— Puedo explicártelo — susurró Faith.

— No tienes que explicar nada. Una chica que quería hacer sonreír a los demás pero prefirió esconder su identidad. — sonrió mirando a su amiga — eres como esas historias cliché de wattpad. Ella le envía notas al chico, no le dice quién es, ambos se enamoran y cuando saben quién es la chica de las notas el se decepciona.

— Eso no es nada confortante — volvió a susurrar Faith apenas sonriendo. — Y yo no le envío cartas a un chico específicamente. Ni siquiera me interesa eso.

— Lo se. Tú haces feliz a todos — suspiró Mery — pero tienes que hacer algo, Faith.

Ambas se sentaron sobre una de las bancas en el pequeño campo de la escuela.

— ¿Algo con que?

— Faith, por Dios — bufó la rubia tomando a su amiga por los brazos — ¡Todos quieren saber quién eres! ¿No crees que alguien debería poner un alto? Más a esa Hillary que no deja de hacer tanta propaganda. ¿Quién mejor que la misma F?

— No puedo, Me... Sabes que no soy buena siendo sociable, inicié todo esto de las cartas porque quería alegrar a las personas, quería hacerlas sentir bien pero ahora ya no veo lo que con las primeras cartas veía. Ahora quien encuentre una carta lo publica a todos sus amigos, hace sentir a quienes aún no tienen una que son menos... Ya no se si seguir con todo esto.

— ¡Hey! — Mery la tomó por los hombros obligándola a mirarla — aunque ahora esto sea una ridícula moda. Mucha personas han sonreído gracias a tus cartas, eso no lo dudes.