Carta 9

El último barco del día había llegado, los vi asomarse en mi campo de visión y mi corazón comenzó a latir a mil por segundo.

No sabría decir si fue la emoción o mi torpeza o ambos a la vez, pero caí en una pendiente que había que bajar.

Para cuando me levanté tenía ambas rodillas raspadas, dolieron y sangraron al instante pero sonreí y sé que de haber tenido un espejo a mano, confirmaría lo que ya intuía: mis ojos brillaban de felicidad como la luna en una noche de campo.

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