayuda a Caroline y sus amigas. La que era su mejor amiga siempre había sido muy intuitiva y estaba convencido de que no se la había escapado el detalle de que entre él y su hermano estaba empezando a ocurrir algo, por mucho que se empeñasen en disimularlo y ocultarlo.
Una vez en su apartamento y tras dejar las llaves cogió el teléfono y vio repetidas llamadas de Caroline y un escalofrío le recorrió toda la espalda ¿A qué se debía aquella insistencia? ¿Le habría ocurrido algo a ella o lo que era peor, es posible que le hubiese ocurrido algo a Tommy?
Sin pensárselo ni siquiera un segundo marcó el botón de rellamada y esperó ansioso a oír la voz de la muchacha al otro lado de la línia, pero no obtuvo respuesta. Lo repitió insistentemente hasta el punto en que el teléfono de su amiga, seguramente sin batería, respondía automáticamente con el mensaje del contestador.
Lanzó la bolsa con todo lo que había preparado para la sopresa al suelo de cualquier manera, cogió las llaves del coche y la chaqueta nuevamente y condujo apresurado hacia casa de su amiga.
Una vez abajo, no dejó de llamar insistemente al timbre, pero tampoco le respondía nadie. Empezaba a estar bastante fuera de sí y con unas ganas horribles de aporrear y tirar la puerta abajo. Intentó calmarse y recuperar la compostura pero su cabeza en esos momentos era un hervidero de ideas que no dejaban de sucederse una tras otra siendo cada una más escalofriante que la anterior.
- ¡Cody! - la voz de su amiga a la espalda le sorprendió y tranquilizó al mismo tiempo - ¿Qué haces aquí?
- ¿De qué estas hablando? Me llamaste repetidas veces, siento no haberlo cogido pero salí a hacer unos recados y no llevaba el teléfono encima,
- Es por Tommy, ahora ya está bien y fuera de peligro, pero hace unas horas estaba fuera de sí y no sabía cómo calmarlo. No dejaba de preguntarle una y otra vez que podía hacer por él y no dejaba de repetir tu nombre.
- Pero, ¿qué ha pasado? - las ideas más escalofriantes volvían a adueñarse de su mente. Lo único que podía tranquilizarle era ver a Tommy en persona y comprobar que se encontraba bien.
- Ha llamado a mi madre sólo para hablar con ella, decirle que estaba bien y que no se preocupara. Todo iba bien hasta que se ha puesto mi padre, no sé de que han estado hablando solo puedo decirte que Tommy ha empezado a temblar de miedo, le temblaba la voz, su cara era el puro retrato del terror, es más, incluso hay algo que me ha pedido que no te contara por lo bochornoso que es pero solo te lo digo para que te hagas un alcance. Se ha llegado a orinar encima.
Con cada palabra que salía de la boca de Caroline la rabia iba creciendo dentro del cuerpo de Cody y el odio cada vez era más grande. Cogió a Caroline de la mano y la arrastró hasta dentro del apartamento y llegar a su piso. Al entrar todo parecía tranquilo pero no había ni rastro de Tommy. Cody echó un vistazo a su amiga quien con la mano le indicó que su hermano estaba encerrado en su habitación. Se acercó con sumo cuidado, casi como si se acercara a la jaula de fieras peligrosas en el zoo y llamó dos veces a la puerta, al igual que abajo, no obtuvo respuesta.
Colocó su mano sobre el picaporte de la puerta y tras girarlo suavemente empujó para poder abrirla. La habitación estaba completamente a oscuras con la pìersana de la ventana bajada hasta abajo y pudo vislumbrar la silueta de Tommy tumbada en la cama. Se quedó contemplando, desde lejos, como respiraba tranquilo e intentaba imaginar el infierno que había pasado hace unas horas. Le hervía la sangre solo de pensar que él no había podido estar a su lado porque estaba de broma con Rob y comprando artículos para hacerle una sorpresa.
Se acercó lentamente a su cama y se sentó en el borde de esta y le colocó una mano sobre el hombro. Al momento observó cómo el cuerpo de Tommy se relejaba y giraba sobre sí mismo para mirarle fijamente.
Tommy se apoyó sobre el codo para poder reincorporarse y se sentó erguido en la cama. Sin decir nada, en el más absoluto silencio, cogió a Cody de la barbilla y girándole lentamente la cara le dio un suave beso en los labios para después quedarse mirándole fijamente a los ojos.
- Ahora mismo solo puedo pensar en cómo acabar con él - las palabras de Tommy estaban cargadas de odio. No imaginaba ni por un momento qué es lo que habia ocurrido en aquella conversación o cuales eran las palabras que se habían dicho, pero estaba claro que eran de esas palabras que hacían daño.
Cody no supo que responder ni al beso ni a la declaración que acababa de hacerle, se le quedó mirando y por primera vez des de que había empezado todo aquello le besó sin importarle dónde estuvieran, quiénes pudieran verles o cuáles fuesen las consecuencias de aquello.
- Hagas lo que hagas estaré ahí para apoyarte.
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