Me dijo "te amo"
-¿He~he?... No, ¿Que tendría que confesarte yo? Apenas te conozco. - contestó Jimin, cruzándose de brazos para fingir tranquilidad.
-¿Sabes una cosa? - se carcajeó la mujer mientras expulsaba el humo del cigarro. Para darle una respuesta al rubio, se dió media vuelta, le miró a los ojos y le dedicó una mirada sería. - No me gusta que me mientan.
Fue ahí que, fuera de sentirse amenazado o culpable, Jimin alzó una ceja con desdén. ¿A caso ella era tan estúpida como para creer que con esa expresión de perra loca, iba a asustar a alguien como él?
-Mira... ¿Gulia, cierto? - preguntó el gangster, fingiendo que hace tan solo unas semanas ese nombre no le había supuesto noches sin dormir. - No sé que clase de experimento estás haciendo, o si estás drogada o algo parecido, ¿Pero no crees que es estúpido pedirme explicaciones a mi, en lugar de a tu prometido?
-Jungkook es cobarde, jamás me lo diría. En cambio tu... Tu pareces ser de los que les importa una mierda todo. Solo necesito un poco de sinceridad aquí, vamos... - pidió la rubia.
-¿Y si ya lo sabes por qué carajo me haces perder mi tiempo? - gruñó el ojiazul.
-Si vas a robarme a mi prometido al menos voy a joderte un poco, ¿No? - se alzó de hombros la chica, indiferente.
Jimin la analizó de pies a cabeza, a la luz de la luna lucía como una criatura inocente, pero bajo este techo parecía más el cazador que la criatura inocente. Sonrió de lado.
-Me agradas. - dijo Jimin, a lo que Gulia se carcajeó un poco y, antes de pasar de largo de él he incorporarse a la fiesta, le dijo;
-Nunca pudo hacerme venir, espero que a ti sí. - deseó ella, tirando el cigarrillo al piso y apagandolo con su tacon antes de abrir la puerta corrediza y salir al jardín.
Y vaya que lo hace... Pensó Jimin, recordando como hace tan solo un par de minutos lo había hecho venir detrás de un arbusto.
-Jimin. - le tomó por el hombro el castaño, entrando a la casa justo después de que Gulia saliera.
Jungkook apareció sin aviso y le tocó el hombro repentinamente, acciones que causaron que Jimin golpeara el estómago del castaño con su codo de forma inconsciente.
El menor no tardó en reaccionar al enorme dolor que le causó aquel golpe, sus pulmones se habían quedado sin aire he incluso había expulsado un poco de saliva debido a la presión.
-¡Dios mío, perdón! - se disculpó Jimin en cuanto reparó en que se trataba de Jungkook. Se apresuró a comprobar el estado de él. - ¡E~es que me tomaste por sorpresa!
-Es... Está bien... - se quejó Jungkook, irguiendose poco a poco. - Estoy bien.
Le tomó un par de segundos de respiración para volver a sentir sus órganos vitales de nuevo en funcionamiento.
-Vine porque quería saber de qué hablaron tu y Gulia... - explicó Jungkook mientras hacia muecas de dolor de vez en cuando.
-Solo te diré una cosa. - comenzó Jimin, tan solo plantandose frente a Jungkook y tomándole un solo hombro para demostrarle que hablaba en serio. - Jungkook, te amo, pero si no le pides a tu pequeña prometida la anulación del compromiso, lo próximo que voy a cenar va a ser conejo en salsa verde. Es una tarea que no me corresponde a mi, y no pienso ser el “pero me dijo que se va a divorciar” de alguien. ¿Entendido, kookie?~
Silencio por parte del castaño. Silencio absoluto por cinco segundos.
-... ¿Me acabas de decir “te amo”? - preguntó Jungkook seriamente después de esos segundos de silencio.
-N~no. ¿Lo dije? No... - el rostro de Jimin se tiñó completamente de rojo, he incluso había quitado su mano del hombro de Jungkook.
La sonrisa en el rostro y el brillo en los ojos del rizado eran de otro planeta, cosa que avergonzó aún más al rubio.
-¡¡E~ese no es el punto!! ¿¡Me entendiste o no!? - evadió completamente el tema Jimin.
Jungkook estaba tan feliz que asintió a la pregunta de Jimin sin consciencia alguna.
Por otro lado, Jimin se apresuró a volver a la velada para olvidarse del tema.
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Del otro lado del jardín, cerca del lugar en dónde tocaban los músicos, se encontraban los anfitriones de la velada: el señor y la señora Jeon.
Ambos charlaban y se divertían con los invitados que les rodeaban. Al señor Jeon lo frecuentaban hombres adinerados, mientras que a la señora Jeon, las esposas de aquellos hombres.
-Pero hablando en serio, Hana. Felicidades por haberte llevado al hombre más apuesto del mercado. - sonrió una mujer de cabello rojo, golpeando su copa de alcohol con la de la rubia.
-He... Muchas gracias, Madilin. - tartamudeo la mujer, aquella pelirroja había hecho incapié en la palabra “apuesto” de una forma coqueta.
Las mujeres alrededor también lo notaron, así que se vieron entre ellas, incómodas.
-He~he, ¿Hace cuánto conoces a mi marido, Madilin? - preguntó la rubia para calmar el ambiente entre sus invitadas, cambiando de tema.
Quizás solo era su imaginación, no tenía porque suponer cosas solo por un tono, ¿No es así?
-¡Ho, el señor Suk y yo nos conocemos de años! Se podría decir que somos hasta íntimos, ¿No es así, Suk~shi? - codeó la pelirroja al hombre.
Los hombres alrededor se carcajearon, parecía serles una situación completamente normal. ¿El marido de la mujer? Estaba lo suficientemente alcoholizado como para no entender una mierda.
-Ya lo creo, Madilin. - sonrió el señor Suk.
Hana frunció el ceño, bastante confundida. ¿No le iba a decir nada a la mujer?
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Pasaron las horas y la señora Jeon no le quedó otra más que callar y beber mientras veía como otra mujer coqueteaba descaradamente con su marido. No quería hacer una escena a los ojos de tanta gente.
Para cuándo el evento terminó y el último invitado se despidió de ellos en la puerta, la mujer vio la oportunidad para hablar con el señor Jeon.
-Asi que... ¿Cómo conociste a Madilin? - preguntó la mujer mientras seguía a su marido por la sala.
-¿A qué se debe la curiosidad? - preguntó el hombre sin siquiera mirar a la rubia.
-Suk, contéstame. - pidió ella.
-Solo es una mujer de mi pasado, no tiene porqué interesarte. - respondió el mientras subía las escaleras.
-Me interesa porque...
-Hana, lo que pasó entre Madilin y yo está en el pasado. No te preocupes. - dijo el hombre, quitándose la corbata para descansar su cuello.
-Pues no parece que ustedes dos hayan olvidado el pasado... - dijo la mujer visiblemente molesta mientras seguía al hombre por el pasillo.
Aquella frase hizo que el señor Jeon se detuviera a mitad del pasillo, cosa que también hizo su esposa.
-¿Que estás intentando insinuar? - le preguntó con un tono de voz molesto, viéndola por encima del hombro.
-Digo que... Ella claramente estaba coqueteando contigo, y~y tu no hiciste nada para detenerla. No sabes la vergüenza que pasé...
-Estas delirando. Ella no coqueteaba conmigo, solo era amistosa. - se dió media vuelta para verla de frente. - ¿No crees que estás siendo ingrata?
-¿I~ingrata? - frunció el ceño la mujer con confusión.
-Por favor, Hana. Solo piénsalo: yo te di acogida en mi hogar, te presenté a mi hijo, le di al tuyo la oportunidad de ser parte de mi familia aunque no comparte sangre conmigo. Vives a costa mía desde que llegaste aquí. ¿Que te da el derecho de reclamarme un comportamiento que estás imaginando? - le encaró el hombre, plantandose frente a su mujer y dándole la impresora de lo pequeña que era en comparación con él.
La rubia temblaba, no sabía exactamente si era porque se sentía impotente o porque sentía ganas de llorar. Le latía el corazón con fuerza debido a la adrenalina.
-No me malentiendas, yo te dí todo esto sin que tú me lo pidieras, así que no me quejo. - le acarició el rubio cabello, cosa que hizo que la mujer se petrificara del miedo. - Solo te pido ser más consciente de tu posición, esposa mía.
Después de eso, el hombre dejó el lugar para irse a su habitación, dejando a la rubia en aquel pasillo oscuro, tan solo reviviendo una y otra vez todo lo que acababa de suceder.
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La espalda de Jimin se estampó de golpe contra el colchón de la cama de Jungkook, quien de inmediato se le subió encima y le bañó el rostro con besitos cortos.
Ambos estaban ebrios y contentos, tan solo dándose cariños el uno al otro de manera aleatoria.
Hasta que Jimin empujó el pecho de Jungkook para pedirle que dejara de darle besos en el cuello, cosa que el castaño acató.
-No... No tengo ganas. No después de verle el culo a Namjoon... - hizo un gesto de asco el rubio.
El rizado se carcajeó y dejó caer su frente en el hombro de Jimin en señal de verdadera diversión.
-Si, a mi también me tomó por sorpresa. ¿Quien diría, no? ¿Tu mano derecha y uno de mis mejores amigos? - sonrió risueño Jungkook.
-No olvides a mi primo y a tu otro amigo. - recordó Jimin, acariciando suavemente la espalda de Jungkook, gesto que hizo que el menor se acostara del todo sobre el rubio.
-Si. Es una locura, ¿No? - preguntó Jungkook, cerrando los ojos, un poco cansado.
El rubio asintió, tan solo pensando en lo irónico que era toda esta situación.
Y ese tema lo llevó a pensar en la locura que había sido haber conocido a Jungkook. A pensar en las inumerables ocasiones en las que quiso convencerse a si mismo que alguien como Jungkook no podía gustarle a él, y helo aquí, con el chico en cuestión acostado sobre su pecho mientras lo mima.
Su corazón se llenó de nostalgia, tanta, que incluso sintió un nudo en la garganta debido al sentimiento.
-Te amo, Jungkook. - susurró Jimin.
-Mhm... - balbuceó Jungkook, estaba al borde del sueño y tan solo se acomodó en el pecho del ojiazul para poder dormir más cómodamente.
Jimin se carcajeó por lo bajo y, de forma cuidadosa, acostó al más grande al lado de él. Procurando no despertarlo, le quitó aquel traje incómodo y lo dejó dormir en boxers.
Él se desvistió también y, al haber terminado de ponerse su pijama, se sentó a orillas de la cama y acarició el cabello castaño del chico que dormía plácidamente. Tan solo envolviendo su dedo entre los cabellos de él en silencio, apreciando el atractivo rostro de Jungkook.
-Descansa, Jungkookie~ - le despistó un corto besito en la frente del menor antes de dejar aquella habitación para ir a la suya propia.
En cuanto apagó la luz y cerró la puerta tras de sí, la habitación del castaño se sumió en una oscuridad total, dejando al inocente Jungkook dormido sin haber podido escuchar su tan esperado “te amo”.
Pero no había de que preocuparse porque, a Jungkook le esperaban años y años de “te amo” interminables.
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