La boda

El castaño estaba nervioso, completamente nervioso, sus manos no paraban de temblar, sentía como si el nudo de la corbata lo estuviera ahorcando, su corazón latía como si quisiera escaparse de su pecho, al pobre médico le temblaban hasta las pestañas.
Yukio apenas se había recibido como doctor hace unos meses, pero esto no es lo importante de la historia, lo que importa es donde él estaba parado.
Yukio vestía un traje de gala color negro, que hacia resaltar sus hermosos ojos verdes, su castaño cabello estaba prolijamente peinado hacia atrás e intentaba inútilmente respirar profundo para calmarse. Él era un manojo de nervios en ese momento.
Dirigió sus ojos a la poca gente que estaba en aquella iglesia quienes lo miraban con una sonrisa, Shiemi alzó su mano para saludarlo, notándose desde lejos que estaba llorando, Yukio quiso devolverle el saludo, pero la música interrumpió, comenzando de forma repentina a sonar, y todas las miradas se posaron en la altísimas puertas decoradas de la iglesia, las cuales se abrieron.
Dos sombras se distinguían, las cuales se acercaban lentamente, allí estaba su hermano, quien también se lo notaba nervioso y ella...
Shura vestía un hermoso vestido blanco de corte princesa, el corsé era bastante sencillo, tenía apenas unas piedras decorándolo, pero en cambio la parte de la falda era un sueño, ante los ojos de Yukio, ni las princesas de Disney eran tan hermosa como ella. Su cabellera roja parecía resaltar aun más, y un pequeño velo cubría su rostro, Shura estaba preciosa.
Ella también estaba muy nerviosa, si ya de por sí se ponía así por mostrar sus verdaderos sentimientos, hacerlo frente a todos en cierto punto la asustaba, ella no podía hablar, sentía un nudo en la garganta y sus ojos llorosos, pero se sentía la mujer más feliz del mundo en ese momento. ¿Pero cómo habían terminado así?
Fue poco después de que ella cumpliera los 30 años de edad, cuando se iba a cumplir otro aniversario de lo ocurrido en Aomori, Shura estaba verdaderamente movilizada en esas fechas, pues ella hubiera muerto si no fuera por Yukio, y desde ese momento un amor incondicional había nacido por él, pero obviamente ella se había reprimido, ya iban cuatro años de reprimirse. La pelirroja no sabía qué hacer con su nueva vida, pues desde hacía años se había mentalizado que iba a morir joven, así que había vivido al límite continuamente, haciendo todo lo que le daba la gana.
Yukio ya iba por el tercer año de medicina, el castaño había logrado adelantarse un año, ya que con ayuda de la pelirroja, ya no tenía que hacer todas las misiones de exorcista, algunas tomaba el lugar ella. Obviamente que Yukio le había ofrecido la mitad de su sueldo, pero Shura le dijo que no hacía falta, que él lo necesitaba y que a ella no le importaba el dinero, pero realmente era porque ella sentía que estaba en una deuda de por vida con él.
Ella había sido herida en su última misión, una herida bastante considerable, y como no tenía el poder de Hachiro, iba a estar aproximadamente un mes para que el hueso de su pierna derecha sane por completo. Las muletas de la mujer estaban apoyadas contra el escritorio de la sala de profesores, y ella estaba sentada en una silla, con una taza de café a su lado, la cual revolvía sin parar. Shura tenía los ojos llorosos, no sabía qué hacer con su vida en ese momento, una crisis que la tienen los adolescente, la estaba viviendo ahora. No sabía cómo decirle a Yukio que no iba a poder seguir ayudándolo, al menos por un tiempo, no podía confesarle sus sentimientos, no podía dejar de pensar en Shiro, fueron un cúmulo de cosas que ella descargó en forma de solitarias y silenciosas lágrimas, era tarde, así que ningún profesor entraría, o eso es lo que ella pensó.
Shura escuchó la voz de Yukio en el pasillo y se puso nerviosa, haciendo que sus muletas cayeran al suelo, ella oyó como el castaño se frenó y se acercó en silencio a la sala de profesores, abriendo la puerta de esta.
La pelirroja lo miró con pánico y se puso de pie, pero casi se cayó al intentar apoyar su pie derecho, para su suerte se pudo sostener de la pared. Yukio la miró atónito, sorprendido por verla de esa manera.
-Shura... ¿Qué pasó? ¿Por qué estás llorando?-
Ella agachó la cabeza y negó levemente, él se acercó y casi tropezó con las muletas de la mayor, Yukio reparó ahora en la pierna de la mujer, sorprendiéndose.
-¿Qué pasó? ¿Cómo te lastimaste?-
Shura volvió a negar, se sentía acorralada, presa de Yukio, no tenía escapatoria.
-Lo siento... yo... yo no voy a poder hacer tus misiones... por al menos un mes... y...-
-¿Shura? Estás rara... ¿Qué pasa?-
Yukio se acercó a ella y Shura no pudo contenerse y abrazó al chico con fuerza, rompiendo en llanto, Yukio no lo podía creer, y correspondió lentamente acariciando su espalda.
Shura tenía muchas lágrimas reprimidas desde hacía ya varios años, lágrimas que pensó que nunca iban a salir de sus ojos, que estaban bajo llave en su corazón, la pelirroja aunque no lo pareciera, tenía muchas penas, mucho dolor dentro de su ser y ya era algo que no podía soportar, y bueno, aquellas fechas la movilizaron muchísimo más de lo que había pensado. Shura lloraba en brazos de él como si fuera una niña pequeña, casi sin consuelo, las lágrimas silenciosas y solitarias ya no podían aliviar el dolor de su alma.
Yukio la apretó entre sus brazos, repitiéndole que todo estaba bien, que él no iba a enojarse y que tampoco le iba a reprochar nada, después de todo, ella lo había ayudado y mucho. Al castaño se le partía el alma por ver así a su compañera, a la chica que le gustaba, sí, desde hacía ya un tiempo él había aclarado ese sentimiento por ella, Shura, la verdadera Shura, era una mujer increíble, una guerrera, una mujer independiente, hermosa y fresca, además de que era una compañera de oro. Él pudo notarlo cuando dejó de fijarse sólo en las burlas que ella le hacía, cuando comenzó a recapacitar de todo, Shura pese a las crueles palabras que el castaño le había dicho, nunca se separó y siempre estuvo dispuesta a ayudar.
Él maldecía por dentro ya que nunca pudo observar lo destrozada que estaba la pelirroja, él no era idiota, y por la forma que lloraba Shura, eran cosas que se venían acumulando desde hacía ya varios años.
En ese momento ella lo necesitaba, y pese a lo ocupado que estaba no iba a darle la espalda, no era la primera vez que Yukio la veía llorar, pero sí de esa forma, sin consuelo, un llanto que erizaba la piel del castaño.
Cuando ella se tranquilizó un poco, la mirada de ambos se cruzó, sus latidos comenzaron a aumentar considerablemente y casi como si fuera un acuerdo mental, los dos se acercaron hasta que sus labios se rozaron.
Los dos pudieron sentir aquellas mariposas en sus estómagos, y pese a que al principio actuaban con timidez, el amor tomó el control del beso. Los dos sonrieron mientras besaban al otro, una sonrisa completamente sincera, placentera, sentir los labios y la cercanía de la persona que amaban era algo increíble, imposible de expresarlo con palabras.
Los dos se miraron a los ojos, y lejos del pánico o la sorpresa, ellos se sonreían mutuamente y un segundo beso entró en escena, ahora este un poco más pasional, las palabras sobraban, y demás estaba decir que les había gustado. Así había sido su primer beso...
-Estamos reunidos aquí para unir...-
El cura de la iglesia comenzó a hablar, y la feliz pareja se miraba a los ojos mientras se tomaban de las manos. Shura miraba a Yukio con una incontenible sonrisa sincera que expresaba a la perfección la felicidad que ella sentía, sus ojos llorosos y como ella movía su pulgar acariciando la mano de él quizá en busca de un poco de tranquilidad, hacían que el corazón de Yukio se acelerara y lo embriague el impulso de besarla, no podía creer cuan enamorado lo tenía esa mujer frente a él.
Shura por su parte centró sus ojos en los orbes verdes de su amado Yukio, aquellos ojos que le transmitían calma, y eran como un libro abierto para ella, aunque no había que ser psicólogo para darse cuenta de que los dos estaban muy emocionados por unir sus manos en matrimonio.
Poco escucharon las voces de las personas allí presentes o la del cura que iba a casarlos, su mente estaba concentrada en el otro, hasta que el oír sus nombres los hizo reaccionar.
-Señor Yukio... sus votos por favor...-
El cura habló de forma tranquila, Yukio se puso de perfil a este para poder ver a Shura a los ojos y entrelazo los dedos de su mano derecha con los de ella. Yukio respiro profundamente para calmar sus nervios.
- Shura Kirigakure... Gracias a ti he podido ser feliz, eres la persona que más amo en este mundo... me sacas una sonrisa cada día, no sé qué haría sin vos, gracias por permanecer a mi lado siempre pese a todo, de igual manera prometo estar a tu lado en todo momento, en las buenas y en las malas hasta que la muerte nos separe... prometo serte fiel, cuidarte durante toda mi vida y amarte hasta la eternidad...-
Yukio miró a su gemelo quien se acercó con el anillo en sus manos, el castaño con manos temblorosas lo agarró y se lo enseño a Shura con una sonrisa sincera en los labios.
- Y que este anillo sea símbolo de nuestra unión y de nuestro amor.-
Yukio soltó la mano de Shura un momento, para luego sostenerla suavemente y colocarle aquel anillo de oro en su dedo anular, para ese entonces, Shura tenía los ojos llenos de lágrimas de emoción, por un lado por unirse con la persona que amaba, por otro porque nunca pensó que podía llegar a ser así de feliz, nunca pensó que podría casarse o enamorarse, y finalmente porque a partir de ahora iba a tener una familia real.
El cura esbozó una sonrisa y luego miró a la mujer, Shura no podía parar de sonreír, no podía ocultar la felicidad que sentía.
-Shura... tu turno por favor...-
La pelirroja suspiró de forma entre cortada y tragó saliva nerviosa, para luego mirar a su futuro esposo a los ojos.
- Yukio Okumura, el hombre que salvó mi vida, que me dio otra oportunidad... que con su sonrisas sinceras iluminó mi camino... cambiaste todo... absolutamente todo en mi vida... gracias por eso... gracias por hacerme conocer el verdadero significado de las palabras amor, felicidad, cariño, familia, libertad... pese a todo lo que ocurrió en el pasado, quiero un futuro a tu lado, siendo felices hasta que la muerte nos separe y más allá...-
Shura sonaba de otra manera, su voz no estaba firme y se notaba lo nerviosa que se encontraba, se escuchaba tímida y a Yukio le causó una ternura inenarrable. Él posicionó su mano para darle comodidad a su mujer, quien tomo el anillo que le entregó Rin.
-Este anillo es símbolo de nuestro cariño, de nuestra unión... y de nuestro futuro juntos.-
Shura con algo de dificultad debido a sus nervios le colocó el anillo a Yukio, quien luego acarició las mejillas de ella para limpiarle las lagrimas, sentían una inmensa felicidad en ese momento.
-Luego de estas hermosas palabras, llega el momento de la tan esperada pregunta... Shura Kirigakure... ¿Aceptas por esposo al señor Yukio Okumura?-
-Sí... claro que acepto...-
Yukio esbozó una pequeña sonrisa en sus labios.
-Señor Yukio Okumura... ¿Acepta a la señorita Shura Kirigakure como su esposa?-
Yukio miró a los ojos a la pelirroja y con cuidado acarició su mejilla.
-Aceptó a Shura como mi esposa...-
La pareja intercambio una mirada y Yukio entrelazo sus dedos con los de ella.
-Bueno... antes de finalizar, tengo que hacer una pregunta al público presente... ¿Hay alguien que se oponga a la sagrada Unión de la señorita Kirigakure y el señor Okumura?-
La iglesia se quedó en completo silencio, y todos se miraron entre ellos. Los novios voltearon fugazmente hacia el público presente para observarlos, Shura no paraba de acariciar la mano de Yukio con su pulgar de forma nerviosa.
-Bueno... entonces por el poder que me confiere Dios y la iglesia, los declaro marido y mujer, puede besar a la novia...-
Las miradas de ellos volvieron a encontrarse y Yukio agarró por la cintura a la pelirroja, besándola con ganas. Shura se sonrojó y rodeó el cuello de su ahora esposo durante el beso, aunque casi manda a volar las gafas de él con el ramo de flores blancas que traía en sus manos, ella estaba aun muy nerviosa, pero inmersa en una profunda felicidad.
Los allí presentes soltaron un "awww" a coro al ver el beso entre ambos, pues Shura y Yukio no eran muy demostrativos en público, no por ningún motivo en especial, sino que simplemente no les salía así, consideraban que no hacía falta andar a los besos por la vida.
La relación entre ellos era de las mejores, eran novios, pero con la confianza de unos mejores amigos como para tratar cualquier tema de conversación, no había tabúes entre ellos.
Tenían una confianza plena por el otro, aunque bueno, alguna escena de celos se llevó Shura debido a su forma de vestir y Yukio al tener a todo un clan de acosadoras por detrás, pero los dos sabían que ninguno podía serle infiel al otro.
Yukio luego de verla llorar aquél día, tenía un sentimiento de querer protegerla de todo continuamente, quería abrazarla y jamás soltarla. Él sabía que ella era la única que iba a aceptarlo, que iba a aceptar su poder demoníaco y las idas y vueltas con el Vaticano, pues desde que él había despertado sus poderes, los del Vaticano no se cansaban de ponerle palos en la rueda, incluso él tuvo que hacer muchísimos malabares para que les permitieran casarse por iglesia, ya que ese era el sueño de Shura, y él deseaba hacerla feliz.
Shura por su parte, desde que había ido de espía del Vaticano, desde que volvió a verlo, desde que había notado como creció aquél "cuatro ojos", que le partía la cabeza. Siempre había sentido cosas confusas por él, cosas que se aclararon cuando el castaño la libero de aquél contrato de sangre y le salvó la vida.
La intención de ella no era la de terminar casados, si bien a Shura le encanta estar al lado de Yukio, ella simplemente quería hacerlo feliz como no pudo hacerlo por Shiro... la pelirroja hubiera sido capaz de verlo feliz con otra mujer si así lo hubiera querido Yukio, obvio que la iba a matar por dentro, pero solo deseaba la felicidad de él.
Nunca iba a olvidar su primer beso con él mientras lloraba casi sin consuelo en sus brazos, no podía creerlo cuando Yukio lo hizo aquella noche.

Contrariamente a lo que se podría pensar, no festejaron su casamiento en grande, fue una reunión simple con familiares y amigos, aunque la mayoría eran compañeros de trabajo.
La pelirroja por su parte, aquella noche no bebió nada, quería recordar a detalle cada nanosegundo, sólo tomo una copita a la hora del brindis.
-Quien lo diría... mi hermanito menor ya se casó, crecen tan rápido...- se lamentó falsamente Rin.
-Pobre de mí... me casé con un bebé, voy a tener que aprender a cambiar pañales...- replicó Shura sin perder oportunidad.
Yukio se acomodó las gafas nervioso y desajusto un poco el nudo de su corbata.
- ¿Será posible que no me molesten en un día como hoy?-
-Aguántate... "hasta que la muerte nos separe"-
Shura empezó a picar la mejilla del castaño mientras éste se reía un poco, Yukio finalmente la frenó robándole un beso, a lo cual Shura se sonrojo de golpe y cubrió su rostro con la mano que tenía libre, pues con la otra agarraba la mano de Yukio.
-Parece que el gato miedoso al fin mostró garras.- dijo Rin entre risas.
-Es todo un playboy... mira que besar damas de esa manera.-
-Me rindo, me rindo...-dijo Yukio cansado de las bromas.
Ellos siguieron conversando un poco más sobre la fiesta y todo, pese a que al principio Rin se había opuesto al noviazgo de ellos, ahora los apoyaba más que nunca, aunque bueno, esas historias no son para un día como hoy.
-¿Y para cuando el sobrino?-
La pareja intercambio una rápida mirada.
-Nii-san... Shura y yo decidimos no tener hijos...-
Rin miró con algo de sorpresa, quizá decepcionado de aquella noticia.
-¿Por qué?-
-Yukio trabaja muchas horas por día e incluso de noche, casi nunca está, y por mi parte, con todo lo que pasó con Hachiro y el contrato... como que le tomé rechazo a la idea de ser madre.-
-Pero... siempre pueden adoptar...-
-¿Y sumergir a un humano normal a este mundo? Jamás podría hacer algo así... los del Vaticano no nos dejarían en paz... es más sencillo así...-
Yukio lo ocultaba realmente, pero a él le encantaría ser padre, aunque bueno, era una decisión de a dos, y él sabía por todo lo que había pasado Shura, así que no quería someterla a nada que ella no quisiera.

Cuando Shura lanzó el ramo antes de retirarse, cayó prácticamente a las manos de Shiemi, y lo mismo pasó cuando Yukio lanzó la liga, casi como si la hubiera lanzado a Rin, seguramente aquél sería el próximo casamiento, aunque se los notaba bastante distanciados a esos dos aquella noche, pero bueno, es algo por lo que se preocuparían después, ahora tocaba disfrutar de la noche.
La pareja se retiró de la fiesta en un hermoso auto antiguo, del cual colgaba el típico cartel de "recién casados".
No iban a tener su luna de miel, no querían gastar dinero en un viaje en ese momento, pues una vez las cosas se estabilizaran un poco, la pareja había acordado viajar por el mundo y conocer muchos lugares distintos, era algo que ambos deseaban.
Una vez llegaron al edificio donde vivían, Yukio cargó a Shura de forma repentina, y entre besos subieron a su piso, estaban inmensamente felices. El castaño abrió la puerta del departamento y casi corriendo se dirigió a la habitación que compartían, recostando allí a la mujer y subiéndose sobre ella como una bestia poseída, fue una noche de bodas que jamás iban a poder olvidar.
Yukio había tenido el completo control sobre Shura, quien estaba sorprendida de cómo podía llegar a ser en la cama su ahora esposo, a ella le volvía loca su cuerpo, sus caricias, todo de él, pero aquella noche se lució, había sido maravilloso.
Ambos se quedaron abrazados en la cama aún desnudos, pese a que estaban cansados no podían dormir, aun sentían mucha emoción en sus corazones, era inevitable ¿No? No todos los días una persona se casa con quien ama.
Era un día que jamás iban a olvidarse.

...............

Primer capítulo 7u7
Bueno, quien sabe cuando suba el segundo 😂

No tengo mucho para decir... son la 1:10AM xD

Recuerden dejarme sus ideas de historias divertidas que se les ocurran, peleas, reconciliaciones🌚 y demás.
Yo los haría pelear por como va la tapa del inodoro (?)

Okno hahhahahahaha

¡Hasta quien sabe cuando!

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