Nos vemos en la corte.
~Advertencia de lenguaje malsonante que podría quebrantar la sensibilidad del lector~
Todo lo que se escuchó durante 20 minutos en ese viaje fue el motor del autobús, todos los chicos se encontraban pensativos.
La despedida de Krisno realmente los shockeo bastante, todos parecían sumidos en recuerdos viejos.
Ya lo sabía, pero ahora me queda más claro que, más que una pandilla insensible, son todos familia. Entre ellos se ven como hermanos, y a Jimin lo consideran... El tío borracho que te deja deja fumar a escondidas de tus padres. Pensó Jungkook en medio de su silencio.
-Todavía recuerdo cuando llegó a la hacienda por primera vez... - rompió el silencio el líder rubio.
Todos los ojos le prestaron atención, incluso el chófer observo por el retrovisor.
-Tenía solo 16 años, estaba sucio y hambriento, había huido de casa porque su madre lo obligaba a pelear con otros niños por dinero. - recordó Jimin, observando a todos y cada uno de sus chicos, quienes le prestaban la mayor de las atenciones.
-Él solía comer en una mesa pequeña alejado de nosotros, ¿Recuerdan? - se carcajeo con nostalgia uno de los chicos al fondo.
-Jajaja, y robar comida de la cocina por las noches porque no podía creer que jamás se acabaría... - siguió recordando otro chico de cabello rojizo.
El chófer sonrió ampliamente, consumido por la nostalgia y la tristeza, hasta que volvió la vista a la carretera y se dió cuenta que los venían siguiendo.
-¡Nos persiguen! - gritó el chico mientras aceleraba progresivamente.
Inmediatamente todos se levantaron, dispuestos a hacer algo al respecto. Jimin se acercó a la ventana trasera del autobús, dónde pudo ver claramente como es que la rectora permanecía de copiloto en uno de los tres autos.
-Esa anciana no se rinde. - apareció Jungkook junto al rubio.
El chico que conducía a toda prisa se alarmó, una limusina conducía en sentido contrarió, no tuvo otra opción más que frenar en seco, provocando que sus compañeros se aferraran a cualquier cosa con desesperación para evitar caer.
-¡Lo~lo siento! - se disculpó el nervioso conductor.
-¡¿Pero que carajo, Haid-Kyum!? - Gritó Jimin mientras era levantado del piso por Jungkook.
El rubio se aproximó a pasos agigantados hacia Haid-Kyum, visiblemente molesto.
-¡Sé que tienes tres meses desde que aprendiste a conducir, pero más te vale que haya una buena~! - regañó Jimin, hasta que visualizo la limusina que casi se estrellaba contra ellos.
De aquel elegante vehículo bajó un hombre que reconoció enseguida.
-¿M~mi padre? - tartamudeo nervioso Jungkook.
Inmediatamente el rizado jaló la palanca que abría las puertas, y bajo a toda prisa.
-Padre, ¿Que~que haces aquí? - preguntó Jungkook una vez estuvo frente al hombre, Jimin le siguió.
-¿Crees que tu padre no se daría cuenta si huyes de la escuela? - el hombre se colocó sus gafas de sol sobre el bolsillo de su camisa.
-No es lo que piensa, señor Jeon... - interrogó Jimin. - Todo fue idea mía, yo obligue a su hijo a salir... Yo...
Justo ahí fue cuando los autos que los seguían llegaron, se detuvieron y bajaron con armas de fuego con la intención de disparar.
-¡¡Malditos desgraciados, ¿Creen que puedes huir así de fácil de mi?!! ¡Les voy a arrancar la cabeza y voy a hacer que a sus cuerpos los violen como los maricas que son! - gritó la rectora mientras bajaba del auto en dirección al autobús.
Y en cuanto la señora observo al señor Jeon, quedó paralizada, al igual que sus intentos de guardias.
El señor Jeon mostró una expresiva mueca de enojo, pasó de largo de los chicos y se aproximó a la rectora, quien de inmediato intento disimular.
-Señor, un gusto volver a verlo, ¿Que~que lo trae por aquí? - preguntó mientras se acomodaba los cabellos sueltos de su peinado.
El señor Jeon no dijo nada, siguió caminando en dirección a ella. Alrededor suyo se encontraba un aura amenazadora, no se encontraba para nada contento.
-Guarden las armas, imbéciles. - gruño la señora en susurros a sus guardias, golpeando a uno de ellos en el hombro.
El señor Jeon se plantó frente a ella, el estar cara a cara volvía evidente que la rectora era muy bajita y escuálida.
-¿Que le iba a hacer qué a mi hijo? - preguntó el castaño mientras se aproximaba junto a él el único guardaespaldas que trajo consigo, el hombre hacia lucir a los guardias de la escuela como pequeños chihuahuas.
-¿De~de que habla, señor Jeon? Debió escuchar mal, yo... - intentó salvar la situación la mujer.
-Escúchame bien, rectora. - inicio el hombre, dando más pasos hacia ella, lo que no le dejaba más opciones a la rectora que retroceder, intimidada. - Soy un hombre razonable, así que en lugar de resolver esto como usted planeaba tratar a mi hijo, en su lugar, la veré en la corte. Y créame, deseará que hayamos resuelto este asunto a puño limpio.
Después de haber dicho aquello, la rectora dejo de temblar. Temía ser golpeada, y al darse cuenta que no sucedería, se sintió confiada; así que comenzó a reír un poco y a tomar unos postura relajada.
-Señor Jeon, con todo respeto, pero usted no tiene probabilidad alguna de ganarme en un juicio. ¿Sabe con cuántos amigos en el ámbito judicial cuento? Tengo contactos por todos lados, le quitaré hasta el último centavo. - le plantó cara, el señor Jeon ni se inmutó. - Además, no tiene prueba alguna para ganar el juicio.
“El señor Jeon solo es un idiota con corbata, un pusilánime que seguramente sea igual de maricón que su remedo de hijo. Y no me importa quien sea su padre, todos mis alumnos son iguales a la escoria” Reprodujo Jimin desde su celular la conversación que grabó en la oficina de la rectora.
Esta vez, el señor Jeon fue el que sonrió, mientras la rectora se encogió sobre si misma.
-Ahora puedo demandarla por difamación, discriminación de carácter homofóbico y abuso de autoridad. - alzó las cejas en señal de victoria. - La veo en la corte, rectora.
El señor Jeon se dió media vuelta, observo extrañado el autobús militar que tenía un enorme pincho de lámina en lugar de parachoques, alambre de púas en el techo, llantas antibalas al igual que las ventanas, y chicos en minifaldas en su interior. Siguió con su camino hasta la limusina, aún confundido.
-Gracias, padre... - susurro Jungkook, nervioso.
-Entren a la limusina. Ahora. - ordenó el hombre.
Jimin y Jungkook se vieron entre si, ambos sabían que no estaban exentos de un regaño.
Entraron al auto en silencio, y después de ellos, el padre de Jungkook se sentó en el asiento que se encontraba delante.
El silencio entre ellos solo duró tres segundos, ya que Jimin se vio desesperado por evitarle problemas a su hermanastro.
-Me hago responsable completamente por Jungkook, señor. Le pido que no se moleste con él, fue mi idea y... - quiso seguir, pero el hombre alzó la mano en señal de silencio.
-Hijo, necesito que admitas en la corte tu sexualidad para agravar los delitos de la rectora y que así reciba un castigo más severo, ¿Estás de acuerdo con eso? - le dirigió una mirada tranquila y quizás hasta apenada a Jungkook.
Jimin observo a Jungkook, en sus ojos no había brillo, cosa que indicaba que no se encontraba del todo cómodo con la idea.
-¿Y que hay de las ventas?... ¿No reducirán las ventas de las damas solo por mi orientación? - susurro tan bajito que incluso Jimin, quien se encontraba justo a su lado, se tuvo que inclinar hacia él para entenderle.
-No te preocupes por nuestras ventas, estaremos bien. - dijo el hombre, a lo que finalmente Jungkook asintió, accediendo a confesar.
El padre asintió y pidió al chófer que conducirá, cuando se encendió el motor, enseguida aparecieron los chicos de Jimin rodeando la limusina.
-¿Que caraj~!? - se molestó el señor Jeon.
-¡No dejaremos que se lleve a nuestro jefe de nuevo! - gritó uno de los chicos mientras apuntaba su arma directamente a la cabeza del chófer.
El guardaespaldas del señor Jeon estaba por salir del auto, pero Jimin se apresuró a bajar su ventana para detener lo que estaba sucediendo.
-¡¡Vayanse sin mi!! - gritó Jimin sin siquiera haber pensado en sus palabras, solo quería que se fueran.
Sus chicos le miraron, atónitos por la decisión de su jefe.
El rubio miro de reojo a Jungkook, el rizado estaba tan preocupado por tener que admitir su sexualidad al público que ni siquiera se había dado cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor.
Jimin suspiró, sabía que la petición que les haría a continuación los lastimaría, pero no podía... Dejar solo a Jungkook. Mucho menos hoy.
-Me... Quedaré con el señor Jeon. - terminó la oración casi en un susurro, esperando que de esa forma a sus chicos no les doliera.
-Pero... Jefe... - se mostraron impresionados y decepcionados a la vez, mientras bajaban sus armas.
-Se que en este momento no lo entienden, pero... - comenzó a susurrar para que el señor Jeon no le escuchase. - Cuando tienen a una persona sumamente especial...
-Usted es nuestra persona sumamente especial. - irrumpió un chico que se veía mucho más joven que el resto, se le había quebrado la voz y hacia un esfuerzo por limpiarse las lágrimas de sus mejillas.
Y mientras ese chico lloraba en silencio, los demás se dirigían molestos y dolidos al autobús.
-No, ¡Esperen, chicos! ¡No quise~! - gritó Jimin desesperado.
-¡Nosotros arriesgamos la vida para protegerlo todos los días! - gritó el chófer del autobús mientras encendía el auto. - ¿Que a hecho él? ¡Nada!
Y después de ese último grito, el autobús se marchó y nadie de los que se encontraban dentro miraron atrás, no querían verlo.
-Chicos... - ya no le quedaban fuerzas para gritar. No podía creer lo que había hecho, les había gritado a sus chicos, a su familia... Algo que jamás creyó posible.
Volvió a sentarse y a cerrar la ventana con molestia, con irá hacia si mismo.
Por otro lado, desde que los pandilleros alzaron sus armas contra él, el padre de Jungkook comenzó a maquinar el discurso que le daría a la madre de Jimin sobre que su hijo había huido con sus pandilleros, ya que estaba confiado que se iría con ellos. Estaba muy sorprendido cuando vio que estaba equivocado.
Observo a su hijo y después a Jimin, ambos chicos se ignoraban, parecía que tenían cosas más importantes que pensar.
Sacudió la cabeza para dejar de analizar la situación y solo dió órdenes de que avanzarán, antes de que el rubio se arrepintiera de su decisión.
Por otro lado, Jungkook era totalmente ajeno a lo que estaba pasando a su alrededor, su mente se llenó de memorias que su cerebro tanto le había costado suprimirlos durante tantos años. Recuerdos en dónde, siendo tan solo un niño de 7 años, besaba en la mejilla a sus amigos como una muestra de cariño, y el cariño que recibía de vuelta por parte de ellos eran insultos crueles y empujones.
Aún podía escuchar a los padres de sus amiguitos susurrarle a sus hijos que ya no se juntan más con él. Que les pagaría su enfermedad; discurso que más tarde escucharía de la boca de su maestra y amigos.
Recordaba lúcidamente cuando su padre peleó a golpes con un padre de familia que no paraba de burlarse de él. Ese fue uno de los pocos días en los que de verdad creyó que su padre era humano; se arriesgó a qué hablarán mal de él y de la compañía durante varios meses, solo para defenderlo.
Y si Jungkook no odiaba a su padre después de tanta explotación infantil y presión adulta, era porque su padre siempre defendió y apoyo su sexualidad. Aún no sabe el motivo, pero está agradecido por eso.
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