No quiero lastimarte.

~Advertencia de violencia, sangre y contenido gráfico que podría herir la sensibilidad del lector~

La habitación en la que dormía era silenciosa y reconfortante, podía sentir como había encontrado la posición perfecta. Todo era paz, cuando el chasquido característico de una bala siendo disparada lo levantó de golpe.

Sin darse tiempo a si mismo para detenerse a pensar, salió corriendo de la habitación, buscandolo a él.

Más disparos se escucharon a la par de los gritos alarmantes del personal de la mansión. Bajó las escaleras sin siquiera cubrirse de las balas, solo quería saber si él se encontraba bien.

Al poner el primer pie al final de las escaleras, lo vió; vió su cuerpo tirado en el piso, boca abajo y cubierto de un manto de sangre.

-¡¡Jungkook!! - chilló y corrió hacia su cuerpo, se arrodilló y le dió vuelta para poder verlo. - ¡Jungkook, mírame!

Comenzó a darle RCP, sin parar presionaba su pecho una y otra vez, su rostro se llenó de lágrimas.

Miró a su alrededor, buscando ayuda, pero todos estaban huyendo, el señor Jeon tomaba de la mano a su madre y junto a un par de guardias desaparecieron de la sala. Su madre no se detuvo a mirar atrás.

Continuo con las compresiones, mientras la sangre bajo sus rodillas seguía expandiéndose.

-¡Jungkook, por favor, despierta! - pidió entre el llanto.

El brillo en los ojos de Jungkook se había apagado hace mucho, pero el rubio se negó a aceptarlo, no lo abandonaría.

-¡¡Despierta!! - suplicó quebradizamente.

Debiste ser tu. Hizo eco una voz tenebrosa entre las paredes de la enorme casa.

Jimin se crispó, levantó la vista del cuerpo de su hermanastro y solo había oscuridad, la única fuente de luz lo iluminaba a él y el cuerpo del rizado.

Tu debiste recibir esa bala. Se escuchó molesto y más cerca.

Debiste ser tu. Susurró una voz más.

El rubio miro a su alrededor, había tanto eco que no localizaba a los autores de aquellas terribles voces.

-¡Tu me mataste! - gritó una voz parecida a la de Jungkook.

Aquel grito lo estremeció, abrió sus ojos de manera abrupta. Lo primero que vio fue la ventana de la oscura habitación que le proporcionaba un poco de luz y una brisa de aire, el cual volaba tenuemente la cortina blanca.

Su corazón golpeaba fuerte su pecho, suspiró y se colocó boca arriba en la cama.

Había sido un sueño.

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Jimin salió de la habitación, cerró la puerta tras de sí y se pasó una mano por la cara, tratando de llamar a la calma.

-Hyung, está por llegar la prensa. Padre dice que te vistas apropiadamente. - apareció Jungkook tras el bajito.

Jimin le miró, en su rostro apareció la sorpresa y el anhelo, como si no lo hubiera visto hace años. Sin dudar se avalanzó a abrazarlo.

El castaño sonrió, le abrazó también, aunque confundido y sorprendido a partes iguales.

-¿Te encuentras bien? - preguntó Jungkook, tomando al rubio por los hombros he intentando apartarlo para romper el abrazo; pero Jimin se negó y lo demostró aferrandose con fuerza a su cuello.

El ojiazul escondió su rostro avergonzado bajo el cuello del más grande. Su hermanastro se estremeció al sentir la pequeña respiración de él sobre su garganta.

Podía sentir el latido agresivo del corazón de Jimin sobre su propio pecho, pero no dijo nada al respecto. Lentamente ese rítmico palpitar se tranquilizaba.

Y sin decir nada, Jimin se separó de él y bajó las escaleras, dejando a un confundido Jungkook completamente solo.

El rizado simplemente sonrió y siguió sus pasos, optó por agradecer al universo por aquel abrazo tan inesperado sin hacer preguntas.

En cuanto abrió la puerta principal le atacaron los flashs de las cámaras y los gritos de los reporteros haciendo preguntas. En silencio hizo pequeñas reverencias y se acercó a su padre, la señora Park y Jimin, se colocó especialmente al lado de este último.

-Hijo, ¿Quieres comenzar tu? - preguntó su padre, extendiendole el micrófono.

Jungkook negó amablemente, a lo que su padre asintió y comenzó él mismo a relatar los hechos.

La entrevista se alargó y a Jungkook solo le quedó guardar silencio. Observó de reojo a su hermanastro, el rubio miraba inadvertidamente al cielo, parecía pensativo, frotaba sus pulgares contra el dorso de sus manos.

Se inclinó un poco hacia Jimin y susurro a su oído.

-¿Me vas a decir que te atormenta? - preguntó.

Aquello pareció sorprenderlo y le miró a él y después al público un par de veces.

-No me ocurre nada... - negó mientras barria con la mirada a los periodistas, preocupado porque alguien los notara cuchicheando.

-Te sucede algo, ¿No vas a decirme? - fingió un tono adolorido el castaño.

Disimuladamente el rubio le empujó suavemente con el hombro.

-Quitate. - pidió Jimin entre risas tímidas.

-Shh. - gruño la señora Park, a lo que su hijo y Jungkook volvieron a su semblante serio.

Pero ese semblante no duró mucho, ya que Jungkook volvió a inclinarse hacia Jimin para susurrarle.

-¿Te pone nervioso que te hable así de cerca? - sonrió Jungkook al notar que su hermanastro estaba entrando en un gay panic.

-Jungkook, para. Estamos en público. - quiso sonar molesto, pero su rostro enrojecido y su sonrisa tímida lo delataban.

-Hyung... - le llamó Jungkook, entonces el rostro del rubio se tornó más rojo y, debido al escalofrío, frotó su oreja contra su propio hombro.

-Y esperamos poder llevar este caso a juicio he impedir más abusos en nuestras instituciones. Una vez más, gracias por escucharnos. - se despidió el señor Suk, entonces los flash de las cámaras aumentaron.

Los guardias guiaron a la familia de vuelta a la mansión, ignorando por completo las preguntas de los periodistas que tenían dudas. Una vez dentro de la casa, el señor Jeon se dirigió a su hijo.

-Si todo sale bien, iremos a juicio en dos días. Ahí es donde confesarás y les dirás a todos tu experiencia con la rectora, ¿De acuerdo? - explicó el hombre, a lo que Jungkook asintió. - Nuestro equipo de abogados te dirá exactamente qué decir para evitar problemas.

Y después de la indicación, tanto el señor Jeon como la señora Park desaparecieron, pero no solo ellos, Jimin también lo había hecho.

Jungkook lo buscó con la mirada y al no verlo, supo inmediatamente dónde podría estar, así que se dirigió al lugar.

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Llamó a la enorme puerta de madera, y aunque se encontraba abierta, quiso advertirle que lo había encontrado.

Jimin se encontraba en aquella biblioteca, más específicamente sentado en el banco del piano.

El rubio no dijo nada, solo se mantuvo en silencio, a lo cual Jungkook cerró las enormes puertas para tener un poco de privacidad y se acercó a él; se sentó a su lado, aún en silencio.

Con una sola mano, Jungkook tocó una pequeña melodía en el piano, para después recargar su codo sobre el instrumento, y su mejilla sobre la palma de su mano, mirando fijamente al rubio.

-¿Realmente no piensas decirme? - preguntó Jungkook.

-Creo que no deberíamos seguir. - dijo Jimin de repente.

Silencio.

-¿S~seguir con qué? ¿A q~que te refieres? - preguntó Jungkook, nervioso, sabiendo exactamente a qué se refería, pero decidió mentirse. Sintió una pequeña punzada en su pecho.

-Seguir con esto. Con... Lo que sea que tenemos. - explicó Jimin.

-¿Es es lo que quieres?

Jimin asintió a la pregunta.

-Es mentira. Alguien te dijo algo, ¿Fue alguien de tu pandilla? - gruño el castaño, irguiendose en el banco.

-No metas a mis chicos en esto. Dejarlo es lo mejor para ambos. - le miró a los ojos, demostrándole que hablaba en serio.

-¿Eso crees? - preguntó el rizado, a lo que Jimin asintió sin chistar. - Si crees que es lo mejor, entonces asegurame que no dolerá.

Jimin no respondió, he incluso rompió el contacto visual. Desesperado, Jungkook lo tomó por la cintura para obligarlo a verle; cosa que funcionó, ya que de inmediato su hermanastro intento apartarlo.

-¡Todo duele al principio! ¡Pero estarás mejor sin mi! - gritó Jimin mientras intentaba soltarse del fornido agarre.

-¡No puedo vivir sin ti, Jimin, es muy tarde! - le explicó, acercando su rostro al del contrario.

-¡Lo harás! Al contrario, ¡Estar conmigo te matará! - dijo Jimin entre sollozos, decir aquello le partía el corazón.

-Estare bien mientras esté contigo... - intento acariciarle la mejilla, pero Jimin apartó el rostro.

-¡No lo entiendes! - rompió en llanto, dejó de forcejear debido a la tristeza. Jungkook solo le miró confundido y expectante. - No lo entiendes, yo... Mi vida es diferente a la tuya, Jungkook. Temo que mi estilo de vida te lastime. Y si algo te pasa... Por mi culpa... No lo soportaría...

Jimin siguió sollozando, se limpió las lágrimas, desesperado, odiaba que lo vieran llorar.

Fue entonces que Jungkook entendió que era lo que había estado molestando a Jimin desde que despertó. El abrazo cuando lo vió ahora tenía sentido.

Suspiró enternecido, y con cautela lo tomó de ambas mejillas con ambas manos, Jimin era tan pequeño que casi podía abarcar toda su cabeza.

-No me va a ocurrir nada, te lo prometo. - susurró, para después inclinarse y depositar un corto y dulce beso en los regordetes y salados labios del rubio.

-Pero... - balbuceo Jimin.

Jungkook le acaricio la frente y llevó todos sus cabellos rubios hacia atrás, cabellos que rápidamente volvieron a la frente, revueltos.

-He sobrevivido a dos secuestros, críticas por parte de la prensa, prejuicios, bullying, a tus chicos cuando secuestraron mi auto. Alejarme de ti no me mantendrá a salvo, me destruirá por dentro. - explicó, y a medida que hablaba, las lágrimas de Jimin cesaban.

-Pero, y si... Y si tú... - tartamudeo, estaba tan asustado que ni siquiera podía organizar sus ideas. El rizado se apresuró a posar su dedo sobre sus labios, pidiéndole silencio.

-Te guste o no, yo me voy a quedar a tu lado hasta que nuestras almas dejen esta tierra, rubio. - sentenció Jungkook.

Aquellas palabras reconfortaron a Jimin, su cuerpo entero sintió calidez y su corazón se aceleró de nueva cuenta ese día. Si Jungkook seguía acelerandole el corazón de esa manera, moriría de un infarto en un futuro no muy lejano.

El rubio estaba tan agradecido de haberle entregado esa paz, que no se le ocurrió algo mejor que simplemente llevarse el dedo del más grande a su boca.

Las mejillas de Jungkook se ruborizaron, no esperaba eso, pero no alejó su dedo.

En cambio, Jimin jugo con su lengua y la enrolló alrededor del dedo de él. No tenía una idea de lo que esa acción causaría.

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