Capítulo 12

Por muchos intentos que hiciera no conseguía olvidar todas las sensaciones que el beso de Tommy había despertado en su interior. A cada segundo que pasaba tenía más claro que se estaba metiendo dentro de la boca del lobo. A pesar de que no dejaba de esuchar a su mente y al sentido de la razón y éste le clamaba a gritos que se destuviera, después escuchaba a su corazón y éste le hacía comprender que lo que sentía por el hermano de su mejor amiga era demasiado intenso como para prohibirse el experimentarlo. 

Sentado a la mesa de su escritorio y después de haber apagado el ordenador se enfrentaba al terrible miedo de una página en blanco en la que se propuso hacer una lista de todos los detalles que iban a conformar la cita que le había prometido a Tommy la noche de la cena de su aniversario. 

Intentaba recordar lo que le gustaba pero habían pasado muchos años y estaba seguro de que sus gustos habrían cambiado drásticamente. La primera opción era preguntar directamente a su hermana pero eso era mostrar sus cartas, tener que dar explicaciones y justificar el porqué y explicarle a su hermana lo que él sentía por su pequeño hermanito del alma. Otra opción que tenía era intentar sonsacarle a él mismo la información pero tampoco terminaba de agradarle esa alternativa ya que con ella mandaba a la mierda todo el misterio. 

Era increíble lo mal que se le daban esas cosas. Nunca fue una persona detallista con nadie y no entendía porqué empezaba a serlo en esos momentos y con él, solo tenía muy claro que tenía muchas ganas de hacerlo y le iba a poner toda la ilusión. 

Recordó que durante todo el cumpleaños estuvo hablando con Rob aunque más que hablar sabía que Rob estuvo tirándole la caña e intentando meterse dentro de sus pantalones. Nunca hubiese esperado otra cosa de Rob, al fin y al cabo, podría decirse que al Rob tal y cómo lo conocía lo había creado él. Antes él era igual que él, no dejaba titere con cabeza y por los diferentes bares y clubes de la zona de ambiente el nombre de Cody Madison se había convertido prácticamente en una leyenda y ahora empezaba a imponerse el de Rob Matthews. 

Cabía la posbilidad que entre tanto filtreo y de todo el tiempo que estuvieron hablando Rob le hubiese sonsacado y no se lo pensó ni dos segundos al coger su teléfono y marcar el número de su amigo. 

- Ostia, ¡qué sorpresa tu llamada! ¿Qué pasa? ¿Qué te cuentas?

- Necesitaría que vinieras a casa ahora, he de pedirte un pequeño favor. 

- Esta bien, ¿los condones los pones tú o los pongo yo? 

- El favor no va por ahi, créeme. En su momento, ya te dije que eso se había terminado. 

Entre ellos dos siempre hubo una tensión sexual latente y durante mucho tiempo fueron amigos con derecho a roce. Había empezado como una tontería de esas que pasan cuando las copas de más entran en tu cuerpo y la situación se te va de las manos. Cierto es que no fue una decisión cosensuada sino que fue Cody la terminó al darse cuenta de que Rob empezaba a sentir algo por él y nunca quiso nada serio y menos con un amigo. Prefirió siempre mil veces tenerlo como amigo que como algo más.

Se asomó a la ventana de su apartamento al oir el sonido de un motor acercarse y vio que Rob aparcaba enfrente de su casa y se quitaba con el erotismo y masculinidad propios de él el caso de la moto. Cody le hizo una seña conforme iba a abrirle. 

- Antes que nada, necesito que me prometas qué lo que hablemos no va a salir de aquí. 

- Hecho, sabes que guardo muy bien los secretos - le guiñó un ojo y le golpeó el brazo haciendo referencia a esa época en que ninguno de los de su círculo de amigos supo que entre ellos hubo algo más que amistad. 

- ¡Basta! - le cortó Cody.

- Está bien, lo siento. ¿Qué pasa?

- La noche de mi cumpleaños estuviste casi todo el rato pegado a Tommy, ¿verdad? 

- Sí...¿y?, que yo sepa no está con nadie. 

- No va por ahí, ¿de qué estuvisteis hablando?

- ¿A qué viene tanto interés por el chiquitin? 

Cody sabía que si quería sonsacarle la información iba a tener que contarle sino toda la verdad parte de ella para que le pudiese ayudar. Aunque eso significase exponerse. Iba a tenir que medir con sumo cuidado las palabras y la información que le diese. Durante unos segundos permaneció callado, pensando qué y cómo decirselo. Estaba claro que no podía decirle que se estaba a empezando a pillar por el hermano pequeño de su mejor amiga, del mismo modo que tampoco le podía decir que unos días atrás sino hubiese sido por un maldito fregadero y por la aparición de Caroline se hubiera follado contra el mármol de la cocina. 

- Recuerdas lo que hago cada año de la cajita negra, ¿verdad?

- Claro, como voy a olvidarlo. Siempre me tocando los detalles más penosos. 

- Te los ganas a pulso - sentenció Cody -. Pues bien, la cosa es que en la caja de Tommy le puse una tarjeta en la que le invitaba a una cita organizada por mí. 

- ¿Y eso? ¿Tú? ¿Una cita? No te pega nada, ¿y por qué con Tommy?

- Haces demasiadas preguntas y no te voy a contestar a ninguna, al menos de momento. La cosa está en que una vez me he puesto a montarlo no sé qué es lo que le puede gustar. Lo conozco de hace mucho tiempo, pero la última vez que lo vi era casi un adolescente y supongo que sus gustos no seran los mismos que entonces. 

- Supongo que el favor es saber si a mí me dijo algo para que te lo pueda decir - a veces le sorprendía la astucia de Rob o eso o que se lo había puesto demasiado fácil. - Lamento decepcionarte pero no me dijo nada y si lo hizo no le escuche. Sé que no te va hacer gracia escucharte esto pero estaba demasiado concentrado en imaginando las maneras cómo me comería a ese caramelito. 

Oir esas palabras de la boca de su amiga y más el tono con el que las dijo hizo que una rabia se apoderase de él teniendo que hacer un enorme esfuerzo por reprimir las ganas que le estaban entrando de darle una paliza. Se adelantó hacia él haciendo el amago de ir a golpearle pero hubo de reprimirse, al fin y al cabo, no podía golpear a su propia creación. Si Rob Matthews contestaba y actuaba de esa forma era porqué el lo había hecho así y se lo había inculcado. 

- Vigila tu lengua - fue lo único capaz de decir para frenar la actitud de Rob.

- ¿Qué te ha pasado, Cody? ¿De dónde ha salido ese chico tan romántico? ¿Qué ha pasado con el desvergonzado caradura que conocí yo?

Cody no tenía respuesta para eso. Sabía que algo estaba cambiando en su interior pero no podía expresarlo con palabras. Desde que le había ido a buscar a la estación de autobús sintió que entre ellos dos había habido una conexión, pero ya después de la fiesta y aunque en un principio pensó que eran solo imaginaciones suyas, cada vez lo tenía más presente y tenía la necesidad de dar un paso más. La gota que había colmado el vaso había sido en la cena que le habían hecho a Caroline. El hecho de que Tommy hubiese dado el paso le había hecho ver que entre ellos podía y debía haber algo más que una simple amistad, pero era plenamente consciente que debía mantenerlo en secreto. No podía ir divulgándolo por ahí, pues su amistad con Caroline era demasiado importante para él y una cosa si que tenía clara y es que si Caroline se opusiera en rotundo, por mucho que le doliera lo cortaría por lo sano. 

- No sabría decirte, solo sé que me juego demasiado en ello y yo mismo me he puesto unas expectativas demasiado altas. 

- Se me ocurre, porque no le escribes una carta siendo tú mismo, desnudándote para él porque estoy seguro que no le has dicho para nada lo que sientes por él, y que la cita sea simplemente quedar con él siendo vosotros mismos y ves como se va desarrollando y a ver que pasa. 

Había veces en que la franqueza y elocuencia de Rob le dejaba asombrado. Él no era mucho de romanticismo pero acababa de descubrir una faceta de su amigo que no había presenciado en todos los años que le conocía y no podía negar que le gustaba.

- ¿Me echarías una mano? 

- Es demasiado ínitimo, es algo que debes hacer tú solo. Sinceramente no creo que sea algo que alguien tenga que leer o con lo que ayudarte. Vas a tener que aislarte, centrarte en lo que sientes y plasmárselo en un papel y dárselo. 

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