UNO

Aiden ese día estaba furioso, le habían roto algunas fotografías de las que había hecho hace una semana. 

Estaba harto de que en la escuela lo molestarán. Estaba cansado de los problemas que tenía en la casa. Estaba harto de vivir. 

Corrió hacia al baño, se encerró en un cubículo y empezó a patear la puerta de este. No podía contener más su rabia.

Escuchó la puerta del baño abrirse y paro de hacerlo, se sentó en la tapa del inodoro, y frustrado puso las manos en su cabeza. 

Quería correr, quería patear, quería...

—¿Dónde crees que podría estar Jenna? —dijo un chico de los que acaba de entrar, Aiden no reconoció de quién es la voz.

—Estoy seguro que se escapó, no sería raro en ella —aseguró el que Aiden reconoció por la voz como Albert Ramírez, el novio de Jenna.

—¡Oh vamos! ¿Escaparse por 6 días? No creo que sea posible. ¿Y si le pasó algo malo? —le gritó molesto el otro chico, «él tiene un voz similar a Albert» pensó Aiden. 

—La policía empieza a considerar eso, pero no creo, en su casa no están ni su mochila, ni su celular, ni tampoco sus ahorros. Y las veces que se escapa se lleva eso.

—Pero cuando se escapa sólo se va por noches. Nunca ha tardado tanto.

—A ver, ¿quién sabe más de mi novia, ¿tú o yo?— le preguntó Albert calmado, él cree estar seguro de donde se encuentra Jenna.

En ese momento Aiden estornudó, lo que hizo que la atención de aquellos dos muchachos se desviara hacia aquel cubículo que se encontraba con la puerta cerrada. 

«Malditas alergias» maldijo Aiden en sus adentros. 

—¿Quién está ahí? —preguntó Albert. Aiden escuchaba sus pasos acercándose al cubículo. Albert pisa elegante.

Aiden pensó en si salir o no, pero sabía que sería mejor salir por las buenas, así que lo hizo. Salió del cubículo asustadizo, lo que era clásico de él. Le plantó cara a aquellos dos jugadores de fútbol americano, muestras de una buena pubertad.

—¿Estabas escuchando a escondidas lo que hablábamos, rata? —le preguntó el proveniente de la voz que Aiden no reconocía, Axel Ramírez, el primo de Albert. 

—N-no —le respondió Aiden, con temor, esperando una paliza de aquel chico alto. Ya estaba acostumbrado a recibirlas, a veces por hacer algo raro, o algún comentario estúpido. Y otras veces sin ninguna razón aparente. 

—Entonces, ¿qué hacías? —le preguntó Albert dando un paso más cerca de él, tratando de intimidarlo, lo que sabía, hacía efecto. 

—Pues estaba en el baño, y luego ustedes llegaron —explicó Aiden mirando el piso, él estaba tan asustado, que si no juntaba sus manos podía sentir como estas temblaban. 

—Las cosas que dijimos son confidenciales, ya que hay una búsqueda de la policía en juego, así que no deberías decir nada, ¿entendido? —le advirtió Albert, se notaba que hoy, para suerte de Aiden, no tenía ganas de molestarlo. Aiden asintió rápidamente, lo que bastó para que Albert saliera del baño. Su primo, Axel, lo siguió, pero no sin antes darle una mirada de odio a Aiden.

Seguramente usted, querido lector se preguntará, ¿quién es Jenna O'pry?

Pues Jenna O'pry no era más que una pobre adolescente que se encontraba desaparecida. "Una más" decían algunos, en el pueblo de Gildron se habían perdido 13 en dos meses. A pesar de eso no todos creían que Jenna estaba desaparecida; para algunos sólo se había escapado, pero para otros ya estaría su cadáver en proceso de descomposición, en alguna fosa a kilómetros del pueblo.  Sí, cuánta desesperanza. 

Pero, ¿y para Aiden? ¿Dónde estará aquella chica que le robó suspiros sin contar? La musa de sus dibujos, y la inspiración de sus mañanas.

Donde ella se encontraba para él era un misterio, pero se moría porque estuviera bien. Por las noches le imploraba a Dios por la vida de Jenna. A pesar de que por las mañanas nadie notaba lo preocupado que estaba.

Ya habían despachado, lo que alegraba un poco a Aiden. Salió corriendo hacia la salida. Ahí se encontró con el fúnebre pueblo en el que vivía. El cielo estaba pintado de un azul grisáceo, la mayoría de las casas estaban hechas de una oscura y vieja madera, la calle estaba llena de hoyos por todos lados, y las personas, bueno, todas por alguna razón estaban molestas, incluyéndolo a él.

《Eso hacía a Jenna única entre todas las personas de este horrible lugar》pensaba Aiden frecuentemente. Ella sonreía, la mayoría del tiempo Jenna sonreía. Una sonrisa sincera, que le salía por la boca y le iluminaba los ojos, se le notaba en la cálida luz que estos desprendían. Sin duda era la chica más hermosa que su insípida existencia había podido conocer.

Aiden agarró su bicicleta y pedaleó rápidamente, para salir lo más pronto de ahí. Tomó el camino que siempre tomaba, no era el más corto, ni el más largo, si no el menos transitado por personas. Era uno tan estrecho, que parecía ser diseñado para él y su bicicleta; un callejón.

Pedaleó. Pedaleó. Y pedaleó tan fuerte que apenas notó las gotas de lluvia impactando en su cara.

La lluvia le dificultaba demasiado el conducir, así que en una curva de aquel callejón, aquel chico de pelo marrón se estampó contra un basurero y cayó, tan fuerte que se golpeó con el manubrio de la bicicleta en la cabeza. Le dolió como la mierda. Él se sintió aturdido, pero aún así tomó fuerzas y se levantó.

Notó que el safacon con el que se estrelló también sufrió una caída, lo que hizo que toda esa basura se cayera consigo. Ahí entre todas esas botellas de refrescos y fundas llenas de basura divisó una mochila rosa.

No cualquier mochila, si no una que conocía bien, la de Jenna O'pry. Se acercó hasta esta y la agarró para examinarla mejor, ahí fue cuando la giró y se encontró con toda esa sangre que tenía el espaldar de la mochila. 

Aiden retrocedió impactado por lo que había visto, esta era la primera pista de que algo terrible le pasó, o pasaba a Jenna.

A su querida Jenna.

Aiden en multimedia.

La historia todavía no será publicada, pero si les gustó este capítulo les recomiendo agregarla a su biblioteca, y cuando la continúe publicando les llegue la notificación.

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