Capítulo 7

¿El tiempo nos apagará? ¿Si eso sucede qué pasara? ¿Te quedarás por siempre?

Valentina

Me encontraba caminando junto a mis papás algo triste y decepcionada por no poder verlo. Di unos cuantos pasos cuando escuché una voz lejana, con brusquedad cambie de dirección para poder observar lo que sucedía. Estaba solo caminando con su teléfono en mano, traía puesto su traje. Era él. Sin dudarlo corrí y este me recibió en sus brazos.

—Valentina. —Una pequeña risa salió de sus labios.

—Creí que no me despediría de
usted. —Correspondí al abrazo formado minutos antes.

Recuerdo que giramos, me encontraba enroscada entre sus brazos, escondiendo mi rostro en su pecho y él con una sonrisa cálida.
Algo de película a decir verdad.

—Aquí estoy. —Dijo de una forma tan linda. —Te contaré un secreto.

De un momento a otro, muchos de sus alumnos llegaron a recriminar algo, no sé exactamente qué. Yo solo salí como pude de la multitud, di la vuelta y me fui del lugar.

Estaré loca para haber soñado algo así pero me agrado verlo en mis sueños y no esperar hasta Agosto.
¿Este será nuestro fin?

Regresé mi vista hacia la psicóloga. Antes de que pudiera decir algo, ella me interrumpió. — ¿Tenías miedo?— Me dijo mordiendo su labio inferior. Yo solo asentí.

—Mi madre me dijo que si seguía juntándome con él, mis metas estarían truncadas por los rumores. Dirían que mis calificaciones eran regalos que sus amigas me hacían. Muchos pensarían que son solo comentarios, pero...— Una vez más, la rubia me interrumpió.

— ¿Hubo un antecedente?

—En la primaría me hacían bullying. Decían que no era una auténtica rata de biblioteca, muchos aseguraban que solía quedarme sola en el salón para complacer a los docentes en turno. Que loco, ¿No? Una niña de apenas ocho o diez años practicando sexo oral. Mentiras. Calumnias que terminaron destrozando mi autoestima. Es por eso que el miedo me cegó. Tenía que alejarme de él. Pero jamás me puse a pensar que había después de Víctor. Él mismo me obligó a descubrirlo. —respondí y seguí con el relato amargo.

Me levanté sobresaltada, mire la hora. Las nueve cuarenta y cinco. Mi corazón latía muy rápido, sentía mis mejillas arder. Te extraño Víctor Altamirano Ruíz. ¿Qué me ha hecho?

Era el primer día en segundo año.
Por alguna razón mi corazón latía al saber que podría verlo y quizás entablar una buena conversación, pero de un momento a otro mi mente comenzó a jugarme chueco. Algunas frases pasaban por mi cabeza una y otra vez que por más que trataba de ignorar, seguían ahí.

Es un maestro.

Las primeras clases puse mucha atención, pero con mucho temor esperaba a que llegara la hora de conocer a mi profesor o profesora de español. Dentro de mí, pedía a gritos que Víctor fuera mi profesor. Mi sueño dorado era que leyera en voz alta, que explicara con paciencia cada uno de los capítulos de ese pequeño libro que llegue a ver por la ventana, cuando daba clases en el 3A mientras yo me encontraba atenta desde el salón del 1°E.

El terror de los maestros de español

El receso llegó, estaba ilusionada podría establecer una conversación larga y buena como antes con él. Al menos eso era lo que yo creía, al final de cuentas ¿Qué podría cambiar? entre risas y sonrisas pasarla bien, como solíamos hacerlo siempre...

Es adulto.

Todo cambió al verlo con ellas, las maestras del día del festival. De las que por cierto, después me enteraría que eran mis nuevas profesoras. Decidí darle su espacio, resignada camine sola un buen tiempo.

¿Ahora qué?

Sonó la campana y entre a mi salón. Sentí algo dentro de mí un dolor diferente. No eran celos, mucho menos tristeza. Solo confusión, pues en poco tiempo, Víctor pudo expandir su círculo social. Ya no éramos nosotros dos. Los murmullos se escucharon entre mis compañeros de clase, la maestra María seria quien impartirá español. Era una señora mayor, no organizaba sus ideas. A mitad de la clase sentí como mi cabeza explotaría, decidí salir. Pedí permiso para ir al "sanitario" pero solo quería un poco de aire, me encontré con la sorpresa de que eras maestro del grupo del salón de atrás. Me vio o eso creo...
Yo solo lo ignore y baje al pasillo.

Martes

Por una extraña razón desperté llorando, eran las tres de la mañana no tenía idea por qué. Quizás solo un mal sueño y ya. Decidí no tomarle atención.

Llegué a la escuela como de costumbre, lo vi en la formación principal del patio, se veía diferente. Pero otra vez sin un plan B, espere a que llegara la hora de receso, para que por fin pudiéramos hablar. Me había tocado historia una hora antes eso quiere decir que tal vez si me apresuraba un poco podría encontrarlo solo.

—Ahí está.— fue lo que dijo Ariadna

—¡Ve!—Sarah me dio un pequeño empujón

—¿Cómo voy a ir ? ¿Y si llegan sus amigas? ¡No sabré como salir de ahí!— Les cuestioné.—

—¡Cálmate ya!— Me jalaron hacia él y huyeron cuando choque con su hombro. 

—Hola profe.—dije rápidamente. Sin previo aviso, Víctor solo negó y comenzó a reír

—Ya sé a qué vienes.— sonrió

Pero para mí desgracia, un chico nos interrumpió reclamando que el mayor ya no le había dado clase a su salón. El pelinegro explico su punto sin dejar de mirarme, al final el alumno molesto se fue y yo comencé a hablar.

—Bien primero que nada ¿Cómo le fue en sus vacaciones?.

—Pues, bien.

—Bien. Ahora pues. ¿Poemarios nuevos? — Moví mis manos exaltada.

—Por ahora no escribí, pero cuando tenga algo te lo mando.— Sin más, rompió mis ilusiones.

—Oh, bueno...—Me quedé sin palabras.—Otra cosa yo sí tengo alguna duda en español podría ayudarme.

—Sí, aquí estamos para eso.

Maldito mentiroso

—Bueno adiós profe, ya me voy porque ya llegaron sus amigas.— Al estar cerca las nombradas, miro hacia otro lado.

—Últimamente he estado sentimental, quiero llorar y no sé por qué.— le dije a mi madre mientras mis ojos se cristalizan.

—Desde ayer en la noche estás así, ¿Pasa algo?

—Me gustaría saberlo.-replique cuando comencé a llorar.

—Te afectó que Víctor te evitara ¿No?—dijo mientras me envolvía en sus brazos.

—No lo sé. -sollozaba.

—Hija, tú sabes que él es mayor merece tener amigos.— acarició mi cabello y yo asentí.

—No sé por qué duele tanto.—pronuncie.

—Tarde o temprano tenía que pasar, que bueno que fue ahora y así te podrás levantar, pasar tus etapas. Verás que pronto lo superarás.

Para ser sincera mi madre fue pacífica, analizó la situación y trato de comprenderme porque yo mejor que nadie sabía que la gente que me rodeaba pensaba que eras una distracción. No eran tus amigas ni mucho menos el repentino alejamiento que tuviste a conmigo. Yo presentía algo, sabía que llegaría alguien. Yo no falló con esas cosas. Comenzaba a preocuparme.

22 de Agosto 2017

Se nos dio la oportunidad, un juego y con ayuda de mis amigos me volví a acercar a ti, no tuve la dicha de verte caer pues hicimos una promesa para fastidiarnos entre sí.

—Si se cae. ¿Me regala su celular?

—Y si no me caigo tú que me darás.

—Pues, no sé lo que usted quiera.- 

Ariadna hizo una intercesión por mi, yo solo reí

—Mire yo tengo este celular, anti robos con radio También tengo su cargador y creo que también su pila.

—Ah, pero esta inflada.

—Usted dijo un celular no específico nada.-

Apunta y dispara, decía mi mente mis ojos pesaban pero esta vez no tenías conflicto de verme a la cara. ¿Qué había pasado?

—Profe le puedo hacer una pregunta.

—¿Qué sucede?

—Bueno no, bueno.

—Oh vamos.

-—¿Qué significo para usted?

Al principio le dio  vueltas al tema, su seguridad se esfumó, ese nerviosismo se hizo presente.

—Bueno la verdad yo, pasamos mucho tiempo juntos y nos la pasamos bien...

—Pero, que significo.

—Espera, aún no termino. La escritura nos unió y si es verdad que hablamos de mi vida privada y de la tuya también nos tenemos confianza

—¿Entonces es como una "amistad"?

—Yo la considero como compañerismo quizás le falta para llegar a una amistad.

—Entiendo, bueno. Yo iré a mi salón.

—Cuidado.—Caminamos más rápido, ambos habíamos perdido quince minutos de clase

Hoy tan solo había dormido una hora no tenía fuerzas ni ánimos tampoco tus palabras no me desilusionaron del todo quizás tenía una oportunidad me alegra que me consideres así

—Valentina ¿por qué tan tarde?— el maestro de taller me interrogó.

—Perdón. Fui a comprar algo, no se volverá a repetir.

—Adelante, recuerda terminar tu plano.

—Si maestro.— quería sonreír pero no podía, quería llorar pero sin que nadie me viera.

Todos estábamos preocupados ya habían pasado varios días desde que la maestra de física, un amor de señora no se había presentado.

—NOS VA A VENIR A CUIDAR VICTOR.—grito uno de mis compañeros, aunque no lo crean me da un poco de miedo debido a las burlas que podría recibir.
Pocos minutos después entraste al salón sosteniendo bastantes cuadernos.

—Buenas tardes Jóvenes.

La mayoría se levantó para saludarte respetuosamente.
Si te soy sincera a veces fuerza la vista para ver mejor a pesar de mis lentes, supongo que por costumbre...

—Valentina préstame.—dijo Aarón el subjefe.

—¿Qué? ¿Cuál?—pregunté aturdida.

—El cuaderno de español.

Algo confundida lo seguí, no es que no confiara en él, pero pues temía por mi calificación y este no es muy responsable que digamos. Al llegar al escritorio este le entrego mi libreta a Víctor.

—¿Qué les toca?— hablo mientras hojeabas mi cuaderno, por un momento se topo con unas pequeñas frases que escribí en hora de aburrimiento, rápidamente las cubrí con mi mano.

—Eso no es de la materia. Empieza desde aquí.

—Pero yo vi unas palabras.

—Ah, eso es de otro servicio con el otro maestro de español.

—Pero nos toca Física. — Exclamó uno de mis compañeros.

—Entonces préstenme su libro de física.

—No lo traemos.— dijo todo el salón en coro

Víctor comenzó a reír y tan solo se levanto para escribir en el pizarrón

—Bien jóvenes hoy hablaremos de las diferencias de los acentos.

—¿Alguien ha escuchado del acento prosódico?- interrumpiste tú dirigiéndose al grupo.

— ¡Valentina!¡Vale sabe profesor! — Sentí mis mejillas arder, su mirada me invadió un tanto confundido  y yo tan solo negué.

—Bueno eh...— Él trato de retomar la explicación. Los minutos transcurrían lentos, dejo un trabajo el cual termine con ayuda de mis compañeros. Me levante para ser calificada, aproveché para susurrarle.

—Ya sé quién es la rayita profe.

—Di el nombre.— Hablo alto.

—Si hágalo evidente gracias.— rodeé los ojos.

—Anda di el nombre.

—Mire, mejor se la enseño.- saque mi celular, mientras que este  firmaba algunos cuadernos.

—Es ella.

—Si y no, es mi ex pero no es la rayita aunque estas muy cerca.

—Bueno, bueno.

Su clase transcurrió rápido, me sentí distinta pues cuando hacías preguntas mis compañeros querían que yo contestará. Algunas siquiera las conocía así que me limite a negar. El siguiente servicio lo tomaría el profesor de educación física, ese tipo es el típico "todas mías" y gracias a ello le agrada a todo el salón.

—Caramba entre tantos profesores, yo tenía que venir a cuidarlos.-este refunfuñando se sentó.

—Buenas tardes.- dije con sarcasmo y este río.

Estaba aburrida así que decidí hacerle la plática, era evidente se enteraría de mi admiración hacia ti.

—¿Qué le ves?

—¿Qué insinúa?- pregunté de vuelta

—Esta feo y bueno yo estoy mucho mejor que el.

—Pero Valentina le ve su disque trasero.- la voz de Emiliano se escuchó.

—¿QUE? Pero si no tiene nada, que no me has observado a mí.

Ari y Shara soltaron una carcajada.

No todo es lo físico

—Mejor acósame a mí que estoy más bueno. Me sentiré plato de segunda mesa pero creo que valdrá la pena.

—De tercera porque al maestro Valencia También lo acosaba.—Recalque.

—Bueno, pero ahora tú serás mía.

—Esta bien.—le seguí el juego.

—Serás mi novia, te diré pollito.

—¿Cómo quiere que le diga?—Después de todo  yo representaba a Víctor con un pino. 

—Sugar Daddy, ay sí.

Mis ojos se abrieron como platos, las novelas de Wattpad me traumaron con su contenido +18 por lo que rápidamente negué.

—Mejor quedamos como Profesor.— él asintió.

—Y son novios, se besan se pasan el chicle.-—Héctor algo infantil comenzó a cantar.

—Se toman de las manos.- el profesor le siguió y extendió la mano.

—Dame la mano.— Algo temerosa acepte ambos comenzamos a movernos como una pareja Feliz. El timbre sonó, camine hacia mi lugar y los dos reímos.

—Pero solo a mí me puedes acosar eh.— Recalcó el mi 

—Claro, solo tengo ojos para usted.— sonreí y rodeé los ojo

— Creo que unos de los errores mas grandes que he cometido es empezar a divulgar mi interés por él. Algunos creyeron que por mi edad era un amor inocente, una admiración superficial y nada mas. Pero, con forme avanzo el tiempo todo se torno obsesivo. Lo hostigue tanto, lo fastidie hasta tal punto que me clave en el corazón sus gritos desesperados para que lo dejara respirar. Era muy intensa y teatral. — Rodé los ojos y baje la mirada. 

— Es por eso que cada vez que convives con alguien nuevo pides perdón por molestar. ¿No es así? — Asentí con la cabeza. 

— Quizás si él hubiera aparecido en otra etapa de mi vida, todo hubiera sido diferente. Tendría otra perspectiva del amor, mis actitudes y pensamientos serian mas maduros o quizás mas normales de lo habitual. En ocasiones pienso que realmente yo estaba dañada. 

— Valentina. Aunque no lo creas, esas actitudes en los adolescentes son potencializadas por los adultos. Principalmente por la falta de limites y demás actitudes que estoy segura nadie logro ponerte. 

— Se me cae la cara de vergüenza cuando pienso en todos los errores que cometí teniéndolo cerca. Con sus compañeros de trabajo, mis amigos, con mis padres.

El silencio inundo la sala por unos escasos segundos. Y de pronto, algo dentro de la mente de la joven rubia dejo de cuadrar. ¿Por que Valentina recordaba a la perfección los comentarios que su profesor de educación física hacia de manera despectiva hacia Victor? peor aun ¿Qué docente de ideas claras haría comentarios fuera de lugar como los de mantener una relación de tipo sexual con una joven a cambio de dinero? No, no era normal hacer ese tipo de chistes en un ambiente así.

— Valentina. — Esta levanto la mirada levemente

—¿Puedo preguntarte algo? — La castaña asintió nuevamente con la cabeza. 

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