Nuestros padres se enteran.

El último día en que tendrían la casa sola Jungkook quería hacerlo especial, sabía que Jimin había estado bajo mucho estrés últimamente y quería regalarle algo de paz. Solo le bastó un par de llamadas y, con suerte, todo saldría según lo planeado.

La forma de despertar era importante, así que Jungkook se apresuró a echar a los cocineros y preparar él mismo el desayuno del rubio.

Primer obstáculo: no sabía cocinar.

-... ¿Quiere... Que lo asista en algo, joven amo? - dió un paso al frente el cocinero principal, quien se encontraba detrás del umbral de la cocina junto con el resto de su equipo, cómo Jungkook les había ordenado.

-¡No, lo tengo todo bajo control! - insistió Jungkook, removiendo el estofado mientras que con la otra mano intentaba sacar con palillos el pulpo frito de una olla llena de aceite del otro lado de la estufa.

De repente, un aroma a quemado invadió las fosas nasales del estresado castaño.

-¡El cerdo! - se alarmó Jungkook, las tiras de cerdo se encontraban en un sartén del otro lado de la cocina. Estaban comenzando a tornarse negras.

Al intentar correr hacia el sartén, sin querer volcó la olla con aceite al piso.

-¡¡Joven amo!! - gritaron los cocineros, entrando a la cocina y verificando que el aceite no había lastimado al castaño.

Por suerte, ni una gota cayó sobre Jungkook. Pero este suspiró frustrado y con un nudo en su garganta, ¿Ni siquiera podía hacer algo tan simple como un desayuno?

El personal de cocina se apresuró a apagar el fuego y limpiar el aceite. Una de las cocineras se acercó a Jungkook con un aura maternal.

-Nosotros nos encargaremos, joven amo. Por favor, quédese en un lugar seguro... - lo guío fuera de la cocina lentamente.

Al final, y para no poner en riesgo a la casa entera, Jungkook dejó que los cocineros preparen el desayuno para Jimin. Y para mantener ocupado al castaño, aquella cocinera de antes lo sentó en la barra, le dió un par de limones y un exprimidor para que hiciera limonada.

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-¿Jimin? - se asomó Jungkook por la puerta de la habitación del rubio. - ¿Estás despierto?

El castaño entró a la habitación y, tras él, los cocineros con las bandejas de diferentes comidas y postres.

-¿Ya amaneció?... - preguntó con la voz rasposa el mayor, tapándose la cabeza con la sábana para evitar que el sol le golpeara en la cara.

Jungkook sonrió y se sentó a orillas de la cama, acariciando la cabeza de Jimin por encima de la sábana.

-Buenos días, Hyung. - le saludó Jungkook, no podía llamarle por un apodo ya que el personal se encontraba alrededor. - Ten, te hice una limonada...

Jimin se sentó sobre el colchón, tambaleándose un poco, y adormilado tomó el vaso mientras bostezaba con cansancio.

-¿La hiciste tu? - cuestionó Jimin, olisqueando el vaso con limonada. Una vez que no detectó ningún aroma extraño, se atrevió a darle un sorbo. - No sabe mal.

-Tambien quería cocinarte un desayuno completo, pero... Alguien tiró la olla con aceite. - se carcajeó con nerviosismo mientras los empleados colocaban en el regazo de Jimin una mesa para cama y, arriba de ella, los diferentes platos.

-¿En serio? ¿Quien? - preguntó preocupado Jimin, tomando los palillos y probando el pulpo.

-Un baboso... - respondió Jungkook. Tecnicamente, no había mentido.

Los cocineros se vieron entre ellos, por suerte estaban adiestrados en el bello arte de mantener la compostura; de no ser así, una que otra pequeña risilla habría salido de ellos.

-Bueno, bueno, denle un poco de espacio a mi Hyung. Vayanse. - gruñó Jungkook, sonrojado debido a la vergüenza.

Los empleados reverenciaron a los hermanastros antes de irse y dejarlos completamente solos; una vez tuvieron privacidad, Jungkook suspiró aliviado.

-Y, ¿Me puedes explicar por qué tan detallista hoy? - preguntó Jimin mientras comía la especialidad del chef y su favorito, estofado de tofu con huevo frito.

-Nada en especial, solo pensé que te vendría bien un poco de relajación. - explicó el menor, sentandose a orillas de la cama justo detrás del rubio y masajeando sus hombros.

-¿En serio? Que amable de tu parte... - sonrió Jimin, totalmente relajado por el masaje que Jungkook le brindaba.

El castaño se inclinó hacia el rubio y besó su cuello de forma cariñosa. Jimin, por su parte, inclinó su cabeza hacia el lado contrario para darle más rango de movimiento a su pareja.

-La comida está deliciosa... - balbuceó Jimin, queriendo cambiar el tema, ya que Jungkook comenzaba a besar su cuello de una manera no tan cariñosa.

El menor abrazó la cintura de Jimin y se aferró a su cuerpo, apegando su enorme pecho sobre la espalda del gangster. Jimin, con la mirada pérdida y ahogado en el placer que el menor le entregaba, alzó su mano y comenzó a acariciar vagamente el cuello de Jungkook.

-Jungkook... - le llamó, a lo que Jungkook alzó su rostro, solo para recibir un amoroso beso por parte de Jimin.

Fue cuando Jimin intensificó el beso que Jungkook se apartó de sus labios con una enorme sonrisa en su rostro.

-Primero desayuna y después te comes el postre, lindo. - se carcajeó un poco Jungkook, tomando los palillos y dándoselos en la mano a su hermanastro.

Jimin de igual forma se rió junto a él, entonces comenzó a terminarse sus platos mientras Jungkook lo abrazaba por la espalda, tan solo observandolo comer.

Las palabras no eran necesarias, no les era incómodo, solo disfrutaban del contacto el uno con el otro en silencio.

Jungkook estaba tan hipnotizado por Jimin, justo en ese momento es en el que se dió cuenta que había caído por completo ante sus pies. La manera en la que solo verlo comer le parecía la actividad perfecta, la que podría hacer todos los días por horas y horas, el hecho de que necesitaba tenerlo cerca siempre, su capricho más grande era tener toda su atención por encima del resto; eso y muchas cosas más eran fruto de haberse enamorado sin responsabilidad, sin haberlo meditado, simplemente haber amado.

¿Le daba alguna clase de miedo tener una pequeña dependencia por un ángel tan bello? No. Absolutamente no.

No le daba miedo haberle dado armas para dispararle a su corazón, porque sabía que Jimin jamás le dispararía.

De repente, aferró su agarre a la cintura de Jimin, cosa que hizo que un camarón se resbalara de los labios de Jimin y cayera al plato.

-¿Te sientes bien? Te estás comportando extraño y no dejas de mirarme... - se mostró tímido Jimin mientras recogía de nuevo aquel pedazo de camarón con sus palillos.

-¿Te parece extraño que mire a mi novio? - preguntó Jungkook en un hilo de voz.

Al tragar el camarón, el alimento se atoró en la garganta del de repente alterado Jimin. El rubio comenzó a toser para intentar hacerlo pasar.

-¿Novio? - preguntó Jimin mientras tosía, sus mejillas se tiñeron de un rojo vivo.

-Si, mi novio~ - sonrió Jungkook, bastante orgulloso de poder decir aquello. - ¿Algún problema con el apodo? ¿Debería llamarte "cariño"?

Todo ese palabrerío era mucho amor para Jimin, estaba emborrachandose de cariño, no estaba acostumbrado a ese nivel de cursilería.

-Llamamé cómo quieras, Jungkook... - trató de disimular su vergüenza, llenandose la boca de la comida que tenía en su regazo.

-¿De verdad? ¿Puedo llamarte "Amorcito"? ¿"Jimin~shi"? ¿"Bebé"?~~ - comenzó a atacar a Jimin con apodos tiernos, sabiendo perfectamente que a éste lo avergonzaba muchísimo.

Y su ataque fue muy bien recibido, Jimin se vengó dándole un débil manotazo en el rostro.

Jungkook solo se carcajeó felizmente.

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La puerta principal fue cerrada lentamente por una de las mucamas, el señor y la señora Jeon habían vuelto de su viaje y no se les veía derrochando miel como lo haría una pareja recién casada, quizás por eso habían vuelto un día antes.

-¿Dónde está mi hijo? - preguntó el hombre a uno de los empleados.

El personal se vió entre sí, dudando si responder a aquella pregunta era inteligente.

-El joven amo se encuentra en la habitación del jovencito Park... - respondió una mucama, haciendo una reverencia al dirigirse al señor Jeon.

-Le he dicho millones de veces que se aleje de ese delincuente... - gruñó molesto el hombre, dirigiéndose directamente a la habitación de Jimin.

La madre de Jimin siguió a su marido, su rostro revelaba preocupación.

-Jimin y Jungkook solo comparten tiempo como hermanos, deberías estar agradecido de que nuestros hijos se lleven bien... - le aconsejó la mujer, subiendo las escaleras a toda prisa.

-Estaré agradecido cuando tu hijo no le meta ideas a la cabeza de mi hijo. - gruñó el hombre mientras abría la puerta de la habitación de Jimin furiosamente.

Ambos padres abrieron los ojos de par en par al ver a los chicos abrazados de tal manera tan íntima. Ni siquiera estaban haciendo algo indebido, pero la primera reacción de Jungkook fue saltar de la cama inmediatamente.

-Pa~padre, ¿Que... Que hacen aquí? Creí que vendrían hasta mañana... ¿Que...? - quiso disimular el castaño, queriendose dirigir hacia su progenitor, sin embargo, el hombre se avalanzó hacia Jimin.

Los deliciosos platillos servidos para Jimin fueron derribados violentamente de la cama, el hombre tomó por el cuello de la pijama al rubio he incluso lo levantó en el aire.

-¿¡Cómo te atreves a tocar así a mi hijo!? - comenzó a sacudirlo.

Tanto Jungkook cómo la madre de Jimin se apresuraron a intentar calmar al hombre.

-¡Padre, suéltalo! ¡¡Él no me tocaba a mí, yo era el que lo abrazaba a él!! - respondió Jungkook, jalando al hombre del hombro para intentar que bajara a Jimin.

-¡Baja a mi hijo, por favor! - le rogó la mujer desesperadamente.

Jimin, por otro lado, no se le veía asustado, en su lugar, mantenía el contacto visual con su agresor.

-Suéltame. Estas asustando a mi madre. - le advirtió Jimin, tomando de las muñecas al hombre, aún mirándole permanentemente a los ojos.

Aquel duelo de miradas no era una simple petición, el señor Suk sabía que era una exigencia y, si no lo bajaba pronto, él lo obligaría a hacerlo.

Pero, ¿Realmente le daba miedo Jimin?

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