Capítulo 30.
POV Ariana.
—Ariana no te muevas —pude ver a Maritza por la puerta izquierda.
—Ok, chicos no se muevan —dije casi en susurro, no sabía que estaba pasando, solo que no quería morir, lo único que pensé fue en que íbamos a caer por el barranco.
Podía notar que estábamos más cerca del barranco, no quiero morir, solo escuché gritos antes de sentir otro impacto. Se empezaron a escuchar rechinidos y luego la camioneta empezó a ladearse hacia el barranco.
—¡Ariana! —pude ver a Maritza por última vez.
La camioneta comenzó a caer, estaba muy asustada, todo empezó a dar vuelta, me sostuve de la ventanilla, pude observar que el cuerpo de Manuel, Lexa y Milena estaban dando vueltas por toda la parte trasera, segundo más tarde sentí que la camioneta se impactó,
Traté de levantarme, pero todo se puso borroso, mi cabeza estaba contra el vidrio. Empecé a escuchar un zumbido, al abrir los ojos, solo observé humo, mucho humo.
—La camioneta está en llamas —gritó Renato.
Me levanté inmediatamente, el humo hizo que comenzara a toser, toqué mi cabeza y tenía sangre.
—Mi pierna, me duele —comencé a llorar.
—Ariana tienes que salir, estamos atrapados —mencionó Carlos.
—No puedo, mi pierna me duele mucho.
Intenté moverla, pero no podía, Dios mío, no quiero morir aquí, por favor.
—Vamos, Ariana, la puerta trasera esta atorada, solo podemos salir por la ventanilla —Juan se acercó a la ventanilla, pude ver que también tenia sangre en su cara.
—Dense prisa, no falta mucho para que esto explote —dijo Renato apurado.
—Lo intentaré.
Me puse de pie, sentí un dolor muy fuerte en mi pierna, tengo que hacerlo, no puedo morir aquí, nadie tiene que morir aquí.
La camioneta estaba de cabeza, las puertas no se podían abrir.
—La puerta, no puedo abrirla —dije asustada.
—Usa la pala, rápido —mencionó Juan.
Tomé una pala y comencé a golpear la ventana, había sangre, es donde me impacté.
Carlos pasó por la pequeña ventanilla, él tomo una pala e hizo lo mismo, pero por el lado contrario al mío, segundo después escuche que la ventana se quebró.
—Rápido, tienes que salir, chicos dense prisa, el humo ya es negro, estoy seguro que eso es muy malo.
Me fui arrastrando hacia el lado contrario, salí de la camioneta, miré hacia arriba y no se veía nadie.
—Chicos, rápido, él fuego cada vez es más.
Carlos salió, luego salió Juan, ahora solo faltaba Renato.
—Chicos, mi pierna, me atoré, ayudaaa.
Juan se agachó para ver a Ronaldo, pero se puso de pie inmediatamente.
—Lo siento, Renato —dijo Juan y se alejó de ahí. —¡Corran!
—¿Qué? ¡No podemos dejarlo!
—Esto va a explotar.
Oh mierda. Juan me tomó por el hombro, intenté caminar más rápido, el fuego ya era más intenso, luego un segundo más y escuché la explosión.
Sentí como si una ola chocará contra mi cuerpo, solo que era caliente, miré a Juan y a Carlos, ellos también salieron disparados por la explosión, al caer al piso, todo me dolía, ahora no solo era la pierna.
No puedo creer que dejáramos a Renato, él no merecía morir.
—¿Están bien? —pregunté con dificultad.
—Si —respondió Carlos.
—Me temo que ahora no tendremos que enterrar a Manuel, Milena y Lexa —Juan comenzó a reír.
Pero, ¿Qué mierda le ocurre? Para nada esto es gracioso.
—¿Quién estaba en el carro? —Carlos me miró confundido.
Yo estaba enfrente, no recuerdo haber visto a nadie, pero supongo que fue Madison, es la única explicación a esto.
No podía ponerme de pie, me dolía mucho mi pierna.
—Te ayudo —Juan me tomo por el hombro nuevamente.
Empezamos a caminar, teníamos que llegar con los demás, deben estar preocupados por nosotros.
Después de muchos minutos caminando logramos llegar arriba, cuando llegamos solo estaba Luna y Ana. César estaba tirado en el piso.
—¿Dónde están los demás? —pregunté asustada.
—Ellos fueron a buscarlos —Ana me miró sonriendo. —Qué bueno que están bien, me alegro mucho.
Luna se levantó y se dirigió a Juan, luego le dio un abrazo.
—¿Qué le paso a César? —preguntó Carlos.
—Chris lo hizo, cuando chocó la camioneta lo atropelló —mencionó Luna.
Mierda, mierda, ¿Por qué Chris haría algo así?
—¿Chris? —preguntamos Carlos y yo al mismo tiempo.
—Sí, Madison estaba con él, tal vez lo obligó, él se veía muy mal —dijo Ana.
—César está bien, solo fueron algunos golpes, ¿Dónde está, Renato?
Ana comenzó a buscarlo con la mirada, al no verlo, parece que entendió lo que había pasado, unas lagrimas se deslizaron por sus mejillas.
—Él no pudo salir a tiempo, él murió —respondí.
—Me alegro, Chris hizo un gran trabajo, aunque me hubiera gustado que todos ya estuvieran muertos —Madison se apareció frente a nosotros.
A su lado estaba Chris, el responsable de que César estuviera atropellado, Renato muerto y nosotros con golpes.
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Espero y les haya gustado
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