3.

Faith.

— Listo...

Sonreí doblando la pequeña hoja hasta que está formó un cuadrado bien alineado.

— Faith, debes irte ya — anuncio mi mamá apoyada en el marco de la puerta de mi habitación.

— Si, solo terminaba de escribir algo.

Tomé mi mochila, mi cuaderno de notas y me puse de píe dispuesta a salir de mi humilde hogar, claro que al pasar al lado de mi madre bese su mejilla recibiendo un "buena suerte" de su parte.

¿Me había presentado ya? Soy Faith Butcher, lo se, mi nombre es un tanto extraño ¡Pero me encanta!

Lo que escribía hace un momento en mi habitación, era mi segunda carta hacia alguna persona en el pueblo, para quien sea que la encuentre.

A mis cortos diecisiete años, he comprendido que cualquier cosa puede afrontarse si mantienes tu frente en alto y una sonrisa en tu rostro.
Entiendo que nos encontramos con cientos de retos y problemas a lo largo de nuestras vidas, incluso cuando somos niños. Sé perfectamente que es difícil compartir tus juguetes con la vecina chillona que se roba tus muñecas. Aún planeo mi venganza.

Hace tan solo siete años que mi padre decidió dejarnos a mi madre y a mí a la suerte del mundo, pues prefirió a su socia quién es tres años más joven que mi madre y claro, sin una hija hiperactiva.
Soy hija única, así que no tengo idea de lo que es lidiar con un hermano o hermana menor.

Pero ¡Vamos! ¿A quién le importa eso? Comprendí que quien te ama, lo hace por sobre todas las cosas. Sin importar qué tan grandes sean tus senos, aunque esa mujer caminaba inclinada hacia adelante.

Tengo a la mejor madre del mundo, de ella aprendí todo lo que se. Ella fue quien me enseñó que no vale la pena llorar y derramar agua que nuestro cuerpo necesita. Ella me enseñó a sonreír.

Y ahora yo quiero que todos a mí alrededor también lo aprendan.

(...)

Me detuve en la parada de autobús para esperar a Carl, él es quien conduce.

Guarde mi cuaderno de notas dentro del pequeño bolso que colgaba sobre mi hombro derecho y con mis manos planché mi vestido librándolo de unas cuantas arrugas que se le formaban.

La última semana habíamos entrado a la temporada de lluvias, además de estar a diez grados. Amo este clima, sin duda es de mis temporadas favoritas.

Una vez más miré el reloj en mi muñeca comenzando a impacientarme por la tardanza del autobús; escuche un auto acercarse por lo que alcé la mirada esperando encontrarme con mi transporte, pero no, era un simple auto.

Con velocidad pasó frente a mi, pero no hay problema con eso. El problema era el charco. El auto pasó frente a mi provocando que el charco que también estaba a tan solo unos metros de mi, alzara agua al aire y esta callera sobre mí y mi vestido recién planchado.

Segundos después, el autobús se detuvo abriendo las puertas para que yo entrara y me encontrara con un divertido Carl.

— Buen día, Faith — soltó con una sonrisa llena de sarcasmo.

— Muy bueno, Carl.

Sonreí con amargura y me encaminé hacia la última fila de asientos en el fondo del transporte.

Con suerte el vestido se secará en menos de una hora.

— Mis cuadernos.

Alarmada abrí mi bolso para asegurarme de que ninguno de mis cuadernos había corrido la misma suerte que mi vestido, por suerte no fue así.

Tomé mi cuaderno de notas y miré la nota que había escrito esta mañana. No, no estaba bien escrita y no podía entregarla así; arranqué la página y la hice pedazos escondiendo estos en el espacio entre el asiento y la pared metálica.

Más tarde escribiría algo nuevo.

{Nota: aléjate de la orilla cuando un auto se acerque muy rápido.}

Cerré el cuaderno y dispuesta a salir del autobús me puse de pie al notar que mi parada estaba solo una calle más.

— Espero que tu día mejore, Faith — sonrió Carl.

— No está arruinado, es solo un poco de agua. En cambio, yo espero que tu día sea genial.

Sonreí y bajé del autobús dando un salto dispuesta a correr hacia el salón de clases.

Presiento que este día será mejor que ayer.

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