Capítulo 33.

POV Ariana.

¿Qué mierda quiere que le respondamos? ¿Qué estamos muy felices por qué vamos a morir quemados? Negué con la cabeza, es ella quién planeó todo esto, seguro afuera se encuentra ese idiota.

—¡Ya déjanos en paz! —grité enojada.

—No, el tiempo se agotó, yo se los advertí.

Miré las butacas, estas ya estaban ardiendo en fuego, tenemos que encontrar una manera de salir de aquí, la puerta principal está bloqueada, Madison está sobre la puerta del túnel, ella no nos dejará ir.

—Ariana, tenemos que hacer algo, no quiero morir quemado —Luis estaba muy asustado.

Negué con la cabeza, no vamos a morir.

—El túnel —gritó Maritza, no la pude ver, pero ella gritó, Madison inmediatamente volteo a la pequeña puerta.

—Por aquí nadie sale —Madison sonrió.

—Quítate a la verga —Luis se acercó a ella molesto. —Por eso estas muerta, porque fuiste y sigues siendo una hija de puta.

Madison solo asintió, como si se sintiera orgullosa.

—Esa es la única salida —mencionó Pablo.

—Lo sé, pero esa maldita no nos va a dejar salir.

—Por favor, Madison, déjanos salir —dijo Carlos.

El fuego estaba ocasionando que el humo se esparciera por todo el teatro, Madison no va a dejarnos salir, creo que este es el fin, no quiero morir, aún no.

—Madison, te lo suplico, déjanos ir, ya estábamos por averiguar quién te asesinó —me acerqué a ella mientras comenzaba a toser.

—No, el tiempo se acabó.

Miré a César, él estaba muy enojado, después lo vi correr hasta Madison. Este la atravesó, ella es un fantasma, no podemos hacerle nada.

—Maldito mudo —Madison comenzó a reír.

César empezó a flotar por el aire, él estaba asustado, me imagino que ahora estaría gritando, pero no puede.

—Déjalo —gritó Luna.

—Tu cállate, estúpida —dijo Madison y movió su mano, Luna salió disparada hasta la pared.

—¡Perra! —gritó Luna mientras se ponía de pie.

Pronto se empezaron a escuchar sirenas de policías, de bomberos, una luz de esperanza me invadió, hay oportunidad.

Madison inmediatamente desapareció, pues las sirenas de policía se escuchaban más cerca.

—Rápido, es hora de salir.

—Ana está desmayada, ayúdenme —Katherine ya estaba comenzando a jalar a Ana.

Me acerqué a ella, los demás ya estaban saliendo, no miré donde cayó Cesar en el momento que esa perra desapareció

—Dios mío, ¿Alguien vio a César?

Los demás solo corrían al túnel sin hacerme caso, y lo entiendo, quieren salvar sus vidas a toda costa.

—¡César! —comencé a gritar.

Como soy estúpida, él no me puede contestar, no lo veía por ningún lado, mi miedo de que él muriera empezó a crecer.

—Katherine, intenta sacarla, tengo que buscar a César —dije agitada.

—Está bien, lo intentaré.

Luis se acercó a ella para ayudarla, yo simplemente comencé a ver a todos lados, no lo veía.

—¡César! ¿Dónde estás?

El techo del teatro comenzó a caer, César no se miraba por ningún lado.

—Ariana tenemos que irnos —Pablo me tomó de la mano, para jalarme hasta el sótano.

Yo negué rápido, no me iré sin él.

—¿César? Él ya salió.

—¿Qué?

—Sí, Luna lo sacó de aquí.

Nunca me había sentido tan aliviada, César está bien, por ahora, pero al menos está bien.

Cuando entramos al túnel miré al escenario nuevamente, tan distraída estaba buscando a César, que no miré a Elena, ella estaba tirada en el escenario, por donde estaba el telón.

—Pablo, Elena sigue aquí —dije asustada.

—Vamos por ella.

Salimos del túnel, cuando estábamos caminando hacia ella, una madera gigante cayó frente a nosotros.

—¡Noooo!

Comencé a gritar, el techo comenzó a derrumbarse, ella quedó ahí, yo no la miré, ella está muerta. Pablo y yo corrimos al túnel otra vez, comenzamos a salir rápido, todo el teatro estaba derrumbándose.

—Ella está muerta —dije cabizbaja.

—¿Quién? —Alexa inmediatamente se acercó a mi y comenzó a ver a todos los presentes.

—¡Elena está muerta! —mencionó Pablo molesto.

—¿Elena? —preguntó Juan.

—Sí, nadie se molestó en ayudarla, solo miran por ustedes.

Era cierto, pero es por supervivencia, supongo.

—No, nosotros no tenemos la culpa, todo es por Madison, ella es la culpable de todo —dijo Dylan.

—Todo es culpa de los malditos cobardes que la mataron, nuestras vidas serían normales si ellos no hubieran subido ese estúpido video —dije comenzando a llorar. —Y aunque Madison ya no le importa quién la asesino, yo no descansare hasta averiguarlo.


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Espero y les haya gustado.

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