5. Porque eres tú
- ¡Registrad toda la casa y que no quede ni un hueco sin rebuscar!- se oyó la voz de uno de los hombres que poco antes habían entrado en la casa y que fueron informados sobre la situación.
Estaba asustada. Seguro que me encontraban. No había lugar a duda.
- Habrá salido fuera- sugirió alguien.
- No, sé que sigue aquí. Es como los ratones, crees que han huído pero se esconden en casa haciéndote creer que han salido pero en realidad están acechando la oportunidad de salir y entrar en la cocina.
El hombre que casi me descubre era demasiado listo para mi bien. No me gustaba ser comparada con ratones, pero tenía razón en mi decisión.
- ¿Habéis buscado debajo de la escalera?- preguntó alguien después de un rato.
Me quedé helada. Era mi fin.
De pronto, se oyó la puerta abrirse de par en par y una voz conocida resonó en la casa.
- ¿Qué sucede aquí?
- Hay un infiltrado- dijo uno.
- O infiltrada- corrigió otro.
- Hemos buscado por todas partes excepto en el hueco de la escalera.
- Está bien, yo me encargo de esto- dijo de nuevo la voz conocida.
Sentí pasos aproximarse y poco después me encontraba cara a cara con un hombre enmascarado. Yo temblaba.
- ¿Cathy?- murmuró, sorprendido de verme.
- ¿Mask?- traté de articular.
Él suspiró y amablemente me tendió la mano para que saliera. Cuando me vieron los demás se levantó una oleada de admiración y comentarios.
Absolutamente todos llevaban máscaras.
- ¡Ooohhh! Tenemos una visita importante entre nosotros- exclamaron.
- Oye, ratoncito, ¿qué haces aquí a estas horas?- sonó la voz ronca del hombre que según lo que ya imaginaba era robusto.
Miré a Mask y luego al suelo.
- La estáis asustando. Dejadme que hable con ella en mi escritorio.
Y menos mal que Mask dijo eso, sentí que me podía proteger de los otros.
Una vez en el cuarto donde estaba su escritorio-debía de ser el jefe-cerró la puerta y me invitó a sentarme. Su escritorio estaba lleno de cartas y otras cosas.
La que firmaba era precisamente mi hermana.
Era por eso que ella siempre rechazaba a los nobles, lo que era motivo de preocupación de mis padres. Tenía un amante. Creí que se trataba del joven que me vio perderme pero quizá me equivoqué...
- Creí que sabrías llegar a tu casa desde la bifurcación de caminos.
- Eso creí yo también. Y acabé aquí...
- Bueno, es algo tarde para llevarte a tu casa y si pasas una noche fuera probablemente tus padres te castigarán y se preguntarán dónde has estado. Como comprenderás no necesito que se de a conocer mi localización.
- ¿Sois ladrones?- me atreví a preguntar.
- Así es.
- ¿Qué relación tienes con mi hermana?- pregunté dolida.
- Bueno, cómo explicarlo...
Vio que era demasiado tarde para negarlo y para recoger el escritorio, por lo que no le quedó más opción que darme una explicación.
- Salimos en secreto. Verás, esa persona con la que bailaste no fui yo.
- ¿Pero cómo...?
- No puedo darte más detalles, lo siento. Sólo debes saber que el Mask que quiere estar contigo va en serio.
- ¿Y cómo sabré a quién amar?
- El tiempo te lo dirá.
Estaba muy confusa. ¿Tenía dos personalidades o eran dos personas distintas? No podía estar con una persona que no sabía quién era o que quisiera a mi hermana.
- Por ejemplo, él no sabe cómo te llamas ni yo sé de qué hablasteis. Y sé que Cathy es el segundo nombre de tu hermana, así que tendrás que darme el tuyo.
- Delcey.
- Bueno, Delcey, como no puedes ir a casa ahora te llevaré a otro sitio donde puedas pasar la noche, ya que no es apropiado para una dama este nido de ladrones.
Y tras montarme en su caballo me llevó de regreso al palacio. ¿Pero qué hacíamos ahí?
- Y ni una palabra de esto a nadie. Nos solemos encargar de los que conocen nuestro secreto. Porque eres tú, que si no...
Asentí. Obviamente no diría nada o no sólo yo, sino que también mi hermana saldría perjudicada.
Una vez dentro, Mask se reunió con el joven que me había mostrado el camino a la sala de baile y hablaron en un lugar un poco más apartado de mí. El otro asintió y se me acercó.
- Puedes quedarte aquí esta noche. Desde luego no creo que tus padres tengan nada en contra de que estés conmigo.
- ¿Por qué?- me sorprendí.
- Ah, claro, no me he presentado. Me llamo Andrés, y soy el menor de los hijos del rey.
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