11. El exilio
Pronto me vi fuera del país. Aún no podía creérmelo. No podía estar pasando... Sólo por perderme una vez en el bosque me echaban del país... No entendía nada... Nada...
- ¿Sabes cómo sé de tu visita a la casa de los ladrones?
Miré a Ray enfurecida. Mi mirada le atravesaba con rabia. Me puse a la defensiva. Me alejé de él todo lo que pude y aparté la mirada, tratando de calmarme. No, con la fuerza que me proporcionaba la furia podía tirarle del coche y volver corriendo al palacio. Sí, habría que intentarlo.
- No me guardes rencor, Delcey, no fui yo quien te desterró. Sólo que al enterarme, decidí ser yo quien te acompañara.
Esas palabras hicieron que me hirviera la sangre aún más.
- ¡Menuda ayuda! ¡Gracias por llevarme al exilio! ¿ Quién es el autor de los hechos?
- No puedo decírtelo.
Salté hacia él cogiéndole por el cuello de la camisa.
- ¡Dímelo!- exigí.
- Es mejor que no lo sepas, créeme.
- ¡Quiero saberlo!
- No...
- ¡¡Dímelo o me tiro del coche!!
Fui hacia la puerta y me asomé por la ventana cuando Ray me agarró y me metió adentro.
- ¡Si tanto quieres saberlo, pues que sepas que fue tu hermana!
En ese instante no reaccioné. Mi corazón debió de detenerse. Unos segundos dejé de respirar. Y entonces me di cuenta. Mi hermana...
- ¿Mi hermana? Si ella y yo somos muy cercanas, ella me quiere mucho, jamás podría...
- A menos que quisiera alejarte del príncipe.
- ¿Y por qué haría ella algo así?
- No lo sé.
Me quedé callada, observando cómo nos dirigíamos a una posada de la que se divisaba el humo de la chimenea que traía olor a pan recién hecho.
Nos quedamos ahí para pasar la noche. El cochero no se quedó, sino que se marchó de nuevo a nuestro país, dejándonos ahí.
El posadero nos habló en un idioma desconocido para mí pero pronto se dio cuenta de que no le entendíamos y nos habló en inglés.
- Creí que sabíais escocés. Mis disculpas.
Nos ofreció habitación y se fue. De pronto me di cuenta de que sólo había una habitación para ambos.
- Ray, ¿qué significa esto?
- Que es la única habitación libre.
Suspiré. Salí de la habitación.
- Voy a dormir apoyada en una mesa o algo.
- ¿Qué? ¡No! Voy a hablar con el posadero.
Y como esperaba, me dieron otra habitación. Desde luego, mira que pensar que éramos recién casados...
A medianoche, fui a la habitación de Ray a comprobar si estaba dormido y así poder marcharme de ahí sin que se enterara. Pero entonces vi asomando de su abrigo una nota:
" El plan marcha. Tengo a la chica y cuando pida la recompensa nos haremos ric..."
Tendí la mano hacia la nota para seguir leyendo, pero entonces se movió y se frotó los ojos. Parecía que se estaba despertando, por lo que salí deprisa de la habitación cerrando la puerta con cuidado. Ya no sabía qué creer de lo que me había dicho. Una cosa era cierta: no me quería como decía. Tuve que asumirlo e irme de ahí cuanto antes.
Salí de mi habitación con la capa puesta pero una voz me sorprendió:
- ¿ Adónde te crees que vas?
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